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Se han encontrado 62 poemas con la palabra mitad

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Carolina Coronado

en el álbum de la señorita armiño

-- de Carolina Coronado --

Existe entre ti y mi alma
una dulce inteligencia,
mitad cariño en su esencia
y celos la otra mitad,
yo no sé, niña graciosa,
cuál de entrambas es más fuerte:
sé que las dos de igual suerte
dominan mi voluntad.
Bástame para quererte
que en una planta nacida
estés por el tallo unida
a una flor que adoro yo;
mas te envidio, niña bella,
que el señor, desde la cuna,
te diera la gran fortuna
que a mi existencia negó,
porque tú ves la sonrisa
de mi adorada cantora,
sus lágrimas cuando llora,
su imagen, todo lo ves,
pero yo nunca la veo
sino allá como entre nubes
soñamos ver los querubes
de los cielos al través.
Y por eso hay entre ambas
una dulce inteligencia,
mitad cariño en su esencia
y celos la otra mitad;
yo no sé, niña graciosa,
cuál de entrambas es más fuerte,
¡sé que las dos de igual suerte
dominan mi voluntad!

Poema en el álbum de la señorita armiño de Carolina Coronado con fondo de libro

Luis Cernuda

no decía palabras

-- de Luis Cernuda --

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Poema no decía palabras de Luis Cernuda con fondo de libro

Jorge Luis Borges

otra versión de proteo

-- de Jorge Luis Borges --

Habitador de arenas recelosas,
mitad dios y mitad bestia marina,
ignoró la memoria, que se inclina
sobre el ayer y las perdidas cosas.
Otro tormento padeció proteo
no menos cruel, saber lo que ya encierra
el porvenir: la puerta que se cierra
para siempre, el troyano y el aqueo.
Atrapado, asumía la inasible
forma del huracán o de la hoguera
o del tigre de oro o la pantera
o de agua que en el agua es invisible.
Tú también estás hecho de inconstantes
ayeres y mañanas. Mientras, antes

Poema otra versión de proteo de Jorge Luis Borges con fondo de libro

José Ángel Buesa

ala y raíz

-- de José Ángel Buesa --

Ala y raíz: la eternidad es eso.
Y aquí, de frente al mar, en la ribera,
la vida es como un fruto que cayera
de un alto gajo, por su propio peso.
Ala y raíz. Y el ala, sin regreso,
a la raíz, con sed de primavera:
que así el confín de la emoción viajera
duerme a la sombra del follaje espeso.
(El mar corre descalzo por la arena.
Mi corazón ya casi es sólo mío.
El ancla está aprendiendo a ser antena
y el latido unicorde se hace escala.
Después, libre del tiempo, en el vacío,
así: ¡mitad raíz y mitad ala!)



Juan Abel Echeverría

El árbol (Echeverría)

-- de Juan Abel Echeverría --

Árbol de flores vestido,
de cantoras aves solio,
auras bullendo en la copa,
al pie cantando el arroyo.

Le ornó el alba con diamantes,
el mediodía con oro,
la tarde le dio su estrella,
la noche amor y reposo.

Cubriose el suelo de luto,
retumbaron truenos roncos.
¡Brilló la lumbre del rayo
y el árbol humeó en despojos!

¡Ay, mitad del alma mía!
¡Ay, mitad que ausente lloro!
¡Lástima de la llanura,
quedó el malherido tronco!



Idea Vilariño

trabajar para la muerte

-- de Idea Vilariño --

El sol el sol su lumbre
su afectuoso cuidado
su coraje su gracia su olor caliente
su alto
en la mitad del día
cayéndose y trepando por lo oscuro del cielo
tambaleándose y de oro
como un borracho puro.

Días de días noches temporadas
para vivir así para morirse
por favor por favor
mano tendida
lágrimas y limosnas
y ayudas y favores
y lástimas y dádivas.

Los muertos tironeando del corazón.
La vida rechazando
dándoles fuerte con el pie
dándoles duro.

Todo crucificado y corrompido
y podrido hasta el tuétano
todo desvencijado impuro y a pedazos
definitivamente fenecido
esperando ya qué
días de días.

Y el sol el sol
su vuelo
su celeste desidia
su quehacer de amante de ocioso
su pasión
su amor inacabable
su mirada amarilla
cayendo y anegándose por lo puro del cielo
como un borracho ardiente
como un muerto encendido
como un loco cegado en la mitad del día.



Antonio García Gutiérrez

Carta a Filena

-- de Antonio García Gutiérrez --

Aunque siempre fuí cobarde
Contigo, amoroso alarde
Hacer de un recuerdo quiero:
Era á mitad de Febrero;
Era á mitad de una tarde.

Con el alma de amor llena,
Buscando alivio á la pena
Que mi corazón traspasa,
Llamé á tu puerta, Filena,
Y estabas solita en casa.

No sé si aliviar quisiste
Mis amantes desvarios:
Ello es que viéndome triste
Enternecida pusiste
Tus labios sobre los mios.

Sin duda fué caridad:
Sin duda fué solo un medio
De mostrarme tu piedad;
Pero ¡ay! que ha sido el remedio
Peor que la enfermedad.

Mira, Filena querida,
Si hay desdicha parecida
A esta mi desdicha fuerte:
Lo que á tantos da la vida
A mi me ha dado la muerte.



Meira Delmar

soledad

-- de Meira Delmar --

Nada igual a esta dicha
de sentirme tan sola
en mitad de la tarde
y en mitad del trigal;
bajo el cielo de estío
y en los brazos del viento
soy una espiga más.
Nada tengo en el alma
ni una pena pequeña
ni un recuerdo lejano
que me hiciera soñar...
Sólo tengo esta dicha
de estar sola en la tarde
¡con la tarde no más!
un silencio muy largo
va cayendo en el trigo,
porque ya el sol se aleja
y ya el viento se va
¡quién me diera por siempre
esta dicha indecible
de ser, sola y serena,
un milagro de paz!
!--img



Juan Ramón Jiménez

cénit

-- de Juan Ramón Jiménez --

Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú te unas con mi vida
y me completes así todo;
hasta que mi mitad de luz se cierre
con mi mitad de sombra
y sea yo equilibrio eterno
en la mente del mundo:
unas veces, mi medio yo, radiante;
otras, mi otro medio yo, en olvido.
Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú, en tu turno, vistas
de huesos pálidos mi alma.



Carolina Coronado

canción I

-- de Carolina Coronado --

Mis ojos, laura, vertieron
mil veces lloro a raudales,
mas nunca lágrimas fueron
a estas lágrimas iguales.
El tierno y bello cantor
que en dulcísima querella
trova las penas de amor...,
¿Canta por ti o por estrella?
¡por ella sólo, por ella!
nunca tan grande aflicción,
tan grande pena he sentido,
¡tengo, laura, el corazón
mitad por mitad partido!
aquella luz penetrante
que de sus ojos destella
y aquel hablar palpitante...
¿Eran tal vez por estrella?
¡por ella sólo, por ella!
negras sombras, laura mía,
siempre adonde miro veo,
y como estoy en el día
y ciega o loca me creo:
aquel ramillete hermoso
con la rica cinta aquella
que a entrambos dio cariñoso...
¿Era no más para estrella?
¡para ella sólo, para ella!
ay, laura, que si mis ojos
el sueño logra cerrar
se acrecientan mis enojos
con lo que acierto a soñar;
aquella música bella
que a nuestras rejas sonaba
¿no sabes por quién la daba?
¿era también por estrella?
¡por ella sólo, por ella!



Amado Nervo

soneto

-- de Amado Nervo --

¡qué son diez años para la vida de una estrella!
mas para el triste amante que encontró la mitad
de su alma en el camino, y se enamoró della,
diez años de connubio son una eternidad.
Diez años, cuatro meses y siete días quiso
el arcano, que encauza las vidas paralelas,
juntarnos no en meloso y estulto paraíso,
sino en la comunión de las almas gemelas.
Conducidos marchamos
por un amor experto;
del brazo siempre fuimos,
y tal nos adoramos,
que... ¡No sé quién ha muerto,
o si los dos morimos!



Amado Nervo

7 de noviembre (1912)

-- de Amado Nervo --

La noche en que estaba tendida hoy hace diez meses era la nocheúltima que iba a pasar en su casa, bajo nuestro techo acogedor.¡En su casa, donde siempre había sido el alma, y la luz, ytodo! ¡en su casa, donde la adorábamos con la másvieja, noble y merecida ternura; donde cuanto la rodeaba era suyo,afectuosamente suyo!
¡y habría que echarla fuera al día siguiente!fuera, como a una intrusa... Fuera el pleno invierno, entre eltrágico sollozar de los cierzos. Y habría que alejarla denosotros como a una cosa impura, nefanda; ¡que esconderla en uncajón enlutado y hermético!, y llevarla lejos, por elcampo llovido, por los barrizales infectos, para meterla en un agujerosucio y glacial. ¡A ella, que había disfrutado pormás de diez años la blancura tibia de la mitad de milecho! ¡a ella, que había tenido mi hombro viril y segurocomo almohada de su cabecita luminosa! ¡a ella, que vio misolicitud tutelar encendida siempre como una lámpara sobre suexistencia!
¡oh, dios , dime si sabes de una más despiadada angustia,y si no merezco ya que brille para mí tu misericordia!...



Lope de Vega

Estando ausente de tus ojos bellos

-- de Lope de Vega --

Estando ausente de tus ojos bellos,
sus rayos me abrasaron; caso extraño.
Y no fue sueño, ni parezca engaño,
que me abrasaron, aunque lejos dellos.

Al sol los levantaste, y él, con ellos,
venció la luz de la mitad del año.
Yo quise ver lo que era por mi daño,
y por mirar al sol, vi al sol en ellos.

Fue espejo el sol, el cual reverberando
en mí tus ojos, con ardor tan nuevo,
pudieron abrasar el alma mía.

Fue infierno el mundo, y fuego el aire blando,
el sol Faetón, yo etíope, tú Eolo,
el norte incendio, y el ocaso día.



Lope de Vega

Las águilas de Carlos soberano

-- de Lope de Vega --

Las Águilas de Carlos soberano,
al gran Filipo en cielo convertido,
quieren sobre un castillo hacer su nido
en la mitad del corazón hispano.

Ya de Clemente la sagrada mano
el cuello tiene al yugo de oro asido,
y con su bendición divina ungido
para columnas del valor cristiano.

Ya de diamantes, perlas y esmeraldas
cetro imperial adorna su alta frente,
que España ofrece en sus preciosas faldas.

Pero queda el blasón tan diferente
que sus águilas siempre están de espaldas,
y éstas han de mirarse eternamente.



Lope de Vega

Quítenme aquesta puente que me mata

-- de Lope de Vega --

¡Quítenme aquesta puente que me mata,
señores regidores de la villa;
miren que me ha quebrado una costilla;
que aunque me viene grande me maltrata!
De bola en bola tanto se dilata,
que no la alcanza a ver mi verde orilla;
mejor es que la lleven a Sevilla,
si cabe en el camino de la Plata.
Pereciendo de sed en el estío,
es falsa la causal y el argumento
de que en las tempestades tengo brío.
Pues yo con la mitad estoy contento,
tráiganle sus mercedes otro río
que le sirva de huésped de aposento.



Lope de Vega

Sentado estaba el Padre de las gentes

-- de Lope de Vega --

Sentado estaba el Padre de las gentes
a los umbrales de su casa un día,
que en la mitad del cielo el sol ardía,
cuando miró tres ángeles presentes.
Las manos, que después tan obedientes
hallaron el cuchillo y la osadía,
juntó arrojado por la tierra fría,
y dijo a los varones eminentes:
«Para, Señor, aquí come y descansa
debajo de esta sombra entre estas flores,
si con tu gracia mi humildad abonas.
Lavaos los pies, el agua corre mansa».
Mas ¿cómo Señor dijo y no señores?
Porque adoraba un Dios en tres personas.



Lope de Vega

Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!

-- de Lope de Vega --

Si quise, si adoré, ¡qué error terrible!,
hermosura mortal, ¿cómo ignoraba
la tuya celestial, pues me enseñaba
lo invisible, Señor, por lo visible?
Tu gloria, eterno Dios, incorruptible,
cuando ídolos humanos fabricaba,
como gentil y bárbaro trocaba
en imagen del hombre corruptible.
¡Ay, Dios, y cuán escuro que tenía
entonces mi turbado entendimiento,
sin ver la luz en la mitad del día!
¿Qué excusa te dará mi entendimiento?
Pero con tu piedad la más tardía
halla en tu pecho dulce acogimiento.



Lope de Vega

Un soneto me manda hacer Violante

-- de Lope de Vega --

Un soneto me manda hacer Violante, 11 A
que en mi vida me he visto en tanto aprieto; 11B
catorce versos dicen que es soneto: 11B
burla burlando van los tres delante. 11A

Yo pensé que no hallara consonante 11A
y estoy a la mitad de otro cuarteto; 11B
mas si me veo en el primer terceto 11B
no hay cosa en los cuartetos que me espante. 11A

Por el primer terceto voy entrando 11C
y parece que entré con pie derecho, 11D
pues fin con este verso le voy dando. 11C

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho 11D
que voy los trece versos acabando; 11C
contad si son catorce, y está hecho. 11D



Góngora

A cierta dama que se dejaba vencer antes del interés que del gusto

-- de Góngora --

Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,
la sangre de su pecho vierte en vano,
vende Lice a un decrépito indïano
por cien escudos la mitad del lecho.

¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,
sabiendo que halla ya paso más llano,
la bolsa abierta, el rico pelicano,
que el pelícano pobre, abierto el pecho?

Interés, ojos de oro como gato,
y gato de doblones, no Amor ciego,
que leña y plumas gasta, cien arpones

le flechó de la aljaba de un talego.
¿Qué Tremecén no desmantela un trato,
arrimándole al trato cien cañones?



Jaime Sabines

he aquí que tú estás sola y que yo estoy solo

-- de Jaime Sabines --

Haces cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo.
Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar
muriendo es nuestra muerte.
Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tu me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en estos brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.



Jaime Sabines

te quiero a las diez de la mañana

-- de Jaime Sabines --

Día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, enlas tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuandome pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o enel trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiartesordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estáshecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla ytu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugaren donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienestoda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemosen la boca de dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay díastambién, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena comola mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraenmis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves.¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?



Jaime Torres Bodet

en abril. el puente

-- de Jaime Torres Bodet --

¿cómo se rompió, de pronto,
el puente que nos unía
al deseo, por un lado
y por el otro a la dicha?
¿y cómo en la mitad del puente
que a pedazos se caía
tu alma rodó al torrente
y al cielo subió la mía?



Jaime Torres Bodet

el puente

-- de Jaime Torres Bodet --

¿cómo se rompió, de pronto,
el puente que nos unía
al deseo por un lado
y por el otro a la dicha?

¿y cómo -en la mitad del puente
que a pedazos se caía-
tu alma rodó al torrente
y al cielo subió la mía?



Josefina Pla

desnudo día

-- de Josefina Pla --

En el paisaje nuevo
en el paisaje nuevo en que estarás conmigo
reposará la tarde como una flor caída.

Nos habremos deseado
tanto, que el beso habrá muerto.

Yo lo veré en tus ojos, maduros de otra sombra.
Ojos de un valle ausente. Ojos con otra luna

entre los dos corazones
llorará tu voz
antigua.

...Una tarde peinada con una raya oscura.
Tú tendrás la mitad más dulce de la vida.

Las camelias de tu boca
morirán en otro tiempo.

...Y aquella tarde mía, ya no será la tuya.

1936



César Vallejo

Trilce: XII

-- de César Vallejo --

Escapo de una finta, peluza a peluza.
Un proyectil que no sé dónde irá a caer.
Incertidumbre. Tramonto. Cervical coyuntura.

Chasquido de moscón que muere
a mitad de su vuelo y cae a tierra.
¿Qué dice ahora Newton?
Pero, naturalmente, vosotros sois hijos.

Incertidumbre. Talones que no giran.
Carilla en nudo, fabrida
cinco espinas por un lado
y cinco por el otro: Chit! Ya sale.



César Vallejo

escapo de una finta, peluza a peluza

-- de César Vallejo --

xii
escapo de una finta, peluza a peluza.
Un proyectil que no sé dónde irá a caer.
Incertidumbre. Tramonto. Cervical coyuntura.
Chasquido de moscón que muere
a mitad de su vuelo y cae a tierra.
¿Qué dice ahora newton?
pero, naturalmente, vosotros sois hijos.
Incertidumbre. Talones que no giran.
Carilla en nudo, fabrida
cinco espinas por un lado
y cinco por el otro: chit! ya sale.



César Vallejo

La voz del espejo

-- de César Vallejo --

Así pasa la vida, como raro espejismo.
La rosa azul que alumbra y da el ser al cardo!
junto al dogma del fardo
matador, el sofisma del Bien y la Razón!

Se ha cogido, al acaso, lo que rozó la mano;
los perfumes volaron, y entre ellos se ha sentido
el moho que a mitad de la ruta ha crecido
en el manzano seco de la muerta Ilusión.

Así pasa la vida,
con cánticos aleves de agostada bacante.
Yo voy todo azorado, adelante..., Adelante,
rezongando mi marcha funeral.

Van al pie de brahmánicos elefantes reales,
y al sórdido abejeo de un hervor mercurial
parejas que alzan brindis esculpidos en roca
y olvidados crepúsculos una cruz en la boca.

Así pasa la vida, vasta orquesta de Esfinges
que arrojan al vacío su marcha funeral.



Julián del Casal

un torero

-- de Julián del Casal --

Tez morena encendida por la navaja,
pecho alzado de eunuco, talle que aprieta
verde faja de seda, bajo chaqueta
fulgurante de oro cual rica alhaja.
Como víbora negra que un muro baja
y a mitad del camino se enrosca quieta,
aparece en su nuca fina coleta
trenzada por los dedos de amante maja.
Mientras aguarda oculto tras un escaño
y cubierta la espada con rojo paño
que, mugiendo, a la arena se lance el toro,
sueña en trocar la plaza febricitante
en purpúreo torrente de sangre humeante
donde quiebre el ocaso sus flechas de oro.



Pablo Neruda

soneto xliv cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Sabrás que no te amo y que te amo
puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene una mitad de frío.
Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.
Te amo y no te amo como si tuviera
en mis manos las llaves de la dicha
y un incierto destino desdichado.
Mi amor tiene dos vidas para armarte.
Por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo cuando te amo.



Pablo Neruda

soneto lxxiv cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

Soneto lxxiv
el camino mojado por el agua de agosto
brilla como si fuera cortado en plena luna,
en plena claridad de la manzana,
en mitad de la fruta del otoño.
Neblina, espacio o cielo, la vaga red del día
crece con fríos sueños, sonidos y pescados,
el vapor de las islas combate la comarca,
palpita el mar sobre la luz de chile.
Todo se reconcentra como el metal, se esconden
las hojas, el invierno enmascara su estirpe
y sólo ciegos somos, sin cesar, solamente.
Solamente sujetos al cauce sigiloso
del movimiento, adiós, del viaje, del camino:
adiós, caen las lágrimas de la naturaleza.



Pedro Julio Mir

ni un paso atrás

-- de Pedro Julio Mir --

Árbol de luna que obedece al clima
un sistema de nocturnidad,
no permitas que el murciélago te oprima.
Ni un paso atrás.

No permitas que el largo regimiento
de los años de crimen pertinaz,
te toque el hombro con el pensamiento.
Ni un paso atrás.

Que la alta flor que de tus ramas brota
en este chapuzón de libertad,
no pierda en miel ni la más breve gota.
Ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, soldados y civiles
hermanados de pronto en la verdad.
La vida es una sobre los fusiles,
que no hay trincheras para los reptiles,
de malos nuestros a extranjeros viles.
Ni un paso atrás.

La libertad como un antiguo espejo
roto en la luz, se multiplica más,
y cada vez que un trozo da un reflejo
el tiempo nuevo le repite al viejo:
ni un paso atrás.

Ni un paso atrás, ni un paso atrás,
ni un paso de retorno al ayer, ni la mitad
de un paso en el sentido del ocaso,
ni un paso atrás.

Que en la lucha del pueblo se confirme,
-sangre y sudor- la nacionalidad.
Y pecho al plomo y la conciencia en firme.
Y en cada corazón... Ni un paso atrás.



José Tomás de Cuellar

La mujer que amé

-- de José Tomás de Cuellar --

¡AH! yo la vi, divina, encantadora,
En la mitad de mi árido camino,
Como la luz de la rosada aurora.
Como la playa el náufrago marino.

Hubo un tiempo en que solo recorría
El vasto erial del fementido mundo,
Rendido por letal melancolía,
Lleno mi pecho de dolor profundo.

Una funesta noche, ¡noche horrible,
Que nunca olvida la memoria mía!
Abrumado de tédio irresistible
En el festín alegre me perdía...



José Ángel Buesa

canción del andén

-- de José Ángel Buesa --

Nadie vino a esperarme.
Yo me encogí de hombros y me eché a andar:
soy un hombre de paso, simplemente;
soy simplemente un hombre que llega y que se va.
No conozco este pueblo,
este pequeño pueblo junto al mar:
hoy, por primera vez, miro estas casas
con sus techos de tejas y sus muros de sal.
Pero sé que esta calle polvorienta
le da vuelta a un parque con bancos de metal,
y que frente a ese parque hay una iglesia,
y que junto a esa iglesia hay un rosal.
Yo conozco el chirrido de una verja oxidada,
y, entre tantos portales, reconozco un portal
aquel portal de la baranda verde,
con un horcón rajado a la mitad.
Y es que estoy en el pueblo de tus cartas de novia,
tu viejo pueblo tristemente igual,
aunque yo vine demasiado tarde,
y aunque tú ya no estás...



José Ángel Buesa

soneto

-- de José Ángel Buesa --

Te encontré en la mitad de mi camino
cuando ya desmayaban mis pesquisas,
cuando oficiaba en mis paganas misas
con ablandadas hostias y agrio vino.
¿Me aguardabas? no sé... Quizás el destino
guió a ti mis pisadas indecisas,
y abandonando mis sacerdotisas,
te consagré mi altar de peregrino.
¿Quién eres? ¿qué esperabas en mi senda?
¿por qué humear haces mi incensario de oro
y cual dueña penetras en mi tienda?
no sé... Te amo... Lo demás lo ignoro
y, pues mi corazón te di en ofrenda,
los ojos cierro y a tus plantas oro!



Gabriela Mistral

palabras serenas

-- de Gabriela Mistral --

Ya en la mitad de mis días espigo
esta verdad con frescura de flor:
la vida es oro y dulzura de trigo,
es breve el odio e inmenso el amor.
Mudemos ya por el verso sonriente
aquel listado de sangre con hiel.
Abren violetas divinas, y el viento
desprende al valle un aliento de miel.
Ahora no sólo comprendo al que reza;
ahora comprendo al que rompe a cantar.
La sed es larga, la cuesta es aviesa;
pero en un lirio se enreda el mirar.
Grávidos van nuestros ojos de llanto
y un arroyuelo nos hace sonreír;
por una alondra que erige su canto
nos olvidamos que es duro morir.
No hay nada ya que mis carnes taladre.
Con el amor acabóse el hervir.
Aún me apacienta el mirar de mi madre.
¡Siento que dios me va haciendo dormir!



Gutierre de Cetina

amor, fortuna y la memoria esquiva

-- de Gutierre de Cetina --

Del mal presente, atenta al bien pasado,
me tienen tan perdido y tan cansado
que de triste vivir la alma se priva.
Fortuna me contrasta, amor aviva
el fuego, la memoria un desusado
dolor me causa, y en tan triste estado
quieren a mi pesar los tres que viva.
Yo no espero ver más alegres días,
mal del mal en peor preso y revuelto,
me hallo en la mitad de la carrera.
Teniendo de delante las porfías,
la esperanza de vidrio se me ha vuelto,
y rompió cuando más durar debiera.



Teófilo V. Méndez Ramos

Hilo de Plata

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Hoy, de mañana,
me he mirado en el espejo,
y me he sentido muy viejo
en viendo la primer cana.

Y en fuga loca han pasado
dulces recuerdos de infancia,
tardes de hastío, horas de ansia,
sedes que no he mitigado.

En la mitad del sendero
lo tengo recorrido...
¿Mañana?... Será el olvido
piadoso, que tanto espero.

Miro
En el cristal se retrata
un hilo tenue de plata...
Corazón, ¿porqué suspiro?.



Andrés Eloy Blanco

Coro de las provincias

-- de Andrés Eloy Blanco --

Violento de armonía, en el tono de la resaca,
llega el coro de las siete provincias,
siete rostros adolescentes
en las siete ventanas
de las estrellas de la Autonomía.
Cantan. Canta con ellas la niñez de la Patria,
que la primera leche de los labios destila,
baja de las estrellas el primer rubio
que cose en los maizales el botón de la espiga;
danza el coro de las provincias,
en el aula republicana.
Pero danzan sobre la yerba
azul de fantasía,
sobre el cielo de Miranda
horadado de mástiles mientras navega la escuadrilla.

La palabra Guayanesa
no está en el coro de las siete ninfas,
y en ellas invierten el camino del cielo
y hacia el Oriente navegan como las siete cabrillas;
y allí ven el milagro de la Tierra,
de un lado, el oro virgen da una franja amarilla,
hacia el Norte, del otro lado,
las Pampas de Oriente, rojas de Reconquista,
y en la mitad un río azul,
y allí se ven copiadas y en su centro se anidan.
Y así fue como el río su franja del cielo
que preside la danza de las siete provincias.



Andrés Eloy Blanco

La órbita del agua

-- de Andrés Eloy Blanco --

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota del agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla de agua,
la mitad de lágrimas de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de una ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos... Volveremos mañana.



Antonio Machado

A un olmo seco

-- de Antonio Machado --

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas, de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Soria 1912



Antonio Machado

La primavera besaba

-- de Antonio Machado --

La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!



Antonio Ros de Olano

Napoleón (Ros de Olano)

-- de Antonio Ros de Olano --

Silencio impuso, y le escuchó la Europa;
habló, y su voz fue estruendo de cañones;
marchó, y de sus infantes y bridones
cubrió la tierra innumerable tropa.

Lánzase, nuevo Atila, que galopa
sobre cetros y ruinas de naciones,
y es su lecho, en mitad de sus legiones,
la púrpura imperial con que se arropa.

Su madre fue la expiación: su cuna
la mecieron humanas tempestades:
la gloria amó; casó con la fortuna:

No tuvo origen ni dejó heredero...
Vino al mundo a marcarle dos edades...
¡Su nombre pertenece al orbe entero!



Antonio Ros de Olano

Recordando el entierro de Espronceda

-- de Antonio Ros de Olano --

¡Cayó sin dar un ¡ay! en la primera
y última desventura de su vida!...
¡Ya no asusta el cometa sin medida
que se apagó en mitad de la carrera!

Y este llanto que moja mi severa,
rugosa faz en la vejez sumida,
es ya la última lágrima exprimida
de una fuente de amor que amor no espera.

¡Poeta del pesar!... De la clemente
tumba que de los vivos te separa,
rompe la losa con tu férrea mano...

Canta el himno a la muerte que inspirara
a tu virtud el infortunio humano,
y escupe al vulgo hipócrita en la cara.



Manuel María Flores

adiós

-- de Manuel María Flores --

Adiós para siempre, mitad de mi vida,
un alma tan sólo teníamos los dos;
mas hoy es preciso que esta alma divida
la amarga palabra del último adiós.

¿Por qué nos separan? ¿no saben acaso
que pasa la vida cual pasa la flor?
cruzamos el mundo como aves de paso...
Mañana la tumba, ¿por qué hoy el dolor?

¿la dicha secreta de dos que se adoran
enoja a los cielos, y es fuerza sufrir?
¿tan sólo son gratas las almas que lloran
al torvo destino?... ¿La ley es morir?...

¿Quién es el destino?... Te arroja a mis brazos,
en mi alma te imprime, te infunde en mi ser,
y bárbaro luego me arranca a pedazos
el alma y la vida contigo... ¿Por qué?

adiós... Es preciso. No llores... Y parte.
La dicha de vernos nos quitan no más;
pero un solo instante dejar de adorarte,
hacer que te olvide, ¿lo pueden? ¡jamas!

con lazos eternos nos hemos unido;
en vano el destino nos hiere a los dos...
¡Las almas que se aman no tienen olvido,
no tienen ausencia, no tiene adiós!



Miguel Ángel Corral

Junto a un sepulcro

-- de Miguel Ángel Corral --

Bello está el día. El sol resplandeciente
suspenso en la mitad de su carrera,
inundando de luz toda la esfera
trémula, lanza su mirada ardiente.

Al reflejo del éter transparente,
el árbol, nacarado, reverbera,
y el ámbar de su hojosa cabellera
el campo llena de oloroso ambiente.

Mas ¿qué me importa a mí la luz del día,
qué su espléndida pompa y galanura,
si cubierta de luto el alma mía

al eclipse mortal de tu hermosura,
llevo en perpetua y fúnebre agonía
el corazón repleto de amargura?



Nicomedes Santa Cruz

la noche

-- de Nicomedes Santa Cruz --

En esas doce horas que somos la espalda del mundo
en aquel diario eclipse
eclipse de pueblos
ecllipse de montes y páramos
eclipse de humanos
eclipse de mar
el negro le tiñe a la tierra mitad de la cara
por más que se ponga luz artificial
negrura de sombra
sombra de negrura
que a nadie le asombra
y a todo perdura
obscura la españa
y claro japón
obscura caracas
y claro cantón
y siempre girando hacia el este
aquí está tiznando
allá está celeste
esa sombra inmensa
esa sombra eterna
que tuvo comienzo al comienzo del comienzo
rotativo eclipse
eclipse total
pide a los humanos un solemne rito
que es horizontal
y cada doce horas que llega me alegro
porque medio mundo se tiñe de negro
y en ello no cabe distingo racial
nicomedes santa cruz (1959)



Juan Gelman

preguntas

-- de Juan Gelman --

Ya que navegas por mi sangre y conoces mis límites y medespiertas en la mitad del día para acostarme en tu recuerdo yeres furia de mí paciencia para mí dime quédiablos hago por qué te necesito quién eres muda solarecorriéndome razón de mi pasión por quéquiero llenarte solamente de mí y abarcarte acabarte mezclarme atus huesitos y eres única patria contra las bestias el olvido



Juan Gelman

no quiero otra noticia sino vos...

-- de Juan Gelman --

No quiero otra noticia sino vos
cualquiera otra es migajita donde
se muere de hambre la memoriacava
para seguir buscándotese vuelve
loca de oscuridadfuega su perra
arde a pedazosmira tu mirar
ausenteespejo donde no me veo
azogás esta sombracrepitás
sudo de frío cuando creo oír
tehelado de amor yago en la mitad
mía de vosno acabo de acabar
es claramente entiendo que no entiendo



Juan Gelman

lamento por los pies de carmichael o'shaughnessy

-- de Juan Gelman --

Carmicahel o'shaughnessy mi dios
con el camino en la mano era un planeta
girando y girando en la mañana cerrada
como cubierto de lirios y de trigos
¡ah carmichael!
qué grandes fierros le crecían en los pies
cuando se andaba al gallo primo cantor
y al segundo callado
a carmichael se le caían pedazos
de rabia pura de la cara
que iba dejando como árboles
que crecieron como árboles al costado del camino
no pájaros no vientos no señoras
les movían las ramas sino
años de mal amor y desgracia
años en que el amor viene mal
o mal y triste y destrozado como
la margarita que besó el león
a la solombra del atardecer
donde carmichael lloró un poco
por abajo por arriba por la ventanita
que nadie abre iba carmichael
con el camino en la mano como
paquete del dolor
hasta que un día los pies se le pusieron verdes
áhi carmichael paró
ya rojo ya mitad ya parecido
y dulce fue su desventaja
toda la sombra que cae de carmichael o'shaughnessy
pega en el suelo y se va al sol
pero antes canta como dos pechos de mujer
o sea canta canta



Juan Gelman

la más mujer del mundo

-- de Juan Gelman --

Sonríe como un cómplice
bajo el calor suelta sus animales bellos desnudos
indolentes
y recorren la tierra llenándola de ansias de carne
en libertad
ella prepara sus abismos
ninguno la conoce
en la mitad de la noche me despierta la oigo
cómo enciende su furor
y las crepitaciones
de rostros que ella quema lentamente
contra su voluntad



Juan Nicasio Gallego

A Corina ausente

-- de Juan Nicasio Gallego --

Mi solo y dulce amor, Corina hermosa,
anhelada mitad del alma mía,
de cuyos bellos ojos nace el día
puro como en abril purpúrea rosa:

El alma que sin ti jamás reposa,
sin ti, su única gloria y su alegría,
en un gemido el para bien te envía,
pues Febo dio su vuelta presurosa.

Vuelan los años ¡ay! y sin estruendo
fugaz los sigue juventud florida,
su mágica ilusión con ella huyendo.

¡Feliz quien goza el sol de su querida!
¡Y triste aquel, que en soledad gimiendo,
ausente pasa el mayo de la vida!



Julio Herrera Reissig

el sauce

-- de Julio Herrera Reissig --

A mitad de mi fausto galanteo,
su paraguas de sedas cautelosas
la noche desplegó, y un lagrimeo
de estrellas, hizo hablar todas las cosas...

Erraban las walkirias vaporosas
de la bruma, y en cósmico mareo
parecían bajar las nebulosas
al cercano redil del pastoreo...

En un abrazo de postrero arranque,
caímos en el ángulo del bote...
Y luego que llorando ante el estanque

tu invicta castidad se arrepentía,
¡el sauce, como un viejo sacerdote,
gravemente inclinado nos unía...



Federico García Lorca

Casida del sueño al aire libre

-- de Federico García Lorca --

Flor de jazmín y toro degollado.
Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.
La niña finge un toro de jazmines
y el toro es un sangriento crepúsculo que brama.

Si el cielo fuera un niño pequeñito,
los jazmines tendrían mitad de noche oscura,
y el toro circo azul sin lidiadores,
y un corazón al pie de una columna.

Pero el cielo es un elefante,
y el jazmín es un agua sin sangre
y la niña es un ramo nocturno
por el inmenso pavimento oscuro.

Entre el jazmín y el toro
o garfios de marfil o gente dormida.
En el jazmín un elefante y nubes
y en el toro el esqueleto de la niña.



Federico García Lorca

Reyerta

-- de Federico García Lorca --

En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.

*

El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.

*

La tarde loca de higueras
y de rumores calientes
cae desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban
por el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.



Fernando de Herrera

Mi bello sol, si voy de vos ausente

-- de Fernando de Herrera --

Mi bello sol, si voy de vos ausente
a parte extraña, do el dolor me ofende,
y el fuego, que mi alma presa enciende,
en dulce amor contino está presente;

aunque el color purpúreo de Oriente,
do el sol menor de vuestra luz desciende,
vea cerca, y do el manto oscuro tiende
el apartado extremo de Occidente;

conmigo irá el Amor en igual parte
con la mitad del alma, que me alienta;
que el resto vive en vuestra faz, que adora;

y dividido en una y otra parte,
presente con el bien que me sustenta,
siempre veré resplandecer mi Aurora.



Francisco Sosa Escalante

A Lelia (Sosa Escalante V)

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Oh causa de mi triste desvarío,
Casto sueño de amor y de ventura!
¿Por qué, ingrata, á la voz de mi ternura
Fué así tu pecho, como el mármol, frío?

¿Por qué corresponder con el desvío
Que del dolor es fuente, y de amargura,
A quien tanto ensalzara tu hermosura,
Mitad del corazón, ídolo mío?

¡Qué vida tan feliz, acariciada
Con los arrullos de pasion ardiente,
Mi amor tenia para tí guardada!

¡Qué corona más pura y refulgente
Que la corona excelsa, Lélia amada,
Del maternal amor, para tu frente!



José Lezama Lima

una oscura pradera me convida

-- de José Lezama Lima --

Una oscura pradera me convida,
sus manteles estables y ceñidos,
giran en mí, en mi balcón se aduermen.
Dominan su extensión, su indefinida
cúpula de alabastro se recrea.
Sobre las aguas del espejo,
breve la voz en mitad de cien caminos,
mi memoria prepara su sorpresa:
gamo en el cielo, rocío, llamarada.
Sin sentir que me llaman
penetro en la pradera despacioso,
ufano en nuevo laberinto derretido.

Allí se ven, ilustres restos,
cien cabezas, cornetas, mil funciones
abren su cielo, su girasol callando.
Extraña la sorpresa en este cielo,
donde sin querer vuelven pisadas
y suenan las voces en su centro henchido.
Una oscura pradera va pasando.
Entre los dos, viento o fino papel,
el viento, herido viento de esta muerte
mágica, una y despedida.
Un pájaro y otro ya no tiemblan.



Carlos Pellicer

esquemas para una oda tropical

-- de Carlos Pellicer --

La publicación de estos dos poemas es el testimonio de unafrustración: no pude escribir la oda tropical de acuerdo con elproyecto de hace muchos años. El primer poema no esinédito. Un sentido de secuencia me obliga a publicarlo,considerando esto necesario.
En el primer poema, aludo a quetzalcóatl, sin nombrarlo, en laanécdota de chi-chen itzá. Es a la mitad de ese trabajodonde hago recuerdo de dos héroes culturales fruto deltrópico: buda, universal, quetzalcóatl de nuestraamérica.
Los dos poemas son una sola imagen con diferentes luces: juventud ymadurez.
C. P



Carolina Coronado

el salto de léucades

-- de Carolina Coronado --

El sol a la mitad de su carrera
rueda entre rojas nubes escondido;
contra las rocas la oleada fiera
rompe el leucadio mar embravecido.
Safo aparece en la escarpada orilla,
triste corona funeral ciñendo:
fuego en sus ojos sobrehumano brilla,
el asombroso espacio audaz midiendo.
Los brazos tiende, en lúgubre gemido
misteriosas palabras murmurando;
y el cuerpo de las rocas desprendido
«faón» dice, a los aires entregando.
Giró un punto en el éter vacilante;
luego en las aguas se desploma y hunde:
el eco entre las olas fluctuante
el sonido tristísimo difunde.



Carolina Coronado

en un álbum donde hallé la firma de hartzenbusch

-- de Carolina Coronado --

Huéspeda en la risueña andalucía,
hoy hallo con placer inesperado
tu nombre, buen maestro, aquí grabado
con el sello inmortal de tu poesía:
y del pájaro igual no es la alegría
si solo, triste, incierto, fatigado,
por las ardientes zonas abrasado
halla una palma en la mitad del día.
Como en mi libro, protector me sea
tu nombre aquí, y en ánimo tranquilo
aguardaré al curioso que me lea:
pues que podemos escoger asilo
entre estas hojas y a ninguno agravio,
quiero elegir la vecindad de un sabio.



Ramón López Velarde

Se deshojaban las rosas

-- de Ramón López Velarde --

En los prados de tu huerto
a la luz del plenilunio
se moría cada flor,
y concurriendo a una extraña
complicidad de infortunio,
en el rosal de mi vida
se deshojaba el amor.

Bien pudiera el peregrino
hacer estación romántica
a la mitad del camino,
y desgranar un rosario
de cuentas sentimentales
por aquel deshojamiento
del alma y de los rosales.

¡Oh novia! Siempre querida,
cuyas pupilas llorosas
contemplaron la caída
de pétalos y esperanzas
sobre la faz de las cosas,
cuando en la calma nocturna
se deshojaban a un tiempo
las quimeras y las rosas.



Roberto Juarroz

la mano se extiende

-- de Roberto Juarroz --

La mano se extiende,
pero a mitad de camino
a detiene una imagen.
Y se marcha entonces con ella,
no para poseerla
sino tan sólo para entrar en su juego.
La mano ha comenzado a enamorarse en el camino
y así la posesión y el don se le escapan.
La mano ha cambiado su destino
por un vuelo que no es el vuelo del pájaro,
sino un abandono a las mareas que no tienen costa
o a los desequilibrios de una sabiduría diferente.
La mano ha renunciado a su objeto
y ha adquirido el valor de su distracción.
La mano ha renunciado a salvarse.



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