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Se han encontrado 18 poemas con la palabra hubieran

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César Vallejo

calor, cansado voy con mi oro, a donde

-- de César Vallejo --

Calor, cansado voy con mi oro, a donde
acaba mi enemigo de quererme.
¡C'est septembre attiédi, por ti, febrero!
es como si me hubieran puesto aretes.
París, y 4, y 5, y la ansiedad
colgada, en el calor, de mi hecho muerto.
¡C'est paris, reine du monde!
es como si se hubieran orinado.
Hojas amargas de mensual tamaño
y hojas del luxemburgo polvorosas.
Ic'est l'été, por ti, invierno de alta pleura!
es como si se hubieran dado vuelta.
Calor, parís, otoño, ¡cuánto estío
en medio del calor y de la urbe!
¡c'est la vie, mort de la mort!
es como si contaran mis pisadas.
¡Es como si me hubieran puesto aretes!
¡es como si se hubieran orinado!
¡es como si te hubieras dado vuelta!
¡es como si contaran mis pisadas!

Poema calor, cansado voy con mi oro, a donde de César Vallejo con fondo de libro

Lope de Vega

Si la más dura encina que ha nacido

-- de Lope de Vega --

Si la más dura encina que ha nacido
del corazón de la Morena Sierra
o el Alpe en su nevada cumbre encierra,
fiero desdén, te hubiera producido;

si tu primer sustento hubiera sido
leche de tigres en la Hircana tierra,
si engendrado te hubieran en la guerra,
entre sus voces, armas y ruido,

no fuera más esquiva y desdeñosa;
mas si mirando airada me das muerte,
vida me das, mirándome amorosa.

Luego si vivo, cuando vuelvo a verte,
ni tú puedes dejar de ser hermosa
ni yo de tener vida y de quererte.

Poema Si la más dura encina que ha nacido de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel del Palacio

Díjolo Bartolo

-- de Manuel del Palacio --

Por su Dios y su reina puesto en jaque,
Y erudición vertiendo á toneladas,
Echó en el robo aquél su cuarto á espadas
Cierto marqués injerto en badulaque.

Habló de joyas con igual empaque
Que si hubieran por él sido pagadas;
Soltó al liberalismo dos guantadas,
Y se puso á arreglar el miriñaque.

No negó que el asunto es de copete,
Ni que hay ladrón á quien seguir las huellas;
Pero él sólo á los muertos compromete.

Contra un francés dirige sus querellas,
Y así da fin el trágico sainete
Que firma el paje de José Botellas.

Poema Díjolo Bartolo de Manuel del Palacio con fondo de libro

Jorge Luis Borges

juan lópez y john ward

-- de Jorge Luis Borges --

Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cadauno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sinduda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar,de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y desímbolos. Esa división, cara a los catógrafos,auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil;ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó father brown.Habíaestudiado castellano para leer el quijote.
El otro profesaba el amor de conrad, que le había sido reveladoen una aula de la calle viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unasislas demasiado famosas, y cada uno de los dos fuecaín, y cada uno, abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.



Jorge Luis Borges

los borges

-- de Jorge Luis Borges --

Nada o muy poco sé de mis mayores
portugueses, los borges: vaga gente
que prosigue en mi carne, oscuramente,
sus hábitos, rigores y temores.
Tenues como si nunca hubieran sido
y ajenos a los trámites del arte,
indescifrablemente forman parte
del tiempo, de la tierra y del olvido.
Mejor así. Cumplida la faena,
son portugal, son la famosa gente
que forzó las murallas del oriente
y se dio al mar y al otro mar de arena.
Son el rey que en el místico desierto
se perdió y el que jura que no ha muerto.



Emilio Bobadilla

El capitán homicida

-- de Emilio Bobadilla --

Militar, incestuoso y homicida, conoces
—triste conocimiento que la vida te cuesta—
las sensaciones lívidas, los enervantes goces
que al vulgo sólo arrancan unánime protesta.

¿Quién mide lo insondable y oscuro de tu alma?
Tu silencio sombrío, tu voluntad de hierro
—cual náufragos que miran el peligro con calma—
no han flaqueado en tus horas de soledad y encierro.

En pintoresco siglo de intrépidas conquistas,
hubieran encontrado tus instintos diabólicos
galardones, aplausos sin fin y apologistas...

¡Cuán diferente hubiera quizás sido tu caso!
Hubieras sido en tiempo de los Reyes Católicos
tal vez otro Pizarro, otro Valdivia acaso...



Ernesto Cardenal

epigrama XXX

-- de Ernesto Cardenal --

Si cuando fue
la rebelión de abril
me hubierna matado
con ellos
yo no te habría conocido
y si ahora
hubiera sido
la rebelión de abril
me hubieran
matado con ellos



Pablo Neruda

soneto x cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto x
suave es la bella como si música y madera,
ágata, telas, trigo, duraznos transparentes,
hubieran erigido la fugitiva estatua.
Hacia la ola dirige su contraria frescura.
El mar moja bruñidos pies copiados
a la forma recién trabajada en la arena
y es ahora su fuego femenino de rosa
una sola burbuja que el sol y el mar combaten.
Ay, que nada te toque sino la sal del frío!
que ni el amor destruya la primavera intacta.
Hermosa, reverbero de la indeleble espuma,
deja que tus caderas impongan en el agua
una medida nueva de cisne o de nenúfar
y navegue tu estatua por el cristal eterno.



Pablo Neruda

tus manos

-- de Pablo Neruda --

Tus manos
cuando tus manos salen,
amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?
su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.
Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.



Pablo Neruda

ii

-- de Pablo Neruda --

Años tuyos que yo debí sentir
crecer cerca de mí como racimos
hasta que hubieras visto cómo el sol y la tierra
a mis manos de piedra te hubieran destinado,
hasta que uva con uva hubieras hecho
cantar en mis venas el vino.
El viento o el caballo
desviándose pudieron
hacer que yo pasara por tu infancia,
el mismo cielo has visto cada día,
el mismo barro del invierno oscuro,
la enramada sin fin de los ciruelos
y su dulzura de color morado.
Sólo algunos kilómetros de noche,
las distancias mojadas
de la aurora campestre,
un puñado de tierra nos separó, los muros
transparentes
que no cruzamos, para que la vida,
después, pusiera todos
los mares y la tierra
entre nosotros, y nos acercáramos
a pesar del espacio,
paso a paso buscándonos,
de un océano a otro,
hasta que vi que el cielo se incendiaba
y volaba en la luz tu cabellera
y llegaste a mis besos con el fuego
de un desencadenado meteoro
y al fundirte en mi sangre, la dulzura
del ciruelo salvaje
de nuestra infancia recibí en mi boca,
y te apreté a mi pecho como
si la tierra y la vida recobrara.



Pablo Neruda

poema 15 veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)

-- de Pablo Neruda --

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.



Pablo Neruda

el alfarero

-- de Pablo Neruda --

El alfarero
todo tu cuerpo tiene
copa o dulzura destinada a mí
cuando subo la mano
encuentro en cada sitio una paloma
que me buscaba, como
si te hubieran, amor, hecho de arcilla
para mis propias manos de alfarero.
Tus rodillas, tus senos,
tu cintura
faltan en mí como en el hueco
de una tierra sedienta
de la que desprendieron
una forma,
y juntos
somos completos como un solo río,
como una sola arena.



Juan Gelman

si dulcemente

-- de Juan Gelman --

Si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas
del que se tiró al mar ¿qué pasa conlos
hermanitos
que entierraron?¿hojitas les crecen de los
dedos?¿arbolitosotoños
que los deshojan como mudos?en silencio
los hermanitos hablan de la vez
que estuvieron a dostres dedos de la muertesonríen
recordandoaquel alivio sienten todavía
como si no hubieran moridocomo si
paco brillara y rodolfo mirase
toda la olvidadera que solía arrastrar
colgándole del hombroo haroldo hurgando su amargura(siempre)
sacase el as de espadaspuso su boca contra el viento
aspiró vidavidascon sus ojos miró la terrible
pero ahora están hablando de cuando
operaron con suertenadie matónadie fue muertoel enemigo
fue burlado y un poco de la humillación general
se rescatócon corajescon sueñostendidos
en todo eso los compañerosmudos
deshuesándose en la noche de enero
quietos por finsolísimos sin besos



Francisco de Quevedo

muestra el error de lo que se desea

-- de Francisco de Quevedo --

Si me hubieran los miedos sucedido
como me sucedieron los deseos,
los que son llantos hoy fueran trofeos:
mirad el ciego error en que he vivido!
con mis aumentos proprios me he perdido;
las ganancias me fueron devaneos;
consulté a la fortuna mis empleos,
y en ellos adquirí pena y gemido.
Perdí, con el desprecio y la pobreza,
la paz y el ocio; el sueño, amedrentado,
se fue en esclavitud de la riqueza.
Quedé en poder del oro y del cuidado,
sin ver cuán liberal naturaleza
da lo que basta al seso no turbado.



Francisco Sosa Escalante

Coanacoch

-- de Francisco Sosa Escalante --

¡Oh rey alcohuacano sin ventura,
Del infame Ixtlixochitl prisionero!
¿Por qué en las horas del combate fiero
Así te respetó la muerte dura?

Tu noble cuerpo, de infernal tortura
Libre quedara entónce hasta el postrero
Instante del vivir, y altivo, entero,
Defendieras la patria con bravura.

Heróicos hechos de eternal memoria
Hubieran señalado tu camino,
El libro enriqueciendo de tu historia!

No así lo quiso tu fatal destino;
Mas nada amengua tu brillante gloria
Y eterno luce tu blasón divino.



Clemente Althaus

A Consuelo

-- de Clemente Althaus --

Razón, consuelo, has tenido
al decir que tu traslado
ningún artista ha logrado
que te salga parecido.
Pero no es justo que estés
demostrando airado pecho
con ellos, por no haber hecho
lo que posible no es:
ya que cincel y pinceles
en tu rostro soberano
probado hubieran en vano
el claro Fidias y Apeles.
Y si ves de las demás
los parecidos retratos,
que a sus modelos son gratos,
por mejorados quizás,
Es que de la tuya dista
mucho su beldad, y así
quéjate sólo de ti,
pues de que ningún artista
que tu retrato hacer osa
le pinte bien o le esculpa,
no tiene el arte la culpa
sino el ser tú tan hermosa.



Roberto Juarroz

hay días en que el aire no existe

-- de Roberto Juarroz --

Hay días en que el aire no existe.
Mineros de la desolación,
respiramos entonces sustancias escondidas.
Y a punto de asfixiarnos,
vagamos con la boca abierta
y no encendemos ningún fuego,
para no consumir el poco oxígeno que nos resta
como un pedazo de pan del día anterior.
No recordamos ya el nombre de nuestra calle,
ni la medida de nuestra ropa,
ni el sonido de nuestra voz,
ni la sensación de nuestro cuerpo.
Pero de pronto,
como si también se hubieran quedado sin aire,
se vacían a la vez la memoria y el olvido
y encontramos entonces
la mínima densidad posible,
las partículas sabias donde entran en contacto
el vacío y la vida.
Y es allí, sólo allí,
donde descubrimos la salvación por el vacío.



Roberto Juarroz

hemos amado juntos tantas cosas

-- de Roberto Juarroz --

Hemos amado juntos tantas cosas
que es difícil amarlas separados.
Parece que se hubieran alejado de pronto
o que el amor fuera una hormiga
escalando los declives del cielo.
Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones,
vigilancia de cuerpos sin presencia.
Hemos andado tanto sin movernos
que los viajes ahora se descuelgan
como abrigos inútiles.
Movimiento y quietud se han desunido
como grados de dos temperaturas.
Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.
Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos substitutos.
Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.
Únicamente no nos dieron tiempo
para encontrar el ojo de tu muerte,
aunque fuera también para dejarlo.



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