Buscar Poemas con Estridentes


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Se han encontrado 5 poemas con la palabra estridentes

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Julián del Casal

a los estudiantes

-- de Julián del Casal --

Víctimas de cruenta alevosía,
doblasteis en la tierra vuestras frentes,
como en los campos llenos de simientes
palmas que troncha tempestad bravía.
Aún vagan en la atmósfera sombría
vuestros últimos gritos inocentes,
mezclados a los golpes estridentes
del látigo que suena todavía.
¡Dormid en paz los sueños postrimeros
en el seno profundo de la nada,
que nadie ha de venir a perturbaros;
los que ayer no supieron defenderos
sólo pueden, con alma resignada,
soportar la vergüenza de lloraros!

Poema a los estudiantes de Julián del Casal con fondo de libro

Pablo Neruda

entierro en el este

-- de Pablo Neruda --

Yo trabajo de noche, rodeado de ciudad,
de pescadores, de alfareros, de difuntos quemados
con azafrán y frutas, envueltos en muselina escarlata:
bajo mi balcón esos muertos terribles
pasan sonando cadenas y flautas de cobre,
estridentes y finas y lúgubres silban
entre el color de las pesadas flores envenenadas
y el grito de los cenicientos danzarines
y el creciente monótono de los tam-tam
y el humo de las maderas que arden y huelen.
Porque una vez doblado el camino, junto al turbio río,
sus corazones, detenidos o iniciando un mayor movimiento,
rodarán quemados, con la pierna y el pie hechos fuego,
y la trémula ceniza caerá sobre el agua,
flotará como ramo de flores calcinadas
o como extinto fuego dejado por tan poderosos viajeros
que hicieron arder algo sobre las negras aguas, y devoraron
un alimento desaparecido y un licor extremo.

Poema entierro en el este de Pablo Neruda con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

La casa de la montaña

-- de Julio Herrera Reissig --

Ríe estridentes glaucos el valle; el cielo franca
risa de azul; la aurora ríe su risa fresa;
y en la era en que ríen granos de oro y turquesa,
exulta con cromático relincho una potranca...

Sangran su risa flores rojas en la barranca;
en sol y cantos ríe hasta una oscura huesa;
en el hogar del pobre ríe la limpia mesa,
y allá sobre las cumbres la eterna risa blanca...

Mas nada ríe tanto, con risas tan dichosas.
Como aquella casuca de corpino de rosas
y sombrero de teja, que ante el lago se aliña...

¿Quién la habita...? Se ignora. Misteriosa y huraña
se está lejos del mundo sentada en la montaña,
y ríe de tal modo que parece una niña.

Poema La casa de la montaña de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

La siega

-- de Julio Herrera Reissig --

La mocedad que acude, briosa, de las campañas,
a los mutuos apremios, puja a las maravillas:
ellos, los mocetones torvos, con las guadañas,
y ellas con las tijeras fáciles, en cuclillas...

Unos apilan mieses, otros atan gavillas,
muchos juegan o comen tortas en las cabañas,
mientras el vecindario pobre de las orillas
espigaen los rastrojos mustios y entre las cañas.

Hacia la era, inválidos, bajo una gloria de oro,
vacilan los vehículos en su viaje sonoro...
Cien rapazuelos llueven ágiles sus guijarros,

en medio de estridentes júbilos de ludibrio,
y al fin, restableciendo todos el equilibrio,
fáciles sabandijas, cuélganse de los carros.



José Juan Tablada

El alba en la gallera

-- de José Juan Tablada --

Al alba los gallos norteños
cantan en sordina y en sueños.

Para el kikirikí
de los gallos del Sur
las estrellas del alba son grandos de maíz
del cielo en la plazuela escampada y azul...

Clarinería. Clangor.
Por la clarinada superior
cada clarín porfía.

Diana de la Gallera,
tempranero rumor
de un Regimiento de Caballería...

De noche cuando el último
castillo se ha quemado,
sentimos entre sueños,
solferinos, azules y blancos
cohetes voladores
cuando cantan los gallos...

En tu insomnio, alma llena de feria,
¿no oíste cantar a aquel gallo
que arrojaba al cielo las onzas
del Siete de Oros?

Yo miré ese nocturno albur y luego vi
cayendo en la negrura del espacio
es polvo de oro y bruma de topacio,
las cuatro notas de kikirikí...

Gallera sinfónica,
entre tus clarines estridentes o roncos
se fuga un azorado relincho
como la estampida del potro,

y domésticos o rurales
discurren los otros rumores
de la mañana pueblerina,
leves, como el agua que corre...



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