Buscar Poemas con Gallardo


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Se han encontrado 12 poemas con la palabra gallardo

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Adelardo López de Ayala

A un pie

-- de Adelardo López de Ayala --

El pie más lindo que acaricia el suelo
jugaba ante mi vista complacida:
yo, con mano dichosa y atrevida,
de un espacio mayor levanté el velo.

Bella columna descubrió mi anhelo,
por los mismos amores construida,
como del recio vendaval movida,
se abre la nube, y se descubre el cielo.

Detenido en las puertas de la gloria,
aguardo a que el amor quiera propicio
dilatar en sus reinos mi victoria.

Y hoy, recordando tan gallardo indicio,
mil veces se complace mi memoria
en dibujar completo el edificio.

Poema A un pie de Adelardo López de Ayala con fondo de libro

Manuel del Palacio

Semblanzas: XIX

-- de Manuel del Palacio --

Cuando su arpada lengua se desata
Y brota de su labio la armonía,
Yo, que jamás contengo mi alegría,
Esto se llama, digo, hablar en plata.

Viene después la reflexión ingrata
Que de la mente el entusiasmo enfria,
Y encuentro en su brillante algarabía
Junto al águila real la garrapata.

Sensible corazón, gallardo estilo,
Arte, elegancia, erudición, dulzura,
De todo tiene cuando suelta el hilo.

Oyéndole se goza la ventura,
Y dice mi compadre don Camilo
Que no le falta nada... Para cura.

Poema Semblanzas: XIX de Manuel del Palacio con fondo de libro

Duque de Ribas

A Lucianela

-- de Duque de Ribas --

Cuando, al compás del bandolín sonoro
y del crótalo ronco, Lucianela,
bailando la gallarda tarantela,
ostenta de sus gracias el tesoro;

y, conservando el natural decoro,
gira y su falda con recato vuela,
vale más el listón de su chinela
que del rico Perú las minas de oro.

¡Cómo late tu seno! ¡Cuán gallardo
su talle ondea! ¡Qué celeste llama
lanzan los negros ojos brilladores!

¡Ay! Yo en su fuego me consumo y ardo,
y en alta voz mi labio la proclama
de las gracias deidad, reina de amores.

Poema A Lucianela de Duque de Ribas con fondo de libro

Duque de Ribas

A Dido abandonada

-- de Duque de Ribas --

Más bella que la flor del tamarindo
(antes que se inventara el almanaque),
luciste ¡oh Reina! tu gallardo empaque,
que tanto ha dado que decir al Pindo.

Si sólo de pensar en ti me rindo,
¿qué es de extrañar que el otro badulaque,
que huyó con tiempo del troyano ataque,
quedase, al verte, convertido en guindo?

¡Ay! su pasión fue tiro de escopeta,
que te hundió en sempiterno purgatorio,
gozándote y huyendo con vil treta.

Fue falsa su pasión como abalorio,
niño impotente al que juzgaste atleta,
y tu tálamo lecho mortuorio.



Duque de Ribas

El álamo derribado

-- de Duque de Ribas --

Gallardo alzaba la pomposa frente,
yedras y antiguas parras tremolando,
el álamo de Alcides, despreciando
la parada nube, y trueno y rayo ardiente;

cuando de la alta sierra de repente
desprendido huracán bajó silbando,
que el ancho tronco por el pie tronchando,
lo arrebató en su rápida corriente.

Ejemplo sea del mortal que en vano
se alza orgulloso hasta tocar la luna,
y se juzga seguro en su altiveza:

Cuando esté más soberbio y más ufano,
vendrá un contrario soplo de fortuna
y adiós oro, poder, favor, fortuna.



Salvador Díaz Mirón

a la señorita sofia martínez

-- de Salvador Díaz Mirón --

Traigo por la cadena un bello tigre hircano
que a tu neurosis, harta de júbilos de miel,
inspira un acre gusto: el de pasar la mano
por la incitante felpa de la vistosa piel.

Felino que figura el estro a que sonríes,
el numen que me alienta, gallardo y fiero al par
y que gruñendo lame tus breves borceguíes,
cual por el flujo a veces en la ribera el mar!



Salvador Díaz Mirón

A la señorita Sofía Martínez

-- de Salvador Díaz Mirón --

Traigo por la cadena un bello tigre hircano
Que a tu neurosis, harta de júbilos de miel,
Inspira un acre gusto: el de pasar la mano
Por la incitante felpa de la vistosa piel.

Felino que figura el estro a que sonríes,
El numen que me alienta, gallardo y fiero al par
Y que gruñendo lame tus breves borceguíes,
Cual por el flujo a veces en la ribera el mar!



Vicente Espinel

Concédese al amador

-- de Vicente Espinel --

Concédese al amador
En descuento de su llama,
Que sin señalar la dama
Pueda decir el favor.

Antes al que era callado
Y guardaba mas secreto,
Le tenian por mas discreto,
Y mas bien enamorado;
Mas ya concede el amor,
Pues no se ofende la fama,
Que sin señalar, c.

Y no me parece injusto
Haberse en esto alargado,
Pues el bien comunicado
Causa mas contento y gusto:
Y es muy gallardo primor
Con que se aumenta la llama,
Que sin señalar, c.

Al menos yo por mí hallo
(Y hay muchos de mi opinion)
Que el bien de un alta ocasion
Si decillo no es gozallo,
Porque se aumenta el valor
Si dan licencia al que ama,
Que sin señalar la dama
Pueda decir el favor.



Vicente García de la Huerta

Disculpa de una injusta desconfianza

-- de Vicente García de la Huerta --

Perdona, Lisa mía, la extrañeza,
si en dicha que es mayor que la esperanza,
en idioma de mi desconfianza
lastima tus oídos mi fineza,

que hiciera agravio a la mayor belleza,
si tranquilo en mi torpe confianza
no temiera en mis dichas la mudanza
que tu mérito inspira y mi rudeza.

Disculpe tu gallardo entendimiento
mis tiernos siempre apasionados modos,
dialecto del temor más importuno,

nacido de mi fiel conocimiento;
que, aunque gloria mayor logro de todos,
también merezco menos que ninguno.



Vital Aza

Iba la Belleza un día

-- de Vital Aza --

IBA LA BELLEZA UN DÍA...

EN UN ÁLBUM

Iba la Belleza un día
con sonrisa placentera
corriendo por la pradera
que el verde césped cubría,

cuando a la sombra tendido
de un árbol muy corpulento,
se encontró con el Talento,
joven gallardo y fornido.

Sintiendo amante rubor,
un instante se miraron,
y en sus ojos expresaron
la intensidad de su amor.

Y cuando ya los sonrojos
del primer rubor cedieron,
con los labios se dijeron
mucho más que con los ojos.

Y cifrando su fortuna
en la pasión que sentían,
ambos al cielo pedían
fundir sus almas en una.

Dios compasivo que oyó
su amoroso pensamiento,
a sus ruegos accedió,
y en ti niña, Dios juntó
la Belleza y el Talento.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 30

-- de Francisco de Quevedo --

Hay en sicilia una famosa fuente
que en piedra torna cuanto moja y baña,
de donde huye la ligera caña
el vil rigor del natural corriente.
Y desde el pie gallardo hasta la frente,
anaxar(e)te, de dureza extraña,
convertida fue en piedra, y en españa
pudiera dar ejemplo más patente.
Mas donde vos estáis es excusado
buscar ejemplo en todas las criaturas,
pues mis quejas jamás os ablandaron.
Y al fin estoy a creer determinado
que algún monte os parió de entrañas duras,
o que en aquesta fuente os bautizaron.



Carlos Guido y Spano

Amira

-- de Carlos Guido y Spano --

¿Conocéis a la rubia y tierna Amira?
¡Qué belleza, qué flor, qué luz, qué fuego!
Su andar se ajusta al ritmo de la lira,
Hay en su voz la suavidad de un ruego.

El flamenco nadando en la laguna
Entre el verde juncal, no es más gallardo:
Espira un vago resplandor de luna,
Tiene la fresca palidez del nardo.

Hace soñar; la mente se colora
De su candor al virginal destello;
Se sueña con las rosas, con la aurora,
Con las hebras de luz de su cabello.

Parece que un espíritu celeste
Siguiéndola invisible la perfuma,
Y que su blanca y ondulante veste
Por el aire agitada hiciese espuma.

Ayer la vi pasar en lontananza,
E imaginó mi alma entristecida,
Era el ángel de la última esperanza
Que buscaba, el sepulcro de mi vida.



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