Buscar Poemas con Despierto


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Se han encontrado 41 poemas con la palabra despierto

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Antonio Machado

Mi corazón se ha dormido...

-- de Antonio Machado --

¿Mí corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos?
No; mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña; mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.

Poema Mi corazón se ha dormido... de Antonio Machado con fondo de libro

Amado Nervo

introito

-- de Amado Nervo --

¡oh, las rojas iniciales
que ornáis las salmos triunfales
en breviarios y misales!
¡oh, casullas que al reflejo
de los cirios, en cortejo
vais mostrando el oro viejo!
¡oh, vitrales policromos
fileteados de plomos,
que brilláis bajo los domos!
¡oh, custodias rutilantes,
con topacios y diamantes!
¡oh, copones rebosantes!
¡oh, dies irae tenebroso!
¡oh, miserere lloroso!
¡oh, tedëum glorïoso!
me perseguís cuando duermo,
me rodeáis si despierto...
Tenéis mi espíritu yermo,
muy enfermo... Muy enfermo...
Casi muerto..., Casi muerto...

Poema introito de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

perlas negras - ha mucho tiempo que te soñaba

-- de Amado Nervo --

Ha mucho tiempo que te soñaba
así, vestida de blanco tul,
y al alma mía que te buscaba,
ana, ¿qué miras? le preguntaba
como en el cuento de barba azul.
Ha mucho tiempo que presentía
tus ojos negros como los vi,
y que, en mis horas de nostalgia,
la hermana ana me respondía:
hay una virgen que viene a ti .
Y al vislumbrarte, febril, despierto,
tras de la ojiva del torreón,
después de haberse movido incierto,
como campana que toca a muerto,
tocaba a gloria mi corazón.
Por fin, distinta me apareciste;
vibraron dianas en rededor,
huyó callada la musa triste,
y tú llegaste, viste y venciste
como el magnífico emperador.
Hoy, mi esperanza que hacia ti corre,
que mira el cielo donde tú estés,
porque la gloria se le descorre,
ya no pregunta desde la torre:
hermana ana, ¿dime qué ves?
hoy en mi noche tu luz impera,
veo tu rostro resplandecer,
y en mis ensueños sólo quisiera
enarbolarte como bandera,
y, a ti abrazado, por ti vencer.

Poema perlas negras - ha mucho tiempo que te soñaba de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

escamoteo...

-- de Amado Nervo --

Con tu desaparición
es tal mi estupefacción,
mi pasmo, que a veces creo
que ha sido un escamoteo,
una burla, una ilusión;
que tal vez sueño despierto,
que muy pronto te veré,
y que me dirás: ¡no es cierto,
vida mía, no me he muerto;
ya no llores..., Bésame!



Amós de Escalante

El olivo

-- de Amós de Escalante --

«Vense mis hojas tristes, y apagado
su brillante matiz, desde que yerto
y angustiado Jesús dejó en el huerto
mi tronco en sangre y en sudor bañado.

Mas del santo rocío penetrado
a eterna vida en nuevo ser despierto
y cuando el campo palidece muerto
soy de verdor perenne coronado.

Fecundizada en el temprano brote
por lágrimas de un Dios la savia mía
unge al monarca y unge al sacerdote,

y dejóme del huerto la agonía
paz en mis ramos que la guerra acote,
luz en mis frutos que dilate el día.»



Lope de Vega

sufre la tempestad el que navega

-- de Lope de Vega --

Sufre la tempestad el que navega
el enojoso mar, y el viento incierto
con la esperanza del alegre puerto,
mientras la vista a sus celajes llega.
En la libia calor, hielo en noruega,
de sangre, de armas y sudor cubierto,
sufre el soldado; el labrador despierto
al alba el campo cava, siembra y riega.
El puerto, el saco, el fruto, en mar, en guerra,
en campo, al marinero y al soldado
y al labrador anima y quita el sueño.
Pero triste de aquel que tanto yerra,
que en mar y en tierra, helado y abrasado,
sirve sin esperanza ingrato dueño.



Luis Cañizal de la Fuente

verberare vibrar

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Verberare gt;vibrar. Ahora, las siete de la mañana del uno de agosto. Recién despierto al margen del paraíso humanal de guimares. Echado de la cama por una pesadilla y su recomposición.
*
La hoguera viva de quemar mis sueños
me ha dejado el cabello
pintado de pavesas de pavor,
y héme aquí que me cato, una a una,
con dedos de cordura,
las nadas de la nada
mientras espero junto a la ventana que amanezca;
me alumbra mientras tanto
la luz valiente de una brisa anisada
que viene rauda de esa mar de escena
al pie del espectáculo.



Góngora

De un caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado

-- de Góngora --

Descaminado, enfermo, peregrino,
en tenebrosa noche, con pie incierto,
la confusión pisando del desierto,
voces en vano dio, pasos sin tino.

Repetido latir, si no vecino,
distinto oyó de can siempre despierto,
y en pastoral albergue mal cubierto
piedad halló, si no halló camino.

Salió el sol, y entre armiños escondida,
soñolienta beldad con dulce saña
salteó al no bien sano pasajero:

pagará el hospedaje con la vida;
más le valiera errar en la montaña
que morir de la suerte que yo muero.



Ignacio María de Acosta

No luce el sol

-- de Ignacio María de Acosta --

No luce el sol en el oriente un día
sin que nazca en mi pecho una esperanza;
mas ese bien de la ilusión no alcanza
a dar consuelo a mi desgracia impía.

El prisma hermoso de la infancia mía
hízome ver la dicha en lontananza,
y soñar ese bien que no se alcanza
y con delirio el corazón ansía.

Pasaron mis risueñas mocedades:
el cabello se encuentra encanecido,
sin fuerza ni vigor mis facultades.

Despierto del letargo en que he dormido;
quiero gozar al fin las realidades,
y encuentro sólo que ilusión ha sido.



Jorge Luis Borges

góngora

-- de Jorge Luis Borges --

Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno,
el mar que ya no pueden ver mis ojos
porque lo borra el dios. Tales despojos
han desterrado a dios, que es tres y es uno,
de mi despierto corazón. El hado
me impone esta curiosa idolatría.
Cercado estoy por la mitología.
Nada puedo. Virgilio me ha hechizado.
Virgilio y el latín. Hice que cada
estrofa fuera un arduo laberinto
de entretejidas voces, un recinto
vedado al vulgo, que es apenas, nada.
Veo en el tiempo que huye una saeta
rígida y un cristal en la corriente
y perlas en la lágrima doliente.
Tal es mi extraño oficio de poeta.
¿Qué me importan las befas o el renombre?
troqué en oro el cabello, que está vivo.
¿Quién me dirá si en el secreto archivo
de dios están las letras de mi nombre?
quiero volver a las comunes cosas:
el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...



Salomé Ureña

tristezas (a mi esposo ausente)

-- de Salomé Ureña --

Nuestro dulce primogénito,
que sabe sentir y amar,
con tu recuerdo perenne
viene mi pena a aumentar.

Fijo en ti su pensamiento,
no te abandona jamás:
sueña contigo y, despierto,
habla de ti nada más.

Anoche, cuando, de hinojos,
con su voz angelical
dijo las santas palabras
de su oración nocturnal;

cuando allí junto a su lecho
sentéme amante a velar,
esperando que sus ojos
viniese el sueño a cerrar,

incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio
las penas tan sólo dan,

exclamó como inspirado:
!tú no te acuerdas, mamá?
el sol ¡que bonito era
cuando estaba aquí papá!



Pablo Neruda

soneto xxi cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxi
oh que todo el amor propague en mí su boca,
que no sufra un momento más sin primavera,
yo no vendí sino mis manos al dolor,
ahora, bienamada, déjame con tus besos.
Cubre la luz del mes abierto con tu aroma,
cierra las puertas con tu cabellera,
y en cuanto a mí no olvides que si despierto y lloro
es porque en sueños sólo soy un niño perdido
que busca entre las hojas de la noche tus manos,
el contacto del trigo que tú me comunicas,
un rapto centelleante de sombra y energía.
Oh, bienamada, y nada más que sombra
por donde me acompañes en tus sueños
y me digas la hora de la luz.



José Tomás de Cuellar

El sueño y tú

-- de José Tomás de Cuellar --

VINO el angel del sueño
Y en mi tranquilo lecho reposó;
Con sus dedos de pétalos de rosa
Mis párpados cerró.
Vedándome que viera las estrellas
En el espacio azul,
Y era porque no viera que venías
Á visitarme tú.
Mas cantaron al fin las golondrinas
Y apareció la luz;
Dejó mi lecho el angel vaporoso,
Mas despierto lo mismo que en mi sueño
En mi alma estabas tú.



José Ángel Buesa

el resucitado

-- de José Ángel Buesa --

i
no, nunca fue lo oscuro tan oscuro.
Y está acostado pero no en su lecho.
Quiere moverse y se lo impide un muro.
Un muro en derredor, largo y estrecho.
Llama, y su voz resuena extrañamente,
sin que acudan su madre ni su hijo.
Y un súbito sudor hiela su frente,
al palpar en su pecho un crucifijo.
No, no hay duda: esa sombra que lo aterra
es sombra de ataúd bajo la tierra,
y no es soñando, porque está despierto.
Y lo aturde un pavor definitivo
al comprender que se le dio por muerto
y al comprobar que fue enterrado vivo
ii
pero un día, al abrir la sepultura,
se sabría su muerte verdadera.
Si el ataúd mostrara la hendidura,
de un golpe de su mano en la madera.
Y al pensar de repente en el mañana,
piensa también enloquecidamente
en el espanto de la madre anciana
y en el horror del hijo adolescente.
Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano
sin dar un grito, sin alzar la mano,
con una abnegación casi suicida
cierra los ojos y se queda quieto
porque así, solo así, será un secreto
su horrible muerte de enterrado en vida.



José Ángel Buesa

canción de un sueño

-- de José Ángel Buesa --

Otra vez, esta noche, vi tu mano en la mía,
otra vez, esta noche, volví a soñar contigo,
yo, que no soy tu amante ni siquiera tu amigo,
sino un hombre que pasa bajo la luz del día.
Sin embargo, en la sombra donde el tiempo no existe,
se buscan nuestras almas, no sé por qué. Y despierto
vagamente inconforme de que no ha sido cierto,
triste de una tristeza que no llega a ser triste.
Algo ocurre en la noche, pero yo no lo digo:
ni a ti, que nada sabes, ni a ti te diré nada,
pero al mirar tus ojos sabré, por tu mirada,
si también, esta noche, tú has soñado conmigo.



Juan Boscán

Soy como aquel que vive en el desierto

-- de Juan Boscán --

SONETO CXI

Soy como aquel que vive en el desierto,
del mundo y de sus cosas olvidado,
y a descuido veis donde le ha llegado
un gran amigo, al cual tuvo por muerto.

Teme luego de un caso tan incierto;
pero, después que bien se ha asegurado,
comienza a holgar pensando en lo pasado,
con nuevos sentimientos muy despierto.

Mas cuando ya este amigo se le parte,
al cual partirse presto le conviene,
la soledad empieza a selle nueva;

con las yerbas del monte no se aviene,
para el yermo le falta toda el arte,
y tiembla cada vez que entra en su cueva.



Gabriela Mistral

la tierra y la mujer

-- de Gabriela Mistral --

A amira de la rosa
mientras tiene luz el mundo
y despierto está mi niño,
por encima de su cara,
todo es un hacerse guiños.
Guiños le hace la alameda
con sus dedos amarillos,
y tras de ella vienen nubes
en piruetas de cabritos...
La cigarra, al mediodía,
con el frote le hace guiño,
y la maña de la brisa
guiña con su pañalito.
Al venir la noche hace
guiño socarrón el grillo,
y en saliendo las estrellas,
me le harán sus santos guiños...
Yo le digo a la otra madre,
a la llena de caminos:
¡haz que duerma tu pequeño
para que se duerma el mío! .
Y la muy consentidora,
la rayada de caminos,
me contesta: «¡duerme al tuyo
para que se duerma el mío!».



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxviii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

No sé lo que he soñado
en la noche pasada;
triste muy triste debió ser el sueño,
pues despierto la angustia me duraba.
Noté al incorporarme
húmeda la almohada,
y por primera vez sentí al notarlo
de un amargo placer henchirse el alma.
Triste cosa es el sueño
que llanto nos arranca,
mas tengo en mi tristeza una alegría...
Sé que aún me quedan lágrimas.



Gutierre de Cetina

¡ay, sabrosa ilusión, sueño süave!

-- de Gutierre de Cetina --

¿quién te ha enviado a mí? ¿cómo veniste?
¿por dónde entraste el alma o qué le diste
a mi secreto por guardar la llave?
¿quién pudo a mi dolor fiero, tan grave,
el remedio poner que tú pusiste?
si el ramo tincto en lete en mí esparciste,
ten la mano al velar que no se acabe.
Bien conozco que duermo y que me engaño,
mientra envuelto en un bien falso, dudoso,
manifiesto mi mal se muestra cierto.
Pero, pues excusar no puedo un daño,
hazme sentir, ¡oh sueño pïadoso!,
antes durmiendo el bien, que el mal despierto.



Salvador Díaz Mirón

Consonancias

-- de Salvador Díaz Mirón --

A M...

Tu traición justifica mi falsía
aunque lo niegues con tu voz de arrullo;
mi amor era muy grande, pero había
algo más grande que mi amor, mi orgullo.

Calla, pues. Ocultemos nuestro duelo,
la queja es infecunda y nada alcanza;
agonicemos contemplando el cielo
ya que el cielo es nuestra única esperanza.

No creas que este mal decrezca y huya:
cada vez menos parco y más despierto
imperará en mi vida y en la tuya
«como reina el león en el desierto».

Los años rodarán en el abismo
sin que recobres la perdida calma.
¡Tú siempre llevarás, como yo mismo,
un cadáver en lo íntimo del alma!

El tiempo no es el médico discreto
que, por medio del fórceps del olvido,
saca del fondo de la entraña el feto
muerto allí como el pájaro en su nido.



Vicente Gallego

octubre, 16

-- de Vicente Gallego --

Despierto. Pesa el sol sobre mi rostro
y la arena ha tomado mi forma levemente.
Incorporo un momento la cabeza
y el cielo es todo mi horizonte,
un cielo de ningún color sino de cielo,
de cielo que yo veo en una vela,
la vela diminuta que recorta
y fija el universo en su contraste.
Y luego el mar,
el mar bajo la vela, ese mar que es inmenso
pues llega hasta mi vientre y no concluye.
Entre el cielo y el agua me detengo un instante,
y después me acomodo hasta quedar
sentado por completo.
El mar entonces me abandona, se retira,
y la arena se moja, avanza, se seca y se calienta
confluyendo en un punto y acercándose a mí,
pero un cangrejo cruza en ese instante
y mis ojos se van con el cangrejo,
y el cielo se hace rojo en su coraza,
y el mar se pierde y nada pesa.
Y al fijar la mirada atrapo el universo,
completo y detenido en su pasar efímero
a lomos de un cangrejo que lo arrastra,
sin saberlo, un segundo.
Y pienso que en las grandes creaciones
vida y arte no alientan en lo extenso,
sino en ese detalle que despierta
nuestro asombro.
El crustáceo se oculta
y nos apaga el mundo.



Mario Benedetti

josé martí pregonero

-- de Mario Benedetti --

Tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol
de su destino naciente
sólo tu pueblo es el dueño
cual figuraban en tus sueño
por fin es libre tu gente
josé marti pregonero
no moriste en tu pregón
tus versos viven y son
pregones de un pueblo entero
tu isla exporta el verano
y hay flambollán y justicia
la buena tierra nutricia
da frutos para el cubano
tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol
tan sobrio y tan desbordante
tan bueno y tan orgulloso
tan firme y tan generoso
tan pequeño y tan gigante
tan profundamente isleño
tan claramente cubano
tan latinoamericano
en tu suelo y en tu sueño
siempre nos tienes despierto
con tu constante mirada
con tu suerte despejada
y con tu fe de ojos abiertos
tu nombre es como el crisol
donde se funde la hazaña
tu nombre es como la caña
que endulza con lluvia y sol.



Rosalía de Castro

En el alma llevaba un pensamiento

-- de Rosalía de Castro --

Desbórdanse los ríos si engrosan su corriente
Los múltiples arroyos que de los montes bajan,
Y cuando de las penas el caudal abundoso
Se aumenta con los males perennes y las ansias,
¿Cómo contener, cómo, en el labio la queja?
¿Cómo no desbordarse la cólera en el alma?



Busca y anhela el sosiego...
Mas... ¿Quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto
Dormido vuelve a soñar.
Que hoy, como ayer y mañana,
Cual hoy en su eterno afán,
De hallar el bien que ambiciona
—Cuando solo encuentra el mal-
Siempre a soñar condenado
Nunca puede sosegar.
¡Aturde la confusa gritería
Que se levanta entre la turba inmensa!
Ya no saben qué quieren ni qué piden;
Mas, embriagados de soberbia, buscan
Un ídolo o una víctima a quien hieran.



Miguel Unamuno

Música

-- de Miguel Unamuno --

¿MÚSICA? ¡no! No así en el mar de bálsamo
Me adormezcas el alma;
No, no la quiero;
No cierres mis heridas — mis sentidos—
Al infinito abiertas,
Sangrando anhelo.

Quiero la cruda luz, la que sacude
Los hijos del crepúsculo
Mortales sueños;
Dame los fuertes; a la luz radiante
Del lleno medio día
Soñar despierto.

¿Música? ¡no! no quiero los fantasmas
Flotantes e indecisos,
Sin esqueleto;
Los que proyectan sombra y que mi mano
Sus huesos crujir haga,
Fuera del tiempo;
Toda finalidad se ahoga en ella.
La voluntad se duerme
Falta de peso.



Juan Ramón Jiménez

el dechado

-- de Juan Ramón Jiménez --

¡qué hermosa muestra eres, cielo azul del día,
a los despiertos ojos,
de lo despierto!
¡qué ejemplo hermoso eres, cielo azul nocturno,
a los ojos dormidos,
de lo que sueña!



Julio Flórez

Abstracción

-- de Julio Flórez --

Poem

A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miserias, y caigo en un silencio tan profundo que escucho hasta el latir de mis arterias.

Más aún: oigo el paso de la vida por la sorda caverna de mi cráneo, como un rumor de arroyo sin salida, como un rumor de río subterráneo.

Entonces presa de pavor, y yerto como un cadáver, mudo y pensativo, en mi abstracción a descifrar no acierto

si es que dormido estoy o estoy despierto, si un muerto soy que sueña que está vivo, o un vivo soy que sueña que está muerto.



Federico García Lorca

sueño

-- de Federico García Lorca --

Mayo de 1919
mi corazón reposa junto a la fuente fría.
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido.)
El agua de la fuente su canción le decía.
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido.)
Mi corazón despierto sus amores decía.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio)
el agua de la fuente lo escuchaba sombría.
Araña del silencio,
téjele tu misterio.)
Mi corazón se vuelca sobre la fuente fría.
(Manos blancas, lejanas,
detened a las aguas.)
Y el agua se lo lleva cantando de alegría.
(¡Manos blancas, lejanas,
nada queda en las aguas!)



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 67

-- de Francisco de Quevedo --

Adán en paraíso, vos en huerto;
él puesto en honra, vos en agonía;
él duerme, y vela mal su compañía;
la vuestra duerme, vos oráis despierto.
Él cometió el primero desconcierto,
vos concertaste nuestro primer día;
cáliz bebéis, que vuestro padre envía;
él como inobediencia, y vive muerto.
El sudor de su rostro le sustenta;
el del vuestro mantiene nuestra gloria:
suya la culpa fue, vuestra la afrenta.
Él dejó horror, y vos dejáis memoria;
aquél fue engaño ciego, y ésta venta.
¡Cuán diferente nos dejáis la historia!



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 32

-- de Francisco de Quevedo --

Cuando a más sueño el alba me convida,
el velador piloto palinuro
a voces rompe al natural seguro,
tregua del mal, esfuerzo de la vida.
¿Qué furia armada, o qué legión vestida
del miedo, o manto de la noche oscuro,
sin armas deja el escuadrón seguro,
a mí despierto, a mi razón dormida?
algunos enemigos pensamientos,
cosarios en el mar de amor nacidos,
mi dormido batel han asaltado.
El alma toca al arma a los sentidos;
mas como amor los halla soñolientos,
es cada sombra un enemigo armado.



José Asunción Silva

Las noches del hogar

-- de José Asunción Silva --

Regresar fatigado del trabajo
de la diaria faena
e ir a mirarse en lo hondo retratado
de sus pupilas negras
cerca del rico piano —mientras vaga
sobre las blancas teclas
su mano de marfil— soñar despierto
felicidad eterna.
A la luz de la lámpara brillante
ver las rubias cabezas
de los risueños niños— de infantiles
ilusiones llenos.
¡La mirada tender sobre la cuna
que cual flor entreabierta
entre sus hojas perfumadas guarda
una existencia nueva!
¡Oh cuadro del hogar! oh perspectiva
cariñosa y risueña,
cuando en el paso por el falso mundo
ancha herida sangrienta,
el desengaño abrió, cuando sentimos
caer mustias y secas
de la primera juventud las rosas,
qué mortal no desea
dejar en tu silencio venturoso
deslizar la existencia
y guardar lo divino y delicado
que el alma herida encierra
en tu seno feliz —¡como la concha
lejos de las tormentas
guarda en el fondo del movible océano
las nacaradas perlas!



José Gautier Benítez

un sueño

-- de José Gautier Benítez --

Soñé que la mujer a quien adoro
con infame perjurio me engañaba
y a otro amante feliz, le abandonaba
de su amor el bellísimo tesoro.

Soñé que apasionado, que sonoro
su beso en otra boca resonaba
y aunque el sueño mis párpados
cerraba los abrían las fuentes de mi lloro.

Si en el drama futuro de mi vida
tan inmenso dolor me está esperando
que la muerte de mí compadecida

antes me brinde su reposo blando
porque más que la tumba me intimida
mirar despierto lo que estoy soñando.



José Joaquín de Olmedo

Un sueño

-- de José Joaquín de Olmedo --

Visitome el amor esta noche
con un dulce, gratísimo sueño:
yo soñé que a mi angélico dueño
de este modo empezábale a hablar:
-Saber puedes las veces que te amo
si las luces contares del cielo,
y las hojas que cubren el suelo,
y las olas que baten la mar...-

Ella me oye, y gustosa y afable
corre a mí con el seno entreabierto...
Mas ¡ay triste!, que al punto despierto,
y era sombra lo que iba a abrazar.
Loco, ciego, impaciente, furioso,
salto luego del lecho gritando:
-¡Duro amor!, ¡duro amor!, ¿hasta cuándo,
hasta cuándo me quieres burlar?



José Martí

sólo el afán...

-- de José Martí --

Sólo el afán...
Sólo el afán de un náufrago podría,
compararse a mi afán:
lejos el cielo y hondo el mar;
a un alma sin amor, que en el tumulto
de rostro en rostro, por su tarda amante
en vano inquiere, y lívida jadea:
¡yo sé, madres sin hijos, la tortura
de vuestro corazón! ¡yo sé del triste
sediento, y del hambriento, y del que lleva
un muerto en las entrañas! asgo el aire,
suplico en alta voz, desesperado
gimo, a la sorda sombra pido un beso:
de mí no sé. Me olvido. Me recoge
la desesperación: y entre los brazos
del hambre, a tanto el plato, me despierto!
yo sé que de las rosas
holladas al morir brota un gemido:
yo he visto el alma pálida que surge
de la yerba que troncha el casco duro
cual lágrima con alas: yo padezco
de aquel dolor del agua cristalina
que el sol ardiente desdeñoso seca.
Sé de mis náuseas mortales y el deseo
de vaciar de una vez el pecho ansioso,
como en la mesa el bebedor cansado
vuelca la copa del inútil vino.



José Martí

sueño despierto

-- de José Martí --

Yo sueño con los ojos
abiertos, y de día
y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
del ancho mar revuelto,
y por entre las crespas
arenas del desierto
y del león pujante,
monarca de mi pecho,
montado alegremente
sobre el sumiso cuello,
un niño que me llama
flotando siempre veo!



Blanca Andreu

el día tiene el don de la alta seda

-- de Blanca Andreu --

El día tiene el don de la alta seda,
pétalos desandados por el pie de la noche,
monedas en corolas, eso dije.
Pero se izó la nube de magnolia hasta llegar al núcleoahogado,
estambre eléctrico y pistilo triturado de amor,
monedas deshojadas por el terrible cheque templario,
o bien las brujas vírgenes prudentes
y la plomiza nada milenaria.
El día tuvo el don de la alta seda,
amor mío, amor mío, y por eso aún escúchame,
por eso te repito el perdido poema,
amor mío, amor mío, tu voz que amé y que cruza
las pupilas moradas de los puentes.
Y tu olor habitado, azul, y todo
lo que ahora abandono y abandonas
no sé con qué propósito,
ni sé de qué manera clandestina,
ahora, mientras yo rompo
la idea de tu rostro
y continúo ignorando
qué invierno,
qué arteria barroca del diciembre aquél,
qué orden despierto es el tuyo
mientras yo vivo sola, y duermo, y te detesto.



Blas de Otero

hombre ángel fieramente humano (1950)

-- de Blas de Otero --

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser y no ser eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!



Carlos Pezoa Véliz

Tarde en el hospital

-- de Carlos Pezoa Véliz --

Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia;
llueve...

Y pues solo en amplia pieza
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.

Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado;
llueve...

Entonces, muerto de angustia,
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.



Rafael Pombo

La memoria

-- de Rafael Pombo --

¡Oh perfecto presente del pasado,
Vida de tanto amado ausente y muerto,
Que poblando aquel fúnebre desierto
Burlas del tiempo el hierro despiadado!

En mi hoy, más prosaico y desolado
Que el muerto ayer, me ofreces más de un puerto
Do a buscar vuelvo en mi soñar despierto
Un asilo poético y sagrado:

Un temple a cuya entrada unjo con llanto
El corazón, y en otro mundo, el eco
De inolvidables voces, oro y canto,

¿Será tal fruición juego, embeleso
Y no fiel prenda, misterioso rito,
Aurora boreal de lo infinito?



Roberto Juarroz

porque esta noche duermes lejos

-- de Roberto Juarroz --

Porque esta noche duermes lejos
y en una cama con demasiado sueño,
yo estoy aquí despierto,
con una mano mía y otra tuya.
Tú seguirás allí
desnuda como tú
y yo seguiré aquí
desnudo como yo.
Mi boca es ya muy larga y piensa mucho
y tu cabello es corto y tiene sueño.
Ya no hay tiempo para estar
desnudos como uno
los dos.



Roberto Juarroz

nocturnamente único

-- de Roberto Juarroz --

Nocturnamente único,
el corazón, sin cuello, en la cabeza,
caminas por el mundo con un traje sonoro,
sabor vestido de aguas vivas,
machacando la luna sepia de los muertos.
Andanza que es estar,
sin girasol ni tumbas por los astros,
un pie raíz y otro pie nube,
los ojos corazón palabra cosa,
las manos animales
en su selva de manos.
Y entre cuervos, lisiados e instrumentos,
tu puño en la montaña de ser uno,
despierto aunque te duermas,
aclaración de la palabra hombre
en el lugar humano de la duda de todo.
Al verte, sí, me acuerdo.
No importa de qué, de quién: me acuerdo.
La piel es un viento sólido
que comunica por adentro y afuera
con la piel.



Roberto Juarroz

poemas de otredad 4

-- de Roberto Juarroz --

Si uno no es igual a su despertar,
si el despertar lo excede
o es menor que uno,
¿quién ocupa la diferencia?
y si uno no es igual tampoco a su dormir,
¿adónde se queda su costado despierto
o qué otra cosa se duerme con uno?
¿y si uno no es igual a uno?
el signo igual parece a veces
la duplicación ensimismada
del menos.



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