Buscar Poemas con Peregrinos


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Se han encontrado 8 poemas con la palabra peregrinos

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Alfonso Reyes

a enrique gonzález martínez

-- de Alfonso Reyes --

Muchas sendas hollé, muchos caminos
solicitaron el afán creciente,
de contrastar los usos de la gente
y confundirme con los peregrinos.
Mezclaba los sabores de los vinos
en cada clima caprichosamente,
y yo no sé si ello fue prudente
o si mis pasos fueron desatinos.
Había que buscar la ruta cierta
y ceñir el desborde con el dique.
Volví cansado, procuré la puerta...
Y déjame, poeta, que lo explique
como quien se despoja y se liberta:
tú estabas a la puerta, claro enrique.

Poema a enrique gonzález martínez de Alfonso Reyes con fondo de libro

Esta cordera, que tornó en abrojos

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Esta cordera, que tornó en abrojos
su corta juventud los gustos míos,
medio anegada de los hondos ríos,
¡oh honor!, de tantas lágrimas y enojos,

ofrezco a tu deidad; estos despojos
—-como ya de piedad, de miedo fríos,
de tu poder ejemplo y de mis bríos—-
de hoy más ocupen peregrinos ojos.

Quede en tus aras la segur colgando,
cuyo afilado acero, ¡oh honor!, entiendo
la humilde sangre le ha dejado blando.

Mas no cures de mí, que, si venciendo
mi fe cumplí contigo, ¡oh honor!, dejando,
voy a cumplir con el amor muriendo.

Poema Esta cordera, que tornó en abrojos de Luis Carrillo y Sotomayor con fondo de libro

Copia el hombre

-- de El Solitario --

Copia el hombre celajes purpurinos,
estatuas hace de la dura piedra,
y en número a las hojas de la hiedra
exceden sus inventos peregrinos.

Arrebata con cánticos divinos,
la «Iliada» escribe, «Don Quijote» y «Fedra»,
y cuanto más el adelanto medra,
más busca del saber nuevos caminos.

A su patria da timbres con su gloria,
liberta y engrandece las naciones,
los secretos descubre de la historia.

Y este ser, que mandando a las naciones
sólo piensa en la muerte o la victoria,
¡es el juguete vil de las pasiones!

Poema Copia el hombre de El Solitario con fondo de libro

Miguel Unamuno

Al azar de los caminos

-- de Miguel Unamuno --

Nudo preso al azar de los caminos
bajo el agüero de una roja estrella,
él desde el cierzo, desde el ábrego ella,
rodando á rumbo suelto peregrinos.

Al mismo arado uncieron sus destinos
y sin dejar sobre la tierra huella
se apagaron igual que una centella
de hoguera. Y se decían los vecinos:



Juana Rosa de Amézaga

A una amiga que envidia a los poetas

-- de Juana Rosa de Amézaga --

¿Sabes la suerte de los que cantan
goces y penas del corazón?
Son hortelanos que un huerto plantan,
do jamás gustan fruto en sazón.

Son peregrinos que nunca encuentran
en su camino dicha ni paz,
y dondequiera que habitan ó entran,
ven la injusticia de torva faz.

Viven buscando luz y consuelo,
viven ansiando grandeza y bien;
pero sólo hallan en este suelo
duras espinas para su sien.

Nadie comprende los sinsabores,
que para ellos en todo están;
aunque regando de bellas flores
siempre un camino de abrojos van.

No los envidies: tú eres dichosa
sin ese triste, nulo poder
con que ellos cantan la dicha hermosa
que nunca llegan á poseer.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 83

-- de Francisco de Quevedo --

De los misterios a los brindis llevas,
¡oh! baltasar, los vasos más divinos,
y de los sacrificios a los vinos,
porque injurias de dios, profano, bebas.
¡Qué a difamar los cálices te atrevas,
que vinieron del templo peregrinos,
juntando a ceremonias desatinos
y a ancianos ritos tus blasfemias nuevas!
después de haber, sacrílego, bebido
toda la edad a baco en urna santa,
mojado el seso y húmedo el sentido,
¿ver una mano en la pared te espanta,
habiendo tu garganta merecido,
no que escriba, que corte tu garganta?



Carolina Coronado

¡ay!, transportad mi corazón al cielo

-- de Carolina Coronado --

Ángeles peregrinos que habitáis
las moradas divinas del oriente,
y que mecidos sobre el claro ambiente
por los espacios del mortal vagáis.
A vosotros un alma enamorada
os pide sin cesar en su lamento
alas, para cruzar del firmamento
la senda de los aires azulada.
Veladme con la niebla temerosa
que por la noche ciega a los mortales,
y en vuestros puros brazos fraternales
llevadme allá donde mi bien reposa.
Conducidme hasta el sol donde se asienta
bajo el dosel de reluciente oro
el bien querido por quien tanto lloro,
genio de la pasión que me atormenta.
¡Ay!, transportad mi corazón al cielo,
y si os place después darme castigo,
¡destrozadme en los aires y bendigo



Ramón López Velarde

Del pueblo natal

-- de Ramón López Velarde --

Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
desahuciada por todos, iré por los caminos
por donde vais cantando los más sonoros trinos
y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.

A la hora del Angelus, cuando vais por la calle,
enredados al busto los chales blanquecinos,
decora vuestros rostros --¡oh rostros peregrinos!--
la luz de los mejores crepúsculos del valle.

De pecho en los balcones de vetusta madera,
platicáis en las tardes tibias de primavera
que Rosa tiene novio, que Virginia se casa;

y oyendo los poetas vuestros discursos sanos
para siempre se curan de males ciudadanos,
y en la aldea la vida buenamente se pasa.



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