Buscar Poemas con Delicada


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Se han encontrado 25 poemas con la palabra delicada

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Carolina Coronado

al jazmín

-- de Carolina Coronado --

Orgullo de la enramada,
blanca y leve florecilla,
más que todas delicada,
y más que todas sencilla.
Muestra el lirio temblorosa
la faz cristalina y pura;
y ostenta encendida rosa
la peregrina hermosura.
Alza bella la azucena
la copa tersa y nevada
de ricos ámbares llena,
de mil abejas cercada.
Pero ¿quién tu brillo iguala,
viva flor del cano estío,
que luces entre su gala,
como espuma en claro río?
por sencilla y delicada,
en el jardín entre ciento
fijas tú, flor, la mirada,
y fijas el pensamiento.
Y por el seno argentino
que blando perfume expira,
do bebe néctar divino
la abeja que en ti respira.
¡Flor graciosa y nacarada,
la más tierna de las flores!
¡oh mil veces bienhadada
la que roba tus amores!
¡bienhadada mariposa
que tu pétalo estremece,
cuando a tu lado reposa,
y en tu aliento se embebece!
por delicada y sencilla,
en el jardín entre ciento
se fija en ti, florecilla,
mi vista y mi pensamiento.

Poema al jazmín de Carolina Coronado con fondo de libro

Amado Nervo

el retorno

-- de Amado Nervo --

Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
vivir sin tus palabras es mucha soledad;
vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
es mucha oscuridad...
Vuelvo pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.
Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la naturaleza,
una tarde como ésta: desmayada
en un lecho de lilas, e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.
¡Vuelvo a ti con los dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo
-como siempre-, y mis labios no cansados
de alabarte, y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!
recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el deje suave de una hermana;
murmura un apacible: te perdono ,
y déjame dormir con abandono,
en tu noble regazo, hasta mañana...

Poema el retorno de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

El retorno (Nervo)

-- de Amado Nervo --

Vuelvo, pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.

Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la naturaleza,
una tarde como esta, desmayada
en un lecho de lilas e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.

Vuelvo a ti con mis dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo,
como siempre, y mis labios, no cansados
de alabarte ¡y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!

Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el dejo suave de una hermana;
murmura un apacible: «Te perdono»,
y déjame dormir con abandono
en tu noble regazo hasta mañana...

Poema El retorno (Nervo) de Amado Nervo con fondo de libro

Ignacio María de Acosta

Nace fragante

-- de Ignacio María de Acosta --

Nace fragante, delicada, hermosa,
rica en colores, tímida y galana,
entre perlas que riega la mañana
en verde tallo la encendida rosa.

El aura la acaricia voluptuosa;
en agradarla el colibrí se afana;
y la rosa gentil de la sabana
es el hechizo y la adorada diosa.

Pero si envuelto en polvoroso aliento
con torpe labio y bárbara inclemencia
besa la flor el huracán violento,

entonces mustia, sin color ni esencia
muere infeliz, cual muere en un momento
al contacto del vicio la inocencia.



Jorge Luis Borges

la víspera

-- de Jorge Luis Borges --

Millares de partículas de arena,
ríos que ignoran el reposo, nieve
más delicada que una sombra, leve
sombra de una hoja, la serena
margen del mar, la momentánea espuma,
los antiguos caminos del bisonte
y de la flecha fiel, un horizonte
y otro, los tabacales y la bruma,
la cumbre, los tranquilos minerales,
el orinoco, el intrincado juego
que urden la tierra, el agua, el aire, el fuego,
las leguas de sumisos animales,
apartarán tu mano de la mía,
pero también la noche, el alba, el día



Pablo Neruda

soneto xcv cien sonetos de amor (1959) noche

-- de Pablo Neruda --

Quiénes se amaron como nosotros? busquemos
las antiguas cenizas del corazón quemado
y allí que caigan uno por uno nuestros besos
hasta que resucite la flor deshabitada.
Amemos el amor que consumió su fruto
y descendió a la tierra con rostro y poderío:
tú y yo somos la luz que continúa,
su inquebrantable espiga delicada.
Al amor sepultado por tanto tiempo frío,
por nieve y primavera, por olvido y otoño,
acerquemos la luz de una nueva manzana,
de la frescura abierta por una nueva herida,
como el amor antiguo que camina en silencio
por una eternidad de bocas enterradas.



Pablo Neruda

soneto xiii cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xiii
la luz que de tus pies sube a tu cabellera,
la turgencia que envuelve tu forma delicada,
no es de nácar marino, nunca de plata fría:
eres de pan, de pan amado por el fuego.
La harina levantó su granero contigo
y creció incrementada por la edad venturosa,
cuando los cereales duplicaron tu pecho
mi amor era el carbón trabajando en la tierra.
Oh, pan tu frente, pan tus piernas, pan tu boca,
pan que devoro y nace con luz cada mañana,
bienamada, bandera de las panaderías,
una lección de sangre te dio el fuego,
de la harina aprendiste a ser sagrada,
y del pan el idioma y el aroma.



Pedro Antonio de Alarcón

A Carmen, al piano

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

No mujer... ¡Hada eres! Si amorosa
las manos tiendes al callado viento,
en él despiertas lánguido concierto
como la brisa en arpa melodiosa.

No mujer, bella Carmen... Eres diosa;
y de tu rostro el celestial portento
irradia el infinito sentimiento,
ser de tu ser, inspiración hermosa.

No mujer... ¡Eres ángel! Tu pureza
eclipsa la del sol: la sensitiva
no es como tú modesta y delicada.

Yo admiro arrebatado tu grandeza;
pero calla mi voz, no osando altiva
cantar a la que es ángel, diosa y hada.



Pedro Miguel Obligado

¿nada más

-- de Pedro Miguel Obligado --

¿nada más que tu amble disciplina merezco,
y el cariño oportuno que dices que me das,
y sonrisas piadosas para el mal que padezco?
¿nada más, nada más?...

Yo sé que no te he dado sino un alma sincera,
y un amor que no buscas y que no buscarás,
y los días opacos de una vida cualquiera.
Nada más, nada más

tal vez como un sonido que se pierde en la altura,
vagamente en ti misma, mi ensueño sentirás;
y será mi recuerdo, delicada amargura.
Nada más, nada más

pero cuesta volverla juiciosa, a la esperanza,
mostrarle que su ensueño querido está de más,
y sólo es una sombra que sobre el suelo danza.
Nada más, nada más



Gertrudis Gómez de Avellaneda

Significado de la palabra yo amé

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

Con yo amé dice cualquiera
Esta verdad desolante:
-Todo en el mundo es quimera,
No hay ventura verdadera
Ni sentimiento constante.-
Yo amé significa: -«Nada
Le basta al hombre jamás:
La pasión más delicada,
La promesa más sagrada,
Son humo y viento ¡y no más!»



Gutierre de Cetina

cual doncella hermosa y delicada

-- de Gutierre de Cetina --

Que en verde prado está, de flores lleno,
el ánimo del mal de amor ajeno
tejiendo una guirnalda, descuidada,
estando en su labor toda ocupada,
fría serpiente se le entró en el seno,
y apenas se apercibe del veneno,
que en el alma la siente atravesada,
descuidada se andaba el alma mía,
recreándose sola entre las flores
que en el prado de amor había cogido,
cuando turbarse vio la fantasía
y entrar helado entre el ardor de amores
un áspide celoso en el sentido.



Gutierre de Cetina

como al pastor que en la ardiente hora estiva

-- de Gutierre de Cetina --

La verde sombra, el fresco aire agrada,
y como a la sedienta su manada
alegra alguna fuente de agua viva,
»así a mi árbol do se note o escriba
mi nombre en la corteza delicada
alegra, y ruego a amor que sea guardada
la planta porque el nombre eterno viva.
»Ni menos se deshace el hielo mío,
vandalio, ante tu ardor, cual suele nieve
a la esfera del sol ser derretida».
Así decía dórida en el río
mirando su beldad, y el viento leve
llevó la voz que apenas fue entendida.



Sor Juana Inés de la Cruz

soneto cxlv a su retrato

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Este que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.



Sor Juana Inés de la Cruz

Soneto CXLV - A su retrato

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

Este que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

Éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,

Es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:

Es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.



Vicente Aleixandre

forma

-- de Vicente Aleixandre --

Se iba quedando callada
hasta que la sombra espesa
se hizo cuerpo tuyo.
¡Ya te tengo! ¡ya te tengo!
aquí la sombra del cuarto,
piel fina, piel en mis dedos.
Siente, tiembla. Fina seda
que palpita humanamente
entre mis dedos de nieve.
Mis dedos de hielo rizan
tu delicada quietud,
totalidad de este cuarto,
corporal y muda, extensa
sobre la estancia dormida.
Para mis ojos azules
tu negra forma se entrega,
cuajada y pura, inocente,
oh soledad de mi cuarto.
Pero no quiero mirarte.
A oscuras, paredes justas,
cámara, entraña, me aprietas;
te siento exacta y te amo,
cerrazón de vida y muerte,
negra posesión del aire,
sombra que habito y que siento
contra mi piel semejante.
Blancas paredes fronteras,
densa presencia estrechada,
cuerpo que ciego adivino
en mis sentidos dorados.



Juan Gelman

ahora

-- de Juan Gelman --

Ahora miguel ángel cruza la noche del país
va en un caballito de fuego
se le caen palabras que tiemblan como el sur
tira balazos de esperanza
¿es verdad que te hicieron pedazos en la tortura militar?
¿te caíste a pedacitos? ¿y qué
crece de cada pedacito tuyo? ¿acaso otro ángel miguel?
¿los demás? ¿un vagabundo? ¿una triste?
¿un viejo sentimiento inmortal? ¿santa teresa
la obrera que montaba un caballo de fuego para vivir cada vez?
¿cómo el olor de tu alma?
pedazos de la amadora escaparon a las uñas del tiempo
pregunto estas cosas para saber cómo me va
envuelto estás en pólvora y horrores
tus poemas cruzan la noche del país
tu ternura trabaja obrera delicada
andás por plazas y por calles con la memoria en la mano
llega la luz del alba torpemente
aquí ninguno da perdón
te deshacés miguel juntando cielo
pero me acuerdo de cuando vas a volver
pegado a tu destino como una roca
limpiándole la muerte a cada noche
montado en un caballito de fuego



Juan Meléndez Valdés

El ruego encarecido

-- de Juan Meléndez Valdés --

Deja ya la cabaña, mi pastora;
déjala, mi regalo y gloria mía;
ven, que ya en el oriente raya el día,
y el sol las cumbres de los montes dora.

Ven, y al humilde pecho que te adora,
torna con tu presencia la alegría.
¡Ay!, que tardas, y el alma desconfía;
¡ay!, ven, y alivia mi pesar, señora.

Tejida una guirnalda de mil flores
y una fragante delicada rosa
te tengo, Filis, ya para en llegando.

Darételas cantando mil amores,
darételas, mi bien; y tú amorosa
un beso me darás sabroso y blando.



Juan Ramón Jiménez

mensajera de la estación total

-- de Juan Ramón Jiménez --

Todas las frutas eran de su cuerpo,
las flores todas, de su alma.
Y venía, y venía
entre las hojas verdes, rojas, cobres,
por los caminos todos
de cuyo fin con árboles desnudos
pasados en su fin a otro verdor,
ella había salido
y eran su casa llena natural.
¿Y a qué venía, a qué venía?
venía sólo a no acabar,
a perseguir en sí toda la luz,
a iluminar en sí toda la vida
con forma verdadera y suficiente.
Era lo elemental más apretado
en redondez esbelta y elejida:
agua y fuego con tierra y aire,
cinta ideal de suma gracia,
combinación y metamórfosis.
Espejo de iris májico de sí,
que viese lo de fuera desde fuera
y desde dentro lo de dentro;
la delicada y fuerte realidad
de la imajen completa.
Mensajera de la estación total,
todo se hacía vista en ella.
(Mensajera,
¡qué gloria ver para verse a sí mismo,
en sí mismo,
en uno mismo,
en una misma,
la gloria que proviene de nosotros!)
ella era esa gloria ¡y lo veía!
todo, volver a ella sola,
solo, salir toda de ella.
(Mensajera,
tú existías. Y lo sabía yo.)



Julio Flórez

En la barca

-- de Julio Flórez --

Poem

No me hables esta noche; solo ansío que me beses y abraces con locura; que se junte tu labio con el mío; que mis brazos opriman tu cintura y que cierres los ojos Tengo frío!

No me hables esta noche ¡Oh, mi adorada! Yo solo quiero en medio del reposo, el ardor de tu carne sonrosada, el roce de tu mano delicada y el ámbar de tu aliento capitoso!

Así!... ¡Junta mi cuerpo con el tuyo!... Así!... ¡Tiembla, mujer, como l ola que riza el viento! Mira: oscura y sola está la noche Mira: ni un cocuyo nos alumbra no me hables Lola Lola!

Háblame ya; no más abre los ojos! y vosotras, pasad, horas tranquilas, mientras ella revive mis antojos, con el murmullo de sus labios rojos y con el fuego azul de sus pupilas!



Francisco Sosa Escalante

Tu secreto (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Te engañas, Margarita encantadora,
Si piensas ocultar el vivo fuego
Que arde en tu corazon; Amor es ciego
Y más y más lo es, si triste llora.

El amor tus mejillas descolora,
Tu voz traduce del amor el ruego,
Y tus pupilas con su ardiente riego
Denuncian la pasion que te devora.

Si el sol la casta nitidez aviva
De la flor del cariño delicada,
¿Por qué pretendes que en la sombra viva?

Si es noble tu pasion, ¿por qué guardada
Así la dejas, cuando puede altiva
Reflejarse en la luz de tu mirada?



José Asunción Silva

Adriana

-- de José Asunción Silva --

Noble como la cándida adorada
del inmortal poeta florentino,
corona de la frente inmaculada
el dorado cabello
que sobre el hombro flota en blondos rizos,
perdida en el espacio la mirada
como se pierde en su conjunto bello
la de aquél que contempla sus hechizos.

Hay infinita luz que reverbera
en el azul de sus divinos ojos
cual de limpio zafiro en los cristales.
Una expresión de majestad serena
de pudor y recato virginales
vela la gracia de sus labios rojos,
¡y es a la vez misterïoso encanto,
lumbre, murmullo, vibración y canto!

Su voz tiene las notas armoniosas
de la del ave que en blando nido
de su impotencia de volar se queja,
llena de suavidad, llena de calma
su cariñosa frase siempre deja
una estela de perlas en el alma.

Tiene la delicada transparencia
de las húmedas hojas de las lilas
y ni una leve mancha en la conciencia
y ni una leve sombra en las pupilas.

Es una reunión encantadora
de lo más dulce que la vida encierra
a los rosados rayos de la aurora
hecha, del aire en los azules velos,
¡con lo más delicado de la tierra
y lo más delicado de los cielos!



Blanca Andreu

yo te di huesos de palomas rojas

-- de Blanca Andreu --

Los muertos odian el número dos.
F. G. Lorca
yo te di huesos de palomas rojas
de palomas que alientan dentro de los rasguños
desdeñoso licor de herida
pequeño peldaño de muerte
atrapé las palomas que habitaban en la sangre alterada de los niños perversos
robé vuelos morados
vuelos de adelfa y alarido
vuelos de arteria y arañazo
espejos
fiestas
del jacinto del sur
yo te di huesos de palomas muy pequeñas
astrolabios de tierno esqueleto
guías luciérnagas y otras luces nerviosas
para que oyeras cómo el fósforo declama los viejos versos del número par
para anclarte a mi noche
para anclarte a mi noche con la cal delicada
yo te di huesos
anclas pequeñitas
para que te encallaras en la sal de las puertas
y dije las palabras que así existen
filtros de melibea
brujas líquidas
o la voz fuerte de rilke el poeta:
retenle
sí retenle.



Claudio Rodríguez

nuevo día

-- de Claudio Rodríguez --

Después de tantos días sin camino y sin casa
y sin dolor siquiera y las campanas solas
y el viento oscuro como el del recuerdo
llega el de hoy.
Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin resina,
buscaba un resplandor definitivo,
llega tan delicada y tan sencilla,
tan serena de nueva levadura
esta mañana...
Es la sorpresa de la claridad,
la inocencia de la contemplación,
el secreto que abre con moldura y asombro
la primera nevada y la primera lluvia
lavando el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.
Invisible quietud. Brisa oreando
la melodía que ya no esperaba.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Grave placer el de la soledad.
Y no mires el mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora
adonde nunca llega el pensamiento
pero sí el mar del alma,
pero sí este momento del aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
cuando llega la hora
dos horas antes de la media noche
del tercer oleaje, que es el mío.



Rubén Darío

rima viii

-- de Rubén Darío --

Yo quisiera cincelarte
una rima
delicada y primorosa
como una aúrea margarita,
o cubierta de irisada
pedrería,
o como un joyel de oriente,
o una copa florentina.
Yo quisiera poder darte
una rima
como el collar de zobeida,
el de perlas ormuzinas,
que huelen como las rosas
y que brillan
como el rocío en los pétalos
de la flor recién nacida.
Yo quisiera poder darte
una rima
que llevara la amargura
de las hondas penas mías
entre el oro del engarce
de las frases cristalinas.
Yo quisiera poder darte
una rima
que no produjera en ti
la indiferencia o la risa,
sino que la contemplaras
en su pálida alegría,
que, después de leerla...,
Te quedaras pensativa.



Rubén Darío

Rima VIII (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

Yo quisiera cincelarte
una rima
delicada y primorosa
como una aúrea margarita,
o cubierta de irisada
pedrería,
o como un joyel de Oriente,
o una copa florentina.
Yo quisiera poder darte
una rima
como el collar de Zobeida,
el de perlas ormuzinas,
que huelen como las rosas
y que brillan
como el rocío en los pétalos
de la flor recién nacida.
Yo quisiera poder darte
una rima
que llevara la amargura
de las hondas penas mías
entre el oro del engarce
de las frases cristalinas.
Yo quisiera poder darte
una rima
que no produjera en ti
la indiferencia o la risa,
sino que la contemplaras
en su pálida alegría,
que, después de leerla...,
Te quedaras pensativa.



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