Buscar Poemas con Inunda


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Se han encontrado 16 poemas con la palabra inunda

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Lope de Vega

Al doctor Francisco de Quintana

-- de Lope de Vega --

Nacieron en Madrid el docto Herrera;
Velasco, Eclesiastés; Márquez, Cirilo;
Francisco Sánchez, que, fecundo Nilo,
inunda el coro de la sacra esfera;

Montero, luz en monte, primavera;
Soria, Basilio; y, en florido estilo,
Hortensio Fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la invidia fiera.

Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva aurora,
porque si no los vence, los iguale.

Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria y la virtud decora.

Poema Al doctor Francisco de Quintana de Lope de Vega con fondo de libro

Jorge Riechmann

21

-- de Jorge Riechmann --

Para michel
en su dolor y en su desconcierto
el tumor le deformaba el vientre
como una teta monstruosa.
Hoy ha reventado.
El hedor inunda toda la casa.
La perrita asphodèle agoniza
con los ojos abiertos
al vacío de todas las preguntas.
Pronto la intravenosa de sombra
apagará el dolor sorprendente de ser.
El mundo está enfermo de soledad.

Poema 21 de Jorge Riechmann con fondo de libro

Canta blanco palomo

-- de Dionisio de Solís --

Canta blanco palomo, y de la aurora
el róseo carro con ti acento llama;
que atenta escucha en la mullida cama
la esposa a quien tu cántico enamora.

Canta y anuncia la estación de Flora
y el delicioso incendio que te inflama,
mientras sentado en la frontera rama
otro palomo solitario llora.

¡Felice tú que puedes con tu canto
al alma penetrar por el oído
del ave amante en que tu bien se funda!

Y ¡mísero de mí, que la triste llanto
en que a solas me miras consumido,
sin fruto el rostro y sin cesar me inunda!

Poema Canta blanco palomo de Dionisio de Solís con fondo de libro

Julián del Casal

el arte

-- de Julián del Casal --

Cuando la vida, como fardo inmenso,
pesa sobre el espíritu cansado
y ante el último dios flota quemado
el postrer grano de fragante incienso;
cuando probamos, con afán intenso,
de todo amargo fruto envenenado
y el hastío, con rostro enmascarado,
nos sale al paso en el camino extenso;
el alma grande, solitaria y pura
que la mezquina realidad desdeña,
halla en el arte dichas ignoradas,
como el alción, en fría noche oscura,
asilo busca en la musgosa peña
que inunda el mar azul de olas plateadas.



Octavio Paz

agua nocturna

-- de Octavio Paz --

La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche,
la noche de ojos de agua en el campo dormido,
está en tus ojos de caballo que tiembla,
está en tus ojos de agua secreta.
Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.
El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas.
Si abres los ojos,
se abre la noche de puertas de musgo,
se abre el reino secreto del agua
que mana del centro de la noche.
Y si los cierras,
un río, una corriente dulce y silenciosa,
te inunda por dentro, avanza, te hace oscura:
la noche moja riberas en tu alma.



Pablo Neruda

ciudad

-- de Pablo Neruda --

Ciudad desde los cerros entre la noche de hojas
mancha amarilla su rostro abre la sombra
mientras tendido sobre el pasto deletreo
ahí pasan ardiendo sólo yo vivo
tendido sobre el pasto mi corazón está triste
la luna azul araña trepa inunda
emisario ibas alegre en la tarde que caía
el crepúsculo rodaba apagando flores
tendido sobre el pasto hecho de tréboles negros
y tambalea sólo su pasión delirante
recoge una mariposa húmeda como un collar
anúdame tu cinturón de estrellas esforzadas



José Tomás de Cuellar

Al poeta mexicano D. Juan Ruiz de Alarcón

-- de José Tomás de Cuellar --

BROTÓ en el primer día
De la mirada del Señor radiante,
Cual torrente fecundo,
La luz que inunda el anchuroso mundo;
A sus reflejos mil, aparecieron
Nubes de vistosísimos colores
Que en el diáfano espacio se extendieron
A los primeros fúlgidos albores.



José Tomás de Cuellar

Goces de amor

-- de José Tomás de Cuellar --

¡QUÉ grato es en la noche sosegada
Al fulgor de la lámpara del cielo,
Tender al horizonte la mirada
Y dilatarla en el zafíreo velo!
¡Cuánta ilusión al ánima inspirada
Inunda de dulcísimo consuelo,
Cuántos goces de amor en esa hora
Puede cantar la cítara sonora!

Ese tranquilo luminar que lanza
A raudales su luz esplendorosa,



Gerardo Diego

palabras proféticas poemas adrede (1941 1943)

-- de Gerardo Diego --

Homenaje a san juan de la cruz
arrastrar largamente la cola del desmayo
sin miedo a una posible rebelión de fragancia
dejarse florecer durante el mes de mayo
de alelíes las manos los ojos de distancia
perdonar a la lluvia su vocación profunda
su amor de las estatuas su modelado egregio
perdonarla aunque luego sepamos que se inunda
de torsos mutilados el jardín del colegio
olvidar los perfumes que lloran los colores
merecer los escorzos que renuevan el aire
dimitir abdicar coronas y esplendores
corbatas fabulosas perdidas al desgaire
porque querido amigo ya todo se compensa
mis deudas tus jazmines trastornos siderales
el muerto que se estira el caracol que piensa
y el ala de la tórtola prolongando hospitales



Salvador Rueda

coplas 14

-- de Salvador Rueda --

Cuando estoy en mi aposento
con un fósforo señalo
la forma de un esqueleto.
La campiña cuando sales
se inunda de luz alegre,
y las hojas de las ramas
baten las palmas al verte.



Rosalía de Castro

A la memoria del poeta gallego Aurelio Aguirre

-- de Rosalía de Castro --

Lágrima triste en mi dolor vertida,
perla del corazón que entre tormentas
fue en largas horas de pesar nacida,
en fúnebre memoria convertida
la flor será que a tu corona enlace;
las horas de la vida turbulentas
ajan las flores y el laurel marchitan;
pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde,
llanto de duelo que el dolor fecunda,
si el triste hueco de una tumba anega
y sus húmedos hálitos inunda,
ni el sol de fuego que en Oriente nace
seco su manantial a dejar llega
ni en sutiles vapores le deshace,
¡y es manantial fecundo el llanto mío
para verter sobre un sepulcro amado
de mil recuerdos caudaloso río!



Julio Flórez

¡Oh luna!

-- de Julio Flórez --

Poem

Melancólica reina pudibunda que vagas por los ámbitos del cielo como un místico témpano de hielo entre la negra oscuridad profunda.

En esta noche en que tu faz circunda un halo transparente como el velo de las vírgenes novias, un anhelo, azul y enorme como el mar, me inunda.

¿Sabes lo que mi espíritu ambiciona en esta noche de noviembre, fría, en que el cierzo las tumbas desmorona?

Que bajes de la bóveda sombría, y pongas esa sideral corona sobre el sepulcro de la madre mía.



Julio Herrera Reissig

las horas graves

-- de Julio Herrera Reissig --

Sahúmase el villaje de olores a guisados;
el párroco en su mula pasa entre reverencias;
laten en todas partes monótonas urgencias,
al par que una gran calma inunda los sembrados.

Niñas en las veredas cantan... En los porfiados
cascotes de la vía gritan las diligencias,
mientras en los contornos zumba hacia las querencias,
el cuerno de los viejos pastores rezagados.

Lilas, violadas, lóbregas, mudables como ojeras,
las rutas, poco a poco, aparecen distintas;
cuaja un silencio oscuro, allá por las praderas

donde cantando el día se adormeció en sus tintas...
Y adioses familiares de gritas lastimeras
se cambian al cerrarse las puertas de las quintas.



Francisco Sosa Escalante

Apariencia engañosa

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ah! no es la tuya, Rosa, la alegría
Que inunda al alma con su amor dichosa:
Es la máscara no más con que afanosa
Ocultas la tenaz melancolía.

Como la luz al espirar el día
Es la luz de tus ojos, misteriosa,
Y hasta el acento de tu voz, ¡oh Rosa!
El dejo tiene de tristeza impía.

El beso de tus labios no es el beso
Que al sueño dulce del amor provoca;
La frente quema donde fuera impreso.

En vano buscas anhelante y loca
La dicha, del festin en el exceso:
La muerte allí tu corazon invoca.



José Joaquín de Mora

Imitación de Lord Byron

-- de José Joaquín de Mora --

Luzbel creyó que el orbe de la tierra
su personal esmero requería;
sube y observa la demencia impía
que arma a los hombres en nefanda guerra.

Sangre a ríos inunda valle y sierra;
roba el cañón la claridad del día;
muere en los brazos de la madre pía
la prenda cara que su dicha encierra.

Y en tan atroz desorden y locura,
al homicida, al robador exalta
gloria falaz, con alabanza impura.

Luzbel de un brinco al horno averno salta;
«nuestra victoria (dice) está segura;
arriba, por ahora, no hago falta».



Rubén Darío

Tarde del trópico

-- de Rubén Darío --

Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.

Del abismo se levanta
la queja amarga y sonora.
La onda, cuando el viento canta
llora.

Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
Salmodia la blanca espuma:
miserere.

La armonía el cielo inunda,
y la brisa va a llevar
la canción triste y profunda
del mar.

Del clarín del horizonte
brota sinfonía rara,
como si la voz del monte
vibrara.

Cual si fuese lo invisible...
Cual si fuese el rudo son
que diese al viento un terrible
león.



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