Buscar Poemas con Imposibles


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 19 poemas con la palabra imposibles

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Lope de Vega

La antigua edad juzgó por imposibles

-- de Lope de Vega --

La antigua edad juzgó por imposibles
tres cosas celebradas en el mundo,
o hallar jamás artífice segundo
a quien segunda vez fuesen posibles:

la clava, con que Alcides tan horribles
mostros venció en la tierra y el profundo,
de Júpiter el rayo furibundo
y los versos de Homero inaccesibles.

Otras tres hay en nuestra edad presente:
las hazañas de Carlos soberano;
del nuevo Salomón, el nuevo templo;

y vuestros versos, Conde, en cuya fuente
resplandece el laurel ingrato en vano:
que no teniendo igual, sirven de ejemplo.

Poema La antigua edad juzgó por imposibles de Lope de Vega con fondo de libro

Amado Nervo

Mi secreto

-- de Amado Nervo --

¿Mi secreto? ¡Es tan triste!
¿Estoy perdido de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...

¿ Mi secreto? te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!

¿Comprendes —tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles—
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?

¡Pues tal mi vida es y tal ha sido y será!

Si por mí solo ha latido
su noble corazón, hoy mundo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido,
y dejarla, no más porque se ha muerto?

Poema Mi secreto de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Este mi triste y miserable estado

-- de Lope de Vega --

Este mi triste y miserable estado
me ha reducido a punto tan estrecho,
que cuando espero el bien, el mal sospecho,
temiendo el mal, del bien desconfiado.

El daño me parece declarado
y entre mil imposibles el provecho;
propios efetos de un dudoso pecho,
cobarde al bien y al mal determinado.

Deseo la muerte, para ver si ella
halla tan grave mal el bien extremo;
mas quien por bien la tiene no la alcanza.

¡Quién la pasara ya por no temella!
Que estoy tal de esperar, que menos temo
la pena del morir, que la tardanza.

Poema Este mi triste y miserable estado de Lope de Vega con fondo de libro

Josefina Pla

amanecer

-- de Josefina Pla --

A gastón figueira

la mañana irisada, como fino cristal
se curvó sobre el ancho campo reverdeciente.
A la abismal succión del azul transparente,
agriétase la carne de un ansia germinal.

Y a la blondez purísima de su desnudez tierna,
la mísera corteza se nos cuartea en congoja,
y un sollozo nos sube desde la honda cisterna
en sombra donde el párpado su penitencia moja.

El dolor de las alas imposibles
nos curva más bajo el cansancio irredimible
que se adhiere a la carne dolorosa:
y en la punta de una hoja, radiante y temblorosa,
la
gota de rocío
nos finge aquella lágrima inefable
en que, por fin, pudiera el alma miserable
volcar la última gota amarga del hastío.



Enrique González Martínez

¿te acueras de la tarde...

-- de Enrique González Martínez --

¿te acuerdas de la tarde en que vieron mis ojos
de la vida profunda el alma de cristal? . . .
Yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
las nubes y los campos, la ribera y el mar. . .

Mis ojos eran hechos para formas sensibles;
me embriagaba la línea, adoraba el color;
apartaba mi espíritu de sueños imposibles,
desdeñaba las sombras enemigas del sol.

Del jardín me atraían el jazmín y la rosa
(la sangre de la rosa, la nieve del jazmín)
sin saber que a mi lado pasaba temblorosa,
hablándome en secreto, el alma del jardín.

Halagaban mi oído las voces de las aves,
la balada del viento, el canto del pastor,
y yo formaba coro con las notas suaves,
y enmudecían ellas y enmudecía yo. . .

Jamás seguir lograba el fugitivo rastro
de lo que ya no existe, de lo que ya se fue. . .
Al fenecer la nota, al apagarse el astro,
¡oh sombras, oh silencio, dormitabais también!

¿te acuerdas de la tarde en que vieron mis ojos
de la vida profunda el alma de cristal?
yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
las nubes y los campos, la ribera y el mar. . .



Enrique Lihn

mayor

-- de Enrique Lihn --

El hijo único sería el mayor de sus hermanos
y en su orfandad algo tiene de eso
que se entiende por la palabra mayor. Como si también elloshubieran muerto
sus imposibles hermanos menores.
Mucho más riguroso que el luto repartido
es el suyo: la muerte lo cortó a su medida,
lo cosió, lenta, con extrema finura
mientras el padre se iba transfundiendo en el hijo,
lo envejecía a fuerza de crearlo a su imagen
-niño otra vez el hombre, hombre otra vez el niño--
en noches tan oscuras como el luto que llevan.
Y el hijo tiene algo de un hermano mayor
como si lo rodeáramos, nonatos, mientras él nace porsegunda vez
a una vida más grave que la nuestra.
Alguien se mira en él con los ojos cerrados,
gravita su silencio
sobre nuestras palabras sin objeto.



Enrique Lihn

de todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor

-- de Enrique Lihn --

De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor
ella y el miedo a morir, cruz y raya
cuando ya se puede pronosticar el día y la hora
hay una fea probabilidad de que el miedo a morir y ladesesperación de la muerte sean
normalmente inseparables como la uña y la carne
recuerdo a un amigo de otros años él huía de nochede su casa y del hospital
sin más salvoconducto que el que se daría a un condenadoen el infierno
se dejaba caer en casa de amigas que no compartían su amor porellas, condenadamente bellas
exigía con argumentos propios de la ciencia de la locura
que lo recibieran en esas casas como huésped estable
me parece ver cómo al final de esas conversaciones imposibles
era reconducido a su madriguera por las señoras y los esposos
en medio del gran silencio, él, el gnomo de la selva negra delamanecer
de vuelta a su anticasa
o al aeródromo de los hospitales para que no perdiera su vuelo.



José Tomás de Cuellar

El mar y el cielo

-- de José Tomás de Cuellar --

HAY veces en que el mar tiñe sus olas
Con tintas imposibles de copiar;
Parece que la luz enamorada
Seduce y acaricia,
Medrosa, su imponente majestad.

No bien anuncia oriente la alborada
Y brota el primer lampo matinal,
Riela en las aguas cual tupida malla
La limpia luz del cielo
En lineas de cobalto y de cristal.

Plumajes ígneos y flotantes gasas
Cortejan de los cielos el fanal,
Y las ceruleas ondas se apresuran
Con franjas de topacios,



José Ángel Buesa

poema del domingo triste

-- de José Ángel Buesa --

Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido, ya no miente.
La soledad, a veces, es peor castigo...
Pero, ¡qué alegre todo, si estuvieras conmigo!
entonces no querría mirar las nubes grises,
formando extraños mapas de imposibles países;
y el monótono ruido del agua no sería
el motivo secreto de mi melancolía.
Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive
y el corazón se muere de un ensueño que vive.
La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo;
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenuo impudor de una niña desnuda.
Si estuvieras conmigo, amor que no volviste,
¡qué alegre me sería este domingo triste!



Juan de Tassis y Peralta

a un retrato

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Ofensas son, señora, las que veo,
hechas a vuestras grandes perfecciones,
porque donde acredita sus pasiones
sólo amor las escribe y yo las leo.
Vencido queda el arte del deseo,
los imposibles dando por razones,
y en esta fe tan libre de opiniones
fundo lo que de vos no alcanzo y creo.
Si en lo menos se pierde más el tino,
en lo más, ¿qué será de aquel traslado
que procura sacar el arte en vano?
sólo yo tengo aquel tan peregrino
en que el original no está agraviado,
hecho en mi corazón por vuestra mano.



Gaspar María de Nava Álvarez

A un deseo vano

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Oh deseo insensato, tu osadía
¡cuán justamente queda castigada!
Caminaste con ala arrebatada
adonde el bien a tu ansia se ofrecía.

Hallaste en vez de fuego, nieve fría,
mármol en vez de fuego, y rodeada
de agudas puntas, de impiedad amada
la rosa, que tan dulce parecía.

No quiera imposibles. No con vuelo
altivo al Cielo registrar presumas
ni el carro gobernar del Sol dorado.

Que destrozados yacen en el suelo
Ícaro, ya desnudo de sus plumas,
Faetón por el rayo ya abrasado.



Teófilo V. Méndez Ramos

El dolor de mi vida

-- de Teófilo V. Méndez Ramos --

Los sanos optimismos de mis mejores días,
aquellas soñaciones, perfume de mis años,
se van desvaneciendo con las melancolías
de las desilusiones y de los desengaños.

Jardines florecientes... Aromas... Luz de luna...
El parque rumoroso teñíase de plata;
los tibios besos de Ella y la tierna risa de una
fontana, desgranaban divina serenata,

Florecen los rosales... La fuente siempre ríe...
Y el beso de la amada mi boca no deslíe!

Mis ansías infinitas de ritmos y armonías,
anhelos imposibles de estrellas y de auroras,
rumores, aves, trinos y vagas melodías
me curan de la vida qué sangra a todas horas.



Vicente García de la Huerta

Soneto segundo del caballero

-- de Vicente García de la Huerta --

Ponderarte el ardor, que violento
por mi abrasado pecho se derrama,
no es empeñarte, Fili, en que a su llama
ni tus desprecios sirvan de alimento.

Sin esperanzas mi pasión aliento,
que con los imposibles más se inflama;
advierte, Fili, bien si nadie llama
en el mundo ambición lo que es tormento.

Y aunque mi amor confieso que es altivo,
pues blasona en la tierra sin segundo,
por milagro de la naturaleza,

ser tu esclavo es blasón más excesivo;
mira, mi bien, si quien te diera el mundo
pensará esclavizar a tu belleza.



Mario Benedetti

chau número tres

-- de Mario Benedetti --

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres
sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro
te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía
pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono
estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos
estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra
estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen
y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.



Rosalía de Castro

Sedientas las arenas, en la playa

-- de Rosalía de Castro --

Sedientas las arenas, en la playa
Sienten del sol los besos abrasados,
Y no lejos, las ondas siempre frescas,
Ruedan pausadamente murmurando.
Pobres arenas, de mi suerte imagen;
No sé lo que me pasa al contemplaros,
Pues como yo sufrís, secas y mudas,
El suplicio sin término de Tántalo.

Pero ¿quién sabe?... Acaso luzca un día
En que, salvando misteriosos límites,
Avance el mar y hasta vosotras llegue
Á apagar vuestra sed inextinguible.
¡Y quién sabe también si tras de tantos
Siglos de ansias y anhelos imposibles
Saciará al fin su sed el alma ardiente
Donde beben su amor los serafines!



Medardo Ángel Silva

Canción de los quince años

-- de Medardo Ángel Silva --

Son los quince abriles como quince rosas
con rocíos claros de maga alegría.
Corazón que tiene, cual las mariposas
alas de azul y oro de la fantasía!

Cada frase tiene la gracia de un verso;
olor a jazmines el cabello efluvia,
y compendían ese fragmento universo
las flores, el ave, la muñeca rubia...

Son los quince abriles como quince rosas
divinas, robadas a un albo bouquet;
tener un anhelo de imposibles cosas
y ruborizarse sin saber por qué...



Medardo Ángel Silva

Fragmentos (Silva)

-- de Medardo Ángel Silva --

Pero hasta que se apaguen las húmedas pupilas
de este loco muchacho que te dice sus versos,
rimarán en tu gloria sus más dulces canciones
los líricos bulbules que cantan en mi huerto!

Quizás nunca regreses, o cuando tú retornes,
mi corazón, inmóvil, duerma su último sueño,
el que velan los sauces, como madres llorosas,
y las lunas doradas sobre los cementerios...

Las estrellas se miran sobre el lago dormido
cual pálidos nenúfares en las azules aguas;
de una nocturna paz mi corazón se llena
de recuerdos floridos y visiones románticas...

De sueños imposibles y todas esas cosas
que llevan los poetas en el fondo del alma
y que surgen de pronto con aquellos perfumes
de las rosas difuntas y las novias lejanas!



Evaristo Carriego

Funerales báquicos

-- de Evaristo Carriego --

Ayer en la taberna, tristemente,
un borracho, pontífice del vino,
decía a otro borracho impenitente,
bebiendo el primer vaso matutino:

Yo llevo en mi interior un silencioso
Genio o Poder que nunca me abandona:
Enemigo ignorado y fastidioso
que mis heridas de placer encona,
volcando el agua fuerte
del Odio y del Pesar. (Esa agua abunda
en las foscas riberas de la Muerte
y es en el riego del dolor fecunda.)

Por eso mismo tengo indefinibles
rebeldías de lucha delirante
que sólo me hacen ver los imposibles
donde cae el Esfuerzo a cada instante,
torturado y vencido



Federico García Lorca

canción menor

-- de Federico García Lorca --

Diciembre de 1918
(granada)
tienen gotas de rocío
las alas del ruiseñor,
gotas claras de la luna
cuajadas por su ilusión.
Tiene el mármol de la fuente
el beso del surtidor,
sueño de estrellas humildes.
Las niñas de los jardines
me dicen todas adiós
cuando paso. Las campanas
también me dicen adiós.
Y los árboles se besan
en el crepúsculo. Yo
voy llorando por la calle,
grotesco y sin solución,
con tristeza de cyrano
y de quijote,
redentor
de imposibles infinitos
con el ritmo del reloj.
Y veo secarse los lirios
al contacto de mi voz
manchada de luz sangrienta,
y en mi lírica canción
llevo galas de payaso
empolvado. El amor
bello y lindo se ha escondido
bajo una araña. El sol
como otra araña me oculta
con sus patas de oro. No
conseguiré mi ventura,
pues soy como el mismo amor,
cuyas flechas son de llanto,
y el carcaj el corazón.
Daré todo a los demás
y lloraré mi pasión
como niño abandonado
en cuento que se borró.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba