Buscar Poemas con Elemento


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra elemento

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Góngora

Oh claro honor del líquido elemento

-- de Góngora --

Oh claro honor del líquido elemento,
dulce arroyuelo de corriente plata
cuya agua entre la hierba se dilata
con regalado son, con paso lento:

pues la por quien helar y arder me siento
(mientras en ti se mira) Amor retrata
de su rostro la nieve y la escarlata
en tu tranquilo y blando movimiento,

vete como te vas, no dejes floja
la undosa rienda al cristalino freno
con que gobiernas tu veloz corriente,

que no es bien que confusamente acoja
tanta belleza en su profundo seno
el gran señor del húmido tridente.

Poema Oh claro honor del líquido elemento de Góngora con fondo de libro

Carolina Coronado

a una estrella

-- de Carolina Coronado --

Chispa de luz que fija en lo infinito
absorbes mi asombrado pensamiento,
tu origen, tu existencia, tu elemento
menos alcanzo cuanto más medito.
Si eres ardiente, inamovible hoguera,
¿dónde el centro descansa de tu lumbre?
si eres globo de luz, ¿cómo en la cumbre
no giras tú de la insondable esfera?
¿por qué la tierra sin descanso rueda?
¿por qué la luna el globo majestoso
mueve, mientras tu carro misterioso
inmóvil, fijo en el espacio queda?
¿es que mi vista de mortal no alcanza
a percibir desde su oscuro asiento
allá en la altura suma el movimiento
de tu carroza que en lo inmenso avanza?
¡ah, sí! que por espíritu movida
la creación sin descanso se sostiene,
y todo en la creación marcado tiene
forma y destino, movimiento y vida.
Tú giras, sí: tus alas soberanas
sulcan el mundo y sus confines tocan...
Mas ¿cómo en tu carrera no se chocan
tus millares sin número de hermanas?
más allá de su límite prescrito
sediento avanza, audaz el pensamiento,
y tu origen, tu vida, tu elemento
menos alcanzo cuanto más medito.

Poema a una estrella de Carolina Coronado con fondo de libro

Lope de Vega

Por ver si queda en su furor deshecho

-- de Lope de Vega --

Por ver si queda en su furor deshecho,
Leandro arroja el fuego al mar de Abido,
que el estrecho del mar, al encendido
pecho, parece mucho más estrecho.

Rompió las sierras de agua largo trecho,
pero el fuego, en sus límites rendido,
del mayor elemento fue vencido,
más por la cantidad, que por el pecho.

El remedio fue cuerdo; el amor loco:
que como en agua remediar espera
el fuego que tuviera eterna calma,

bebióse todo el mar, y aún era poco:
que si bebiera menos, no pudiera
templar la sed desde la boca al alma.

Poema Por ver si queda en su furor deshecho de Lope de Vega con fondo de libro

Juan Boscán

Amor es bueno en sí naturalmente

-- de Juan Boscán --

Amor es bueno en sí naturalmente,
y si por causa de él males tenemos,
será porque seguimos los extremos
y así es culpa de quien sus penas siente.

El fuego es el más noble y excelente
elemento de cuantos entendemos,
mas tanta leña en él echar podremos
que al mundo abrasará su fuerza ardiente.

Cuanto más si le echáis otras mixturas
de pez o de alquitrán para movelle,
como aquéllas que eché en mis desventuras;

por donde en el ardor de sus tristuras
tan quemado quedé, con encendelle,
que en mi rostro se muestran mis locuras.



Gabino Alejandro Carriedo

alvar aalto

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

Alvar aalto
alvar aalto: una vez más
con tus maderas alabeadas
y tus sillas de sentar.
Alvar aalto: nos conmueve
la pura serenidad
de las cubiertas angulares
de tu casa boreal.
Alvar aalto: es que quizás
el vuelo alado de tus pájaros
se reproduce intemporal,
puro elemento de arte lírica
triangular.
Alvar aalto: esta hermenéutica
de meta filosofal
y erectos pinos rojos,
vendrá ¿o no vendrá?,
con sus pulidos paramentos
a ser retablo popular.
Alvar aalto: en el impar
lienzo del lago húmedo
el bosque humano está detrás.
Así tu genio bate
un mudo abeto en el cristal
y se hace pura geofonía
en el paisaje dominical.
Alvar aalto: el arquitecto
del más vecino más allá.
Tu poesía escandinava
de colectiva intimidad
aún es intacta y blanca nieve,
aún es materia intacta, albar.
La arquitectura de alvar aalto,
textura de arco en alto altar.



Hernando de Acuña

En qué puedo esperar contentamiento

-- de Hernando de Acuña --

¿En qué puedo esperar contentamiento,
si tras todo mi mal, señora mía,
consiente mi fortuna que a porfía
me venga ahora a dañar cada elemento?

Mis esperanzas se las lleva el viento,
el fuego crece donde arder solía,
llevóme el agua cuanto bien tenía
y la tierra me hará el apartamiento.

Vos juntaréis con esto el olvidarme,
pues quedar no merezco asegurado
del continuo temor de vuestro olvido;

y no me quejaré por no aliviarme,
que no es justo que quede en otro estado
el que vivo quedó y os ha perdido.



Tomás de Iriarte

Vióse un guerrero

-- de Tomás de Iriarte --

Viose un guerrero en lides y rüinas,
páganle en fama, voz que lleva el viento.
Desvelose un autor, y está contento
sólo con ver su nombre en las esquinas.

Cede un indiano el fruto de las minas
por que le den de conde el tratamiento.
Surca un viajero el pérfido elemento
para decir: «Estuve en Filipinas».

Sacrifica en palacio un cortesano
su salud, libertad, descanso y rentas,
sólo porque le mire el soberano.

Así yo sufro amor, celos, afrentas;
sirvo, pretendo, y tú, dueño tirano,
con sola una mirada me contentas.



Francisco de Quevedo

parnaso español 45

-- de Francisco de Quevedo --

¡cuántas manos se afanan en oriente
examinando la mayor altura,
porque en tus dedos, breve coyuntura,
con todo patrimonio, esté luciente!
¡cuánta descaminada ciega gente
tiene en poco del mar la saña dura,
sólo para que adorne tu locura
rubia calamidad, púrpura ardiente!
¡cuánto pirata de noruega, atento
ministro de tu gula, remontado,
despuebla de familia alada el viento!
¡cuánto engaño de cáñamo anudado
tiene el golfo, inquiriendo su elemento
al pasto delicioso del pecado!



José Cadalso

A la primavera, después de la muerte de Filis

-- de José Cadalso --

No basta que en su cueva se encadene
el uno y otro proceloso viento,
ni que Neptuno mande a su elemento
con el tridente azul que se serene;

ni que Amaltea el fértil campo llene
de fruta y flor, ni que con nuevo aliento
al eco den las aves dulce acento,
ni que el arroyo desatado suene.

En vano anuncias, verde primavera,
tu vuelta de los hombres deseada,
triunfante del invierno triste y frío.

Muerta Filis, el orbe nada espera,
sino niebla espantosa, noche helada,
sombras y susto como el pecho mío.



Roberto Juarroz

el mundo es el segundo término

-- de Roberto Juarroz --

El mundo es el segundo término
de una metáfora incompleta,
una comparación
cuyo primer elemento se ha perdido.
¿Dónde está lo que era como el mundo?
¿se fugó de la frase
o lo borramos?
¿o acaso la metáfora
estuvo siempre trunca?



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