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Se han encontrado 21 poemas con la palabra fiestas

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Anastasio Pantaleón a unas fiestas

-- de Anastasio Pantaleón de Ribera --

Rompio, Clori, tres astas en el toro
Gauiria el moço tan de lleno en lleno,
que dexó desluçida en el terreno
qualquier lanzada del izquierdo moro.
Fue de las fiestas con igual decoro
explorado el taladro y el barreno,
la Beatitud de Bonifaçio onçeno,
cuyo tremendo pie postrado adoro.
Erraronse las cañas, y con ellas
su caracol a justiçiar fue visto
en la plaça sin misas y sin credos.
Estas cañitas, Clori, son aquellas
que en llegando a madrid el antichristo,
incará por las yemas de los dedos.
Despues de tantos miedos
de este impuro vestiglo,
tendra final consumaçion el siglo.
Paciencia, yemas mias,
que ello se an de cumplir las profeçias.»

Poema Anastasio Pantaleón a unas fiestas de Anastasio Pantaleón de Ribera con fondo de libro

Antonio Machado

Crear fiestas de amores

-- de Antonio Machado --

Crear fiestas de amores
en nuestro amor pensamos,
quemar nuevos aromas
en montes no pisados,
y guardar el secreto
de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida
vacías nuestras copas conservamos,
mientras con eco de cristal y espuma
ríen los zumos de la vid dorados.
Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario
silba burlón...
Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro vaso...
Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente la humedad del jardín como un halago.

Poema Crear fiestas de amores de Antonio Machado con fondo de libro

Lope de Vega

Cubran tus aguas, Betis caudaloso

-- de Lope de Vega --

Cubran tus aguas, Betis caudaloso,
las galeras de Italia y españolas,
de Sevilla a Triana formen solas,
por una y otra margen, puente hermoso.

Las naves indias, con metal precioso
más hinchadas que de aire sus ventolas,
tu pecho opriman libre de las olas
del mar, en la Bermuda riguroso.

Apenas des lugar para los barcos,
y, en el mejor, Lucinda, sin memoria,
honre tus fiestas con igual presencia.

Diviértase en tus salvas, triunfos y arcos,
mientras que tengo yo por mayor gloria
peñas del Tajo, y soledad de ausencia.

Poema Cubran tus aguas, Betis caudaloso de Lope de Vega con fondo de libro

Jaime Sabines

el peatón

-- de Jaime Sabines --

El peatón
se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunosenterados, que jaime sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta.O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.
Le llega la noticia a jaime y éste se alegra: ¡quémaravilla! ¡soy un poeta! ¡soy un poeta importante!¡soy un gran poeta!
convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero enla calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta.¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, oun resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas?
¡dios mío!, dice jaime. Tengo que ser papá o marido,o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera,de peatón.
¡Eso es!, dice jaime. No soy un poeta: soy un peatón.
Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulcey tranquila.



Jaime Sabines

los días inútiles

-- de Jaime Sabines --

Los días inútiles son como una costra
de mugre sobre el alma.
Hay una asfixia lenta que sonríe,
que olvida, que se calla.
¿Quién me pone estos sapos en el pecho
cuando no digo nada?
hay un idiota como yo andando,
platicando con gentes y fantasmas,
echándose en el lodo y escarbando
la mierda de la fama.
Puerco de hocico que recita versos
en fiestas familiares, donde mujeres sabias
hablan de amor, de guerra,
resuelven la esperanza.
Puerco del mundo fácil
en que el engaño quiere hacer que engaña
mientras ácidos lentos
llevan el asco a la garganta.
Hay un hombre que cae días y días
de pie, desde su cara,
y siente que en su pecho van creciendo
muertes y almas.
Un hombre como yo que se avergüenza,
que se cansa,
que no pregunta porque no pregunta
ni quiere nada.
¿Qué viene a hacer aquí tanta ternura fracasada?
¡díganle que se vaya!



Jaime Torres Bodet

la doble

-- de Jaime Torres Bodet --

Era de noche tan rubia
como de día morena.
Cambiaba, a cada momento
de color y de tristeza,
y en jugar a los reflejos
se le iba la existencia,
como el niño que, en el mar,
quiere pescar una estrella
y no la puede tocar
porque su mano la quiebra.
De noche, cuando cantaba,
olía su cabellera
a luz, como un despertar
de pájaros en la selva,
y si cantaba en el sol
se hacía su voz tan lenta,
tan íntima, tan opaca,
que apenas iluminaba
el sitio que, entre la yerba,
alumbra al amanecer
el brillo de una luciérnaga.
¡Era de noche tan rubia
y de día tan morena!
suspiraba sin razón
en lo mejor de las fiestas
y, puesta frente a la dicha,
se equivocaba de puerta.
No se atrevía a escoger
entre el oro de la mies
y el oro de la hoja seca,
y tal vez por eso no
supe jamás entenderla,
porque de noche era rubia
y de mañana morena...



Jorge Luis Borges

al vino

-- de Jorge Luis Borges --

En el bronce de homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.
Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el ritón del griego al cuerno del germano.
En la aurora ya estabas. A las generaciones
les diste en el camino tu fuego y tus leones.
Junto a aquel otro río de noches y de días
corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,
vino que como un éufrates patriarcal y profundo
vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.
En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
una roja metáfora de la sangre de cristo.
En las arrebatadas estrofas del sufí
eres la cimitarra, la rosa y el rubí.
Que otros en tu leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.
Sésamo con el cual antiguas noches abro
y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.
Vino del mutuo amor o la roja pelea,
alguna vez te llamaré. Que así sea.



Emilio Bobadilla

París en la guerra

-- de Emilio Bobadilla --

Emporio voluptuoso de fiestas y placeres,
de artísticos torneos, de decadentes vicios;
para la carne, ardores de exquisitas mujeres,
y para el pensamiento complejos artificios.

La germánica ira tu esplendor amenaza
y en tu cara de pronto la risa se congela;
en el aire sereno siniestros giros traza
el avión traicionero que en torno tuyo vuela.

La orgía —ola de lujo, de músicas y besos—,
el pavor paraliza en medio de la noche.
¡Adiós, horas febriles de lúbricos excesos!

Huyen de ti, empujados por militares leyes,
millonarios y pobres, en tren, a pie o en coche,
y hoy pacen en tu bosque de Bolonia los bueyes...



Ernesto Cardenal

epigrama XXIV

-- de Ernesto Cardenal --

De estos cines
claudia, de estas fiestas,
de estas carreras
de caballos,
no quedará nada
para la posteridad
sino los versos de
ernesto cardenal
para claudia
(si acaso)
y el nombre de claudia
que yo puse en esos versos
y los de mis rivales
si es que yo
decido rescatarlos
del olvido, y los incluyo
en mis versos
para ridiculizarlos.



José María Eguren

los muertos

-- de José María Eguren --

Los nevados muertos,
bajo triste cielo,
van por la avenida
doliente que nunca termina.

Van con mustias formas
entre las auras silenciosas,
y de la muerte dan el frío
a sauces y lirios.

Lentos brillan blancos
por el camino desolado.
Y añoran las fiestas del día
y los amores de la vida.

Al caminar los muertos una
esperanza buscan:
y miran sólo la guadaña,
la triste sombra ensimismada.

En yerma noche de las brumas
y en el penar y la pavura,
van los lejanos caminantes
por la avenida interminable.



Félix María Samaniego

La mercadera y el tuno

-- de Félix María Samaniego --

En un día muy festivo

estaba una mercadera

sentada en silla poltrona

a la puerta de su tienda.

Su postura era chocante

porque tenía ambas piernas

demasiado separadas,

y así con razón se lleva

la atención de los que pasan.

Entre todos uno llega

que le dice: -Señorita,

cierre usté luego la puerta,

que hoy no se puede vender

porque es de precepto fiesta.

Conociendo la tal dama

dónde el dicho se endereza,

porque era bien advertida,

respondió: -Señor Babieca,

usted no sea ignorante,

y para adelante sepa

que estos postigos se abren

tan sólo para las fiestas.

Y el tunante la replica:

-Si eso es lo que usted desea,

avise y se las haré

de la suerte que las quiera.



Gabriela Mistral

la tierra

-- de Gabriela Mistral --

Niño indio, si estás cansado,
tú te acuestas sobre la tierra,
y lo mismo si estás alegre,
hijo mío, juega con ella...
Se oyen cosas maravillosas
al tambor indio de la tierra:
se oye el fuego que sube y baja
buscando el cielo, y no sosiega.
Rueda y rueda, se oyen los ríos
en cascadas que no se cuentan.
Se oyen mugir los animales;
se oye el hacha comer la selva.
Se oyen sonar telares indios.
Se oyen trillas, se oyen fiestas.
Donde el indio lo está llamando,
el tambor indio le contesta,
y tañe cerca y tañe lejos,
como el que huye y que regresa...
Todo lo toma, todo lo carga
el lomo santo de la tierra:
lo que camina, lo que duerme,
lo que retoza y lo que pena;
y lleva vivos y lleva muertos
el tambor indio de la tierra.
Cuando muera, no llores, hijo:
pecho a pecho ponte con ella,
y si sujetas los alientos
como que todo o nada fueras,
tú escucharás subir su brazo
que me tenía y que me entrega,
y la madre que estaba rota
tú la verás volver entera.



Gabriela Mistral

corderito

-- de Gabriela Mistral --

Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.
Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.
Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.
Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.



Salvador Díaz Mirón

A mis versos

-- de Salvador Díaz Mirón --

Insensibles a fiestas y grimas
y con alas de luz de centellas,
pero esquivos a cautas doncellas,
difundíos por gentes y climas.

No sois gemas inmunes a limas
y con lampos de fijas estrellas,
sino chispas de golpes y mellas
y ardéis lascas de piedras de simas.

Pero hay siempre valer en las rimas.
Por que duran refranes? Por ellas,
y no suelen llevarlas opimas.

Id, las mías, deformes o bellas:
inspirad repugnancias o estimas,
pero no sin dejar hondas huellas.



Antonio Machado

Algunos lienzos del recuerdo tienen

-- de Antonio Machado --

Algunos lienzos del recuerdo tienen
luz de jardín y soledad de campo;
la placidez del sueño
en el paisaje familiar soñado.
Otros guardan las fiestas
de días aun lejanos;
figuras sutiles
que pone un titerero en su retablo...
.....................................
Ante el balcón florido
está la cita de un amor amargo.
Brilla la tarde en el resol bermejo...
La hiedra efunde de los muros blancos...
A la revuelta de una calle en sombra,
un fantasma irrisorio besa un nardo.



Anónimo

Romance de la muerte del conde de Niebla

-- de Anónimo --

-Dadme nuevas, caballeros,
nuevas me querais dar
de aquese conde de Niebla,
don Enrique de Guzmán,
que hace guerra a los moros,
y ha cercado a Gibraltar.
Hoy veo jergas en mi corte,
ayer vi fiestas asaz;
Si algún grande ha fallecido,
de Castilla y de mi sangre,
o don Álvaro de Luna,
el maestre y condestable.
-Ningún grande ha fallecido
ni hombre de vuestra sangre,
ni don Álvaro de Luna,
el maestre y condestable.
Mas es muerto un caballero,
que era su valor muy grande
que veredes a los moros
en cuán poco vos ternán,
Por ayudar a los suyos
podiéndose bien salvar,
por oír sólo su nombre,
por se oír sólo llamar.
Tornó en un batel pequeño
a la braveza del mar.
Don Enrique es, Rey, aqueste,
don Enrique de Guzmán:
dejad, señor, los brocados,
no querades más solaz.
El rey oyendo tal nueva
hubo en extremo pesar,
porque tan buen caballero
no se quisiera salvar;
e mandó traer su hijo,
aquel que quedado le ha,
y de Medina Sidonia
duque le fue a titular.



Francisco Villaespesa

los jardines de afrodita IV

-- de Francisco Villaespesa --

Soy un alma pagana. Adoro al dios bifronte
y persigo a las ninfas por las verdes florestas,
y me gusta embriagarme en mis líricas fiestas
con vino de las viñas del viejo anacreonte.
¡Que incendie un sol de púrpura de nuevo el horizonte;
que canten las cigarras en las cálidas siestas,
y que dancen las vírgenes al son del sistro expuestas
al violador abrazo de los faunos del monte!
¡oh, viejo pan lascivo!... Yo sigo la armonía
de tus pies, cuando danzas. Por ti amo la alegría
y las desnudas ninfas persigo por el prado.
Tus alegres canciones disipan mi tristeza,
y la flauta de caña que tañes me ha iniciado
en todos los misterios de la eterna belleza!



José Martí

es verdad...

-- de José Martí --

Es verdad. Si la máscara discreta
oculta su tormento al corazón:
nadie sabe el abismo que el poeta
en los dinteles de la vida vio.
De verde fue, magnifico y sencillo
a un suave amor su cuerpo sacudir,
y tenderse, cruzado pajecillo,
como en un nido fresco un colibrí.
De verle fue, con férvida elocuencia,
ruiseñor vocinglero, arrebatar
y luego, junto al libro de la ciencia,
¡perdonar, sonreír, aletear!
fue la pública fama su riqueza,
un martirio celeste su blasón,
y más que oro brillaba su pureza
a la luz de aquel sol que es más que sol.
Dicen que la malvada baila en fiestas
y en calma escucha el sueño de macbeth;
dicen que rompe al son de las orquestas
su corona primera de mujer:
crece a la par de la gentil doncella
el árbol puro del primer amor:
pero, sépalo al fin la infame aquella:
la pureza no da más que una flor.
El pobre mozo, los heroicos labios
pliega, como quien quiere sonreír
y en pie, volviendo a sus infolios sabios
¡adiós! llorando dice al mes de abril.



Blanca Andreu

yo te di huesos de palomas rojas

-- de Blanca Andreu --

Los muertos odian el número dos.
F. G. Lorca
yo te di huesos de palomas rojas
de palomas que alientan dentro de los rasguños
desdeñoso licor de herida
pequeño peldaño de muerte
atrapé las palomas que habitaban en la sangre alterada de los niños perversos
robé vuelos morados
vuelos de adelfa y alarido
vuelos de arteria y arañazo
espejos
fiestas
del jacinto del sur
yo te di huesos de palomas muy pequeñas
astrolabios de tierno esqueleto
guías luciérnagas y otras luces nerviosas
para que oyeras cómo el fósforo declama los viejos versos del número par
para anclarte a mi noche
para anclarte a mi noche con la cal delicada
yo te di huesos
anclas pequeñitas
para que te encallaras en la sal de las puertas
y dije las palabras que así existen
filtros de melibea
brujas líquidas
o la voz fuerte de rilke el poeta:
retenle
sí retenle.



Clemente Althaus

A París

-- de Clemente Althaus --

Nada presta tu ruido a mi contento,
París, de gente y de placeres lleno:
¡Vasta y altiva capital! no cuento
ni un solo amigo en tu gigante seno.
Gozan en ti os ojos y la mente
con lo grandioso y opulento y vario:
mas siempre gime el corazón doliente,
en ti sin alimento y solitario.
Con tus fiestas y pompas y placeres
y vasta agitación que nunca calma,
Babel segunda a mis sentidos eres,
pero eres un desierto para mi alma.



Ramón López Velarde

Alejandrinos Eclesiásticos

-- de Ramón López Velarde --

Tú, Fuensanta, me libras de los lazos del mal;
Queman mi boca exangüe de Isaías los carbones;
Por ti me dan los cielos profundas contriciones
Y el ensueño me otorga su gracia episcopal.

Para comer las viandas del convite nupcial
En que se han desposado nuestros dos corazones,
Tomo el báculo y ciño mis pies y mis riñones
Cual se hacía en las fiestas del Cordero Pascual.

Las llaves con que he abierto tu corazón, mis llaves
Sagradas son las mismas de Pedro el Pescador;
Y mis alejandrinos, por tristes y por graves,

Son como los versículos proféticos de un canto,
Y hasta las doce horas de mis días de amor
Serán los doce frutos del Espíritu Santo



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