Buscar Poemas con Ganas


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Se han encontrado 31 poemas con la palabra ganas

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César Vallejo

Los anillos fatigados

-- de César Vallejo --

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás- han de istmarse.

Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!

Hay ganas de... No tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. Con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.

La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa:, pasa
:a cuestas con la espina dorsal del Universo.

Cuando, las sienes tocan su lúgubre .Tambor...
Cuando me- duele el sueño grabado en un puñal,
hay ganas de quedarse plantado en .Este verso!

Poema Los anillos fatigados de César Vallejo con fondo de libro

Humberto Megget

Tengo ganas de risas Raquel

-- de Humberto Megget --

Tengo ganas de risas raquel
ganas de ir al cine a ver aquella película
ganas de ver las rosas y no ver las rosas
tengo ganás de tomar el café con leche
y beber
beber
beber
beber aquello y esto
y lo que tú das
y lo que yo ofrezco
ganas de ir y no ver aquella película
tengo ganas de ti y de aquél
pero más que de ti y de aquél
tengo ganas de coca y de raquel

Poema Tengo ganas de risas Raquel de Humberto Megget con fondo de libro

Nicolás Guillén

a veces...

-- de Nicolás Guillén --

A veces tengo ganas de ser un cursi
para decir: la amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡la quiero tanto!
a veces tengo ganas de ser un niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: esta flor,
para usted.

Poema a veces... de Nicolás Guillén con fondo de libro

Manuel del Cabral

negro sin zapatos

-- de Manuel del Cabral --

Hay en tus pies descalzos graves amaneceres.
(Ya no podrán decir que es un siglo pequeño.)
El cielo se derrite rodando por tu espalda:
húmeda de trabajo, brillante de trabajo,
pero oscura de sueldo.

Yo no te vi dormido... Yo no te vi dormido...
Aquellos pies descalzos
no te dejan dormir.

ganas diez centavos, diez centavos por día.
Sin embargo,
tú los ganas tan limpios,
tienes manos tan limpias,
que puede que tu casa sólo tenga
ropa sucia,
catre sucio,
carne sucia,
pero lavada la palabra: hombre.



Jaime Sabines

cuando tengas ganas de morirte

-- de Jaime Sabines --

Esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y veras qué hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.
Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete
y ya.



César Vallejo

Heces

-- de César Vallejo --

Esta tarde llueve, como nunca; y no
tengo ganas de vivir, corazón.

Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser?
Viste gracia y pena; viste de mujer.

Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo
las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola,
más fuerte que su “No seas así!”

Mis violentas flores negras; y la bárbara
y enorme pedrada; y el trecho glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
con. Óleos quemantes el punto final.

Por eso esta tarde, como nunca, voy
con este búho, con este corazón.

Y otras pasan; y viéndome tan triste,
toman un poquito de ti
en la abrupta arruga de mi hondo dolor.

Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no
tengo ganas de vivir, corazón!



Lope de Vega

De la ignorancia en que dormí recuerdo

-- de Lope de Vega --

De la ignorancia en que dormí recuerdo
el tiempo que a la envidia tuve en poco,
pues a tenerla agora me provoco
de los que viven fuera de su acuerdo.

ganas sin sentir; sintiendo pierdo;
gozas tocando; imaginando toco;
dichoso loco, pues mereces loco
lo que jamás he merecido cuerdo.

Si es loco Amor, ¿por qué soy yo tenido
por cuerdo?. Y si soy cuerdo, ¿qué procura
Amor con tanta fuerza en mi sentido?

Loco, pues me ganaste la ventura,
troquemos el discurso, o el vestido:
toma mi seso, y dame tu locura.



Jaime Sabines

¿qué putas puedo

-- de Jaime Sabines --

¿qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿qué putas puedo hacer, tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?



Jaime Sabines

si hubiera de morir

-- de Jaime Sabines --

Palabras: árbol del pan y de la miel, ruibarbo, cocacola, zonite,cruz gamada. Y me echaría a llorar.
Uno puede llorar hasta con la palabra «excusado» si tiene ganas de llorar.
Y esto es lo que hoy me pasa. Estoy dispuesto a perder hasta las uñas,a sacarme los ojos y exprimirlos como limones sobre la taza de café.(«Te convido a una taza de café con cascaritas de ojo, corazónmío»).
Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de quese raje mi garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero,quiero decirte, vida mía, lo agradecido que estoy, por este hígadoestupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entréa tu jardín oculto sin que nadie me viera.
Lo recuerdo. Me llené el corazón de diamantes que sonestrellas caídas y envejecidas en el polvo de la tierra y lo anduvesonando como una sonaja mientras reía. No tengo otro rencor queel que tengo, y eso porque pude nacer antes y no lo hiciste.
No pongas el amor en mis manos como un pájaro muerto.



César Vallejo

Trilce: XI

-- de César Vallejo --

He encontrado a una niña
en la calle, y me ha abrazado.
Equis, disertada, quien la halló y la halle,
no la va a recordar.

Esta niña es mi prima. Hoy, al tocarle
el talle, mis manos han entrado en su edad
como en par de mal rebocados sepulcros.
Y por la misma desolación marchóse,
delta al sol tenebloso,
trina entre los dos.

“Me he casado”,
me dice. Cuando lo que hicimos de niños
en casa de la tía difunta.
Se ha casado.
Se ha casado.

Tardes años latitudinales,
qué verdaderas ganas nos ha dado
de jugar a los toros, a las yuntas,
pero todo de engaños, de candor, como fue.



César Vallejo

Trilce: XXII

-- de César Vallejo --

Es posible me persigan hasta cuatro
magistrados vuelto. Es posible me juzguen pedro.
¡Cuatro humanidades justas juntas!
Don Juan Jacobo está en hacerio,
y las burlas le tiran de su soledad,
como a un tonto. Bien hecho.

Farol rotoso, el día induce a darle algo,
y pende
a modo de asterisco que se mendiga
a sí propio quizás qué enmendaturas.

Ahora que chirapa tan bonito
en esta paz de una sola línea,
aquí me tienes,
aquí me tienes, de quien yo penda,
para que sacies mis esquinas.
Y si, éstas colmadas,
te derramases de mayor bondad,
sacaré de donde no haya,
forjaré de locura otros posillos,
insaciables ganas
de nivel y amor.

Si pues siempre salimos al encuentro
de cuanto entra por otro lado,
ahora, chirapado eterno y todo,
heme, de quien yo penda,
estoy de filo todavía. Heme!



César Vallejo

es posible me persigan hasta cuatro

-- de César Vallejo --

xxii
es posible me persigan hasta cuatro
magistrados vuelto. Es posible me juzguen pedro.
¡Cuatro humanidades justas juntas!
don juan jacobo está en hacerio,
y las burlas le tiran de su soledad,
como a un tonto. Bien hecho.
Farol rotoso, el día induce a darle algo,
y pende
a modo de asterisco que se mendiga
a sí propio quizás qué enmendaturas.
Ahora que chirapa tan bonito
en esta paz de una sola línea,
aquí me tienes,
aquí me tienes, de quien yo penda,
para que sacies mis esquinas.
Y si, éstas colmadas,
te derramases de mayor bondad,
sacaré de donde no haya,
forjaré de locura otros posillos,
insaciables ganas
de nivel y amor.
Si pues siempre salimos al encuentro
de cuanto entra por otro lado,
ahora, chirapado eterno y todo,
heme, de quien yo penda,
estoy de filo todavía. Heme!



César Vallejo

he encontrado a una niña

-- de César Vallejo --

xi
he encontrado a una niña
en la calle, y me ha abrazado.
Equis, disertada, quien la halló y la halle,
no la va a recordar.
Esta niña es mi prima. Hoy, al tocarle
el talle, mis manos han entrado en su edad
como en par de mal rebocados sepulcros.
Y por la misma desolación marchóse,
delta al sol tenebloso,
trina entre los dos.
«Me he casado»,
me dice. Cuando lo que hicimos de niños
en casa de la tía difunta.
Se ha casado.
Se ha casado.
Tardes años latitudinales,
qué verdaderas ganas nos ha dado
de jugar a los toros, a las yuntas,
pero todo de engaños, de candor, como fue.



César Vallejo

Idilio muerto

-- de César Vallejo --

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.



César Vallejo

La copa negra

-- de César Vallejo --

La noche es una copa de mal. Un silbo agudo
del guardia la atraviesa, cual vibrante alfiler.
Oye, tú, mujerzuela, ¿cómo, si ya te fuiste,
la onda aún es negra y me hace aún arder?

La Tierra tiene bordes de féretro en la sombra.
Oye, tú, mujerzuela, no vayas a volver.

A carne nada, nada
en la copa de sombra que me hace aún doler;
mi carne nada en ella,
como en un pantanoso corazón de mujer.

Ascua astral... He sentido
secos roces de arcilla
sobre mi loto diáfano caer.

Ah, mujer! Por ti existe
la carne hecha de instinto. Ah mujer!

Por eso ¡oh, negro cáliz! aun cuando ya te fuiste,
me ahogo con el polvo;
y piafan en mis carnes más ganas de beber!



César Vallejo

Ágape

-- de César Vallejo --

Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.

Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!



Vital Aza

La confesión

-- de Vital Aza --

LA CONFESIÓN

–¡Señor cura! ¡Señor cura!
¿Qué tendré en mi corazón,
que a veces siento dulzura
y otras tanta agitación?
¿Qué tendré que el alma mía
ríe y llora sin cesar,
y a veces siento alegría
y otras me mata el pesar?
¿Qué tendré, que aquí en las sienes
llega el calor a abrasarme?...
–¡Hija mía, lo que tienes
es ganas de fastidiarme!



Andrés Eloy Blanco

Luna de abril

-- de Andrés Eloy Blanco --

Luna de abril, descotada,
con aguazal circunscrito,
desnuda, con desnudez
pura de pecho con niño.
Luna llena, ubre de vaca,
con lucero becerrillo;
¡qué puro se pone el pecho
cuando se le cuelga el niño!

Esta noche yo no siento
ni sombra de odio por nadie
ni pena de verme preso,
ni ganas de que me quiten
los grillos que me pusieron.

Nada hay más impuro, nada,
que el pecho de las mujeres,
pero no hay nada más puro
ni mejor para mirarlo
que un pecho fuera del pecho
y un niño al lado.



Andrés Eloy Blanco

Luna de abril (poema)

-- de Andrés Eloy Blanco --

Luna de abril, descotada,
con aguazal circunscrito,
desnuda, con desnudez
pura de pecho con niño.
Luna llena, ubre de vaca,
con lucero becerrillo;
¡qué puro se pone el pecho
cuando se le cuelga el niño!

Esta noche yo no siento
ni sombra de odio por nadie
ni pena de verme preso,
ni ganas de que me quiten
los grillos que me pusieron.

Nada hay más impuro, nada,
que el pecho de las mujeres,
pero no hay nada más puro
ni mejor para mirarlo
que un pecho fuera del pecho
y un niño al lado.



Mario Benedetti

viceversa

-- de Mario Benedetti --

Martín santomé
tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.



Nicolás Guillén

una fría mañana...

-- de Nicolás Guillén --

Pienso en la fría mañana en que te fui a ver,
allá donde la habana quiere irse en busca del campo,
allá en tu suburbio claro.
Yo con mi botella de ron
y el libro de mis poemas en alemán,
que al fin te regalé.
(¿O fue que te quedaste con él?)
perdóname, pero aquel día
me pareciste una niñita sola,
o quizás un pequeño gorrión mojado.
Tuve ganas de preguntarte:
¿y tu nido? ¿y tus padres?
pero no habría podido.
Desde el abismo de tu blusa,
como dos conejillos caídos en un pozo,
me ensordecían tus senos con sus gritos.



Juan Gelman

tiempo

-- de Juan Gelman --

Perro de mí, me arrojo de comer
olas de oro, cristales, esmeraldas humanas,
las ciudades que tiemblan más allá de estos
límites
estallan como el fósforo en los mares nocturnos,
rostros de amor más grandes que este amor
eléctricos se encienden se apagan adelante,
los navegantes de la sombra
hemos crecido hasta mil años de ganas de vivir,
moriremos pequeños y paciencia,
apenas aprendices del amor.



Juan Ramón Jiménez

voces de mi copla viii un clima

-- de Juan Ramón Jiménez --

viii - un clima
está el cielo tan bello,
que parece la tierra.
(Dan ganas de volver
los pies y la cabeza.)



Julio Flórez

A un niño (Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

Dime, niño adorado de los labios de rosa, de ojos grandes y verdes como el verde del mar: De qué estrella caíste y en qué trágica fosa: Tan bello eres que, al verte, dan ganas de llorar.

Tal vez porque al mirarte con tan hondo cariño, pienso en el mal del mundo, pienso en tu porvenir ¡Los niños tan hermosos como tú, dulce niño, no debieran ser hombres, se debieran morir.



Evaristo Carriego

La dulce voz que oímos todos los días

-- de Evaristo Carriego --

¡Tienes una voz tan dulce!...
Yo no sé por qué será:
te oímos y nos dan muchas
ganas de quererte más.
Tienes una voz tan dulce
y una manera de hablar,
que aunque a veces tú también
estés triste de verdad
haces reir a abuelita
cuando ella quiere llorar.
¡Y ninguno sabe en donde
encuentras tanta bondad
para poder decir unas
cosas que nos gustan más! — ...
¡Si vieras como nos gusta!
No te habrás de imaginar
lo mucho que sufriremos



Evaristo Carriego

Ratos buenos

-- de Evaristo Carriego --

Está lloviendo paz. ¡ Qué temas viejos
reviven en las noches de verano!...
Se queja una guitarra, allá, a lo lejos,
y mi vecina hace reir el piano.

Escucho, fumo y bebo, mientra el fino
teclado da otra vez su sinfonía:
El cigarro, la música y el vino,
familiar, generosa trilogía...

...¡Tengo unas ganas de vivir la riente
vida de placidez que me rodea!
Y por eso quizás, inútilmente,
en el cerebro un cisne me aletea...

¡Qué bien se está, cuando el ensueño en una
tranquila plenitud se ve tan vago!...
¡Oh, quien pudiera diluir la Luna
y beberla en la copa, trago a trago!



Federico García Lorca

En el instituto y en la universidad

-- de Federico García Lorca --

La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.

Dime
si el aire te lo dice.
Mañanita fría
yo me puse triste,
y luego me entraron
ganas de reírme.
No te conocía.
Sí me conociste.
No me conociste.
Ahora entre los dos
se alarga impasible,
un mes, como un
biombo de días grises.

La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.



José Hierro

caballero de otoño tierra sin nosotros (1947)

-- de José Hierro --

Viene, se sienta entre nosotros,
y nadie sabe quién será,
ni por qué cuando dice nubes
nos llenamos de eternidad.
Nos habla con palabras graves
y se desprenden al hablar
de su cabeza secas hojas
que en el viento vienen y van.
Jugamos con su barba fría.
Nos deja frutos. Torna a andar
con pasos lentos y seguros
como si no tuviera edad.
Él se despide. ¡Adiós! nosotros
sentimos ganas de llorar.



Ramón López Velarde

hermana, hazme llorar...

-- de Ramón López Velarde --

Hermana, hazme llorar...
Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.
Hazme llorar, hermana,
y la piedad cristiana
de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore.
El tiempo amargo de mi vida inútil.
Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar...



Ramón López Velarde

Hermana, hazme llorar

-- de Ramón López Velarde --

Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.

Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán juntos.

Hazme llorar, hermana,
y la piedad cristiana
de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore.
El tiempo amargo de mi vida inútil.

Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar...



Roque Dalton García

hora de la ceniza

-- de Roque Dalton García --

finaliza septiembre. Es hora de decirte
lo difícil que ha sido no morir.
Por ejemplo, esta tarde
tengo en las manos grises
libros hermosos que no entiendo,
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
y me cae sin motivo el recuerdo
del primer perro a quien amé cuando niño.
Desde ayer que te fuiste
hay humedad y frío hasta en la música.
Cuando yo muera,
sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
mi bandera sin derecho a cansarse,
la concreta verdad que repartí desde el fuego,
el puño que hice unánime
con el clamor de piedra que eligió la esperanza.
Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
cuando yo muera
dirán con buenas intenciones
que no supe llorar.
Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
como hoy.
Siento unas ganas locas de reír
o de matarme.



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Ariiba