Buscar Poemas con Herencia


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Se han encontrado 14 poemas con la palabra herencia

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Amado Nervo

inmortalidad

-- de Amado Nervo --

No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.
No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.
Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar! esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!

Poema inmortalidad de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

Identidad

-- de Amado Nervo --

Tat tuam asi (Tú eres esto: es decir, tú eres uno
y lo mismo que cuanto te rodea;
tú eres la cosa en sí)

El que sabe que es uno con Dios, logra el Nirvana:
un Nirvana en que toda tiniebla se ilumina;
vertiginoso ensanche de la conciencia humana,
que es sólo proyección de la Idea Divina
en el Tiempo...

El fenómeno, lo exterior, vano fruto
de la ilusión, se extingue: ya no hay pluralidad,
y el yo, extasiado, abísmase por fin en lo absoluto,
y tiene como herencia toda la eternidad!

Poema Identidad de Amado Nervo con fondo de libro

Manuel del Palacio

De gustos no hay nada escrito

-- de Manuel del Palacio --

Otros envidien el dorado sólio
Donde el poder reside soberano,
Ó del guerrero la robusta mano
Que le puede llevar al Capitolio.

Envidie el erudito el raro infólio
Que guarda su pariente el escribano;
Y el pobre que fortuna buscó en vano
Envidie á los que medran del espólio.

Yo, que al pisar del mundo los umbrales
Ni soñé con los lauros de Belona,
Ni tuve más herencia que mis males,

Envidio solamente á la persona
que digiere el cubierto de ocho reales
Que sirven en la fonda de Perona.

Poema De gustos no hay nada escrito de Manuel del Palacio con fondo de libro

Manuel del Palacio

La profecía

-- de Manuel del Palacio --

Víctima de sus vicios fué Sodoma,
Jerusalem de su impiedad insana,
De su ambición Cartago la africana,
De su avaricia y su soberbia Roma.

Hoy por su propio peso se desploma
De Pelayo la herencia soberana,
Y hecho pedazos rodará mañana
El trono que de Dios origen toma.

Y nadie de la edad en el misterio
Buscará de esa ruina las razones
De fácil comprensión al hombre serio:

Lo que sí ha de admirar á las naciones,
Es cómo vivió siglos un imperio
Gobernado por monjas y bribones.



Jaime Torres Bodet

nunca

-- de Jaime Torres Bodet --

Nunca me cansará mi oficio de hombre.
Hombre he sido y seré mientras exista.
Hombre no más: proyecto entre proyectos,
boca sedienta al cántaro adherida,
pies inseguros sobre el polvo ardiente,
espìritu y materia vulnerables
a todos los oprobios y las dichas...
Nunca me sentiré rey destronado
ni ángel abolido mientras viva,
sino aprendiz de hombre eternamente,
hombre con los que van por las colinas
hacia el jardín que siempre los repudia,
hombre con los que buscan entre escombros
la verdad necesaria y prohibida,
hombre entre los que labran con sus manos
lo que jamás hereda un alma digna,
¡porque de todo cuanto el hombre ha hecho
la sola herencia digna de los hombres
es el derecho de inventar su vida!



César Vallejo

Santoral

-- de César Vallejo --

Viejo Osiris! Llegué hasta la pared
de enfrente de la vida.

Y me parece. Que he tenido siempre
a la mano esta pared.

Soy la sombra, el reverso: todo va
bajo mis pasos de columna eterna.

Nada he traído por las trenzas; todo
fácil se vino a mí, como una herencia.

Sardanápalo. Tal, botón eléctrico.
De máquinas de sueño fue mi boca.

Así he llegado a la pared de enfrente;
y siempre ésta pared tuve a la mano.

Viejo Osiris! Perdónote! Que nada
alcanzó a requerirme, nada, nada ...



Pablo Neruda

soneto xciv cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Soneto xciv
si muero sobrevíveme con tanta fuerza pura
que despiertes la furia del pálido y del frío,
de sur a sur levanta tus ojos indelebles,
de sol a sol que suene tu boca de guitarra.
No quiero que vacilen tu risa ni tus pasos,
no quiero que se muera mi herencia de alegría,
no llames a mi pecho, estoy ausente.
Vive en mi ausencia como en una casa.
Es una casa tan grande la ausencia
que pasarás en ella a través de los muros
y colgarás los cuadros en el aire.
Es una casa tan transparente la ausencia
que yo sin vida te veré vivir
y si sufres, mi amor, me moriré otra vez.



José María Gabriel y Galán

A un rico

-- de José María Gabriel y Galán --

¿Quién te ha dado tu hacienda o tu dinero?
O son fruto del trabajo honrado,
o el haber que tu padre te ha legado,
o el botín de un ladrón o un usurero.

Si el dinero que das al pordiosero
te lo dio tu sudor, te has sublimado;
si es herencia, ¡cuán bien lo has empleado!;
si es un robo, ¿qué das, mal caballero?

Yo he visto a un lobo que, de carne ahíto,
dejó comer los restos de un cabrito
a un perro ruin que presenció su robo.

Deja, ¡oh rico!, comer lo que te sobre,
porque algo más que un perro será un pobre,
y tú no querrás ser menos que un lobo.



Hernando de Acuña

Cuando era nuevo el mundo y producía

-- de Hernando de Acuña --

Cuando era nuevo el mundo y producía
gentes, como salvajes, indiscretas,
y el cielo dio furor a los poetas
y el canto con que el vulgo los seguía,

fingieron dios a Amor, y que tenía
por armas fuego, red, arcos y saetas,
porque las fieras gentes no sujetas
se allanasen al trato y compañía;

después, viniendo a más razón los hombres,
los que fueron más sabios y constantes
al Amor figuraron niño y ciego,

para mostrar que de él y de estos hombres
les viene por herencia a los amantes
simpleza, ceguedad, desasosiego.



Idea Vilariño

eso

-- de Idea Vilariño --

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.



Medardo Ángel Silva

Poema de la carne

-- de Medardo Ángel Silva --

¡Carne del asesino, maldita podredumbre
que pende de las horcas en fúnebres racimos
y muestra a las pupilas de ávida muchedumbre
la malévola herencia que todos recibimos...!

¡Oh, carne de los mártires, Gloria in excelsis Deo,
que de nuestro Rey Cristo son divinas cosechas!
¡Oh, labios siempre abiertos al consuelo de un Creo!
¡Divina vestidura traspasada de flechas..!

¡Oh, carne de las vírgenes que la inocencia armiña,
nieve, azucena, estrella, lirio, polar campiña
donde no puso Amor a la llama de su planta!

¡Hostia, carne de Dios para la cena mística,
y que, por el milagro de la gracia eucarística,
a nuestra carne inmunda une su carne santa!



Miguel Unamuno

Un patriota

-- de Miguel Unamuno --

Piensa como respira, con cadencia
orgánica; piensa con el lenguaje
— concreción secular de la experiencia —
de su pueblo, y en recio maridaje

viven su fé y la íntima creencia
de que aquella brotó. Es el vasallaje
de libertad que rinde ante la herencia
vital á la que debe su bautismo.



Francisco Sosa Escalante

A una madre

-- de Francisco Sosa Escalante --

La luz de aquel tu hogar donde sus flores
El tierno amor y la virtud sencilla
Derraman, oh señora! ya no brilla;
Es la noche fatal de los dolores.

Cual huye del invierno á los rigores
Presurosa la tímida avecilla,
La niña huyó tambien y sin mancilla
Al cielo se elevó; mas no la llores.

¿Por qué llorarla? sinsabor y pena
En herencia fatal cupo al mundano
En esta vida de tormentos llena.

Y pues fué ese el designio soberano
Del que al mar y á los astros encadena,
Acata humilde su divino arcano.



Cristóbal de Castillejo

a una dama

-- de Cristóbal de Castillejo --

¡qué buen caballero era,
perdónele dios, amén,
dexando tal heredera!
si antes de escribir muriera,
¡oh, cómo muriera bien!
su pensamiento fué vano,
aunque sano
si le terciara el estilo.
Válgale por codicilo,
pues lo escribió de su mano.

Mas si acuerda de aceptar
vuesamerced esta herencia,
quiéroos, señora, avisar
que no os podéis escusar
de pleito ni diferencia;
porque el alma que os dió a vos
es de dios,
si quisiere recibirla;
la fe no pudo partirla,
pues no puede ser de dos.



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