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Se han encontrado 11 poemas con la palabra echan

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Pablo Neruda

echan humo, fuego y vapor

-- de Pablo Neruda --

Echan humo, fuego y vapor
las o de las locomotoras?
en qué idioma cae la lluvia
sobre ciudades dolorosas?
qué suaves sílabas repite
el aire del alba marina?
hay una estrella más abierta
que la palabra amapola?
hay dos colmillos más agudos
que las sílabas de chacal?

Poema echan humo, fuego y vapor de Pablo Neruda con fondo de libro

Luis Lloréns Torres

alta mlra

-- de Luis Lloréns Torres --

Para asomarme, desde mi alma, al mundo
ábrete y serás tu la única puerta.
Ábrete en un amor tan ultrahumano
que se salga del caso de la tierra.

Ábrete en el temblor de la mirada
que más en tu alma que en tus ojos tiembla,
y en el rocío de sangre de lucero
que te untas en los labios cuando besas.

Ábrete en el incendio del dorado
enjambre que en tus rizos se desmiela,
y en las dos zarcas aves que en la paja
de tus pestañas a sonar se echan.

Ábrete en un amor tan ultrahumano,
que haga polvo el cristal de tus caderas,
y que tan dulce el corazón me endulce,
que al morirme lo piquen las abejas.

Poema alta mlra de Luis Lloréns Torres con fondo de libro

Jorge Manrique

pregunta (a juan álvarez gato)

-- de Jorge Manrique --

I
después que el fuego se esfuerza
del amor, en cualquier parte
no vale esfuerzo ni fuerza,
seso ni maña ni arte;
ni vale consejo ajeno,
ni hay castigo ni enmienda,
ni vale malo ni bueno,
ni vale tirar del freno,
ni vale darle la rienda.
Ii
pues no aprovecha probarlo
para haberle de matar,
muy mejor será dejarlo
que se acabe de quemar;
que con aquello que entiende
matar el fuego cruel,
con eso mismo lo prende,
porque tanto más lo enciende
cuanto más echan en él.
Iii
era excusado pedir
remedio para mi mal,
pues que tengo de morir
por remedio principal.
Así que estoy en temor
bien cierto de mala suerte,
pues me hallo ser mejor
el remedio que el dolor,
ni el remedio que la muerte.
Iv
vuestra discreción me hace
tener alguna esperanza,
y mi ventura deshace,
mi bien y mi confianza;
mas dígame lo que pido,
aunque remedio no tenga:
yo estoy cerca de perdido
y lejos de socorrido,
y quieren que me detenga.

Poema pregunta  (a juan álvarez gato) de Jorge Manrique con fondo de libro

Jorge Manrique

Pregunta: (A Juan Álvarez Gato)

-- de Jorge Manrique --

I

Después que el fuego se esfuerza
del amor, en cualquier parte
no vale esfuerzo ni fuerza,
seso ni maña ni arte;
ni vale consejo ajeno,
ni hay castigo ni enmienda,
ni vale malo ni bueno,
ni vale tirar del freno,
ni vale darle la rienda.

II

Pues no aprovecha probarlo
para haberle de matar,
muy mejor será dejarlo
que se acabe de quemar;
que con aquello que entiende
matar el fuego cruel,
con eso mismo lo prende,
porque tanto más lo enciende
cuanto más echan en él.

III

Era excusado pedir
remedio para mi mal,
pues que tengo de morir
por remedio principal.
Así que estoy en temor
bien cierto de mala suerte,
pues me hallo ser mejor
el remedio que el dolor,
ni el remedio que la muerte.

IV

Vuestra discreción me hace
tener alguna esperanza,
y mi ventura deshace,
mi bien y mi confianza;
mas dígame lo que pido,
aunque remedio no tenga:
yo estoy cerca de perdido
y lejos de socorrido,
y quieren que me detenga.



Jorge Riechmann

24

-- de Jorge Riechmann --

Unos pocos hacen historia:
los más la sufren.
De tanto en tanto quienes sufren la historia
tras sufrir demasiado
se exasperan, y eruptivamente
se echan a la calle a hacer historia:
son días de grandes borracheras
grandes carnicerías
grandes revoluciones.
Días que son horas y luego son minutos.
Después, quienes hacen historia
recuperan las posiciones
desde las que pueden hacer historia.
¿A ti qué te parece:
podemos desuncirnos de esta noria?



César Vallejo

Trilce: XLI

-- de César Vallejo --

La Muerte de rodillas mana
su sangre blanca que no es sangre.
Se huele a garantía.
Pero ya me quiero reír.

Murmúrase algo por allí. Callan.
Alguien silba valor de lado,
y hasta se contaría en par
veintitrés costillas que se echan de menos
entre sí, a ambos costados; se contaría
en par también, toda la fila
de trapecios escoltas.

En tanto; el redoblante policial
(otra vez me quiero reír)
se desquita y nos tunde a palos,
dale y dale,
de membrana a membrana,
tas
con
tas.



César Vallejo

la muerte de rodillas mana

-- de César Vallejo --

xli
la muerte de rodillas mana
su sangre blanca que no es sangre.
Se huele a garantía.
Pero ya me quiero reír.
Murmúrase algo por allí. Callan.
Alguien silba valor de lado,
y hasta se contaría en par
veintitrés costillas que se echan de menos
entre sí, a ambos costados; se contaría
en par también, toda la fila
de trapecios escoltas.
En tanto, el redoblante policial
(otra vez me quiero reír)
se desquita y nos tunde a palos,
dale y dale,
de membrana a membrana,
tas
con
tas.



César Vallejo

Ágape

-- de César Vallejo --

Hoy no ha venido nadie a preguntar;
ni me han pedido en esta tarde nada.

No he visto ni una flor de cementerio
en tan alegre procesión de luces.
Perdóname, Señor: qué poco he muerto!

En esta tarde todos, todos pasan
sin preguntarme ni pedirme nada.
Y no sé qué se olvidan y se queda
mal en mis manos, como cosa ajena.

He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!

Porque en todas las tardes de esta vida,
yo no sé con qué puertas dan a un rostro,
y algo ajeno se toma el alma mía.

Hoy no ha venido nadie;
y hoy he muerto qué poco en esta tarde!



Pedro Salinas

versos 388 a 424

-- de Pedro Salinas --

Versos 388 a 424
yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
el que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.



José Tomás de Cuellar

La concha

-- de José Tomás de Cuellar --

I.

DOS pobres pescadores
Salieron mar afuera,
Con una marejada
Que daba miedo verla.
Luchando con las olas
Y con la brisa fresca,
Entre unos arrecifes
Las redes al fin echan,
Y con dos mil fatigas



José Martí

a los espacios

-- de José Martí --

A los espacios
a los espacios entregarme quiero
donde se vive en paz, y con un manto
de luz, en gozo embriagador henchido,
sobre las nubes blancas se pasea,
y donde dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
en ciertas horas puras, cómo rompe
su cáliz una flor, y no es diverso
del modo, no, con que lo quiebra el alma.
Escuchad, y os diré: viene de pronto
como una aurora inesperada, y como
a la primera luz de primavera
de flor se cubren las amables lilas...
Triste de mí: contároslo quería
y en espera del verso, las grandiosas
imágenes en fila ante mis ojos
como águilas alegres vi sentadas.
Pero las voces de los hombres echan
de junto a mí las nobles aves de oro:
ya se van, ya se van: ved cómo rueda
la sangre de mi herida.
Si me pedís un símbolo del mundo
en estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro, el alma apenas!
ved cómo sufro: vive el alma mía
cual cierva en una cueva acorralada:
¡oh nono está bien:
me vengaré, llorando!



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