Buscar Poemas con Escalas


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Se han encontrado 14 poemas con la palabra escalas

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Anónimo

Romance de Bovalías el infante

-- de Anónimo --

Durmiendo está el rey Almanzor
a un sabor a tan grande,
los siete reyes de moros
no lo osaban acordare,
recordólo Bobalías,
Bobalías el infante:
-Si dormides, el mi tío,
si dormides, recordad,
mandadme dar las escalas
que fueron del rey, mi padre,
y dadme los siete mulos
que las habían de llevar,
y me deis los siete moros
que las habían de armar,
que amores de la condesa
yo no los puedo olvidar.
-Malas mañas has, sobrino,
no las puedes ya dejar:
al mejor sueño que duermo
luego me has de recordar.
Ya le dan las escalas
que fueron del rey, su padre,
ya le dan los siete mulos
que las habían de llevar,
ya le dan los siete moros
que las habían de armar.
A paredes de la condesa,
allá las fueron a echar,
allá, al pie de una torre,
y arriba subido han;
en brazos del conde Almenique
la condesa van a hallar,
el infante la tomó,
y con ella ido se han.

Poema Romance de Bovalías el infante de Anónimo con fondo de libro

Abraham Valdelomar

Ofertorio (Valdelomar)

-- de Abraham Valdelomar --

Cuando el rojo crepúsculo en la aldea ponía
la silenciosa nota de su melancolía,
desde la blanca orilla iba a mirar el mar.
Todo lo que él me dijo aún en mi alma persiste:
–«mi padre era callado y mi madre era triste
y la alegría nadie me la supo enseñar»–

A veces, en la sombra, la vaguedad marina
cruzaba el blanco triángulo de una vela latina
y se esfumaba en el confín;
desgranaba las lágrimas de su espuma una ola
y una ave en el espacio se deslizaba sola
hacia la costa curva y gris.

El faro como un cíclope con el ojo encendido,
buscaba entre las sombras algún buque perdido,
–desnudo y fuerte como un pescador–,
ofreciendo su estela como un pródigo brazo
y sus férreas escalas como un duro regazo:
tal a los reyes magos la estrella del Señor...

Hoy, con mi barca débil navegando en la ignota
inmensidad brumosa, la blanca vela rota,
tu espíritu bueno me sepa guiar.
Tú, blanca, dulce, triste, pensativa, adorada,
recuerda y pon en estas palabras tu mirada
amorosa y profunda como el cielo y el mar...

Poema Ofertorio (Valdelomar) de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Oliverio Girondo

verona

-- de Oliverio Girondo --

¡se celebra el adulterio de maría con la paloma sacra!
una lluvia pulverizada lustra la plaza de las verduras, se hincha englobitos que navegan por la vereda y de repente estallan sin motivo.
Entre los dedos de las arcadas, una multitud espesa amasa sudesilusión; mientras, la banda gruñe un tiempo de vals,para que los estandartes den cuatro vueltas y se paren.
La virgen, sentada en una fuente, como sobre un bidé, derramaun agua enrojecida por las bombitas de luz eléctrica que le hanpuesto en los pies.
¡Guitarras! ¡mandolinas! ¡balcones sin escalas y sinjulietas! paraguas que sudan y son como la supervivencia de una floraya fósil. Capiteles donde unos monos se entretienen desde hacenueve siglos en hacer el amor.
El cielo simple, verdoso, un poco sucio, es del mismo color que eluniforme de los soldados.

Poema verona de Oliverio Girondo con fondo de libro

Pablo Neruda

soneto xxxiii cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxxiii
amor, ahora nos vamos a la casa
donde la enredadera sube por las escalas:
antes que llegues tú llegó a tu dormitorio
el verano desnudo con pies de madreselva.
Nuestros besos errantes recorrieron el mundo:
armenia, espesa gota de miel desenterrada,
ceylán, paloma verde, y el yang tsé separando
con antigua paciencia los días de las noches.
Y ahora, bienamada, por el mar crepitante
volvemos como dos aves ciegas al muro,
al nido de la lejana primavera,
porque el amor no puede volar sin detenerse:
al muro o a las piedras del mar van nuestras vidas,
a nuestro territorio regresaron los besos.



Pablo Neruda

soneto xxxvi cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

Corazón mío, reina del apio y de la artesa:
pequeña leoparda del hilo y la cebolla:
me gusta ver brillar tu imperio diminuto,
las armas de la cera, del vino, del aceite,
del ajo, de la tierra por tus manos abierta
de la sustancia azul encendida en tus manos,
de la transmigración del sueño a la ensalada,
del reptil enrollado en la manguera.
Tú con tu podadora levantando el perfume,
tú, con la dirección del jabón en la espuma,
tú, subiendo mis locas escalas y escaleras,
tú, manejando el síntoma de mi caligrafía
y encontrando en la arena del cuaderno
las letras extraviadas que buscaban tu boca.



A la ciudad reina de Andalucía

-- de El Solitario --

Casas moriscas, patios con jazmines,
naranjos, flores, búcaros y fuentes,
antorchas en girándulas lucientes,
que alumbran por cancelas los jardines.

Damas entre damascos y cojines,
refrescando al ventalle los ambientes
y guardando en las rejas impacientes
citas, lances con nobles paladines.

Músicas por las calles y veladas;
Guadalquivir que, manso, lejos brilla,
la flota y la Giralda iluminadas.

Soldado, abad, buscona, gitanilla;
escalas en balcón, reñir de espadas,
esta es Babel de amor, esta es Sevilla.



Antonio Machado

Sobre la tierra amarga

-- de Antonio Machado --

Sobre la tierra amarga,
caminos tiene el sueño
laberínticos, sendas tortuosas,
parques en flor y en sombra y en silencio;
criptas hondas, escalas sobre estrellas;
retablos de esperanzas y recuerdos.
Figurillas que pasan y sonríen
—juguetes melancólicos de viejo—;
imágenes amigas,
a la vuelta florida del sendero,
y quimeras rosadas
que hacen camino... Lejos...



Anónimo

Romance del cerco de Baeza

-- de Anónimo --

Cercada tiene a Baeza — ese arráez Andalla Mir,
con ochenta mil peones, — caballeros cinco mil.
Con él va ese traidor, — el traidor de Pero Gil.
Por la puerta de Bedmar — la empieza de combatir;
ponen escalas al muro, — comiénzanle a conquerir;
ganada tiene una torre, — no le pueden resistir,
cuando de la de Calonge — escuderos vi salir.
Ruy Fernández va delante, — aquese caudillo ardil,
arremete con Andalla, — comienza de le ferir,
cortado le ha la cabeza, — los demás dan a fuir.



Mario Benedetti

bébete un tentenpié

-- de Mario Benedetti --

Bébete un tentempié pero sentada
arrímate a tu sol si eres satélite
usa tus esperanzas como un sable
desmundízate a ciegas o descálzate
desmilágrate ahora poco a poco
quítate la ropita sin testigos
arrójale esa cáscara al espejo
preocúpate pregúntale prepárate
sobremuriente no sobreviviente
desde el carajo al cielo sin escalas
y si no vienen a buscar tu búsqueda
y te sientes pueril o mendicante
abandonada por tu abandoneón
fabulízate de una vez por todas
métete en tu ropita nuevamente
mundízate milágrate y entonces
apróntate a salir y a salpicarte
calle abajo novada y renovada
pero antes de asomar la naricita
bebe otro tentempié por si las moscas



Evaristo Carriego

A Colombina en Carnaval

-- de Evaristo Carriego --

Colombina ¿qué se hicieron
tus risas de cascabel?
¡Ah! desde que se perdieron
— lo saben quienes te oyeron —
quedó inconcluso un rondel...

Surge de las viejas salas
y como antes, oportuna,
vuelve a reinar, hoy que exhalas
suspiros por las escalas
con que asaltaste la luna.

¿Por qué ese reir que suena
como un fúnebre fagot?...
Si es la que yo sé tu pena,
no te aflijas, que serena
fué la muerte de Pierrot.



Francisco de Quevedo

salmo xix quevedo

-- de Francisco de Quevedo --

¡cómo de entre mis manos te resbalas!
¡oh, cómo te deslizas, vida mía!
¡qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!
ya cuelgan de mi muro tus escalas,
y es tu puerta mayor mi cobardía;
por vida nueva tengo cada día,
que el tiempo cano nace entre las alas.
¡Oh mortal condición! ¡oh dura suerte!
¡que no puedo querer ver la mañana
sin temor de si quiero ver mi muerte!
cualquier instante de la vida humana
es un nuevo argumento que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera, y cuán vana.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 2

-- de Francisco de Quevedo --

¡cómo de entre mis manos te resbalas!
¡oh, cómo te deslizas, edad mía!
¡qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!
feroz, de tierra el débil muro escalas,
en quien lozana juventud se fía;
mas ya mi corazón del postrer día
atiende el vuelo, sin mirar las alas.
¡Oh condición mortal! ¡oh dura suerte!
¡qué no puedo querer vivir mañana
sin la pensión de procurar mi muerte!
cualquier instante de la vida humana
es nueva ejecución, con que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.



José Martí

a bordo

-- de José Martí --

Vela abajo, mozo arriba,
acá el roto, allá el peñasco,
ido el sol, recio el chubasco,
y el barco, no barco, criba:
gigante el viento derriba
los hombres de las escalas;
desatadas van las balas
rodando por la cubierta,
¡y yo, en medio a la obra muerta
vivo, mi hijo en las alas!



Ramón María del Valle Inclán

vitrales

-- de Ramón María del Valle Inclán --

¡rosaleda de oro,
selva del sonoro
ruiseñor del coro!

¡rosas inocentes,
formas transparentes
conceptos lucientes!

¡sois en los vitrales
de las catedrales,
soles musicales!

¡teologal diseño,
rosas del ensueño
de un cielo abrileño!

¡voluntades bélicas!
¡coyundas angélicas!
¡paces evangélicas!

¡rosas del anhelo,
voces del consuelo,
amores del cielo!

¡escalas por donde
al alma responde
el que se me esconde!

¡mística oración!
¡dulce posesión!
¡tetragrámaton!



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