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-- de Luis Cañizal de la Fuente --
Padre de todas las crismas
(paisaje pasoliniano)
se colmulga también en templos de la sordidez:
has de reconocerlos
por los ojos de arcadas aturdidos
que tienen en las plazas los patios de caballos
y, en sus puertas, montantes
con el cristal de medio real saltado
al modo guerra de la independencia
por turbas que convierten estaciones de tren abandonadas
en catedral del vómito en ayunas.
Entrado el sol en esos deambulatorios
todo lo hace el fervor,
la mano como garra piadosa sobre el pecho,
el rosario sonoro de las gotas pendientes,
la mirada ascendente,
la actitud recogida del cobarde,
la salida gloriosa del que huye por la puerta grande
a las afueras en que crece la hierba de la desconfianza,
anhelando a barrunto los trazados termómetro
y su camino alegre; y encontrarlo
cicatrizado por la violencia
en túmulos canela.
Desolación. Desnorte. Mirada circular,
y es sólo entonces cuando se despierta
el hedor del baldío de la tierra.
Poema "padre de todas las crismas" de Luis Cañizal de la Fuente
-- de Dulce María Loynaz --
Tu mano dura, rígida, apretando...
Apretando, apretando hasta exprimir
la sangre gota a gota...
Tu mano, garra helada, garfio lento
que se hunde... Tu mano.
¿Ya?...
La sangre...
No he gritado. No lloré apenas.
Acabemos pronto ahora: ¿ves?,
estoy quieta y cansada.
De una vez acabemos este juego
horrible de tu mano deslizándose
-¡todavía!...-Suave y fría por mi espalda.
Poema "el juego de la muerte" de Dulce María Loynaz
-- de Salvador Díaz Mirón --
Es un viejo borracho que me provoca,
que me cierra el camino y al diablo evoca,
recio, locuaz, inmundo, descalzo y fiero,
con terribles ojazos de un gris de acero
y con una calvicie de yerma roca.
-La testa perdió greña, razón y toca.
Hasta el pecho la barba se le desliza,
como espuma de arroyo por cana y riza.
La diestra dura y fuerte, como una marra,
enseña entre uñas corvas, como de garra,
pipa roja con aire de cruenta triza.
-La mano es tan aleve como maciza.
Paro el corcel fogoso y alzo la fusta...
-Occiduo el Sol corona cúspide augusta,
y el ebrio tiene al rubro y oblicuo rayo
sangre a linfas rebelde que aun pinta el sayo-.
Y me afirmo en el potro, y él se me asusta,
y el anciano derriba y en lodo incrusta.
Poema "Lance" de Salvador Díaz Mirón
-- de Miguel Unamuno --
El sol de otoño ciernes de mi alcoba
en el ancho balcón, rectoral parra
que de zarcillos con la tierna garra
prendes su hierro. Y rimo alguna trova
en ratos que el oficio no me roba
á tu susurro, de esta tierra charra
viejo eco de canción. No irán á jarra
cual las que sufren del lagar la soba,
Poema "La parra de mi balcón" de Miguel Unamuno
-- de Juan Ramón Jiménez --
Pajarillo cojido, de tu pecho dulce
por el águila negra de la muerte,
¡cómo me miras con tu ojito triste!
(negro plenor sangriento de luz débil).
Desde debajo de la garra inmensa,
que para siempre ya le tiene
y afirmado, mientras la desafía
la vasta sombra que su vista emprende.
¡Cómo me mira sin pedirme nada,
cómo me mira... Por si yo pudiese,
que ya te está teniendo para siempre!
Poema "como me miras... por si yo pudiese" de Juan Ramón Jiménez
-- de Ramón María del Valle Inclán --
Como el cisne de la laguna
iba mi barca de marfil,
en el plenilunio de abril
sobre la estela de la luna.
Bogando en ondas de fortuna
hiló mi ensueño juvenil,
el hilo de plata sutil
de un cuento de las mil y una.
Y era el abril, cuando ululante
por mi vida pasó un ciclón,
y adelante, siempre adelante,
violento como un león,
estrujé en la garra rampante,
humeante, mi corazón.
Poema "rosa de furias" de Ramón María del Valle Inclán