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Se han encontrado 12 poemas con la palabra decora

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Amado Nervo

perlas negras - amiga, mi larario está vacío

-- de Amado Nervo --

Amiga, mi larario está vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastío
las nupcias del silencio y de la tarde.
El tiempo destructor no en vano pasa;
los aleros del patio están en ruinas;
ya no forman allí su leve casa,
con paredes convexas de argamasa
y tapiz del plumón, las golondrinas.
¡Qué silencio el del piano! su gemido
ya no vibra en los ámbitos desiertos;
los nocturnos y scherzos han huido...
¡Pobre jaula sin aves! ¡pobre nido!
¡misterioso ataúd de trinos muertos!
¡ah, si vieras tu huerto! ya no hay rosas,
ni lirios, ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz, ni mariposas...
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;
el viento sopla, la hojarasca rueda.
Amiga, tu mansión está desierta;
el musgo verdinegro que decora
los dinteles ruinosos de la puerta,
parece una inscripción que dice: ¡muerta!
el cierzo pasa, suspirando: ¡llora!

Poema perlas negras - amiga, mi larario está vacío de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Al doctor Francisco de Quintana

-- de Lope de Vega --

Nacieron en Madrid el docto Herrera;
Velasco, Eclesiastés; Márquez, Cirilo;
Francisco Sánchez, que, fecundo Nilo,
inunda el coro de la sacra esfera;

Montero, luz en monte, primavera;
Soria, Basilio; y, en florido estilo,
Hortensio Fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la invidia fiera.

Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva aurora,
porque si no los vence, los iguale.

Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria y la virtud decora.

Poema Al doctor Francisco de Quintana de Lope de Vega con fondo de libro

Luis Gonzaga Urbina

mañana de sol

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Palpitan como alas de pájaros en fuga
las velas que sacude la brisa matinal,
y el aire, a flor de onda, menudamente arruga
la seda azul, tramada de estambres de cristal.

De la dorada costa la palidez subyuga,
y tiene el viento puro delicadeza tal,
que al refrescarme el rosotro parece que me enjuga
las lágrimas pueriles el beso maternal.

Una bandada de aves por los espacios sube;
decora la brillante blancura de la nube
y la marcha del inviolado zafir de la extensión.

Y en la solemne calma de estas horas divinas,
esparcen a lo lejos dos voces femeninas,
quién sabe qué ternura que moja el corazón...

Poema mañana de sol de Luis Gonzaga Urbina con fondo de libro

Emilio Bobadilla

¡Así es la vida!

-- de Emilio Bobadilla --

Truena el cañón; en lucha venatoria,
como espigas, inerme el hombre rueda
y a la luz de una luna sin memoria
todo en silencio legendario queda.

En la penumbra del hogar vacío
la vieja al viejo cuenta sus dolores
y amortiguado el odio, el caserío
lento se va poblando de rumores.

Ya el campanario roto da la hora,
vuelve el arado a socavar la tierra
que el sol de Mayo paternal decora;

vendrán las noches largas; con sentida
voz hablará el recuerdo de la guerra;
vendrá el olvido luego. ¡Así es la vida!



Medardo Ángel Silva

Hoja de álbum

-- de Medardo Ángel Silva --

Atraviesas la vida como un jirón de bruma
—tan exquisita y tan crepuscular—
celeste y vaporosa, con levedad de espuma
o de aroma lunar.

No basta el verso diáfano para tu gracia suma,
ni la cadencia rítmica del misterioso mar,
ni el trino de la alondra que sonrosa su pluma
en el parque de sol y aroma de azahar.

Es tuyo el melodioso imperio de la Aurora:
el grupo de los cisnes que el estanque decora
canta el advenimiento de tu azul primavera;

la noche se detiene, al umbral del ocaso,
por la embriaguez de olores que da tu cabellera...
¡Y el corazón del mundo late bajo tu paso!



Julio Zaldumbide Gangotena

A las flores (Zaldumbide)

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Prole gentil del céfiro y la aurora,
nacida con el don de la belleza;
gracias con que la gran naturaleza
ríe, y su augusta majestad decora.

La luz del sol, que el universo dora,
no tanto de su frente en la grandeza,
cuanto en vosotras linda se adereza,
y con matiz más gayo se colora.

En el campo del éter las estrellas
son flores celestiales, y en el suelo
vosotras sois estrellas de colores.

Tan puras sois, en fin, al par que bellas,
que pienso que del mundo el claro cielo
no tiene cosas más... Que almas y flores.



Federico García Lorca

llagas de amor

-- de Federico García Lorca --

Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.
Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.
Son guirnalda de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.
Y aunque busco la cumbre de prudencia,
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.
Regresar a sonetos del amor oscuro



Federico García Lorca

Soneto de la dulce queja

-- de Federico García Lorca --

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.



Ramón López Velarde

coses en dulce paz...

-- de Ramón López Velarde --

Coses en dulce paz...
Coses en dulce paz, y son divinos
tus mirares y plácido tu gesto,
cuando escuchas la rima que he compuesto
para tus dedos ágiles y finos.
La candidez sin mancha de los linos
nieva y decora tu regazo honesto,
y en grato ir y venir tocan el cesto
las yemas de tus dedos marfilinos.
Mirándote coser, tan envidiosa
de tu aguja está el alma, que quisiera
tener, en la existencia fastidiosa,
la suerte de la aguja afortunada,
por quedar un momento prisionera
entre los dedos de la bien amada.



Ramón López Velarde

Del pueblo natal

-- de Ramón López Velarde --

Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
desahuciada por todos, iré por los caminos
por donde vais cantando los más sonoros trinos
y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.

A la hora del Angelus, cuando vais por la calle,
enredados al busto los chales blanquecinos,
decora vuestros rostros --¡oh rostros peregrinos!--
la luz de los mejores crepúsculos del valle.

De pecho en los balcones de vetusta madera,
platicáis en las tardes tibias de primavera
que Rosa tiene novio, que Virginia se casa;

y oyendo los poetas vuestros discursos sanos
para siempre se curan de males ciudadanos,
y en la aldea la vida buenamente se pasa.



Ramón López Velarde

Sus ventanas

-- de Ramón López Velarde --

Sus ventanas floridas
que miran al Oriente,
llevan buena amistad con las auroras
que, como primicias fúlgidas, esmaltan
el campo de victorias de su frente.

Aquella madrugada
apareció el Amor tras de su reja
y la dejó lavada
con el cristal cerúleo de su pozo...
¡Y todavía, adentro
de mi alma, hay un gozo
fluido, de mujer madrugadora
que riega su ventana y la decora!

Ventanas que rondé
en la alborada de mis mocedades;
rejas con caracoles
en que Ella gusta de escuchar el sordo
fragor de las marinas tempestades;
rejas depositarias
de aquellos soliloquios de noctívago
y de mi donjuanismo adolescente;
que yo os mire de nuevo
¡oh ventanas, abiertas al Oriente!



Ramón María del Valle Inclán

rosa de oriente

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Tiene al andar la gracia del felino,
es toda llena de profundos ecos,
enlabia con moriscos embelecos
su boca obscura cuentos de aladino.

Los ojos negros, cálidos, astutos,
triste de ciencia antigua la sonrisa,
y la falda de flores una brisa
de índicos y sagrados institutos.

Cortó su mano en un jardín de oriente
la manzana del árbol prohibido,
y enroscada a sus senos, la serpiente
decora la lujuria de un sentido
sagrado. En la tiniebla transparente
de sus ojos, la luz es un silbido.



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