Buscar Poemas con Peligros


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 10 poemas con la palabra peligros

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Lope de Vega

Jaque de aquí con este santo Roque

-- de Lope de Vega --

Jaque de aquí con este santo Roque,
peste cruel, que quiere Dios que aplaque
este bordón con su divino jaque
todo peligro que a los hombre toque;
y que las piezas del contrario apoque,
y el alma dama en el postrero escaque,
libre de tretas y peligros, saque
cualquiera que su nombre santo invoque.
Procura el negro alfil que el hombre peque,
y con sus tretas ya le pone a pique,
porque de la piedad la oliva seque.
Mas Roque hace que el bordón se aplique
a la espada de Dios, y el rigor trueque,
y que su cruz a Cristo signifique.

Poema Jaque de aquí con este santo Roque de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Llorar cuando nací, señal fue cierta

-- de Lope de Vega --

Llorar cuando nací señal fue cierta
de la miseria del vivir futuro,
¿pues qué será de la vida que procuro,
si lágrimas le aguardan a la puerta?
Incierto el cuando, aunque la muerte cierta,
¿cómo a tantos peligros me aventuro?
¿Qué tiene el alma por defensa y muro,
aunque de terrapleno está cubierta
Oh, pues, vida, llorad; llorar conviene,
que no reír, pues si reír pretendo,
no es el efeto que esta causa tiene.
Proporcionad el medio, porque entiendo
que, si reís, impropiamente viene
nacer llorando con vivir riendo

Poema Llorar cuando nací, señal fue cierta de Lope de Vega con fondo de libro

Garcilaso de la Vega

SONETO XVI

-- de Garcilaso de la Vega --

No las francesas armas odïosas,
en contra puestas del airado pecho,
ni en los guardados muros con pertecho
los tiros y saetas ponzoñosas;

no las escaramuzas peligrosas,
ni aquel fiero rüido contrahecho
de aquel que para Júpiter fue hecho,
por manos de Vulcano artificiosas,

pudieron, aunque más yo me ofrecía
a los peligros de la dura guerra,
quitar una hora sola de mi hado.

Mas infición del aire en sólo un día
me quitó el mundo, y me ha en ti sepultado,
Parténope, tan lejos de mi tierra.

Poema SONETO XVI de Garcilaso de la Vega con fondo de libro

Garcilaso de la Vega

No las francesas armas odiosas

-- de Garcilaso de la Vega --

No las francesas armas odiosas,
en contra puestas del airado pecho,
ni en los guardados muros con pertecho
los tiros y saetas ponzoñosas;

no las escaramuzas peligrosas,
ni aquel fiero rüido contrahecho
de aquel que para Júpiter fue hecho,
por manos de Vulcano artificiosas,

pudieron, aunque más yo me ofrecía
a los peligros de la dura guerra,
quitar una hora sola de mi hado.

Mas infición del aire en sólo un día
me quitó el mundo, y me ha en ti sepultado,
Parténope, tan lejos de mi tierra.



Vicente García de la Huerta

El verdadero amor

-- de Vicente García de la Huerta --

Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas.

Antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidias al merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;

antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera

y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera
cuanto menos que falte, el amor mío.



Vicente García de la Huerta

Explicación de la firmeza

-- de Vicente García de la Huerta --

Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas;

antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidia sal merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;

antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera,

y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera,
cuanto menos que falte el amor mío.



Marilina Rébora

incomprensión

-- de Marilina Rébora --

Incomprensión
no comprendes, amor, cuál es mi sentimiento;
en vano lo traduzco y en vano te lo explico.
A veces me parece que ha llegado el momento
de aclarártelo igual que obramos con un chico.
No comprendes, amor, que todo lo que siento
y en esto, ya lo sabes, ni dudo ni claudico
es amor, todo amor, el dulce pensamiento
que instante por instante, por siempre te dedico.
Y... ¿Comprendes ahora? te quiero simplemente,
como si mi destino ya lo hubiese dispuesto
que nuestros corazones palpitaran iguales.
Es toda mi alegría el reposar la frente
sobre tu hombro, amor mío, ya que sólo con esto,
feliz, siento el resguardo de peligros y males.



Francisco Martínez de la Rosa

El árbol de la esperanza

-- de Francisco Martínez de la Rosa --

Al pie nace de una cuna
El árbol de la esperanza;
Y al son del viento se mece,
Frágil cual trémula caña:
Sólo un instante por dicha
Manso el céfiro le halaga,
Que el cierzo helado lo seca,
Y el austro ardiente lo abrasa.
Crece, da vistosas flores,
Y el fruto rara vez cuaja:
Cual tierna flor del almendro,
Muere por nacer temprana.
Cuanto más alto se encumbra,
Más peligros le amenazan;
Como el cedro que descuella,
Los rayos del cielo llama.
Reposa el águila altiva
En su copa soberana;
Mientras insectos traidores
Están royendo su planta:
Hondas echa las raíces;
Lejos extiende sus ramas;
Y apenas da escasa sombra,
La Muerte su tronco tala.



Francisco Villaespesa

lucha

-- de Francisco Villaespesa --

A emilio fernández vaamonde
de la vida me lanzo en el combate
sin que me selle filiación alguna,
y atrás no he de volver, hasta que ate
a mi triunfante carro la fortuna!
contra mis enemigos, terco y rudo,
esgrimiré en la lid, que no me apoca,
por lanza mi razón y como escudo
mi carácter más firme que una roca!
ni el desengaño pertinaz me arredra,
ni ante los golpes del dolor me humillo:
¡la estatua surge de la tosca piedra
a fuerza de cincel y de martillo!
¡combatir es vivir!... La luz sublime
entre las sombras de la noche crece:
¡espada que en la lucha no se esgrime,
colgada en la panoplia se enmohece!
mi razón en peligros no repara.
O subir a la cúspide consigo,
o muero, sin volver atrás la cara,
despreciando, al caer, a mi enemigo!
ni la derrota en mi valor rehuyo...
Mas, antes de rendirme fatigado,
me encerraré en la torre de mi orgullo,
y en sus escombros moriré aplastado!...



Clemente Althaus

Liras

-- de Clemente Althaus --

La dulce final hora
de mi vivir anhelo, cual anhela
el rayo de la aurora
cansado centinela
que en larga noche solitario vela.
O cual la patria ansía
el desterrado, el puerto el marinero,
el fin del lento día
rendido jornalero,
la cara libertad el prisionero.
Fiero insomnio es mi vida,
largo viaje, durísima faena,
prisión aborrecida
en cruda tierra ajena,
mar borrascosa de peligros llena.
Mi llanto doloroso
la noche implora, el sueño, la llegada:
dadme, dadme el reposo,
dadme la patria amada,
la dulce libertad tan suspirada.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba