Buscar Poemas con Heces


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra heces

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Jorge Isaacs

La noche llega

-- de Jorge Isaacs --

Contemplando estas pampas se medita...
En mi valle nativo el alma sueña;
Donde yace el sepulcro de mi dicha
Dadme una tumba do tranquilo duerma.

¿Olvidarán los muertos? ¡Oh!, si olvidan
Mi tierra devolved pronto a la tierra;
Libradme de las heces de la vida...
¡Sólo las heces en la copa quedan!

¿Morir es olvidar? ¿Y ella mentía?
"¡Yo juro amarte hasta después de muerta!"
La terrible jornada está vencida.
¡Ay! ¡Dejadme morir; ella me espera!

Contemplando estas pampas se medita...
En mi valle nativo el alma sueña;
Donde yace el sepulcro de mi dicha
¡Dadme una tumba do tranquilo duerma!

La Soledad!

Poema La noche llega de Jorge Isaacs con fondo de libro

Manuel Acuña

La ausencia del olvido

-- de Manuel Acuña --

Iba llorando la Ausencia
con el semblante abatido
cuando se encontró en presencia
del Olvido,
que al ver su faz marchitada,
le dijo con voz turbada:
sin colores,
-"Ya no llores niña bella,
ya no llores."

Que si tu contraria estrella
te oprime incansable y ruda
yo te prometo mi ayuda
contra tu mal y contra ella".
Oyó la Ausencia llorando
la propuesta cariñosa,
y los ojos enjugando
ruborosa,
-"Admito desde el momento
buen anciano".
Le dijo con dulce acento.
"Admito lo que me ofreces
y que en vano
he buscado tantas veces,
yo que triste y sin ventura,
la copa de la amargura
he apurado hasta las heces"
Desde entonces, Lola bella,
cariñosa y anhelante
vive el Olvido con ella,
siempre amante;
y la Ausencia ya no gime,
ni doliente
recuerda el mal que la oprime;
que un amor ha concebido
tan ardiente
por el anciano querido,
que si sus penas resiste,
suspira y llora muy triste
cuando la deja el Olvido.

Poema La ausencia del olvido de Manuel Acuña con fondo de libro

Manuel del Palacio

A una mujer

-- de Manuel del Palacio --

En balde jurarás que me aborreces
Y que fué mi ilusión delirio vano;
Yo diré que tu juicio no está sano
Ó que á una infame cábala obedeces.

¿Aborrecerme tú? Cuenta las veces
Que tus cabellos destrenzó mi mano,
Las que de amor en el altar profano
Juntos bebimos del placer las heces.

Cuenta las noches que arrullé tu sueño,
Las promesas que hiciste cada día,
De nuestro mutuo afán el loco empeño;

Y si en odiarme insistes todavía,
Dí que tu corazón es muy pequeño
Para encerrar pasión como la mía.

Poema A una mujer de Manuel del Palacio con fondo de libro

Manuel Gutiérrez Nájera

Las novias pasadas son copas vacías

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

Las novias pasadas son copas vacías;
en ella pusimos un poco de amor;
el néctar tomamos...Huyeron los días...
¡Traed otras copas con nuevo licor!

Champán son las rubias de cutis de azalia;
borgoña los labios de vivo carmín;
los ojos oscuros son vino de Italia,
los verdes y claros son vino del Rhin.

Las bocas de grana son húmedas fresas;
las negras pupilas escancian café;
son ojos azules las llamas traviesas
que trémulas corren como almas del té.

La copa se apura, la dicha se agota;
de un sorbo tomamos mujer y licor...
Dejemos las copas...Sí queda una gota,
¡Que beba el lacato las heces del amor!



Manuel Gutiérrez Nájera

Para un menú

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

Las novias pasadas son copas vacías;
en ellas pusimos un poco de amor;
el néctar tomamos... Huyeron los días...
¡Traed otras copas con nuevo licor!

Champán son las rubias de cutis de azalia;
Borgoña los labios de vivo carmín;
los ojos oscuros son vino de Italia,
los verdes y claros son vino de Rhin.

Las bocas de grana son húmedas fresas;
las negras pupilas escancian café;
son ojos azules las llamas traviesas
que trémulas corren como almas del té.

La copa se apura, la dicha se agota;
de un sorbo tomamos mujer y licor...
Dejemos las copas... Si queda una gota,
¡que beba el lacayo las heces de amor!



Jorge Luis Borges

snorri sturluson (1179 1241)

-- de Jorge Luis Borges --

(1179-1241)
tú, que legaste una mitología
de hielo y fuego a la filial memoria,
tú, que fijaste la violenta gloria
de tu estirpe de acero y de osadía,
sentiste con asombro en una tarde
de espadas que tu triste carne humana
temblaba. En esa tarde sin mañana
te fue dado saber que eras cobarde.
En la noche de islandia, la salobre
borrasca mueve el mar. Está cercada
tu casa. Has bebido hasta las heces
el deshonor inolvidable. Sobre
tu pálida cabeza cae la espada
como en tu libro cayó tantas veces.



Jorge Luis Borges

una mañana de 1649

-- de Jorge Luis Borges --

Carlos avanza entre su pueblo. Mira
a la izquierda y a la derecha. Ha rechazado
los brazos de la escolta. Liberado
de la necesidad de la mentira,
sabe que hoy va a la muerte, no al olvido,
y que es un rey. La ejecución lo espera;
la mañana es atroz y verdadera.
No hay temor en su carne. Siempre ha sido,
a fuer de buen tahúr, indiferente.
Ha apurado la vida hasta las heces;
ahora está solo entre la armada gente.
No lo infama el patíbulo. Los jueces
no son el juez. Saluda levemente
y sonríe. Lo ha hecho tantas veces.



Gabriel García Tassara

A Dante

-- de Gabriel García Tassara --

Sagrado Homero de la antigua Europa
Que apuraste en tu ardor hasta las heces
De la suprema inspiración la copa;

Dante inmortal que con los siglos creces
Y al rudo son de tu salvaje canto
A las generaciones estremeces;

Tú, que en las alas de tu genio santo
El Cielo recorriste y el Infierno,
Mansiones de la luz y del espanto;

¿Por qué la voz del hombre es ese interno
Lamento de dolor, hondo, infinito,
Inenarrable, inacabable, eterno?

¿Por qué la voz del genio es ese grito
Que resuena del mundo en la memoria
Como el ¡ay! de Luzbel al ser maldito?



Miguel Unamuno

El volcán de fango

-- de Miguel Unamuno --

Vuelve á erumpir aquel volcán de cieno
que guarda en su cogollo nuestra Europa
y sobre España vierte de su copa
las heces bien yeldadas con veneno.

A fuerza nos las mete con barreno
sabiendo bien que aquello con que topa,
no se limpia después ni aun con garlopa
que en su rasgar nos desgarrara el seno.



Julio Flórez

Aún

-- de Julio Flórez --

Poem

Mil veces me engañó; más de mil veces abrió en mi corazón sangrienta herida; de los celos la copa desabrida me hizo beber hasta agotar las heces.

Fue en mi vida, con todas sus dobleces, la causa de mi angustia -no extinguida- aunque, ¡pobre de mí! toda la vida su mentiroso amor... Pagué con creces.

Los tiempos han pasado; ya su boca no me da sus caricias, ni me abrasa el fuego de sus ósculos de loca;

¡y sin embargo mi pasión persiste... Pues, cuando a veces por mi senda pasa, me alejo mudo... Y cabizbajo... Y triste!



Julio Herrera Reissig

consagración

-- de Julio Herrera Reissig --

Surgió tu blanca majestad de raso,
toda sueño y fulgor, en la espesura;
y era en vez de mi mano -atenta al caso
mi alma quien oprimía tu cintura...

De procaces sulfatos, una impura
fragancia conspiraba a nuestro paso,
en tanto que propicio a tu aventura
llenóse de amapolas el ocaso.

Pálida de inquietud y casto asombro,
tu frente declinó sobre mi hombro...
Uniéndome a tu ser, con suave impulso,

al fin de mi especioso simulacro,
de un largo beso te apuré convulso,
¡hasta las heces, como un vino sacro!



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