Buscar Poemas con Flautas


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra flautas

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Julio Herrera Reissig

Terminación de la fiesta. Despedidas y quejas. Llueve. Desfile de la concurrencia

-- de Julio Herrera Reissig --

Suenan galanteos y besos y adioses:
Se marchan los Papas de ceño fruncido.
Las Brujas, los Duendes de acento fingido,
Se marchan los Reyes, se marchan los Dioses,
Y todos se marchan... Ya todos se han ido...!
Pasaron volando las cuatro Estaciones,
Los bellos Ocasos, las bellas Auroras,
Endriagos, Quimeras, Esfinges, Dragones,
Hidras y Centauros y Furias traidoras
Y Gnomos y Faunos y Meses y Horas.
Se apagan las luces. El viejo Castillo
Se esfuma, se borra. Cuatro campanadas
Da el Reloj. (Sus botas perdió Pulgarcillo
Y una bruja loca lo lleva a la grupa).
Negras Amazonas pasan a horcajadas
En palos de escoba; y el negro corrillo
De sombras eternas zumbando se agrupa...!
Zumbando se agrupa...!
(Llueve). Los Ciclones tocan en sus flautas
Su inmenso silbido.
Los viejos Ciclones tocan en sus flautas,
las Sirenas lloran, las Ninfas se quejan.
(El viejo Patriarca se queda dormido).
Pasan Unicornios, Monstruos y Argonautas...
Ya todos se han ido, ya todos se alejan,
Ya todos se alejan, ya todos se han ido...
Se quejan
se alejan...
Se han ido...!

Poema Terminación de la fiesta. Despedidas y quejas. Llueve. Desfile de la concurrencia de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Amado Nervo

las voces del agua

-- de Amado Nervo --

Mi gota busca entrañas de roca y las perfora.
En mi flota el aceite que en los santuarios vela.
Por mi raya el milagro de la locomotora
la pauta de los rieles. Yo pinto la acuarela.
Mi bruma y tus recuerdos son por extraño modo
gemelos; ¿no ves como lo divinizan todo?
yo presto vibraciones de flautas prodigiosas
al cristal de los vasos. Soy triaca y enfermera
en las modernas clínicas. Y yo, sobre las rosas
turiferario santo del alba en primavera.
Soy pródiga de fuerza motriz en mi caída.
Yo escarcho los ramajes. Yo en tiempos muy remotos
dí un canto a las sirenas. Yo, cuando estoy dormida,
sueño sueños azules, y esos sueños son lotos.
Poeta, que por gracia del cielo nos conoces,
¿no cantas con nosotras?
¡sí canto, hermanas voces!

Poema las voces del agua de Amado Nervo con fondo de libro

Jaime Torres Bodet

invitación al viaje I

-- de Jaime Torres Bodet --

Por el caminito
de la tarde clara,
con las manos juntas,
vámonos amada.
Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.
Cogeremos rosas,
cortaremos ramas,
buscaremos nidos,
romperemos bayas...
Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace dulce el alma.
Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas claras...
Bajo el cielo de oro,
hay en la montaña
una encina negra
que hace oscura el alma:
subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...
Otoño nos cita
con su son de flautas:
vámonos al bosque
de la sien de plata,
besaré tu boca
con mi boca amarga:
vámonos cantando
por la tarde clara.

Poema invitación al viaje I de Jaime Torres Bodet con fondo de libro

Jaime Torres Bodet

invitación al viaje II

-- de Jaime Torres Bodet --

Con las manos juntas,
en la tarde clara,
vámonos al bosque
de la sien de plata.

Bajo los pinares,
junto a la cañada,
hay un agua limpia
que hace limpia el alma.

Bajaremos juntos,
juntos a mirarla
y a mirarnos juntos
en sus ondas rápidas...

Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas...

Otoño nos cita
con un son de flautas:
vamos a buscarlo
por la tarde clara.



Pablo Neruda

entierro en el este

-- de Pablo Neruda --

Yo trabajo de noche, rodeado de ciudad,
de pescadores, de alfareros, de difuntos quemados
con azafrán y frutas, envueltos en muselina escarlata:
bajo mi balcón esos muertos terribles
pasan sonando cadenas y flautas de cobre,
estridentes y finas y lúgubres silban
entre el color de las pesadas flores envenenadas
y el grito de los cenicientos danzarines
y el creciente monótono de los tam-tam
y el humo de las maderas que arden y huelen.
Porque una vez doblado el camino, junto al turbio río,
sus corazones, detenidos o iniciando un mayor movimiento,
rodarán quemados, con la pierna y el pie hechos fuego,
y la trémula ceniza caerá sobre el agua,
flotará como ramo de flores calcinadas
o como extinto fuego dejado por tan poderosos viajeros
que hicieron arder algo sobre las negras aguas, y devoraron
un alimento desaparecido y un licor extremo.



Medardo Ángel Silva

Danse d'Anitra

-- de Medardo Ángel Silva --

A Juan Verdesoto

Va ligera, va pálida, va fina,
cual si una alada esencia poseyera.
Dios mío, esta adorable danzarina
se va a morir, se va a morir ... Se muere.

Tan aérea, tan leve, tan divina,
se ignora si danzar o volar quiere;
y se torna su cuerpo un ala fina,
cual si el soplo de Dios lo sostuviere.

Sollozan perla a perla cristalina
las flautas en ambiguo miserere ...
Las arpas lloran y la guzla trina ...
¡Sostened a la leve danzarina,
porque se va a morir... Porque se muere!



Federico García Lorca

El diamante

-- de Federico García Lorca --

El diamante de una estrella
Ha rayado el hondo cielo,
Pájaro de luz que quiere
Escapar del universo
Y huye del enorme nido
Donde estaba prisionero
Sin saber que lleva atada
Una cadena en el cuello.

Cazadores extrahumanos
Están cazando luceros,
Cisnes de plata maciza
En el agua del silencio.

Los chopos niños recitan
La cartilla. Es el maestro
Un chopo antiguo que mueve
Tranquilo sus brazos viejos.

Ahora en el monte lejano
jugarán todos los muertos
a la baraja. ¡Es tan triste
la vida en el cementerio!

¡Rana, empieza tu cantar!
¡Grillo, sal de tu agujero!
Haced un bosque sonoro
Con vuestras flautas. Yo vuelo
Hacia mi casa intranquilo.

Se agitan en mi recuerdo
Dos palomas campesinas
Y en el horizonte, lejos,
Se hunde el arcaduz del día.
¡Terrible noria del tiempo!



José Cadalso

a la muerte de filis II

-- de José Cadalso --

En lúgubres cipreses
he visto convertidos
los pámpanos de baco
y de venus los mirtos;
cual ronca voz del cuervo
hiere mi triste oído
el siempre dulce tono
del tierno jilguerillo;
ni murmura el arroyo
con delicioso trino;
resuena cual peñasco
con olas combatido.
En vez de los corderos
de los montes vecinos
rebaños de leones
bajar con furia he visto;
del sol y de la luna
los carros fugitivos
esparcen negras sombras
mientras dura su giro;
las pastoriles flautas,
que tañen mis amigos,
resuenan como truenos
del que reina en olimpo.
Pues baco, venus, aves,
arroyos, pastorcillos,
sol, luna, todos juntos
miradme compasivos,
y a la ninfa que amaba
al infeliz narciso,
mandad que diga al orbe
la pena de dalmiro.



José Lezama Lima

bahía de la habana

-- de José Lezama Lima --

Al pie de las murallas
el aire tartamudo
desliza sus sirenas,
plata mansa sin hoy
mana sus lunares
entre lunas cansadas
sin balcones. ¿Qué será,
qué será? bajo el arco
y pestañas, la tarde,
-codorniz de ceilán-
rompe en flechas sus colores.
Descuidas las islas
pie ligero y concha reciente,
de sonrisas y flautas,
sobre faldas tan lindas
pasajeros con cintas
y mañanas redondas!
verdinegros incógnitos
los celos de la noche
¿qué será, qué será?
el alfiler del rocío
redobles del aire tierno,
se extingue en ay, ay, ay, ay.
La sorpresa de la rosa en el agua,
vida entre vidas,
la rechazan las olas
con heridas sin gritos.
Las estrellas se mecen
al compás que no existe
del agua amanecida,
y así puede mecer
a los niños de arabia,
con heridas y gritos.
Y loca entre balcones
la tarde recurvando,
empina entre algodones
su voz que ni se escucha
perdida entre latidos:
¿qué será, qué será?



Ramón López Velarde

Domingos de provincia

-- de Ramón López Velarde --

En los claros domingos de mi pueblo es costumbre
Que en la plaza descubran las gentiles cabezas
Las mozas, y sus ojos reflejan dulcemente
Y la banda del kiosco toca lánguidas piezas.

Y al caer sobre el pueblo la noche ensoñadora,
Los amantes se miran con la mejor mirada
Y la orquesta en sus flautas y violín atesora
Mil sonidos románticos en la noche enfiestada.

Los días de guardar en los pueblos provincianos
Regalan al viandante gratos amaneceres
En que frescos rostros, el Lavalle en las manos,

Camino de la iglesia van las mozas aprisa;
Que en los días festivos, entre aquellas mujeres
No hay una cara hermosa que se quede sin misa.



Rubén Darío

Epitalamio bárbaro

-- de Rubén Darío --

L alba aun no aparece en su gloria de oro.
Canta el mar con la música de sus ninfas en coro
Y el aliento del campo se va cuajando en bruma.
Teje la náyade el encaje de su espuma
Y el bosque inicia el himno de sus flautas de pluma.



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