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Se han encontrado 6 poemas con la palabra leído

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César Vallejo

poema para ser leído y cantado

-- de César Vallejo --

Poema para ser leído y cantado
sé que hay una persona
que me busca en su mano, día y noche,
encontrándome, a cada minuto, en su calzado.
¿Ignora que la noche está enterrada
con espuelas detrás de la cocina?
sé que hay una persona compuesta de mis partes,
a la que integro cuando va mi talle
cabalgando en su exacta piedrecilla.
¿Ignora que a su cofre
no volverá moneda que salió con su retrato?
sé el día,
pero el sol se me ha escapado;
sé el acto universal que hizo en su cama
con ajeno valor y esa agua tibia, cuya
superficial frecuencia es una mina.
¿Tan pequeña es, acaso, esa persona,
que hasta sus propios pies así la pisan?
un gato es el lindero entre ella y yo,
al lado mismo de su tasa de agua.
La veo en las esquinas, se abre y cierra
su veste, antes palmera interrogante...
¿Qué podrá hacer sino cambiar de llanto?
pero me busca y busca. ¡Es una historia!

Poema poema para ser leído y cantado de César Vallejo con fondo de libro

Enrique González Martínez

y pienso que la vida...

-- de Enrique González Martínez --

Y pienso que la vida se me va con huida
inevitable y rápida, y me conturbo, y pienso
en mis horas lejanas, y me asalta un inmenso
afán de ser el de antes y desandar la vida.

¡Oh los pasos sin rumbo por la senda perdida,
los anhelos inútiles, el batallar intenso!
¿cómo flotáis ahora, blancas nubes de incienso
quemado en los altares de una deidad mentida?

páginas tersas, páginas de los libros, lecturas
de espejismos enfermos, de cuestiones oscuras. . .
¡Ay, lo que yo he leído! ¡ay, lo que yo he soñado! . . .

Tristes noches de estéril meditación, quimera
que ofuscaste mi espíritu sin dejarme siquiera
mirar que iba la vida sonriendo a mi lado . . .

(¡Ay, lo que yo he leído! ¡ay, lo que yo he soñado!)

Poema y pienso que la vida... de Enrique González Martínez con fondo de libro

Ernesto Cardenal

epigrama XXXXI

-- de Ernesto Cardenal --

¿no has leído amor mío,
en novedades:
centinela de la paz
genio del trabajo
paladín de la democracia
en américa
defensor del catolicismo
en américa
el protector del pueblo
el benefactor...?
Le saquean al pueblo
su lenguaje.
Y falsifican las palabras
del pueblo.
(Exactamente como el
dinero del pueblo)
por eso los poetas
pulimos tanto un poema
y por eso
son tan importantes
mis poemas de amor.

Poema epigrama XXXXI de Ernesto Cardenal con fondo de libro

Pablo Neruda

el joven monarca

-- de Pablo Neruda --

Como continuación de lo leído y precedente de lapágina que sigue debo encaminar mi estrella al territorioamoroso.
Patria limitada por dos largos brazos cálidos, de largapasión paralela, y un sitio de oros defendidos por sistema ymatemática ciencia guerrera. Sí, quiero casarme con lamás bella de mandalay, quiero encomendar mi envoltura terrestrea ese ruido de la mujer cocinando, a ese aleteo de falda y pie desnudoque se mueven y mezclan como viento y hojas.
Amor de niña de pie pequeño y gran cigarro, flores deámbar en el puro y cilíndrico peinado, y de andar enpeligro, como un lirio de pesada cabeza, de gruesa consistencia.
Y mi esposa a mi orilla, al lado de mi rumor tan venido de lejos, miesposa birmana, hija del rey.
Su enrollado cabello negro entonces beso, y su pie dulce y perpetuo: yacercada ya la noche, desencadenado su molino, escucho a mi tigre ylloro a mi ausente.



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli VIII

-- de Gutierre de Cetina --

El que está como yo tan desvalido,
tan sujeto a su mal, tan desmayado,
no puede su dolor mostrar pintado,
ni con palabra ser bien referido.
Liviano es aquel mal, ya lo has leído,
que el seso puede en sí tener guardado;
pero muy más liviano el que contado
puede ser de la suerte que es sentido.
No quieras, pues, pastor, importunarme
que te muestre en dibujo mis pasiones
para que la ocasión se entienda luego:
que como por la luz se saca el fuego,
se puede de tan altas ocasiones
entender quien las causa y condenarme.



Evaristo Carriego

Una sorpresa

-- de Evaristo Carriego --

Hoy recibí tu carta. La he leído
con asombro, pues dices que regresas,
y aún de la sorpresa no he salido...
¡Hace tanto que vivo sin sorpresas!

«Que por fin vas a verme .... Que tan larga
fué la separación ... Te lo aconsejo,
no vengas, sufrirías una amarga
desilusión: me encontrarías viejo.

Y como un viejo, ahora, me he llamado
a quietud, y a excepción —¡siempre el pasado! —
de uno que otro recuerdo que en la frente

me pone alguna arruga de tristeza
no me puedo quejar: tranquilamente
fumo mi pipa y bebo mi cerveza.



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