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Rosalía de Castro

En su cárcel de espinos y rosas

-- de Rosalía de Castro --

En su cárcel de espinos y rosas
Cantan y juegan mis pobres niños,
Hermosos seres, desde la cuna
Por la desgracia ya perseguidos.

En su cárcel se duermen soñando
Cuan bello es el mundo cruel que no vieron,
Cuan ancha la tierra, cuan hondos los mares,
Cuan grande el espacio, qué breve su huerto.

Y le envidian las alas al pájaro
Que traspone las cumbres y valles,
Y le dicen: — ¿Qué has visto allá lejos,
Golondrina que cruzas los aires?—

Y despiertan soñando, y dormidos
Soñando se quedan,
Que ya son la nube flotante que pasa,
O ya son el ave ligera que vuela,
Tan lejos, tan lejos del nido, cual ellos
De su cárcel ir lejos quisieran.

Poema En su cárcel de espinos y rosas de Rosalía de Castro con fondo de libro

Lope de Vega

Tardar en convertirse, error notable

-- de Lope de Vega --

Tardar en convertirse error notable,
y diferirlo de uno en otro día,
loca desvanecida fantasía,
esperanza del hombre miserable.
La vida corre, la ocasión mudable,
cuan presto de los ojos se desvía,
¿Cómo tendrá resolución tardía,
al mismo que ha ofendido, favorable?
Señor, quien diligente y cuidadoso
las cosas de la vida mortal mira,
si vive en las del alma perezoso,
vendrá súbitamente vuestra ira,
y al discurrir el filo poderoso,
¿qué mano le tendrá, si el cuerpo expira?

Poema Tardar en convertirse, error notable de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel del Palacio

El suplicio de Tántalo

-- de Manuel del Palacio --

¡Cuan bello y orgulloso se levanta
De los montes cortando la aspereza,
Ese palacio, rico de grandeza,
Que hunde en el valle la soberbia planta!

Jamás el arte maravilla tanta
Pudo reunir de gracia y fortaleza,
Ni jamás prodigó naturaleza
Tanto tesoro como aquí me encanta!

Árboles mil en pintoresca fila
Le dan ambiente dulce y placentero;
Reina en su derredor calma tranquila:

Verle de cerca y admirarle quiero;
Mas ¿qué cartel en la pared oscila?
— No se entra sin permiso del portero.

Poema El suplicio de Tántalo de Manuel del Palacio con fondo de libro

Jacinto de Salas y Quiroga

El ingrato (Salas y Quiroga)

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

(Música de Romagnesi.)

Ese ingrato que tanto quieres
imita al fin tu ligereza;
él te abandona, y tú prefieres
su veleidad a mi firmeza.
¡Ay! El que te hace así penar
no merece, no, tu ternura;
a mí, que adoro tu hermosura,
vuélveme a amar, vuélveme a amar.

Amable Rosa, ¿por qué lloras?
Ese cruel que te entristece,
al ver cuan firme tú le adoras,
de ti se ríe y se envanece.
¡Ah! Más valiera despreciar
al que tus penas ha causado;
yo nunca olvido lo pasado;
vuélveme a amar, vuélveme a amar.

Si largo tiempo en mi dolor
tu alevosía he repetido;
si fuiste ingrata con mi amor,
padeces ya... Todo lo olvido.
Bella Rosa, vuelve a tomar
mi corazón y mi fortuna;
deja el rubor... Amor nos una;
vuélveme a amar, vuélveme a amar.



Jorge Manrique

canción quien no estuviese en presencia

-- de Jorge Manrique --

I
quien no estuviese en presencia
no tenga fe en confianza,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.
Ii
quien quisiere ser amado
trabaje por ser presente,
que cuan presto fuere ausente,
tan presto será olvidado:
y pierda toda esperanza
quien no estuviere en presencia,
pues son olvido y mudanza
las condiciones de ausencia.



Pedro Calderón de la Barca

Cantarcillo

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Ruiseñor que volando vas,
cantando finezas, cantando favores
¡oh, cuanta pena y envidia me das!
Pero no, que si hoy cantas amores,
tú tendrás celos y tú llorarás.
¡Qué alegre y desvanecido
cantas, dulce ruiseñor,
las venturas de tu amor
olvidado de tu olvido!
En ti, de ti entretenido
al ver cuan ufano estás,
¡oh, cuanta envidia me das
publicando tus favores!
Pero no, que si hoy cantas amores,
tú tendrás celos y tú llorarás.



Gutierre de Cetina

a un hombre loco llamado carbón, que estando furioso arremetió a besar a una dama

-- de Gutierre de Cetina --

Atrevido carbón, tan animoso
cuan falto de favor y de contento,
no se alabe faetón de atrevimiento
pues fue el tuyo más alto y más famoso.
Aquél, guiando al sol, de temeroso
hizo a los temerarios escarmiento,
tú pensaste gozar sin fundamento
de un nuevo sol más claro y más hermoso.
¿Cuál seso hay que iguale a tu locura?
¿cuál esfuerzo llega al bien de aventurarte
si tuvieras más fuerza o más ventura?
aunque siendo carbón, ponerte en parte
tan cerca de aquel sol de hermosura,
ya es ventura llegar y no abrasarte.



Antonio Machado

Sonetos escritos en una noche de bombardeo en Rocafort: I

-- de Antonio Machado --

Mas fuerte que la guerra -espanto y grima-
Cuando con torpe vuelo de avutarda
El ominoso trimotor se encima,
y sobre el vano techo se retarda,
Hoy tu alegre zalema el campo anima,
En claro verde el chopo en yemas guarda.
Fundida irá la nieve de la cima
El hielo rojo de la tierra parda
Mientras retumba el monte, el mar humea,
Da la sirena el lúgubre alarido,
Y en el azul el avión platea
¡Cuan agudo se filtra hasta mi oido
Niña inmortal, infatigable dea,
El agrio son de tu rabel florido!



Rosalía de Castro

Tiemblan las hojas, y mi alma tiembla

-- de Rosalía de Castro --

I

Tiemblan las hojas, y mi alma tiembla,
Pasó el verano...
Y para el pobre corazón mío,
Unos tras otros ¡pasaron tantos!

Cuando en las noches tristes y largas
Que están llegando
Brille la luna, ¡cuántos sepulcros
Que antes no ha visto verá a su paso!

Cuando entre nubes hasta mi lecho
Llegue su rayo,
¡Cuan tristemente los yermos fríos
De mi alma sola, no irá alumbrando!

II

Pobre alma sola, no te entristezcas,
Deja que pasen, deja que lleguen
La primavera y el triste otoño,
Ora el estío y ora las nieves.



Clemente Althaus

A un reloj (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

¡Oh dulce y triste presente!
¡Oh más preciado reloj,
que si fúlgidos diamantes
te ornaran en derredor!
Dulce eres por las queridas
manos de que fuiste don,
y el sincero y puro afecto
que a las mías te ofreció!
Y eres triste porque mides
a mi pena y mi dolor
las pausadísimas horas
que lejos pasando voy
de los que a mí te ofrecieron,
y a quienes el mutuo amor
y la pronta simpatía
aún más que el deudo me unió!
¡Ah! ¡cuán tardo al ansía mía
es tu acero medidor!
Las horas son días, y horas
los breves minutos son.
En tu círculo callado
huya el tiempo más veloz;
y adelántame esos días
en que sueña mi dolor,
Cuando, unido a aquellos seres
que adora mi corazón,
tan raudo las horas midas
cuan lento las mides hoy.



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