Buscar Poemas con Infortunado


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Se han encontrado 9 poemas con la palabra infortunado

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Manuel de Zequeira

El motivo de mis versos

-- de Manuel de Zequeira --

Canta el forzado en su fatal tormento,
y al son del remo el marinero canta,
cantando, al sueño el pecador espanta,
y el cautivo cantando está contento:

al artesano en su entretenimiento
le divierte la voz de su garganta;
canta el herrero que el metal quebranta,
y canta el desvalido macilento.

El más infortunado entre sus penas
con la armónica voz mitiga el llanto,
y el peso de sus bárbaras caderas;

pues si el dulce cantar consuela tanto
al mísero mortal en sus faenas,
yo por burlar mis desventuras canto.

Poema El motivo de mis versos de Manuel de Zequeira con fondo de libro

Joaquín Nicolás Aramburu

Plácido

-- de Joaquín Nicolás Aramburu --

Tranquila el alma, la mirada quieta,
inocente, sin miedo y resignado,
llega al suplicio, a muerte condenado,
el gran mestizo, Plácido el poeta.

Rota la lira que cantó discreta
las glorias de su pueblo infortunado,
yace bajo las plantas de un soldado
que ni talento ni virtud respeta.

Ya cae el buen cubano sin mancilla;
Dios no ha escuchado su dolor profundo
por más que le invocara en la capilla.

Pero del genio que brillo fecundo
aún repite la voz en nuestra Antilla:
¡Ay, que me llevo en la cabeza un mundo!

Poema Plácido de Joaquín Nicolás Aramburu con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XXXVII

-- de César Vallejo --

He conocido a una pobre muchacha
a quien conduje hasta la escena.
La madre, sus hermanas qué amables y también
aquel su infortunado “tú no vas a volver”.

Como en cierto negocio me iba admirablemente,
me rodeaban de un aire de dinasta florido.
La novia se volvía agua,
y cuán bien me solía llorar
su amor mal aprendido.

Me gustaba su tímida marinera
de humildes aderezos al dar las vueltas,
y cómo su pañuelo trazaba puntos,
tildes, a la melografía de su bailar de juncia.

Y cuando ambos burlamos al párroco,
quebróse mi negocio y el suyo
y la esfera barrida.

Poema Trilce: XXXVII de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

algo te identifica con el que se aleja de ti

-- de César Vallejo --

Algo te identifica con el que se aleja de ti, y es la facultadcomún de volver: de ahí tu más grande pesadumbre.
Algo te separa del que se queda contigo, y es la esclavitudcomún de partir: de ahí tus más nimios regocijos.
Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, tanto comoa las colectividades individuales y a los que, entre unas y otras,yacen marchando al son de las fronteras o, simplemente, marcan el pasoinmóvil en el borde del mundo.
Algo típicamente neutro, de inexorablemente neutro,interpónese entre el ladrón y su víctima. Esto,así mismo, puede discernirse tratándose del cirujano ydel paciente. Horrible medialuna, convexa y solar, cobija a unos yotros. Porque el objeto hurtado tiene también su pesoindiferente, y el órgano intervenido, también su grasatriste.
¿Qué hay de más desesperante en la tierra, que laimposibilidad en que se halla el hombre feliz de ser infortunado y elhombre bueno, de ser malvado?
¡alejarse! ¡quedarse! ¡volver! ¡partir! toda lamecánica social cabe en estas palabras.



César Vallejo

he conocido a una pobre muchacha

-- de César Vallejo --

xxxvii
he conocido a una pobre muchacha
a quien conduje hasta la escena.
La madre, sus hermanas qué amables y también
aquel su infortunado «tú no vas a volver».
Como en cierto negocio me iba admirablemente,
me rodeaban de un aire de dinasta florido.
La novia se volvía agua,
y cuán bien me solía llorar
su amor mal aprendido.
Me gustaba su tímida marinera
de humildes aderezos al dar las vueltas,
y cómo su pañuelo trazaba puntos,
tildes, a la melografía de su bailar de juncia.
Y cuando ambos burlamos al párroco,
quebróse mi negocio y el suyo
y la esfera barrida.



José Tomás de Cuellar

Flores del alma (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

Ave errante, cruzando el infinito
Por este mundo paso.
La ley de la materia me entretiene
Entre el placer y el llanto.
Y al ir desde la cuna hasta el sepulcro
Bien sé que, infortunado.
He de llegar á ser ceniza fría
Para propios y extraños.
Mas por que no se olvide hasta mi nombre
Al disiparse el ruído de mis pasos,
Flores del alma en mis amantes versos
Con júbilo derramo,
Y así las almas puras que me amen
Las cogerán, pensando
Que, mañana, tal vez por esa prenda,
Allá en la eternidad nos conozcamos.



José Tomás de Cuellar

Impresiones de invierno

-- de José Tomás de Cuellar --

SILENCIO...! Soledad...! En torno mío
No susurran las auras bullidoras;
Prensa mi corazón infortunado
El invencible hastío.
Ya estoy aquí cansado,
Al pié del tronco de la añosa encina,
Trayendo á la memoria
De mis placeres la fugaz historia.
Ya estoy aquí solícito buscando,
Si no el placer, el que perdí sosiego:
Ya cansaron mi oído



Fernando de Herrera

Mario en Cartago

-- de Fernando de Herrera --

Del peligro del mar, del hierro abierto
que vibró el fiero Cimbro, y espantado,
huyó la airada voz, salió cansado
de la infelice Birsa Mario al puerto.

Viendo el estéril campo y el desierto
sitio de aquel lugar infortunado,
lloró con él su mal, y lastimado,
rompió así en triste son el aire incierto:

«En tus ruinas míseras contemplo
¡oh destruido muro! cuánto el cielo
trueca, y de nuestra suerte el grande estrago.

«¿Cuál más terrible caso, cual ejemplo
mayor habrá, si puede ser consuelo
a Mario en su dolor el de Cartago?»



Francisco Sosa Escalante

En la muerte de mi padre

-- de Francisco Sosa Escalante --

Como destroza el huracán bravío
Antiguo roble poderoso y fuerte,
Al golpe así de la implacable muerte
Bajaste al antro del sepulcro frío.

¡Oh padre bondadoso! ¡padre mio!
Perdon si estuve, por mi adversa suerte,
Tan distante de tí para ofrecerte
De mis ardientes lágrimas el rio.

Si es verdad que se mira desde el cielo
Lo que pasa en el mundo infortunado,
¡Oh padre de mi amor! mira mi duelo,

Y á Dios implora porque el hijo amado
Funde constante su ardoroso anhelo
En merecer llevar tu nombre honrado.



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