Buscar Poemas con Manía


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra manía

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Ramón López Velarde

Que adorable manía

-- de Ramón López Velarde --

¡Qué adorable manía de decir
en mi pobreza y en mi desamparo:
soy más rico, muy más que un gran visir:
el corazón que amé se ha vuelto faro!

Cuando se cansa de probar amor
mi carne, en torno de la carne viva,
y cuando me aniquilo de estupor
al ver el surco que dejó en la arena
mi sexo, en su perenne rogativa,
de pronto convertirse al mundo veo
en un enamorado mausoleo...

Y mi alma en pena bebe un negro vino,
y un sonoro esqueleto peregrino
anda cual un laúd por el camino.

Por darme el santo y seña, la viajera
se ata debajo de la calavera
las bridas del sombrero de pastora

En su cráneo vacío y aromático
trae la esencia de un eterno viático.
Y al fin, del fondo de su pecho claro,
claro de Purgatorio y de Sión,
en el sitio en que hubo el corazón
me da a beber el resplandor de un faro.

Poema Que adorable manía de Ramón López Velarde con fondo de libro

Alejandra Pizarnik

la enamorada

-- de Alejandra Pizarnik --

Esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.

Hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

Poema la enamorada de Alejandra Pizarnik con fondo de libro

Alejandra Pizarnik

exilio

-- de Alejandra Pizarnik --

A raúl gustavo aguirre

esta manía de saberme ángel,
sin edad,
sin muerte en qué vivirme,
sin piedad por mi nombre
ni por mis huesos que lloran vagando.

¿Y quién no tiene un amor?
¿y quién no goza entre amapolas?
¿y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas
aunque fuere con sonrisas?

siniestro delirio amar una sombra.
La sombra no muere.
Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno:
una logia callada,
fantasmas en dulce erección,
sacerdotes de espuma,
y sobre todo ángeles,
ámgeles bellos como cuchillos
que se elevan en la noche
y devastan la esperanza.

Poema exilio de Alejandra Pizarnik con fondo de libro

Líber Falco

Para no pensar lo que debes pensar

-- de Líber Falco --

Para no pensar lo que debes pensar
para no decirte lo que debes decirte,
ibas mirando algo que no existe.
Pero debes pensar y oír como se debe.

Mira los árboles.
Tienen hojas verdes ahora
y tú no las has mirado.
Palpaste más de una vez sus troncos
viste latir y subir su savia
Mira sus hojas ahora.

Qué manía tienes.
Quieres estar en el fondo de las cosas
quieres ver las hojas cuando no existen
todavía.
Te quedarás ciego así, confundido;
olvidarás el verde
la forma de toda cosa, morirás.
Olvidarás todo así, todo.
Mira las hojas.
Tienen forma de hojas
y son verdes.



Pedro Antonio de Alarcón

¡El amanecer!

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

El gallo canta... Y la mañana impía
despierta con su luz a los humanos,
haciéndoles trocar delirios vanos
por el forzoso afán de un nuevo día.

Tornan, pues, a embestirles con porfía
la ambición y el amor, fieros tiranos,
los ímprobos trabajos cotidianos...
La deuda, el jefe, el tedio, la manía...

Y, en tanto, el amador desposeído,
que en sueños compartía la almohada
con tal o cual mujer que hubo querido,

el implacable día lo despierta
para hacerle mirar a su ex amada
vieja, casada, monja loca o muerta.



Evaristo Carriego

Otro chisme

-- de Evaristo Carriego --

¿Ahora el otro?... Bueno a ese paso
se han de contagiar todos, entonces. Vaya
con la manía! Porque es el caso
que no trancurre un solo día sin que haya
sus novedades...
Nadie ha sabido
sacarle las palabras... ¡Es ocurrencia:
servir de burla a cuanto mal entendido
hay en Palermo!... ¡Si da impaciencia
verlo! La causa, de cualquier modo,
no ha de ser para tanto:
pasarse horas enteras... Y, sobre todo,
¡siempre con esa cara de Viernes Santo!...
Pues ¡lo que son las cosas!, precisamente,
desde que aquella moza, que se reía
de su facha, muriera tan de repente
anda así el hombre. ¡Bien lo decía
uno de sus amigos!



Carolina Coronado

en el álbum de una señora que quería que acabasen los consonantes en ío y en ía

-- de Carolina Coronado --

Señora, un álbum cuando yo me río
por la extraña y ridícula manía,
de escribir en los álbumes poesía
teniendo tan mal genio como el mío;
ya que no encuentre consonante en ío,
ya que no acierte a rematarlo en ía,
un dolor soberano de cabeza
me ha costado escribir esta simpleza.



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