Buscar Poemas con Corpiño


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Se han encontrado 7 poemas con la palabra corpiño

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José Ángel Buesa

poema nocturno

-- de José Ángel Buesa --

Muchacha de una noche de viento y hojas secas,
que una sonrisa tuya pobló de mariposas,
como si aún recordaras tus últimas muñecas
junto a un hombre lejano que olvidó tantas cosas...
Muchacha de una noche de cigarrillos lentos,
cuando quedó en la mesa la flor de tu corpiño:
tú eras la pastorcita de los libros de cuentos,
y yo fui el niño triste que no supo ser niño.
Muchacha de una noche par ael amor errante,
cuando crece el otoño con su vaho profundo,
y el alma es el navío de un solo tripulante
que despliega sus lonas al viento de otro mundo.
Muchacha de un noche: yo pienso todavía
que hubiera sido hermoso que nunca amaneciera,
ahora que, fatalmente, comienza un nuevo dia,
que ha de ser, para tantos, otro dia cualquiera...

Poema poema nocturno de José Ángel Buesa con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

Neurastenia (Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

Huraño el bosque muge su rezongo,
y los ecos llevando algún reproche
hacen rodas su carrasqueño coche
y hablan la lengua de un extraño Congo.

Con la expresión estúpida de un hongo,
clavado en la ignorancia de la noche,
muere la Luna. El humo hace un fantoche
de pies de sátiro y sombrero oblongo.

¡Híncate! Voy a celebrar la misa.
Bajo la azul genuflexión de Urano
adoraré cual hostia tu camisa.:

"¡Oh, tus botas, los guantes, el corpiño...!"
Tu sueño expresará sobre mi mano
la metempsícosis de un astro niño.

Poema Neurastenia (Reissig) de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

Fiat lux

-- de Julio Herrera Reissig --

Sobre el rojo diván de seda intacta,
con dibujos de exótica graminea,
jadeaba entre mis brazos tu virgínea
y exangüe humanidad de curva abstracta...

Miró el felino con sinuosa línea
de opalo; y en la noche estupefacta,
desde el jardín, la Venus curvilínea
manifestaba su esbeltez compacta.

Ante el alba, que izó nimbos grosellas,
ajáronse las últimas estrellas...
El Cristo de tu lecho estaba mudo.

Y como un huevo, entre el plumón de armiño
que un cisne fecundara, tu desnudo
seno brotó del virginal corpiño...

Poema Fiat lux de Julio Herrera Reissig con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

rendición

-- de Julio Herrera Reissig --

Evidenciaban en moderna gracia
tu fina adolescencia de capullo,
el corpiño y la falda con orgullo
ceñidos a tu esbelta aristocracia.

Henchíase tu alma de la audacia
de la naturaleza y del murmullo
erótico del mar, y era un arrullo
el vago encanto de tu idiosincracia...

Lució la tarde, ufana de tu moño,
ojeras lilas, en toilette de otoño...
Ante el crespo neptuno de la fuente,

en el cielo y tu faz brotaron rosas
mientras, como dos palmas fervorosas,
rindiéronse tus manos, dulcemente...



Julio Herrera Reissig

ebriedad

-- de Julio Herrera Reissig --

Apurando la cena de aceitunas y nueces,
luth y cloe se cambian una tersa caricia;
beben luego en el hoyo de la mano, tres veces,
el agua azul que el cielo dio a la estación propicia.

Del corpiño indiscreto, con ingenua malicia,
ella deja que alumbren púberas redondeces.
Y mientras luth en éxtasis gusta sus embriagueces,
cloe los bucles pálidos del amante acaricia.

Anochece. Una bruma violeta hace vagos
el aprisco y la torre, la montaña y los lagos...
Sofocados de dicha, de fragancias y trinos,

ella calla y apenas él suspírala: ¡oh cloe!
¡mas de pronto se abrazan al sentir que un oboe
interpreta fielmente sus silencios divinos!



Julio Herrera Reissig

la zampoña

-- de Julio Herrera Reissig --

Lux no alisa el corpiño, ni presume en la moña;
duda y calla cruelmente, y en adustos hastíos
sus encantos se apagan con dolientes rocíos,
y su alma en precoces desalientos, otoña.

Job también hace tiempo receloso emponzoña
sus ariscos afectos con presuntos desvíos.
Y a la luna y durante los ocasos tardíos,
da en contar sus dolencias a la buena zampoña.

En casa, las amigas de lux le hacen el santo,
la obsequian y la adulan... Bulle la danza, en tanto
lux ríe. Su hermosura esa noche destella...

¡Mas de pronto se vuelve con nervioso desvelo,
la cabeza inclinada y los ojos al cielo,
pues ha oído que llora la zampona por ella!



Evaristo Carriego

Filtro rojo

-- de Evaristo Carriego --

Porque hasta mí llegaste silenciosa,
la ardiente exaltación de mi elocuencia
derrotó la glacial indiferencia
que mostrabas, altiva y desdeñosa.

Volviste a ser la de antes. Misteriosa,
como un rojo clavel tu confidencia
reventó en una amable delincuencia
con no sé que pasión pecaminosa.

Claudicó gentilmente tu arrogancia,
y al beber el locuaz vino de Francia,
— ¡oh, las uvas doradas y fecundas! —

una aurora tiñó tu faz de armiño,
¡y hubo en la jaula azul de tu corpiño
un temblor de palomas moribundas!



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