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-- de Lope de Vega --
Dos cosas despertaron mis antojos,
extrajeras, no al alma, a los sentidos;
Marino, gran pintor de los oídos,
y Rubens, gran poeta de los ojos.
Marino, fénix ya de sus despojos,
yace en Italia resistiendo olvidos;
Rubens, los héroes del pincel vencidos,
da gloria a Flandes y a la envidia enojos.
Mas ni de aquél la pluma, o la destreza
déste con el pincel pintar pudieran
un hombre que, pudiendo, a nadie ayuda.
Porque es tan desigual naturaleza,
que cuando a retratalle se atrevieran,
ser hombre o fiera, les pusiera en duda.
Poema "Dos cosas despertaron mis antojos" de Lope de Vega
-- de Octavio Paz --
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.
Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.
Poema "el pájaro" de Octavio Paz
-- de Gabriela Mistral --
Al llegar la medianoche
y al romper en llanto el niño,
las cien bestias despertaron
y el establo se hizo vivo.
Y se fueron acercando,
y alargaron hasta el niño
los cien cuellos anhelantes
como un bosque sacudido.
Bajó un buey su aliento al rostro
y se lo exhaló sin ruido,
y sus ojos fueron tiernos
como llenos de rocío.
Una oveja lo frotaba,
contra su vellón suavísimo,
y las manos le lamían,
en cuclillas, dos cabritos...
Las paredes del establo
se cubrieron sin sentirlo
de faisanes, y de ocas,
y de gallos, y de mirlos.
Los faisanes descendieron
y pasaban sobre el niño
la gran cola de colores;
y las ocas de anchos picos,
arreglábanle las pajas;
y el enjambre de los mirlos
era un velo palpitante
sobre del recién nacido...
Y la virgen, entre cuernos
y resuellos blanquecinos,
trastocada iba y venía
sin poder coger al niño.
Y josé llegaba riendo
a acudir a la sin tino.
Y era como bosque al viento
el establo conmovido...
Poema "el establo" de Gabriela Mistral
-- de Rosalía de Castro --
I
¡Silencio, los lebreles
De la jauría maldita!
No despertéis á la implacable fiera
Que duerme silenciosa en su guarida.
¿No veis que de sus garras
Penden gloria y honor, reposo y dicha?
Prosiguieron aullando los lebreles...
— ¡Los malos pensamientos homicidas! -
Y despertaron la temible fiera...
— ¡La pasión que en el alma se adormía!
Y ¡adiós!, en un momento,
¡Adiós gloria y honor, reposo y dicha!
II
Duerme el anciano padre, mientras ella
Á la luz de la lámpara nocturna
Contempla el noble y varonil semblante
Que un pesado sueño abruma.
Poema "Margarita (Castro)" de Rosalía de Castro