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-- de Amado Nervo --
¡oh, vida mía, vida mía!,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí.
¡De tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí!
faro de mi devoción,
perenne cual mi aflicción
es tu memoria bendita.
¡Dulce y santa lamparita
dentro de mi corazón!
luz que alumbra mi pesar
desde que tú te partiste
y hasta el fin lo ha de alumbrar,
que si me dejaste triste,
triste me habrás de encontrar.
Y al abatir mi cabeza,
ya para siempre jamás,
el mal que a minarme empieza,
pienso que por mi tristeza
tú me reconocerás.
Merced al noble fulgor
del recuerdo, mi dolor
será espejo en que has de verte,
y así vencerá a la muerte
la claridad del amor.
No habrá ni coche ni abismo
que enflaquezca mi heroísmo
de buscarte sin cesar.
Si eras más que yo mismo,
¿cómo no te he de encontrar?
¡oh, vida mía, vida mía,
agonicé con tu agonía
y con tu muerte me morí!
de tal manera te quería,
que estar sin ti es estar sin mí.
Poema "más yo que yo mismo" de Amado Nervo
-- de Amado Nervo --
Bien sé, devota mujer,
cuando te contemplo en tus
fervores y celo arder,
que no me puedes querer
como quieres a jesús.
Bien sé que es vano soñar
con el edén entrevisto
de tu boca, sin cesar,
y tengo celos de cristo
cuando vas a comulgar.
Pero sé también que son,
por mi mal y por tu daño,
piedades y devoción,
caretas con que el engaño
te disfraza el corazón.
Y comprendo, no te asombre,
que hay en tu espíritu dos
cultos con un solo nombre,
que rezas al hombre-dios
y sueñas con el dios-hombre;
y el ardor de que me llenas
acabará por quemar
todo el jugo de mis venas;
y, por no quererme amar,
tú te vas a condenar
y a mí también me condenas.
-- de Amado Nervo --
Yo no sé nada de la vida,
yo no sé nada del destino,
yo no sé nada de la muerte;
¡pero te amo!
según la buena lógica, tú eres luz extinguida;
mi devoción es loca, mi culto, desatino,
y hay una insensatez infinita en quererte;
¡pero te amo!
Poema "pero te amo" de Amado Nervo
-- de Félix María Samaniego --
Madre e hija con su manto
devotas al templo vienen,
no eran aquellas que tienen
devoción con algún santo.
La madre al divino canto
atiende, y cuando el tenor
¿computas —dijo— al cantar?
exclamó: - Mi dicha es fija,
mira que nos llaman, hija,
vamos al altar mayor.
Poema "Las beatas" de Félix María Samaniego
-- de Juan Pablo Forner --
Esta es la villa, Coridón, famosa
que bañada del leve Manzanares
leyes impone a los soberbios mares
y en otro mundo impera poderosa.
Aquí la religión, zagal, reposa
rica en ofrendas, fértil en altares;
en las calles los hallas a millares;
no hay portal sin imagen milagrosa.
Y por que más la devoción entiendas
de este piadoso pueblo, a cada mano
ves presidir los santos en las tiendas.
Y dime, Coridón, ¿es buen cristiano
pueblo que al cielo da tantas ofrendas?
Eso yo no lo sé, cabrero hermano.
Poema "Madrid" de Juan Pablo Forner
-- de Julio Herrera Reissig --
Alucinando los silencios míos,
al asombro de un cielo de extrañeza;
la flébil devoción de tu cabeza
aletargó los últimos desvíos.
Con violetas antiguas, los tardíos
perdones de tus ojos mi aspereza
mitigaron. Y entonces la tristeza
se alegró como un llanto de rocíos.
Una profética efluxión de miedos,
entre el menudo aprisco de tus dedos,
como un david, el piano interpretaba.
En tanto, desde el místico occidente,
la media luna, al ver que te besaba,
entró al jardín y se durmió en tu frente.
Poema "la reconciliación" de Julio Herrera Reissig
-- de Francisco de Quevedo --
Pura, sedienta y mal alimentada,
medrosa luz, que, en trémulos ardores,
hace apenas visible los horrores
en religiosa noche derramada,
arde ante ti, que un tiempo, de la nada,
encendiste a la aurora resplandores,
y pobre y dios, en templo de pastores,
barata y fácil devoción te agrada.
Piadosas almas, no ruego logrero,
aprecia tu justicia con metales,
que falta aliento contra ti al dinero.
Crezcan en tu pobreza los raudales,
que den alegre luz a dios severo,
y se verá en tu afecto cuanto vales.
Poema "las tres musas últimas castellanas 97" de Francisco de Quevedo
-- de Ramón López Velarde --
La tónica tibieza
¿cómo será esta sed constante de veneros
femeninos, de agua que huye y que regresa?
¿será este afán perenne, franciscano o polígamo?
yo no sé si está presa
mi devoción en la alta
locura del primer
teólogo que soñó con la primera infanta,
o si, atávicamente, soy árabe sin cuitas
que siempre está de vuelta de la cruel continencia
del desierto, y que en medio de un júbilo de huríes,
las halla a todas bellas y a todas favoritas.
No sé... Mas que en la hora reseca e impotente
de mi vejez, no falte la tónica tibieza
mujeril, providente
con los reyes caducos que ligaban las hoces
de israel, y cantaban
en salmos, y dormían sobre pieles feroces.
Poema "la tónica tibieza" de Ramón López Velarde
-- de Ramón López Velarde --
Primer amor, tú vences la distancia,
Fuensanta, tu recuerdo me es propicio.
Me deleita de lejos la fragancia
que de noche se exhala de tus tiestos,
y en pago de tan grande beneficio
te canonizo en estos
endecasílabos sentimentales.
A tu virtud mi devoción es tanta
que te miro en el altar, como la santa
Patrona que veneran tus zagales,
y así es como mis versos se han tornado
endecasílabos pontificales.
Como risueña advocación te he dado
la que ha de subyugar los corazones:
permíteme rezarte, novia ausente,
Nuestra Señora de las Ilusiones.
¡Quién le otorgara al corazón doliente
cristalizar el infantil anhelo,
que en su fuego romántico me abrasa,
de venerarte en diáfano capelo
en un rincón de la nativa casa!
Tanto se contagió mi vida toda
del grave encanto de tus ojos místicos,
que en vano espero para nuestra boda
alguna de las horas de pureza
en que se confortó mi gran tristeza
con los primeros panes eucarísticos.
Poema "Canonización" de Ramón López Velarde