Buscar Poemas con Enseñanza


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Se han encontrado 4 poemas con la palabra enseñanza

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Francisco de Quevedo

parnaso español 28

-- de Francisco de Quevedo --

Séneca, el responder hoy de repente
a tu razonamiento prevenido,
gloria es de tu enseñanza que ha podido
formar mi lengua contra ti elocuente.
A lo que yo te debo aún no es decente
eso que de mi mano has recibido;
y, para lo que a mí me debo, ha sido
empezar a premiarte escasamente.
Quieres, a costa de la fama mía,
que alaben tu modestia y tu templanza,
y que acusen mi avara hidropesía.
El premio, pues, debido a mi enseñanza
goza, porque el volvérmele este día
y no admitirle yo, no sea alabanza.

Poema parnaso español 28 de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Sor Juana Inés de la Cruz

A una Rosa

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.

De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.

Poema A una Rosa de Sor Juana Inés de la Cruz con fondo de libro

Francisco de Quevedo

contiene una elegante enseñanza

-- de Francisco de Quevedo --

Falleció césar, fortunado y fuerte;
ignoran la piedad y el escarmiento
señas de su glorioso monumento:
porque también para el sepulcro hay muerte.
Muere la vida, y de la misma suerte
muere el entierro rico y opulento;
la hora, con oculto movimiento,
aun calla el grito que la fama vierte.
Devanan sol y luna, noche y día,
del mundo la robusta vida, y lloras
las advertencias que la edad te envía!
risueña enfermedad son las auroras;
lima de la salud es su alegría:
licas, sepultureros son las horas.

Poema contiene una elegante enseñanza de Francisco de Quevedo con fondo de libro

Ricardo Güiraldes

Prisma

-- de Ricardo Güiraldes --

No busquéis aquí, verdad, razón o deducción alguna.

A otros la enseñanza. A esas enormes cabezas cuadradas, pensantes y rumi-pensantes que hacen de la verde yerba campera un bolo alimenticio.

Ellos dicen: «mucho de lo que crees hermoso, no es sino cieno».

No tengo aptitudes de máquina para transformar bellezas en utilidades, y si algo hay de verdad en mis escritos, culpa mía no es.

El prisma recibe luz e, inconsciente, rompe transparencia en siete colores.

Buenos Aires, 1914.



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