Buscar Poemas con Engañoso


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra engañoso

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Lope de Vega

Pasando el mar el engañoso toro

-- de Lope de Vega --

Pasando el mar el engañoso toro,
volviendo la cerviz, el pie besaba
de la llorosa ninfa, que miraba
perdido de las ropas el decoro.
Entre las aguas y las hebras de oro,
ondas el fresco viento levantaba,
a quien, con los suspiros ayudaba
del mal guardado virginal tesoro.
Cayéronsele a Europa de las faldas
las rosas al decirle el toro amores
y ella con el dolor de sus guirnaldas,
dicen que lleno el rostro de colores,
en perlas convirtió sus esmeraldas,
y dijo: «¡Ay triste yo!, ¡perdí las flores!»

Poema Pasando el mar el engañoso toro de Lope de Vega con fondo de libro

Fernando de Herrera

Pensé, mas fue engañoso pensamiento

-- de Fernando de Herrera --

Pensé, mas fue engañoso pensamiento,
armar de duro ielo el pecho mío;
porqu' el fuego d' Amor al grave frío
no desatase en nuevo encendimiento.

Procuré no rendir m' al mal que siento;
y fue todo mi esfuerço desvarío.
Perdí mi libertad, perdí mi brío;
cobré un perpetuo mal, cobré un tormento.

El fuego al ielo destempló en tal suerte,
que, gastando su umor, quedó ardor hecho;
y es llama, es fuego, todo cuanto espiro.

Este incendio no puede darme muerte;
que, cuanto de su fuerça más deshecho,
tanto más de su eterno afán respiro.

Poema Pensé, mas fue engañoso pensamiento de Fernando de Herrera con fondo de libro

Alfonsina Storni

Canción de la mujer astuta

-- de Alfonsina Storni --

Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.

Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.

Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.

Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.

Poema Canción de la mujer astuta de Alfonsina Storni con fondo de libro

Lope de Vega

En las riberas del Egipcio Nilo

-- de Lope de Vega --

En las riberas del egipcio Nilo,
cuando los hombres desde lejos huele,
imitando sus quejas, llorar suele
con triste voz el falso cocodrilo.

Y tú que imitas su engañoso estilo,
quieres que con tu llanto me desvele,
pues cuando veo que mi mal te duele,
por ti llorando el corazón distilo.

Voy a tus manos, porque al fin me obliga
la vista de tus lágrimas traidoras,
blandas llamando, agradeciendo ingratas.

¡Oh fiera en condición, y en llanto amiga!,
si me quieres matar, ¿por qué me lloras?
y si me has de llorar, ¿por qué me matas?



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 34

-- de Jorge Manrique --

Diciendo: «buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y su halago;
vuestro corazón de acero,
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.



Enrique González Martínez

tuércele el cuello al cisne...

-- de Enrique González Martínez --

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda. . .Y adora intensamente
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el olimpo, deja el regazo de palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . .

El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta
pupila, que se clava en al sombra, interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno.



Vicente Gallego

en la casa de nadie

-- de Vicente Gallego --

A josé luis martínez
futuros galeotes
de este sueño engañoso, mirad a quien amáis:
mirad cómo apuntala el frágil entramado
su ser de vuestro ser.
¿Es posible que muera?
¿y quién sabrá deciros que fue nuestra
la dicha virginal que hoy se os ofrece?
¿quién sabrá convenceros
de que nosotros fuimos, como vosotros sois,
dueños solos del mundo, que floreció el jazmín
tan sólo por nosotros, que se inventó el amor
para nosotros sólo?
qué milagro perverso
¿y quién lo hizo?,
qué lujoso derroche nuestra naturaleza:
desguarnecido pájaro de inquebrantable aliento
que su verdad le canta, despreciando la noche,
a su perfecta aurora.
Dueños solos del mundo,
como dueño del mundo
os deseo fortuna en esta casa,
esta casa de nadie donde la nada urde
vuestra luz venidera en mi balcón de sombra.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 76

-- de Francisco de Quevedo --

Es la soberbia artífice engañoso;
da su fábrica pompa, y no provecho:
ve, nabuco, la estatua que te ha hecho;
advierte el edificio cauteloso.
Hizo la frente del metal precioso;
armó de plata y bronce cuello y pecho;
y por trocar con el cimiento el techo,
los pies labró de barro temeroso.
No alcanzó el oro a ver desde la altura
la guija, que rompió con ligereza
el polvo en quien fundó rica locura.
El que pusiere el barro en la cabeza
y a los pies del metal la lumbre pura,
tendrá, si no hermosura, fortaleza.



Francisco de Quevedo

descuido del divertido vivir

-- de Francisco de Quevedo --

Vivir es caminar breve jornada,
y muerte viva es, lico, nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada.
Nada que, siendo, es poco, y será nada
en poco tiempo, que ambiciosa olvida;
pues, de la vanidad mal persuadida,
anhela duración, tierra animada.
Llevada de engañoso pensamiento
y de esperanza burladora y ciega,
tropezará en el mismo monumento.
Como el que, divertido, el mar navega,
y, sin moverse, vuela con el viento,
y antes que piense en acercarse, llega.



Abate Marchena

El sueño engañoso

-- de Abate Marchena --

Al tiempo que los hombres y animales
en hondo sueño yacen sepultados,
soñé ante mí los pueblos ver postrados
alzarme rey de todos los mortales.

Rendí el cetro a las plantas celestiales
de Alcinda, y mis suspiros inflamados
benignamente fueron escuchados;
me envidiaron los dioses inmortales.

Huyó lejos el sueño, mas no huyeron
las memorias con él de mi ventura,
la triste imagen de mi bien fingido.

El mando y el poder desparecieron.
¡Oh de un desventurado suerte dura!
Amor quedó, mas lo demás es ido.



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