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Se han encontrado 13 poemas con la palabra escrita

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Góngora

Valladolid, de lágrimas sois valle

-- de Góngora --

Valladolid, de lágrimas sois valle,
y no quiero deciros quién las llora,
valle de Josafat, sin que en vos hora,
cuanto más día de juicio se halle.

Pisado he vuestros muros calle a calle,
donde el engaño con la corte mora,
y cortesano sucio os hallo ahora,
siendo villano un tiempo de buen talle.

Todos sois Condes, no sin nuestro daño;
dígalo el andaluz, que en un infierno
debajo de una tabla escrita posa.

No encuentra al de Buendía en todo el año;
al de Chinchón, sí, ahora; y el invierno
al de Niebla, al de Nieva, al de Lodosa.

Poema Valladolid, de lágrimas sois valle de Góngora con fondo de libro

Jorge Luis Borges

el ápice

-- de Jorge Luis Borges --

No te habrá de salvar lo que dejaron
escrito aquellos que tu miedo implora;
no eres los otros y te ves ahora
centro del laberinto que tramaron
tus pasos. No te salva la agonía
de jesús o de sócrates ni el fuerte
siddharta de oro que aceptó la muerte
en un jardín, al declinar el día.
Polvo también es la palabra escrita
por tu mano o el verbo pronunciado
por tu boca. No hay lástima en el hado
y la noche de dios es infinita.
Tu materia es el tiempo, el incesante
tiempo. Eres cada solitario instante.

Poema el ápice de Jorge Luis Borges con fondo de libro

César Vallejo

intensidad y altura

-- de César Vallejo --

Quiero escribir, pero me sale espuma,
quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita, sin cogollo.
Quiero escribir, pero me siento puma;
quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay toz hablada, que no llegue a bruma,
no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.
Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.
Vámonos! vámonos! estoy herido;
vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.

Poema intensidad y altura de César Vallejo con fondo de libro

Octavio Paz

la palabra dicha

-- de Octavio Paz --

La palabra se levanta
de la página escrita.
La palabra,
labrada estalactita,
grabada columna,
una a una letra a letra.
El eco se congela
en la página pétrea.
Ánima,
blanca como la página,
se levanta la palabra.
Anda
sobre un hilo tendido
del silencio al grito,
sobre el filo
del decir estricto.
El oído: nido
o laberinto del sonido.
Lo que dice no dice
lo que dice: ¿cómo se dice
lo que no dice?
di
tal vez es bestial la vestal.
Un grito
en un cráter extinto:
en otra galaxia
¿cómo se dice ataraxia?
lo que se dice se dice
al derecho y al revés.
Lamenta la mente
de menta demente:
cementerio es sementero,
simiente no miente.
Laberinto del oído,
lo que dices se desdice
del silencio al grito
desoído.
Inocencia y no ciencia:
para hablar aprende a callar.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima xxvi

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Voy contra mi interés al confesarlo;
no obstante, amada mía,
pienso cual tú que una oda solo es buena
de un billete del banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
mujer al fin del siglo diez y nueve
material y prosaica... ¡Boberías!
¡voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira!
¡ladridos de los perros a la luna!
tú sabes y yo se que en esta vida,
con genio es muy contado el que la escribe,
y con oro cualquiera hace poesía.



Gutierre de Cetina

está en mi alma mi opinión escrita

-- de Gutierre de Cetina --

Con tal fuerza de amor, tan bien guardada,
que si de vuestra saña no es borrada,
a la par con la vida en ella habita.
Bien me podéis vos dar pena infinita,
amor os da el poder como le agrada,
mas excusar que no seáis amada
de mí, con tal beldad, ¿quién me lo quita?
aborrecerme vos podéis, señora,
afecto tan contrario al ardor mío,
y aun desearme, si queréis la muerte;
mas que no os ame esta alma que os adora...
Ni vos ni vuestra saña, yo lo fío,
podéis mudar lo que me cupo en suerte.



Gutierre de Cetina

al marqués del vasto

-- de Gutierre de Cetina --

Aquella luz que de la gloria vuestra,
invicto alfonso, tanto resplandece,
mientra de otros errores escurece
la fama, más que el sol clara se muestra.
Animoso valor la mano diestra
os rige (antes a ella se engrandece),
y aquello que entre nos valor parece,
es hechura de vos, no cosa nuestra.
Si así, como es razón, escrita en suma
vuestra tanta virtud ver os agrada,
y que escritor no usurpe vuestra gloria,
a imitación de cesar, con la pluma,
mientras que reposar dejáis la espada,
haced eterna vos vuestra memoria.



Antonio Machado

Esta leyenda en sabio romance campesino

-- de Antonio Machado --

Esta leyenda en sabio romance campesino,
ni arcaico ni moderno, por Valle-Inclán escrita,
revela en los halagos de un viento vespertino
la santa flor de alma que nunca se marchita.
Es la leyenda campo y campo. Un peregrino
que vuelve solitario de la sagrada tierra
donde Jesús morara, camina sin camino,
entre los agrios montes de la galaica sierra.
Hilando silenciosa, la rueca a la cintura,
Adega, en cuyos ojos la llama azul fulgura
de la piedad humilde, en el romero ha visto,
al declinar la tarde, la pálida figura,
la frente gloriosa de luz y la amargura
de amor que tuvo un día el SALVADOR DOM. CRISTO.



Federico García Lorca

El poeta pide a su amor que le escriba

-- de Federico García Lorca --

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.



Fernando de Herrera

Este lauro que tiene en su corteza

-- de Fernando de Herrera --

Este lauro que tiene en su corteza
verde escrita la honra de mi pena,
y en él el manso céfiro resuena
mi mal, su resplandor y su belleza;

cuando el sol elevado en más alteza
se vio, me dio en sus hojas sombra llena;
fue el calor blando y la congoja buena,
y entonces me alegraba la aspereza.

Ahora, ¡oh triste hado, avaro cielo!
que deja el sol ardiente el paso abierto,
y todo el mal y daño en mi fortuna,

con llanto eterno y falto de consuelo
miro el lauro, y padezco en el desierto,
por su culpa, el calor que me importuna.



Francisco de Quevedo

a la mar

-- de Francisco de Quevedo --

La voluntad de dios por grillos tienes,
y escrita en la arena, ley te humilla;
y por besarla llegas a la orilla,
mar obediente, a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes,
que humilde eres bastante a resistilla;
a ti misma tu cárcel maravilla,
rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
de ocupar a los peces su morada,
y al lino de estorbar el paso al viento?
sin duda el verte presa, encarcelada,
la codicia del oro macilento,
ira de dios al hombre encaminada.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Blas de Otero

en castellano en castellano (1959)

-- de Blas de Otero --

Aquí tenéis mi voz
alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
mi voz apedreando las puertas de la muerte
con cantos que son duras verdades como puños.
Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
hermosa como un viaje alrededor del mundo.
Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
en pie contra el crepúsculo.
Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
a fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.



Carolina Coronado

soneto

-- de Carolina Coronado --

¿mi vida, carolina, escribir quieres?
deja por dios tan peregrina idea
que podrás sólo hacer que el mundo vea
en vez de lo que soy lo que tú eres.
Digno de ti será lo que escribieres
a tu alma harás brillar en tu tarea,
mas nunca harás que el juicio exacto sea
de cómo yo he cumplido mis deberes.
Mi vida por ti escrita, amiga mía,
un poema completo sólo fuera
hijo del corazón y fantasía,
donde con gran vergüenza yo me viera
cual debiera haber sido o ser debía
y no cual soy o he sido en mi carrera.



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