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-- de Emilio Bobadilla --
¡Alemania, Alemania, destructora conciente
de pueblos que tu orgullo caquéxicos juzgaba!
Tus huestes desatadas cual hórrido torrente,
cayeron sobre Europa, de incandecente lava!
¡Y sojuzgaste a Bélgica, mutilando sus villas,
a polvo reduciendo sus grandes bibliotecas;
bombardeando sus templos —de arte maravillas-,
y arrancando a sus gentes de dolor crueles muecas!
¡Y la Francia del Norte, la laboriosa Francia,
cayó bajo tu fuego, maltrecha, no sumisa,
y en su agonía retándote con bélica arrogancia!
¡Y en tu fiebre imposible de brutal desvarío,
le cuajaste en los labios a París la sonrisa
y al gigantesco Londres le diste escalofrío!
Poema "Destrucción conciente" de Emilio Bobadilla
-- de Juan de Tassis y Peralta --
Cenizas que aguardáis aquella trompa
para unir las especies desatadas
con que al juicio final serán llamadas
las almas puras con gloriosa pompa,
cuando la voz de dios, abriendo, rompa
los mármoles y losas más pesadas,
porque salgáis unidas y apuradas
en forma a quien el tiempo no corrompa.
No puede estar ya lejos, pues es cierta
aquella confusión, cuya agonía
los dormidos espíritus despierta.
Antes, en este caso juzgaría
que ver cosa inmortal, sin tiempo, muerta,
es ya de los prodigios de aquel día.
Poema "a los presagios del día del juicio" de Juan de Tassis y Peralta
-- de José Martí --
Vela abajo, mozo arriba,
acá el roto, allá el peñasco,
ido el sol, recio el chubasco,
y el barco, no barco, criba:
gigante el viento derriba
los hombres de las escalas;
desatadas van las balas
rodando por la cubierta,
¡y yo, en medio a la obra muerta
vivo, mi hijo en las alas!