Buscar Poemas con Espino


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Se han encontrado 13 poemas con la palabra espino

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Carolina Coronado

el espino

-- de Carolina Coronado --

Yo no quiero de los campos
los árboles ni las parras
ni la multitud vistosa
de sus bellísimas plantas;
pero un espino florido
que hay, emilio, entre las zarzas,
es la envidia de mis ojos
la codicia de mi alma.
Viste su tronco ramaje
de verdes hojas lozanas.
Y entre sus brazos airosos
flores como espumas alza.
Más ansiosa que la abeja
es su perfume embriagada
vago errante, sin aliento
en torno de sus guirnaldas.
Mas, tiendo en vano los brazos
que antes que llegue a alcanzarlas
las punzadoras espinas
de sus ramos me desgarran.
Huye la flor de mis manos;
crece de mi pecho el ansia;
la flor queda en el espino
y en el espino mis lágrimas.

Poema el espino de Carolina Coronado con fondo de libro

Gabriela Mistral

el espino

-- de Gabriela Mistral --

El espino prende a una roca
su enloquecida contorsión,
y es el espíritu del yermo,
retorcido de angustia y sol.
La encina es bella como júpiter,
y es un narciso el mirto en flor.
A él lo hicieron como a vulcano,
el horrible dios forjador.
A él lo hicieron sin el encaje
del claro álamo temblador,
porque el alma del caminante
ni le conozca la aflicción.
De las greñas le nacen flores.
(Así el verso le nació a job.)
Y como el salmo del leproso,
es de agudo su intenso dolor.
Pero aunque llene el aire ardiente
de las siestas su exhalación,
no ha sentido en su greña oscura
temblarle un nido turbador...
Me ha contado que me conoce,
que en una noche de dolor
en su espeso millón de espinas
magullaron mi corazón.
Le he abrazado como a una hermana,
cual si agar abrazara a job,
en un nudo que no es ternura,
porque es más ¡desesperación!

Poema el espino de Gabriela Mistral con fondo de libro

Antonio Machado

A José María Palacio

-- de Antonio Machado --

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aun las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...
Baeza, 29 de Abril de 1913

Poema A José María Palacio de Antonio Machado con fondo de libro

Leopoldo Lugones

El nido ausente

-- de Leopoldo Lugones --

Sólo ha quedado en la rama
un poco de paja mustia
y, en la arboleda, la angustia
de un pájaro fiel que llama.
Cielo arriba y senda abajo,
no halla tregua a su dolor,
y se para en cada gajo
preguntando por su amor.
Ya remonta con su queja,
ya pía por el camino
donde deja en el espino
su blanda lana la oveja.
Pobre pájaro afligido
que sólo sabe cantar
y, cantando, llora el nido
que ya nunca ha de encontrar.



Lope de Vega

¿qué armas son éstas ¿qué guïón colgado?

-- de Lope de Vega --

¿qué armas son estas?, ¿qué guïón colgado?
de general sobre este monumento?
¿celada es un espino tan sangriento?
¿pluma un azote en púrpura bañado?
¿un tosco leño es espaldar cruzado?
¿gola una soga? ¡extraño pensamiento!
dónde es la esponja bélico ornamento,
¿qué lanza al fin es arma de soldado?
más ¿ay!, que de una virgen muestra el llanto:
que son de cristo, capitán del cielo,
trofeos, y la muerte ya vencida.
Éstos adornan su sepulcro santo;
con estos ha ganado el cielo al suelo;
mató la muerte, y reparó al vida.



Lope de Vega

¿Qué armas son éstas? ¿Qué guïón colgado

-- de Lope de Vega --

¿Qué armas son estas?, ¿Qué guïón colgado
de general sobre este monumento?
¿Celada es un espino tan sangriento?
¿Pluma un azote en púrpura bañado?
¿Un tosco leño es espaldar cruzado?
¿Gola una soga? ¡Extraño pensamiento!
Dónde es la esponja bélico ornamento,
¿qué lanza al fin es arma de soldado?
Más ¿ay!, que de una Virgen muestra el llanto:
que son de Cristo, capitán del cielo,
trofeos, y la muerte ya vencida.
Éstos adornan su sepulcro santo;
con estos ha ganado el Cielo al suelo;
mató la muerte, y reparó al vida.



Lope de Vega

Tiraba rosas el Amor un día

-- de Lope de Vega --

Tiraba rosas el Amor un día
desde una peña a líquido arroyuelo,
que de un espino trasladó a su velo
en la sazón que abril las producía.

Las rosas mansamente conducía
de risco en risco el agua al verde suelo
cuando Juana llegó y al puro hielo
puso los labios de la fuente fría.

Las rosas, entre perlas y cristales,
pegáronse a los labios, tan hermosas,
que afrentaban claveles y corales.

¡Oh pinturas del cielo milagrosas!
¿quién vió jamás transformaciones tales:
beber cristales y volverse rosas?



Enrique González Martínez

cuando sepas hallar una sonrisa...

-- de Enrique González Martínez --

Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutil que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el ave y en la brisa;

cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano,
y penetres la vida y el arcano
del silencio, las sombras y la muerte;

cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos del cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos,

entonces en las flamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de asís, dirás hermano
al árbol, al celaje y a la fiera.

Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor con el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.

Sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto;

y besarás el garfio del espino
y el sedeño ropaje de las dalias. . .
Y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.



Gabriela Mistral

balada

-- de Gabriela Mistral --

Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
el besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
el irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!



Gabriela Mistral

despertar

-- de Gabriela Mistral --

Dormimos, soñé la tierra
del sur, soñé el valle entero,
el pastal, la viña crespa,
y la gloria de los huertos.
¿Qué soñaste tú mi niño
con cara tan placentera?
vamos a buscar chañares
hasta que los encontremos,
y los guillaves prendidos
a unos quioscos del infierno.
El que más coge convida
a otros dos que no cogieron.
Yo no me espino las manos
de niebla que me nacieron.
Hambre no tengo, ni sed y
sin virtud doy o cedo.
¿A qué agradecerme así
fruto que tomo y entrego?



Antonio Machado

En la desnuda tierra del camino

-- de Antonio Machado --

En la desnuda tierra del camino
la hora florida brota,
espino solitario,
del valle humilde en la revuelta umbrosa.
El salmo verdadero
de tenue voz hoy torna al corazón, y al labio,
la palabra quebrada y temblorosa.
Mis viejos mares duermen; se apagaron sus
espumas sonoras
sobre la playa estéril. La tormenta
camina lejos en la nube torva.
Vuelve la paz al cielo;
la brisa tutelar esparce aromas
otra vez sobre el campo, y aparece,
en la bendita soledad, tu sombra.



Marqués de Santillana

Illiana, la serrana de Lozoyuela

-- de Marqués de Santillana --

Después que nací,
no ví tal serrana
como esta mañana.
Allá en la vegüela
a Mata'l Espino,
en ese camino
que va a Loçoyuela,
de guissa la vy
que me fizo gana
la fruta tenprana.
Garnacha traía
de oro, presada
con broncha dorada,
que bien parecía.
A ella volví
diziendo: --"Loçana,
¿e soys vos villana?"
--"Sí soy, cavallero;
si por mí lo avedes,
decit ¿qué queredes?,
fablat verdadero."
Yo le dixe assí:
--"Juro por Santana
que no soys villana."



Julio Flórez

¡Y no temblé al mirarla!

-- de Julio Flórez --

Poem

¡Y no temblé al mirarla! El tiempo había su tez apenas marchitado; hacía tanto... Que ni de lejos la veía...

Vago tinte de aurora su semblante inundó de repente, en el instante en que me vio tan cerca... Y tan distante!...

Las luchas interiores, no los años, revelaban también sus desengaños, que absortos tuvo a todos los extraños.

Llevaba en el regazo un pobre niño, trémulo y silencioso y sin aliño, pero bello, y más blanco que un armiño.

¡Todo lo adiviné!... Y aquella hermosa que fue hasta ayer inmaculada rosa, única a quien llamado hubiera esposa...

Pero que nunca a mi reclamo vino, que me odió y en mi lóbrego camino del desprecio glacial sembró el espino;

aquella esquiva flor que en una grieta de mis ruinas nació, cual la violeta, y a un tiempo me hizo pérfido y poeta,

en el momento en que los rayos rojos del triste sol de ocaso, los despojos de la tarde alumbraban, de sus ojos

vertió al bajar del tren, como rocío, un diluvio de lágrimas... ¡Dios mío! Pero yo estaba como el mármol... ¡Frío!



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