Buscar Poemas con Gafas


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra gafas

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Alberti

EL TONTO DE RAFAEL

-- de Alberti --

Por las calles, ¿quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tonto llovido del cielo,
del limbo, sin un ochavo.
Mal pollito colipavo,
sin plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pic!, pica, y al vuelo
todos le pican a él.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tan campante, sin carrera,
no imperial, sí tomatero,
grillo tomatero, pero
sin tomate en la grillera.
Canario de la fresquera,
no de alcoba o mirabel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tontaina tonto del higo,
rodando por las esquinas
bolas, bolindres, pamplinas
y pimientos que no digo.
Mas nunca falta un amigo
que le mendigue un clavel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Patos con gafas, en fila,
lo raptarán tontamente
en la berlina inconsciente
de San Jinojito el lila.
¿Qué runrún, qué retahíla
sube el cretino eco fiel?
¡Oh, oh, pero si es aquél
el tonto de Rafael!

Poema EL TONTO DE RAFAEL de Alberti con fondo de libro

Luis Cañizal de la Fuente

el mirar de los ojos isósceles

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Se comprende lo que es la infelicidad de la vida humana viendo a schubert quitarse los espejuelos. La compasión que suscitan unos ojos miopes recién despojados de sus gafas. Empujan al suspiro. El suspiro empaña los espejuelos. Ante ese no ver absolutamente nada, los ojos se elevan al cielo, pacientes y súplices. Etcétera. ¡Y pensar que todo empezó con el gachoneo e insinuación de un minué!pero ya se vio que el siguiente paso iba a acabar en lágrimas:
...Cuando el suspiro de disnea
va cayendo en cadencia de minueto,
que te sientes morir la muerte chica
y nunca acabas de llegar al cielo.

Poema el mirar de los ojos isósceles de Luis Cañizal de la Fuente con fondo de libro

Enrique Álvarez Henao

Gota de agua

-- de Enrique Álvarez Henao --

Penetra el viejo sabio al gabinete
a recordar su ciencia micrográfica,
y sobre el transparente porta-objeto
coloca una brillante gota de agua.

La somete al examen microscópico
y la escudriña con febril mirada,
y torna a ver lo que en antiguos tiempos:
monstruos enormes de figuras raras.

Y remira esa hambrienta turbamulta
de infusorios de formas tan fantásticas,
y ve que unos a otros se devoran
como en los mares de la especie humana.

Abandona de pronto el microsopio
y murmura, calándose las gafas:
¡ cuántos monstruos se irán también matando
ocultos en el fondo de una lágrima!...

Poema Gota de agua de Enrique Álvarez Henao con fondo de libro

Félix María Samaniego

El inquisidor y la supuesta hechicera

-- de Félix María Samaniego --

A un viejo inquisidor es presentada
una hermosa mujer, que de hechicera,
sin más motivo que la envidia fiera,
ante su tribunal fue delatada.

Al tenor de los cargos preguntada,
los niega todos. Mas con voz severa
la comprimía el juez de tal manera
que la infeliz mujer, ya sofocada:

—-Ilustrísimo, dice, esto es lo fijo;
yo de hechizos, señor, entiendo nada,
este es solo el hechizo que colijo,

dice, y alza las faldas irritada.
Monta él las gafas, y al mirarlo dijo:
—-¡Hola, hola!, ¡pues no me desagrada!



Antonio Machado

Apuntes

-- de Antonio Machado --

¿Faltaran los lirios
a la primavera
el canto a la moza
y el cuento a la abuela
y al llanto del niño
la ubre materna?
¿Los encinares del monte
son de retórica vieja
Nunca desdeñeis las cópulas
fatales. Clásicas, bellas,
del potro con la llanura,
del mar con la nave hueca,
del viento con el molino,
la torre con la cigüeña.
Riman la sed con el agua,
el fuelle con la candela,
la bruja con el rosario,
la jarra con la moneda.
Los cántaros con las fuentes
y las graciosas caderas,
y con los finos tobillos
la danza y la adolescencia.
El escudo con el brazo,
la mano con la herramienta,
y los músculos de Heracles
con el león de Nemea.
Mas si digo: hay coplas
que huelen a pesca,
o el mar huele a rosas,
sus gafas más negras
se calan los doctos
y me latinean:
¿''Risum teneatis''?
con gran suficiencia.
Y las nueve musas
se rien de veras.
Segovia 1919



Julio Herrera Reissig

La casa de Dios

-- de Julio Herrera Reissig --

Flamante con sus gafas sin muchos retintines,
ataca a sus enfermos el médico cazurro:
al bien forrado —es lógico— lo cura con latines,
y en cuanto al pobre —rápido— receta desde el burro...

Como antes, la acequia comenta en parlanchines
borbollones el mismo confidencial susurro;
la orquesta del Casino, de un arpa y tres flautines,
descerraja una polca contra el coro baturro.

El pueblo ronca viejas credenciales de gloria:
bastiones y acueductos con sus barbas de historia,
una escuela sin bancos y un hospicio en la cumbre,

criptas y humilladeros con medrosos retablos...
Y en los mismos dinteles, bajo un fanal sin lumbre,
una gran cruz de fierro para ahuyentar los diablos.



José Joaquín de Mora

Díjome Fabio que en el monte Hibleo

-- de José Joaquín de Mora --

Díjome Fabio que en el monte Hibleo
nacen como carneros las perdices,
y que Dido llevaba en las narices,
como gafas, montado un rey pigmeo.

Que casada Cenobia con Orfeo,
después de muchos cuentos y deslices,
estudiaron en Londres de aprendices,
y a todo respondí: Fabio, lo creo.

Que hay un mono en Berlín que con el rabo
sabe escribir en la pared su nombre,
y con grande primor saca una muela.

Dije, Fabio, lo creo: Mas al cabo
me contó que Damón era un gran hombre,
y entonces dijo: Fabio eso no cuela.



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