Buscar Poemas con Enreda


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra enreda

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Alfonsina Storni

Vientos marinos

-- de Alfonsina Storni --

Mi corazón era una flor,
de espuma;
un pétalo de nieve,
otro de sal;
Viento marino lo tomó
y lo puso
sobre mano ruda
sobre una mano
encallecida a mar.
Tan fino encaje
¿cómo podía anclar?
Golpe de viento
se lo llevó a tumbos
por la inmensidad.
Rodando aún está.
Se enreda a las cadenas
que golpean los flancos
de los buques... ¡Ay!...

Poema Vientos marinos de Alfonsina Storni con fondo de libro

Gabriela Mistral

palabras serenas

-- de Gabriela Mistral --

Ya en la mitad de mis días espigo
esta verdad con frescura de flor:
la vida es oro y dulzura de trigo,
es breve el odio e inmenso el amor.
Mudemos ya por el verso sonriente
aquel listado de sangre con hiel.
Abren violetas divinas, y el viento
desprende al valle un aliento de miel.
Ahora no sólo comprendo al que reza;
ahora comprendo al que rompe a cantar.
La sed es larga, la cuesta es aviesa;
pero en un lirio se enreda el mirar.
Grávidos van nuestros ojos de llanto
y un arroyuelo nos hace sonreír;
por una alondra que erige su canto
nos olvidamos que es duro morir.
No hay nada ya que mis carnes taladre.
Con el amor acabóse el hervir.
Aún me apacienta el mirar de mi madre.
¡Siento que dios me va haciendo dormir!

Poema palabras serenas de Gabriela Mistral con fondo de libro

Medardo Ángel Silva

Trova (Silva)

-- de Medardo Ángel Silva --

Eres como esos paisajes
en donde la Luna enreda,
sobre los quietos ramajes,
su blanco vellón de seda.

Tu amor, que me da la vida,
tiene la gracia discreta
de una lágrima escondida
en un cáliz de violeta.

Por exceso de pasión,
después de que te he besado,
se queda mi corazón
igual a un cielo estrellado.

Bajo la urdimbre de seda
de tu pestaña rosada,
si alguna lágrima rueda,
goza tanto, que se queda
en tu pupila, extasiada.

Tus manos, lirios enanos,
dominaron mi altivez,
y no son alardes vanos:
las rosas huelen después
que las tienes en las manos.

Poema Trova (Silva) de Medardo Ángel Silva con fondo de libro

Miguel Unamuno

Siémbrate!

-- de Miguel Unamuno --

Sacude la tristeza y tu ánimo recobra,
no quieto mires de la fortuna la rueda
como gira al pasar rozando tu vereda
que á quien quiere vivir vida es lo que le sobra.

No haces sino nutrir esa mortal zozobra
que así en las redes del morir lento te enreda,
pues vivir es obrar y lo único que queda
la obra es; echa, pues, mano á la obra.



Nicolás Guillén

josé ramón cantaliso

-- de Nicolás Guillén --

José ramón cantaliso,
¡canta liso!, canta liso,
josé ramón.
Duro espinazo insumiso:
por eso es que canta liso
josé ramón cantaliso,
josé ramón.
En bares, bachas, bachatas,
a los turistas a gatas,
y a los nativos también,
a todos, el son preciso
josé ramón cantaliso
les canta liso, muy liso,
para que lo entiendan bien.
Voz de cancerosa entraña.
Humo de solar y caña,
que es nube prieta después:
son de guitarra madura,
cuya cuerda ronca y dura
no se enreda en la cintura,
ni prende fuego en los pies.
El sabe que no hay trabajo,
que el pobre se pudre abajo.
Y que tras tanto luchar,
el que no perdió el resuello,
o tiene en la frente un sello,
o está con el agua al cuello
sin poderlo remediar.
Por eso de fiesta en fiesta
con su guitarra protesta,
que es su corazón también,
y a todos el son preciso,
josé ramón cantaliso
les canta liso, muy liso,
para que lo entiendan bien.



Juan Meléndez Valdés

Sin reparar adónde me llevaba

-- de Juan Meléndez Valdés --

Sin reparar adónde me llevaba
ni do parar pudiera, a Amor seguía
que por una anchura y fresca vía
a un muy ameno valle me guiaba.

Un palacio de lejos se mostraba,
al cual por acercarme me afligía,
cuando sintió improviso el alma mía
un lazo que seguir me embarazaba.

Acudí a desprenderme y, como el ave
que por huir la liga más se enreda,
en trampa me miré tan dura y fuerte

que por librarme de su cárcel grave
la muerte sola que probar me queda,
y aun pienso que no baste ni aun la muerte.



Federico García Lorca

la sombra de mi alma

-- de Federico García Lorca --

Diciembre de 1919
(madrid)
la sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras.
¡La sombra de mi alma!
he llegado a la línea donde cesa
la nostalgia,
y la gota de llanto se trasforma,
alabastro de espíritu.
(¡La sombra de mi alma!)
el copo del dolor
se acaba,
pero queda la razón y la sustancia
de mi viejo mediodía de labios,
de mi viejo mediodía
de miradas.
Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión
casi marchita.
¡La sombra de mi alma!
y una alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.
¡Ruiseñor mío!
¡ruiseñor!
¿aún cantas?



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