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-- de Amado Nervo --
Laudatu si, mi signore, per sor acqua...
San francisco de asís.
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
El alma del agua me ha hablado en la sombra el alma santa del agua y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema
yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de sor acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de dios.
Poema "a quien va a leer" de Amado Nervo
-- de Manuel del Palacio --
Burlándose del piélago bravío
Y de joyas magníficas cargado,
Con viento en popa y pabellón izado
Ví romper las espumas un navío.
No léjos de él inútil y vacío,
De cuatro tablas á lo más formado,
Débil esquife contemplé llevado
Por un remero sin vigor ni brio.
Súbito ruge el huracan furioso,
Y en la costa el esquife ya á cubierto
Mira estrellarse el buque poderoso:
Tal es de la fortuna el fallo cierto;
El bumilde se salva; el orgulloso
Tan sólo por milagro gana el puerto.
Poema "Super Fluminem" de Manuel del Palacio
-- de Ignacio María de Acosta --
Jugando Dorila
con un pastorcillo,
del pié de un tomillo
su planta picó
aleve una abeja,
que estaba formado
en niño vendado,
el pícaro Amor.
Sintió la zagala
al punto el veneno
correr por su seno
activo, sutil—
vagó por sus labios
preciosa sonrisa,
que el alma electriza
del tierno pastor.
Alzó los ojuelos
que amores bañaban...
Al jóven miraban
con tanta expresión...
Mas ¡cielos! la abeja
voló del tomillo,
y del pastorcillo
el seno picó...
Cubrióse de grana
su nívea mejilla—
la niña sencilla
también se turbó.
Sentáronse juntos,
habláronse tiernos,
y amantes eternos
el mundo los vió.
Poema "Amor primero" de Ignacio María de Acosta
-- de Delmira Agustini --
Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de emperador innato.
¡Amanece a mis ojos, en mis manos!
Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor. Entonces, soberanos
de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes.
Y te dejo morir. Queda en mis manos
una gran mancha lívida i sombría.
Y renaces en mí melancolía
formado de astros fríos y lejanos.
Poema "Luz púrpura con tu retrato" de Delmira Agustini
-- de Diego de Torres Villarroel --
De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrado.
De la estrechez obscura libertado,
salgo informe terrón no conocido,
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel obscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?
Poema "cuenta los pasos de la vida" de Diego de Torres Villarroel
-- de Gustavo Adolfo Bécquer --
Entre el discorde estruendo de la orgía
acarició mi oído,
como nota de lejana música,
el eco de un suspiro.
El eco de un suspiro que conozco,
formado de un aliento que he bebido,
perfume de una flor que oculta crece
en un claustro sombrío.
Mi adorada de un día, cariñosa,
¿en qué piensas? , me dijo:
en nada... ¿En nada y lloras? es que tengo alegre la tristeza y triste el vino .
Poema "rima lv" de Gustavo Adolfo Bécquer
-- de Juan Díaz Rengifo --
Ceniza espiritada, vil mixtura,
hombre de polvo, y lágrimas formado,
por ley divina a muerte condenado:
¿por qué no pones freno a tu locura?
Comienza ya a llorar con amargura,
lo mucho que a Dios tienes enojado,
la mala vida, el tiempo malgastado,
si no te quieres ver en apretura.
Llamándote está la sepultura,
lugar estrecho, do será enterrado
deleite, honra, mando y hermosura,
y cuanto en esta vida es estimado:
El alma es inmortal, y siempre dura,
en sola ella emplea tu cuidado.
Poema "Soneto continuo" de Juan Díaz Rengifo