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Se han encontrado 92 poemas con la palabra contento

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Lope de Vega

¡Ay cuantas horas de contento llenas

-- de Lope de Vega --

¡Ay cuántas horas de contento llenas
pensé tener, oh alegre prado mío!
mas, ¡quién se gobernó por desvarío
que las gozase de menguante ajenas?

Nazcan en vos claveles y azucenas
al seco fin del sagitario frío,
pues que pasaste del olvido el río,
volviendo en gloria un Ángel vuestras penas.

Que estén tan juntos una vega y prado,
yo en nieve y vos en flor, ¿a quién no ofende?
¡oh qué distinto, aunque es un propio estado!

¿Mas qué milagro, si su margen tiende
de aquellos pies angélicos pisado,
y que me hiele a mí quien no me enciende?

Poema ¡Ay cuantas horas de contento llenas de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Cual engañado niño que, contento

-- de Lope de Vega --

Cual engañado niño que, contento,
pintado pajarillo tiene atado,
y le deja en la cuerda, confiado,
tender las alas por el manso viento;

y cuando más en esta gloria atento,
quebrándose el cordel, quedó burlado,
siguiéndole, en sus lágrimas bañado,
con los ojos y el triste pensamiento,

contigo he sido, Amor; que mi memoria
dejé llenar de pensamientos vanos,
colgados de la fuerza de un cabello.

Llevóse el viento el pájaro y mi gloria,
y dejóme el cordel entre las manos,
que habrá por fuerza de servirme al cuello.

Poema Cual engañado niño que, contento de Lope de Vega con fondo de libro

Jorge Manrique

canción por vuestro gran merecer

-- de Jorge Manrique --

I
por vuestro gran merecer,
amor me pone tal grado,
que me pierdo por perder
de las angustias cuidado.
Ii
pues que se acabe la vida
con dolor tan lastimero,
soy contento y lo quiero,
si ella queda servida;
porque quiere mi querer,
muy contento y no forzado,
que me pierda por perder
de las angustias cuidado.

Poema canción  por vuestro gran merecer de Jorge Manrique con fondo de libro

Juan Boscán

Nunca de amor estuve tan contento

-- de Juan Boscán --

Nunca de amor estuve tan contento
que en su loor mis versos ocupase,
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento.

Esto siempre juzgó mi entendimiento:
que de este mal todo hombre se guardase;
y asi, porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.

¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos
gustando de leer tormentos tristes,
según que por amar son infinitos,

mis versos son deciros: "¡Oh, benditos
los que de Dios tan gran merced hubistes
que del poder de amor fuésedes quitos!"



Hernando de Acuña

En extrema pasión vivía contento

-- de Hernando de Acuña --

En extrema pasión vivía contento
por vos, señora, y cuánto más sentía
sólo un mirarme o veros deshacía,
o al menos aliviaba, mi tormento.

Hora quisiste que de fundamento
cayese en tierra la esperanza mía
con declararme lo que no entendía,
de torpe hasta mi entendimiento.

De esto nació un desdén por cuya mano
en término muy corto se ha deshecho
la fábrica que Amor hizo en mil años.

Yo miro, ya seguro desde el llano,
el risco en que me vi y el paso estrecho,
quedando ya seguro de mis daños.



Fernando de Herrera

Veo el ajeno bien, veo el contento

-- de Fernando de Herrera --

Veo el ajeno bien, veo el contento
que ofrece blando amor al pobre estado;
y como al fin doliente, acongojado,
busco un liviano engaño a mi tormento.

Aparto de la pena el pensamiento,
y espero, osadamente aventurado,
nueva gloria en la fuerza del cuidado,
y doy valor seguro al sufrimiento.

Surte incierto mil veces mi deseo,
la presa desparece por quien muero,
y se remonta con desdén perdido.

Temo ser otro insano Salmoneo,
que fingió el no imitable rayo fiero,
y fue con rayo abrasador herido.



Alejandro Tapia y Rivera

A Elena (Tapia)

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

Colúmpiase en el valle una azucena
tan pura y tan galana
como de abril la cándida mañana.
El zumbador que la enamora tierno
de su pudor y su beldad celoso,
no se atreve a libar en su corola
el néctar delicioso;
del sustento es priva
porque lozana y candorosa viva,
y muriera contento
gozando los perfumes de su aliento:
encantadora Elena,
yo soy el zumbador, tú la azucena.



Lope de Vega

¿Cómo es posible que de bueno den

-- de Lope de Vega --

¿Cómo es posible que de bueno den
nombre a un ladrón, si el bueno se ha de dar
al más sutil en escalar y entrar
lo más guardado que sus ojos ven?
Pues Dimas, no contento de que estén
las manos y los pies de par en par,
otra puerta mayor quiere aguardar,
y por la principal entrar más bien.
Si dijo el mismo Dios que no es ladrón
quien entra por la puerta, claro está
que no lo es ya, pues cinco puertas son.
Ladrón por lo pasado se dirá,
que por subir al cielo no es razón,
pues no se roba aquello que se da.



Lope de Vega

Cuando la madre antigua reverdece

-- de Lope de Vega --

Cuando la madre antigua reverdece,
bello pastor, y a cuanto vive aplace;
cuando en agua la nieve se deshace
por el sol, que el Aries resplandece,

la hierba nace, la nacida crece,
canta el silguero, el corderillo pace,
tu pecho, a quien su pena satisface,
del general contento se entristece.

No es mucho mal la ausencia, que es espejo
de la cierta verdad, o la fingida;
si espera fin, ninguna pena es pena.

¡Ay del que tiene por su mal consejo
el remedio imposible de su vida
en la esperanza de la muerte ajena!



Lope de Vega

Cuando pensé que mi tormento esquivo

-- de Lope de Vega --

Cuando pensé que mi tormento esquivo
hiciera fin, comienza mi tormento,
y allí donde pensé tener contento,
allí sin él, desesperado vivo.

Donde enviaba por el verde olivo,
me trujo sangre el triste pensamiento;
los bienes que pensé gozar de asiento
huyeron más que el aire fugitivo.

Cuitado yo, que la enemiga mía,
ya de tibieza en hielo se deshace,
ya de mi fuego se consume y arde.

Yo he de morir, y ya se acerca el día:
que el mal en mi salud su curso hace,
y, cuando llega el bien, es poco y tarde.



Lope de Vega

El cabello tendido por el manto

-- de Lope de Vega --

El cabello tendido por el manto,
que humilde el sol para corona estima,
María llega a que en su prima imprima,
amor los brazos, que ella baña en llanto.
«Bendito el fruto de tu vientre santo»,
dice Isabel a su querida prima,
y ella responde: «Mi humildad sublima
Dios, que por ella me engrandece tanto».
El monte se conmueve a su alabanza,
y los pastores tan alegremente,
que reventaba por hablar un mudo.
Juan de contento salta, baila y danza,
que el maestro que entonces tiene enfrente,
es el más primo que tocar le pudo.



Lope de Vega

¿En qué bárbara tierra me guardara

-- de Lope de Vega --

¿En qué bárbara tierra me guardara
intricada de peñas y maleza;
o qué abismo formó naturaleza,
a dónde el rayo de tu luz no entrara?
¿Qué mar en sus arenas me librara,
qué concha me prestara su corteza,
en qué región del aire la cabeza
contra tus armas de defensa armara?
Si le tragó la foca al que quería
huir, de ti, más loco fue mi intento,
mayor, mi atrevimiento y rebeldía.
Mas ya vuelvo a buscarte, y tan contento,
que me dan, para hallarte noche y día
mis ojos mar, y mis suspiros viento.



Lope de Vega

Pruebo a engañar mi loco pensamiento

-- de Lope de Vega --

Pruebo a engañar mi loco pensamiento
con la esperanza de mi bien perdido,
mostrándole en mil nubes escondido
un átomo no más de algún contento.

Mas él que sabe bien que cuanto intento
es apariencia de placer fingido,
se espanta de que estando al alma asido,
le engañe con fingir lo que no siento.

Voile llevando de uno en mil engaños,
como si yo sin él tratase dellos,
siendo el mayor testigo de mis daños.

Pero siendo forzoso padecellos,
¡oh quién nunca pensase en desengaños,
o se desengañase de tenellos!



Lope de Vega

Quítenme aquesta puente que me mata

-- de Lope de Vega --

¡Quítenme aquesta puente que me mata,
señores regidores de la villa;
miren que me ha quebrado una costilla;
que aunque me viene grande me maltrata!
De bola en bola tanto se dilata,
que no la alcanza a ver mi verde orilla;
mejor es que la lleven a Sevilla,
si cabe en el camino de la Plata.
Pereciendo de sed en el estío,
es falsa la causal y el argumento
de que en las tempestades tengo brío.
Pues yo con la mitad estoy contento,
tráiganle sus mercedes otro río
que le sirva de huésped de aposento.



Lope de Vega

Tristezas, si el hacerme compañía

-- de Lope de Vega --

Tristezas, si el hacerme compañía
es fuerza de mi estrella y su aspereza,
vendréis, a ser en mí naturaleza,
y perderá su fin vuestra porfía.

Si gozar no merecen de alegría
aquellos que no saben qué es tristeza,
¿cuándo se mudará vuestra firmeza?
¿cuándo veré de mi descanso el día?

Sola una gloria os hallo conocida:
que si es el fin el triste sentimiento
de las alegres horas desta vida,

vosotras le tendréis en el contento;
mas, ¡ay!, que llegaréis a la partida,
y llevaráse mi esperanza el viento.



Mientras que bebe el regalado aliento

-- de Luis Carrillo y Sotomayor --

Mientras que bebe el regalado aliento
de tu divina boca, ¡oh Laura mía!;
mientras asiste al Sol que roba al día,
por más hermosa luz, luz y contento,

tu dueño; o ya repose —¡oh blando asiento!—
su cuello en ése que a la nieve fría
prestar color, prestar beldad podría,
vuelve, si no la vista, el pensamiento.

¡Ay, si acaso, ay de mí, lucha amorosa
la lengua oprime! ¡Oh bien dichoso amante,
si no más, si oprimiere desdeñosa!

No olvides a tu ausente, a tu constante,
que es ave el pensamiento, ¡oh Laura hermosa!
y llegará a tu Fabio en un instante.



Góngora

Tras la bermeja Aurora el Sol dorado

-- de Góngora --

Tras la bermeja Aurora el Sol dorado
por las puertas salía, del oriente,
ella de flores la rosada frente,
él de encendidos rayos coronado;

sembraban su contento o su cuidado,
cuál con voz dulce, cuál con voz doliente,
las tiernas aves con la luz presente,
en el fresco aire y en el verde prado,

cuando salió, bastante a dar, Leonora,
cuerpo a los vientos y a las piedras alma,
cantando de su rico albergue, y luego,

ni oí las aves más, ni vi la Aurora,
porque al salir, o todo quedó en calma,
o yo, que es lo más cierto, sordo y ciego.



Manuel Acuña

a una flor

-- de Manuel Acuña --

Cuando tu broche apenas se entreabría
para aspirar la dicha y el contento,
¿te doblas ya y cansada y sin aliento
te entregas al dolor y a la agonía?
¿no ves acaso, que esa sombra impía
que ennegrece el azul del firmamento
nube es tan sólo que al soplar el viento,
te dejará de nuevo ver el día?
¡resucita y levántate!... Aún no llega
la hora de que en el fondo de tu broche
des cabida al pesar que te doblega.
Injusto para el sol es tu reproche,
que esa sombra que pasa y que te ciega,
es una sombra, pero aún no es la noche.



Manuel Acuña

A una flor (Acuña)

-- de Manuel Acuña --

Cuando tu broche apenas se entreabría
para aspirar la dicha y el contento,
¿te doblas ya y cansada y sin aliento
te entregas al dolor y a la agonía?

¿No ves acaso, que esa sombra impía
que ennegrece el azul del firmamento
nube es tan sólo que al soplar el viento,
te dejará de nuevo ver el día?

¡Resucita y levántate!... Aún no llega
la hora de que en el fondo de tu broche
des cabida al pesar que te doblega.

Injusto para el sol es tu reproche,
que esa sombra que pasa y que te ciega,
es una sombra, pero aún no es la noche.



Manuel de Zequeira

a la misma

-- de Manuel de Zequeira --

Entre un coro de ninfas
retozaba contento
cupidillo desnudo
de su carcax funesto:

dulcemente las unas
le estrechan en su seno,
imprimiendo las otras
en sus mejillas besos.

Cada cual a porfía
celebra al rapazuelo,
llenándole de flores
y cintas el cabello:

pasaba por acaso
carmelina a este tiempo
con inocentes risas
hechizando los cielos:

sus labios de corales,
sus dulces movimientos,
sus rosas, y sus lises,
sus mejillas y cuello.

Todo brillaba en ella
con más puros reflejos,
que febo cuando opaca
los astros y luceros.

Cupido avergonzado
batió veloz su vuelo,
al ver que carmelina
triunfaba en los afectos;

legó donde su madre,
lloroso del desprecio,
llenando de gemidos
el templo citereo:

mas venus al mirarle
con tan tristes lamentos,
tomándole en sus brazos
le consoló diciendo:

no llores, hijo mío,
serena el rostro bello,
¿no sabes que es tu hermana
la que causo tus celos?



Manuel de Zequeira

El motivo de mis versos

-- de Manuel de Zequeira --

Canta el forzado en su fatal tormento,
y al son del remo el marinero canta,
cantando, al sueño el pecador espanta,
y el cautivo cantando está contento:

al artesano en su entretenimiento
le divierte la voz de su garganta;
canta el herrero que el metal quebranta,
y canta el desvalido macilento.

El más infortunado entre sus penas
con la armónica voz mitiga el llanto,
y el peso de sus bárbaras caderas;

pues si el dulce cantar consuela tanto
al mísero mortal en sus faenas,
yo por burlar mis desventuras canto.



Manuel del Palacio

Alla Egregia Artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Sí, te conozco! De la patria vienes
Donde el arte inmortal hizo su asiento,
Y ternura, y pasión, y sentimiento
En el alma y la voz y el rostro tienes.

Ora finjas halagos ó desdenes,
Ora expreses placer, ora tormento,
¿Qué corazón no inundas de contento?
¿Qué ojos hay que de lágrimas no llenes?

¡De nuestro amor has hecho la conquista;
Por eso, si laureles ambicionas
Y pueblo que á tu yugo no resista,

No olvides que en la tierra que abandonas,
Siempre habrá para tí, sublime artista,
Llanto, aplausos, recuerdos y coronas!



Manuel del Palacio

Mi lira

-- de Manuel del Palacio --

En cada corazon hay una lira,
Cuya voz nos aflige ó nos encanta:
Cuando la pulsa el entusiasmo, canta;
Cuando la hiere la maldad, suspira.

Ruge al contacto de la vil mentira;
El choque de la duda la quebranta,
Y al soplo del amor y la fe santa
Himnos entona con que al mundo admira.

Yo la mia probé, y estoy contento:
¡Bendito tú, Señor, que me la diste
Templada en la bondad y el sentimiento,

Y las cuerdas en ella no pusiste
Del necio orgullo, del afan violento,
Del ódio ruin y de la envidia triste!



Manuel del Palacio

Tristeza

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en fatiga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Manuel del Palacio

Tristeza (Melodías íntimas)

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en faliga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Jacinto de Salas y Quiroga

Emilia

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

Todas al baile se entregan,
todas ríen de contento,
y la música festiva
hace palpitar los pechos.
Muchachas de quince abriles,
no dejéis huir el tiempo
sin robarle dulces ratos...
Mirad que no vuelve luego.
-Ah, Rosa, canta conmigo;
ven, que después bailaremos.
-Y cantan las dos muchachas
sin compás, mas con empeño.
-¿Te acuerdas, Adela mía,
cuanto el Carnaval postrero
la máscara nos sirviera
para gozar ratos bellos?
-¿Fuistes anoche al teatro?
Pues mañana volveremos.
-Mañana iremos al prado.
-Mañana baile, refresco,
diversión hasta las cuatro.
-Te acabaste el traje nuevo?

Todas así son dichosas
halagando sus deseos,
sólo Emilia pensativa
ve pasar sin gozo el tiempo;
suspira bajo, se oculta,
y recuerda a su Fileno.



Jorge Manrique

canción justa fue mi perdición

-- de Jorge Manrique --

I
justa fue mi perdición;
de mis males soy contento,
no se espeta galardón,
pues vuestro merecimiento
satisfizo mi pasión.
Ii
es victoria conocida
quien de vos queda vencido,
que en perder por vos la vida
es ganado lo perdido.
Pues lo consiente razón,
consiento mi perdimiento
,
pues vuestro merecimiento
satisfizo mi pasión.



Jorge Manrique

glosa a su mote que dice «ni miento ni me arrepiento»

-- de Jorge Manrique --

I
ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío,
ni espero ni desespero.
Ii
fin
conmigo solo contiendo
en una fuerte contienda,
y no hallo quién me entienda
ni yo tampoco me entiendo;
entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.



Jorge Manrique

Glosa: A su mote que dice: «ni miento ni me arrepiento»

-- de Jorge Manrique --

I

Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío,
ni espero ni desespero.

II

FIN

Conmigo solo contiendo
en una fuerte contienda,
y no hallo quién me entienda
ni yo tampoco me entiendo;
entiendo y sé lo que quiero,
mas no entiendo lo que quiera
quien quiere siempre que muera
sin querer creer que muero.



César Vallejo

Trilce: LXXIII

-- de César Vallejo --

Ha triunfado otro ay. La verdad está allí.
Y quien tal actúa ¿no va a saber
amaestrar excelentes dijitígrados
para el ratón Sí ...No ... ?

Ha triunfado otro ay y contra nadie.
Oh exósmosis de agua químicamente pura.
Ah míos australes. Oh nuestros divinos.
Tengo pues derecho
a estar verde y contento y peligroso, y a ser
el cincel, miedo del bloque basto y vasto;
a meter la pata y a la risa.

Absurdo, sólo tú eres puro.
Absurdo, este exceso sólo ante ti se
suda de dorado placer.



César Vallejo

tengo un miedo terrible de ser un animal

-- de César Vallejo --

Tengo un miedo terrible de ser un animal
de blanca nieve, que sostuvo padre
y madre, con su sola circulación venosa,
y que, este día espléndido, solar y arzobispal,
día que representa así a la noche,
linealmente
elude este animal estar contento, respirar
y transformarse y tener plata.
Sería pena grande
que fuera yo tan hombre hasta ese punto.
Un disparate, una premisa ubérrima
a cuyo yugo ocasional sucumbe
el gonce espiritual de mi cintura.
Un disparate... En tanto,
es así, más acá de la cabeza de dios,
en la tabla de locke, de bacon, en el lívido pescuezo
de la bestia, en el hocico del alma.
Y, en lógica aromática,
tengo ese miedo práctico, este día
espléndido, lunar, de ser aquél, éste talvez,
a cuyo olfato huele a muerto el suelo,
el disparate vivo y el disparate muerto.
¡Oh revolcarse, estar, toser, fajarse,
fajarse la doctrina, la sien, de un hombro al otro,
alejarse, llorar, darlo por ocho
o por siete o por seis, por cinco o darlo
por la vida que tiene tres potencias.



César Vallejo

ha triunfado otro ay. la verdad está allí

-- de César Vallejo --

lxxiii
ha triunfado otro ay. La verdad está allí.
Y quien tal actúa ¿no va a saber
amaestrar excelentes dijitígrados
para el ratón sí... No...?
Ha triunfado otro ay y contra nadie.
Oh exósmosis de agua químicamente pura.
Ah míos australes. Oh nuestros divinos.
Tengo pues derecho
a estar verde y contento y peligroso, y a ser
el cincel, miedo del bloque basto y vasto;
a meter la pata y a la risa.
Absurdo, sólo tú eres puro.
Absurdo, este exceso sólo ante ti se
suda de dorado placer.



Diego de Torres Villarroel

a francisca de castro, cómica y cantora

-- de Diego de Torres Villarroel --

Bella madre de amor dádiva hermosa
que hizo a la tierra jove soberano
embeleso del chiste cortesano
y reina del donaire poderoso
¡oh! mil veces felice la dichosa
hora en que el cielo dio con larga mano
para deleite del linaje humano
al mundo tu belleza prodigiosa
¡oh! si fuese la voz de mi instrumento
émula de los cantos más gloriosos
y no desagradable ronca y triste
pasara yo mi vida y que contento
celebrando com himnos armoniosos
la fortunada aurora en que naciste.



Diego Hurtado de Mendoza

Alcé los ojos, de llorar cansados

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Alcé los ojos, de llorar cansados,
Por tornar al descanso que solia;
Y como no lo vi donde solía,
Abajélos con lágrimas bañados.

Si algun bien yo hallaba en mis cuidados,
Cuando por mas contento me tenia,
Pues que ya le perdí por culpa mia,
Razon es que los llore ahora doblados.

Tendí todas las velas en bonanza,
Sin recelar humano entendimiento;
Alzóse una borrasca de mudanza,

Como si tierra y mar y fuego y viento
No me fueran en contra mi esperanza,
Y castigaron solo el sufrimiento.



Diego Hurtado de Mendoza

Amor me dijo en mi primera edad

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Amor me dijo en mi primera edad:
«Si amares, no te cures de razon.»
Siguió su voluntad mi corazon;
Mas él nunca siguió mi voluntad.

Traéme ciego de verdá en verdad,
Ya yo seria contento en mi pasion,
Que con falsa esperanza de ocasion
Me sostenga, siquiera en vanidad.

Tanto seria de vana esta esperanza,
Que no podría caber en mi sentido
Ni en consejo de amor ni en vanagloria.

Que finja yo que estoy en tu memoria,
Señora, ni lo espero ni lo pido;
Que no es bien de afligidos confianza.



Cristóbal Suárez de Figueroa

Felicidad de la vida

-- de Cristóbal Suárez de Figueroa --

¡O bien feliz el que la vida pasa
Sin ver del que gobierna el aposento,
Y mas quien deja el cortesano asiento
Por la humildad de la pajiza casa!

Que nunca teme una fortuna escasa,
De agena envidia el ponzoñoso aliento;
A la planta mayor persigue el viento,
A la torre mas alta el rayo abrasa.

Contento estoy de mi mediana suerte;
El poderoso en su deidad resida;
Mayor felicidad yo no procuro,

Pues la quietud sagrada al hombre advierte
Ser para el corto espacio de la vida
El mas humilde estado mas seguro.



Pedro Bonifacio Palacios

En un abanico

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Si con la masa doliente
de mi corazón herido
pudiese hacer un tejido
perfumado y transparente,
yo lo hiciera diligente,
y aunque hacerlo me matara,
para que usted fabricara
un abanico chinesco,
para echarse grato fresco,
para taparse la cara.

Mas como no puede ser
por más que yo lo quisiera,
mas como si yo pudiera
no habría usted de querer,
me contento con poner
después de rudos esfuerzos
estos versos tan perversos
en este abanico humilde,
para que al menos, Matilde,
se abanique con mis versos.



José Tomás de Cuellar

En la muerte de la niña D***

-- de José Tomás de Cuellar --

.............................
Porque al abrirse las puertas
Del misterioso ataúd
Hallan paz, vida y contento
Los que mueren como tú.

Zorrilla.

TIERNO botón que en el pensil florido
Tus matices apenas ostentabas,
Y en la rama flexible,
A impulso de las brisas odorantes,
Con muelle oscilación te columpiabas.

Virginea flor, purísima azucena
De los jardines del edén caída



José Ángel Buesa

a una lágrima

-- de José Ángel Buesa --

Gota del mar donde en naufragio lento
se hunde el navío negro de una pena;
gota que, rebosando, nubla y llena
los ojos olvidados del contento.
Grito hecho perla por el desaliento
de saber que si llega a un alma ajena,
ésta, sin escucharlo, le condena
por vergonzoso heraldo del tormento.
Piedad para esa gota, que es cual llama
de la que el corazón se desahoga
cual desahoga espinas una rama.
Piedad para la lágrima que azoga
el dolor, pues si así no se derrama,
el alma, en esa lágrima se ahoga...



José Ángel Buesa

nocturno viii

-- de José Ángel Buesa --

Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.
Morir es poca cosa si tu amor está lejos.
Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.
Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.
Puedo matar tu nombre pensando que no existes.
Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.
Puedo extender los brazos y morir en la sombra,
y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.
Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,
y navegar por ríos que nacen en tu sueño.
Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,
la gran noche que tiembla de un extraño deseo.
Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:
sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.
Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos
y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.



Juan Boscán

Si el corazón de un verdadero amante

-- de Juan Boscán --

Si el corazón de un verdadero amante,
y un continuo morir por contentaros,
y un extender mi alma en desearos,
y un encogerme, si os estoy delante;

y si un penar con un sufrir constante,
satisfecho y contento con miraros,
y un derramar mis pasos por buscaros,
preguntando por vos a cada instante;

y si un tener mi razonar compuesto,
en hablándoos, sin más, luego turbarme,
con un grande embarazo y desvarío,

los accidentes son que han de llevarme
con público pregón a morir presto,
la culpa es vuestra y el dolor es mío.



Después que mal me quisiste

-- de Gaspar Gil Polo --

Despues que mal me quisiste
Nunca mas me quise bien,
Por no querer bien á quien
Vos, señora, aborreciste.

Si cuando os miré no os viera,
Ó cuando os ví no os amára,
Ni yo muriendo viviera
Ni viviendo os enojára:

Mas bien es que angustias tristes
Penosa vida me den,
Que cualquier mal le está bien
Al que vos mal le quisistes.

Sepultado en vuestro olvido
Tengo la muerte presente,
De mí mesmo aborrecido,
Y de vos y de la gente:

Siempre contento me vistes
Con vuestro airado desden,
Aunque nunca tuve bien
Despues que mal me quisistes.



Si os pesa de ser querida

-- de Gaspar Gil Polo --

Si os pesa de ser querida,
Yo no puedo no os querer,
Pesar habeis de tener
Mientras yo tuviere vida.

Sufrid que pueda quejarme,
Pues no sufro un tal tormento,
O cumplid vuestro contento
Con acabar de matarme.

Que segun sois descreida,
Y os ofende mi querer,
Pesar habeis de tener
Mientras yo tuviere vida.

Si pudiendo conosceros
Pudiera dejar de amaros,
Quisiera por no enojaros
Poder dejar de quereros;

Mas pues vos sereis querida
Mientras yo podré querer,
Pesar habeis de tener
Mientras yo tuviere vida.



Gaspar María de Nava Álvarez

A la muerte de su dama

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Si después de la muerte, todavía
se encuentran nuestras voces dolorosas
y bajo las heladas duras losas
abrasa al pecho el fuego que solía,

prosiga el eco de la angustia mía;
y las verdes colinas que, envidiosas,
dividen nuestras tumbas silenciosas
lo aumenten y repitan a porfía;

para que sea el punto conducido
a Leyla en alas del piadoso viento
hiriendo con amor su tierno oído.

Así tendré al morir ese contento,
que aunque me halle ya a polvo reducido,
se goce Leyla con mi triste aliento.



Gaspar María de Nava Álvarez

Retrato de la tristeza del doctor Young

-- de Gaspar María de Nava Álvarez --

Sobre la negra tumba recostado
está el anciano Young. Contempla atento
bajo la losa todo su contento,
porque nada la Muerte le ha dejado.

Con lágrimas su rostro está bañado,
y temblando su cuerpo macilento.
Sólo consta de un ¡ay! su triste acento,
que resuena en el techo embovedado.

Supremo Ser, exclama que, subido
sobre el cerco de estrellas prodigioso,
ves con tedio al que gusta de esta vida,

¿cuándo será mi espíritu impelido
de tu potente diestra y con reposo
hará junto a tu trono su manida?



Gaspar Melchor de Jovellanos

jovellanos soneto primero

-- de Gaspar Melchor de Jovellanos --

A clori
sentir de una pasión viva y ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;
amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;
luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,
víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, cruel, que esté contento?
esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Gutierre de Cetina

temía hasta aquí de entristecerme

-- de Gutierre de Cetina --

Cansada el alma ya de un luengo llanto;
érame hasta aquí visión de espanto
ver un pesar y no saber valerme.
Mas agora que vos holgáis de verme
triste, ningún placer procuro tanto;
hora me es enojoso el dulce canto
y alegre aquél que ya solía ofenderme.
Dama, pues de mi bien sois tan esquiva,
descanso me será cualquier tormento
que de tan alta causa se deriva.
Pero tengo temor que, de contento,
el rostro, cuando en más tristeza viva,
muestre al revés señal de lo que siento.



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli II

-- de Gutierre de Cetina --

¿qué aprovecha, señor, andar buscando
hora el puerco montés cerdoso y fiero?,
¿qué aprovecha seguir ciervo ligero
ni con hierba crüel andar tirando?;
¿qué aprovecha, señor, ir remontando
la garza con halcón muy altanero?,
¿qué aprovecha, señor, tirar certero
allí una liebre, aquí un faisán matando?;
si va siempre tras vos vuestro cuidado,
si en el alma lleváis el pensamiento,
si estáis asido dél cuando más suelto,
si traéis el pensar tan regalado
que donde estáis más libre y más contento
a las presas andáis con él envuelto.



Gutierre de Cetina

contento con el mal de amor vivía

-- de Gutierre de Cetina --

Habiendo el alma en él hábito hecho;
su daño principal ni su provecho
no me alteraba ya, ni lo sentía.
Hora ha querido la desdicha mía
con otro nuevo mal herirme el pecho;
éste me desbarata y me ha deshecho,
mientra menos del otro me temía.
Como enfermo que está ya confiado
que no puede morir de un mal que tiene,
por haberse en el uso así guardado,
cualquier nuevo accidente que le viene,
diferente de aquel que había pensado,
le hace recelar más que conviene.



Gutierre de Cetina

si no fuese juzgado atrevimiento

-- de Gutierre de Cetina --

Si vuestra crueldad lo comportase,
que vuestro servidor llamar osase,
de solo el nombre viviría contento.
Tal os pinta en mi alma el pensamiento
que no os miré jamás que no juzgase
temeridad el bien que desease,
y de tal desvarío me arrepiento.
Enójome de haber más deseado,
y acusando a mí mismo mi locura,
de cuanto deseé no quiero nada.
Sólo en veros consiste mi ventura;
todo lo por venir me desagrada;
el bien presente es más que el mal pasado.



Gutierre de Cetina

luz que en el fuego vivo, en el tormento

-- de Gutierre de Cetina --

Mayor que se haya visto entre mortales,
ardéis mi corazón con ansias tales
que en medio de su mal vive contento;
si las partes que en vos escribo y siento
a vuestro merescer no son iguales,
excúsenme con vos mis propios males,
que embarazan el flaco entendimiento.
Y si no puede haber cosa que sea
igual a lo que sois, ¿cómo podría
mostraros comparando al que no os vea?,
salvo pintando un bien la fantasía
con la imaginación, cual lo desea
y cual os pinta agora el alma mía.



Gutierre de Cetina

a doña cecilia millás

-- de Gutierre de Cetina --

El amoroso piélago corría
la nave del curioso entendimiento,
y no sin ocasión miraba atento
las islas más hermosas que en él vía.
Al fin de navegar arribé un día,
cansado ya de ver islas sin cuento,
en la bella sicilia, do contento
quedé de aquel deseo que tenía.
Y visto todo el bien que puede verse,
exclamaba diciendo: «¡oh soberano
aquél que habrá de ti la alta corona!
»si por milagro, amor, puede hacerse,
haz que sea una hora siciliano,
ya que no puede ser de barcelona».



Gutierre de Cetina

amor, ¿de dónde nace un tan gran miedo

-- de Gutierre de Cetina --

¿soy causa yo de este temor que siento?
¿por qué no piensa el bien mi pensamiento
ni de recelar mal tirarlo puedo?
»¿qué es esto que me quita el vivir ledo,
como solía cuándo más contento?
si me quita el descanso el sentimiento,
¿quién me quita el esfuerzo y el denudo?
»estas congojas y estas bascas tales,
¿de qué proceden? ¿ son por ventura
en los otros amantes de esta suerte?»
«sí respondió el amor, tu desventura,
que ni pueden hallar medios tus males,
ni en tus males hallar medio la muerte».



Gutierre de Cetina

como la obscura noche al claro día

-- de Gutierre de Cetina --

Sigue con inefable movimiento,
así sigue al contento el descontento
de amor y la tristeza al alegría;
sigue al breve gozar luenga porfía,
al dulce imaginar sigue el tormento,
y al alcanzado bien el sentimiento
del perdido favor que lo desvía.
De contrarios está su fuerza hecha;
sus tormentas he visto y sus bonanzas,
y nada puedo ver que me castigue.
Ya sé qué es lo que daña y aprovecha;
mas ¿cómo excusará tantas mudanzas
quien ciego tras un ciego a ciegas sigue?



Gutierre de Cetina

al príncipe de ascoli VI

-- de Gutierre de Cetina --

Quien tiene tan honrado pensamiento,
lavinio, como yo, no es tan ligero
mudar de voluntad sin que primero
pierda con el vivir todo el contento.
No fue el primero ardor el que ahora siento,
mas sé yo bien al fin será el postrero;
éste fue el muy sabroso, éste más fiero,
de este fue el bien igual con el tormento.
Si me quejo, pastor, de mi pastora,
si digo que es cruel, que es una ingrata,
a ti, que de mi ardor sabes la historia,
es la contemplación que me maltrata,
que ora el bien, ora el mal pasado llora,
según amor lo trae a la memoria.



Gutierre de Cetina

si jamás el morir se probó en vida

-- de Gutierre de Cetina --

Yo triste soy el que lo pruebo y siento
con extraño dolor, pena y tormento,
en esta trabajosa mi partida.
Mi alma en vuestro gesto embebecida,
mirándoos se henchía de un contento
tal, que de ufano ya mi sufrimiento
gloria le era la pena más crecida.
Mas hora que de vos me alejo tanto,
¿cuál consuelo será que me consuele,
que no sienta en partir la misma muerte,
si me muestra el temor visión de espanto,
que asombrándome hace que recele
de vos, de amor, del tiempo y de la suerte?



Gutierre de Cetina

como el que enfermedad de muerte tiene II

-- de Gutierre de Cetina --

Del cuidado mayor, que más quería,
un sospiro secreto en que abscondía
la hermosa ocasión de su tormento,
todo cuanto favor, cuanto contento
tuvo jamás, cuanto tener podría,
vandalio, pastor bético, ofrecía
al amor, muy lloroso y descontento.
«Señor dijo al fin si el sacrificio
miras cuál puede ser que mayor sea,
si a la intención tú sabes bien mi historia,
»sólo te pido, en premio del servicio,
la salud de amarílida: no vea
el mundo así perder su mayor gloria».



Gutierre de Cetina

en el paso más duro y más estrecho

-- de Gutierre de Cetina --

En el más peligroso, en el más fuerte,
en el que temo más que no la muerte,
y en el que más deseé por mi provecho,
me tiene puesto amor, que amor lo ha hecho,
en el dudoso arbitrio de la suerte,
a que viva contento en que se acierte,
o que no, y muera en lágrimas deshecho.
Solía el alma ya vivir segura,
confiada del bien sin merescello,
esperando ese trance en que ha de verse.
Mas quien tiene su vida en aventura,
colgada, como dicen, de un cabello,
ved si tiene razón para temerse.



Gutierre de Cetina

ay, dulce tiempo por mi mal pasado

-- de Gutierre de Cetina --

En el cual me vi yo de amor contento!
¡cómo se fue volando con el viento
y sola la memoria en mí ha quedado!
¡ay, triste tiempo lleno de cuidado
de dolor y pesar, pena y tormento!
¿quién hace así tardar tu movimiento?
¿cómo vas tan despacio y tan pesado?
si tanto bien no mereció mi suerte,
¿cuál desdicha ordenó que lo gustase?
y si era bien, ¿por qué fue mudable?
y si había de venir un mal tan fuerte
tras él, para que más me lastimase,
¿por qué es mi mal más que mi bien estable?



Gutierre de Cetina

venturoso ventalle a quien ha dado

-- de Gutierre de Cetina --

Fortuna todo el bien que pudo darte,
tus obras y color han sido en parte
pronóstico a mi mal desventurado.
Yo en los efectos soy enamorado,
tú lo muestras estar con algún arte;
viento sacas al fin de trabajarte,
yo de mi trabajar viento he sacado.
Si el favor de que gozas conocieses,
¿quién podría contigo de contento,
ya que de ufano no ensoberbecieses?
envidia habría de ti si el mal que siento
sintieras; pero ya que lo sintieses,
tú la deberías haber de mi tormento.



Gutierre de Cetina

a un hombre loco llamado carbón, que estando furioso arremetió a besar a una dama

-- de Gutierre de Cetina --

Atrevido carbón, tan animoso
cuan falto de favor y de contento,
no se alabe faetón de atrevimiento
pues fue el tuyo más alto y más famoso.
Aquél, guiando al sol, de temeroso
hizo a los temerarios escarmiento,
tú pensaste gozar sin fundamento
de un nuevo sol más claro y más hermoso.
¿Cuál seso hay que iguale a tu locura?
¿cuál esfuerzo llega al bien de aventurarte
si tuvieras más fuerza o más ventura?
aunque siendo carbón, ponerte en parte
tan cerca de aquel sol de hermosura,
ya es ventura llegar y no abrasarte.



Gutierre de Cetina

de sola religión vana movido

-- de Gutierre de Cetina --

Bárbaro, que en su fe piensa salvarse,
de la patria, tal vez, suele alejarse
y en la extraña pasar desconocido.
Pobre, cansado, solo y afligido,
adorado el lugar do fue a votarse,
por más no ver, quiere del ver privarse,
no creyendo ya ver más bien que vido.
Si el ver otra beldad no he procurado,
de aquí viene, señora, y de aquel fuego
que en mi alma se enciende de miraros.
De ver otras yo mismo me he privado;
y en medio de mi mal quedé, aunque ciego,
contento con el bien de contemplaros.



Gutierre de Cetina

en el gozo mayor, en el contento

-- de Gutierre de Cetina --

De mayor calidad que se desea,
en el bien que no hay bien que igual le sea,
y en la gloria mayor de mi tormento,
me sale de través un pensamiento,
¡ay dios, qué gran error, qué cosa fea!,
y me hace creer que nos lo crea.
¡Ved cuál queda con esto el sentimiento!
me dice que es ficción, que es una sombra,
cierto disimular, falsa apariencia,
que no viene de amor tales afectos.
Y el alma que de tal visión se asombra,
tanto le amarga al gusto esta dolencia
que apenas siente el bien de estos efectos.



Hernando de Acuña

Damón

-- de Hernando de Acuña --

Lavinio, al comenzar de mi cuidado,
vi que a mi perdición iba derecho,
pero juzgué tal daño por provecho,
y así lo hubieras tú también juzgado;

por do el amonestarme es excusado,
que, aunque me pone ausencia en gran estrecho,
lo que piensas que sufro a mi despecho,
contento lo padezco y de mi agrado.

Que si Amor de este mal quiere que muera,
no me podrá quitar que esto no sea
remedio de mis males, y el más sano;

porque, tras haber visto a Galatea,
¿qué bien podrá igualarse al que perdiera
en no padecer muerte de su mano?



Hernando de Acuña

En muy suave aunque en muy gran tormento

-- de Hernando de Acuña --

En muy suave aunque en muy gran tormento
vivo, y arderme siento en dulce fuego,
do en vivas llamas hallo un gran sosiego
y en extrema pasión contentamiento.

¿Con qué manera de agradecimiento
pagaré amor que en tal desasosiego,
y en le extremo de pasión do llego,
me tiene con su causa tan contento?

Sólo mostrarme puedo agradecido
en contentarme ahora y en pesarme
que me halla Amor tal pena dilatado;

que pues tal ocasión había de darme,
con razón llamaré tiempo perdido
el que sin padecer se me ha pasado.



San Juan de la Cruz

Otras canciones a lo divino

-- de San Juan de la Cruz --

Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado
Que no le pena verse así afligido
Aunque en el corazón está herido
Mas llora por pensar que está olvidado.

Que sólo de pensar que está olvidado
De su bella pastora con gran pena
Se deja maltratar en tierra ajena
El pecho del amor muy lastimado.

Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado
De aquel que de mi amor ha hecho ausencia
Y no quiere gozar la mi presencia
Y el pecho por su amor muy lastimado!"

Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos
Y muerto se ha quedado asido de ellos
Del pecho del amor muy lastimado.



La ingratitud

-- de El Solitario --

La blanca rosa que embalsama el viento,
inclinando su corola divina,
tributo paga al agua cristalina
que fértil le regó su verde asiento.

Trisca en la jaula el colorín contento,
y en armónico son gozoso trina,
si así agradar más fácil imagina
al que le presta pródiga el sustento.

Premia al besar la cándida paloma
el ardor cariñoso de su amante,
y el altivo desdén a su afán doma:

Mas tú a mi amor más dura que diamante
desoyes de mi labio el tierno idioma,
siempre esquivando mi pasión constante.



La soberbia

-- de El Solitario --

Yo vi una altiva populosa encina
tender sus ramos orgullosa al viento,
presumiendo tocar el firmamento
y avasallar el prado y la colina.

Yo vi el oro del sol con luz divina
la verde copa coronar contento,
y yo la vi en pomposo movimiento
mecer ufana al ave peregrina:

Mas vi también, cual precursor del llanto,
leve vapor crecer a nube airada,
tendiendo por la esfera el negro manto:

La vi rasgarse en llamas inflamada,
lanzar el rayo y miro con espanto
el árbol convertido en polvo, en nada.



Mi estado

-- de El Solitario --

Busco la paz, y en triste lucha espiro;
espero y temo, abrásome y me hielo;
odio la tierra sin amar el cielo;
vehemente anhelo, exánime suspiro:

Pido la libertad, siervo me miro;
me elevo ardiente, caigo yerto al suelo;
ciego confío, suspicaz recelo,
vivo en el ocio y a la gloria aspiro:

El dogal que circunda el cuello mío
ni me acaba ni libra, y vivo ahogado;
hallo el placer y mátame el hastío,

odio mi ser, te adoro despechado;
lloro sin pena y sin contento río...
Por ti, cruel, me miro en tal estado.



Sor Juana Inés de la Cruz

Insinua su aversion a los vicios

-- de Sor Juana Inés de la Cruz --

En perseguirme, Mundo, ¿Qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.



Tomás de Iriarte

Vióse un guerrero

-- de Tomás de Iriarte --

Viose un guerrero en lides y rüinas,
páganle en fama, voz que lleva el viento.
Desvelose un autor, y está contento
sólo con ver su nombre en las esquinas.

Cede un indiano el fruto de las minas
por que le den de conde el tratamiento.
Surca un viajero el pérfido elemento
para decir: «Estuve en Filipinas».

Sacrifica en palacio un cortesano
su salud, libertad, descanso y rentas,
sólo porque le mire el soberano.

Así yo sufro amor, celos, afrentas;
sirvo, pretendo, y tú, dueño tirano,
con sola una mirada me contentas.



Mis cuatro madrinas

-- de Vicenta Castro Cambón --

LA única hermana de mi padre, un día
que fué de contento para la familia,
su nombre me impuso, jurando en la pila
que yo del rebaño de Cristo sería.

Con vestidos blancos de encajes y cintas
me adornó el cariño de aquella madrina.

Más tarde, juguetes y mil cosas lindas
gracias a los mimos tuve de Rosita,
la que a confirmarme en la fe divina
me llevó una fiesta de la Pura y Limpia.

Hoy, con sólo verme, la gente adivina
que pródiga en dones que el tiempo no quita
tengo en la Desgracia celosa madrina.
Por esta constante compañera mía
mi planta conoce todas las espinas.

Y por todas partes, con Desgracia en riña,
a mi encuentro viene mi cuarta madrina.
Bondad es su nombre; mil almas amigas
me alcanzan los dones con que ella me mima.

De Bondad los dones son rosas suavísimas
que a tus pies deshojo, madre Poesía.



Vicente Espinel

Concédese al amador

-- de Vicente Espinel --

Concédese al amador
En descuento de su llama,
Que sin señalar la dama
Pueda decir el favor.

Antes al que era callado
Y guardaba mas secreto,
Le tenian por mas discreto,
Y mas bien enamorado;
Mas ya concede el amor,
Pues no se ofende la fama,
Que sin señalar, c.

Y no me parece injusto
Haberse en esto alargado,
Pues el bien comunicado
Causa mas contento y gusto:
Y es muy gallardo primor
Con que se aumenta la llama,
Que sin señalar, c.

Al menos yo por mí hallo
(Y hay muchos de mi opinion)
Que el bien de un alta ocasion
Si decillo no es gozallo,
Porque se aumenta el valor
Si dan licencia al que ama,
Que sin señalar la dama
Pueda decir el favor.



Manuel José Quintana

A un amigo (Quintana)

-- de Manuel José Quintana --

No con vana lisonja y blando acento
Me quieras engañar, huésped del prado;
Yo no soy lo que fui: rigor del hado
Me condena por siempre al escarmiento.

Nunca lozana a su primer contento
La planta vuelve que truncó el arado,
Por más que al cielo le merezca agrado
Y que amoroso la acaricie el viento.

Anda, pasa adelante; en otras flores
Más ricas de fragancia y más felices
Pon tu dulce cuidado y tus amores:

Que es ya en mí por demás cuanto predices,
Pues el aire del sol con sus ardores
Quemó hasta la esperanza en mis raíces.



Rosalía de Castro

Los tristes

-- de Rosalía de Castro --

LOS TRISTES

I

De la torpe ignorancia que confunde
Lo mezquino y lo inmenso;
De la dura injusticia del más alto,
De la saña mortal de los pequeños,
No es posible que huyáis cuando os conocen
Y os buscan, como busca el zorro hambriento
A la indefensa tórtola en los campos;
Y al querer esconderos
De sus cobardes iras, ya en el monte,
En la ciudad ó en el retiro estrecho,
¡Ahí val, exclaman. ¡Ahí va!, y allí os insultan
Y señalan con íntimo contento,
Cual la mano implacable y vengativa
Señala al triste y fugitivo reo.

II

Cayó por fin en la espumosa y turbia
Recia corriente, y descendió al abismo
Para no subir más á la serena



Miguel Unamuno

Incredulidad y fe

-- de Miguel Unamuno --

Sed de Dios tiene mi alma, de Dios vivo:
conviértemela, Cristo, en limpio aljibe
que la graciosa lluvia en sí recibe
de la fé. Me contento si pasivo

una gotica de sus aguas libo
aunque en el mar de hundirme se me prive
pues quien mi rostro ve —dice— no vive
y en esa gota mi salud estribo.



Miguel Unamuno

Puesta de sol (RSL)

-- de Miguel Unamuno --

¿Sabéis cuál es el más fiero tormento?
Es el de un orador volverse mudo;
el de un pintor, supremo en el desnudo,
temblón de mano; perder el talento

ante los necios, y es en el momento
en que el combate trábase más rudo,
solo hallarse sin lanza y sin escudo,
llenando al enemigo de contento.



Juan León Mera

Mi fortuna

-- de Juan León Mera --

Siempre avara conmigo la fortuna
de mi alcance sus dones ha alejado;
a perpetua pobreza condenado
por un capricho fui desde la cuna.

Mis locas esperanzas, una a una,
cual seductores sueños han pasado;
pero nunca en mis ansias he llevado
al pie de esa deidad queja importuna.

Con otro don divino estoy contento,
no comparable a material tesoro:
mi noble corazón y mi talento.

De mi Patria a la gloria éste dedico,
y a la tierna beldad a quien adoro
mi corazón entero sacrifico.



Juan Meléndez Valdés

A don Eugenio de Llaguno

-- de Juan Meléndez Valdés --

Alivia el peso, soberana Astrea;
déjame una hora de feliz reposo;
el crudo afán de tu servicio honroso
ceda una vez a más feliz tarea.

Santa amistad en celebrar se emplea
del claro Elpino galardón glorioso,
merced justa de un rey que poderoso
su mérito y saber honrar desea.

Vosotras, Musas, si a mi ruego un día
cedisteis gratas, y mi tierno acento
oyó afable por vos mi dulce Elpino,

prestas volad, decidle mi alegría,
del pueblo hispano el general contento,
de la virtud el júbilo divino.



Juan Meléndez Valdés

Cuál me lleva el Amor, cuál entre abrojos

-- de Juan Meléndez Valdés --

¡Cuál me lleva el Amor, cuál entre abrojos
me arrastra y me revuelve, y la memoria
deja en las breñas de mi triste historia
y el corazón entre ellas por despojos!

¡Cuál me hiere implacable y de los rojos
arroyos de mi sangre la victoria
celebra de su nombre? ¿Tanta gloria
dará mi humilde fin a sus enojos?

Muévate a compasión el dolorido
cuerpo, tirano Amor, muévate el ruego
de un infeliz y alíviame el tormento,

o de mis ayes, mísero, movido,
a Fili abrasa en tu divino fuego
y en mil dolores moriré contento.



Juan Ramón Jiménez

cancioncillas intelectuales el más solo

-- de Juan Ramón Jiménez --

el más solo
siempre, después, qué contento
cuando me quedo conmigo.
Lo que iba a ser mi minuto,
es, corazón, mi infinito.



Juan Ramón Jiménez

el cambio

-- de Juan Ramón Jiménez --

Lo terreno, por ti,
se hizo gustoso
celeste.
Luego,
lo celeste, por mí,
contento se hizo
humano.



Juan Ramón Jiménez

la memoria

-- de Juan Ramón Jiménez --

La memoria
¡qué tristeza este pasar
el caudal de cada día
(¡vueltas arriba y abajo!),
por el puente de la noche
(¡vueltas abajo y arriba!),
al otro sol!
¡quién supiera
dejar el manto, contento,
en las manos del pasado;
no mirar más lo que fue;
entrar de frente y gustoso,
todo desnudo, en la libre
alegría del presente!



Esteban Echeverría

serenata

-- de Esteban Echeverría --

Al bien que idolatro busco
desvelado noche y día,
y la esperanza me lleva
tras su imagen fugitiva,
prometiéndome engañosa
felicidades y dichas:
ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla
las amorosas endechas
lo que mi guitarra suspira.

Sobre el universo en calma
reina la noche sombría,
y las estrellas flamantes
en el firmamento brillan:
todo reposa en la tierra
sólo vela el alma mía.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.

Como el ciervo enamorado
busca la cierva querida,
que de sus halagos huye
desapiadada y esquiva;
así yo corro afanoso
en pos del bien de mi vida.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas.

El contento me robaste
con tu encantadora vista,
y sin quererlo te hiciste
de un inocente homicida:
vuélvele la paz al menos
con tu halagüeña sonrisa.
Ángel tutelar que guardas
su feliz sueño, decidla,
las amorosas endechas
que mi guitarra suspira.

Vii



Evaristo Carriego

En la sombra

-- de Evaristo Carriego --

Llegaba la noche con tono violento.
Llorando de miedo la tarde caía,
y, en hondas y abiertas prisiones, se oía
correr desbocados los potros del viento

Tomaba infinito contorno sangriento
el áspero traje que todo cubría.
Misterio en un símbolo negro reía,
mostrando en su risa terrible contento.

El Mal, desataba los monstruos del Vicio.
Marchaba un apóstol hacia el sacrificio...
Cantando sus grandes, sus fuertes ideales,

sus fuertes ideales cantando muy quedo...
Y, allá, amenazada por sombras fatales,
la tarde caía llorando de miedo...



Fernando de Herrera

En esta soledad, que el sol ardiente

-- de Fernando de Herrera --

En esta soledad, que el sol ardiente
no ofende con sus rayos, estoy puesto,
a todo el mal de ingrato Amor dispuesto,
triste y sin mi Luz bella, y siempre ausente.

Tal vez me finjo y creo estar presente
en el dichoso, alegre y fresco puesto,
y en la gloria me pierdo que el molesto
dolor del alma aparta este accidente.

Nunca silencio y soledad oscura
pueden dar a quien ama tal contento
si no se cambiase la alegría.

Pero en memoria el bien de Amor me dura,
que aun en este ocioso apartamiento
no se afirma en segura fantasía.



Fernando de Herrera

Flaca esperanza en todas mis porfías

-- de Fernando de Herrera --

Flaca esperanza en todas mis porfías,
vano deseo en desigual tormento,
y inútil fruto del dolor que siento,
lágrimas sin descanso y ansias mías.

Una hora alegre en tantos tristes días
sufrid que tenga un triste descontento,
y que pueda sufrir tal vez contento
la gloria de fingidas alegrías.

No es justo, no, que siempre quebrantando
me oprima el mal y me deshaga el pecho
nueva pena de antiguo desvarío.

Mas, ¡oh! que temo tanto el dulce estado,
que como al bien no esté enseñado y hecho,
abrazo ufano el grave dolor mío.



Fernando de Herrera

Por qué renuevas este encendimiento

-- de Fernando de Herrera --

¿Por qué renuevas este encendimiento,
tirano Amor, en mi herido pecho?
que ya, casi olvidado del mal hecho,
vivía en soledad de mi tormento.

Cuando más descuidado y más contento,
rebuelves a meterm' en tanto estrecho;
oblígasme, cruel, qu' a mi despecho
procure contrastar tu fiero intento.

Las armas, en el templo ya colgadas,
visto, y el azerado escudo embraço,
y en mi vengança salgo a la batalla.

Mas ay, qu' a las saetas, que templadas
en la luz de mi Estrella están, y al braço
tuyo no puede resistir la malla.



Este Real de amor desbaratado

-- de Francisco de la Torre --

Este Real de amor desbaratado,
de rotas armas y despojos lleno,
aguda roca y mal seguro seno
de mi doliente espíritu cansado,

al enemigo vencedor amado
rendido francamente como bueno,
de mí le siento eternamente ajeno,
por verse de contrarios ocupado.

Y el tirano cruel de mi contento,
burladas mis antiguas confianzas,
los vencedores escuadrones sigue.

¿Quién podrá remediar mi perdimiento,
si faltan del amor las esperanzas,
y si quien amó tanto me persigue?



Francisco de Quevedo

parnaso español 34

-- de Francisco de Quevedo --

¿cuando, licino, di, contento viste
hombre con un pecado solamente,
si quien merece pena es suficiente,
y el inculpable, inútil yace triste?
¿quién al mayor delito se resiste?
¿qué cortesano habrá que no se afrente
de que le exceda en vida delincuente
el que a los ojos, que pretende, asiste?
¡oh ingenio del pecado escandaloso!
pues licas (habitado de serenos
áspides el espíritu ambicioso)
todos los malos quieren que sean buenos,
para que a su maldad el poderoso,
por sola, comunique sus venenos.



Francisco de Quevedo

camino de santidad

-- de Francisco de Quevedo --

Ésta es la información, éste el proceso
del hombre que ha de ser canonizado,
en quien, si es que vio el mundo algún pecado,
advirtió penitencia por exceso.
Doce años de su suegra estuvo preso,
a mujer y a su sueldo condenado;
vivió bajo el poder de su cuñado,
tuvo un hijo no más, tonto y travieso.
Nunca rico se vio con oro o cobre,
vivió siempre contento, aunque desnudo,
no hay incomodidad que no le sobre.
Moró entre un herrador y un tartamudo,
fue mártir, porque fue casado y pobre,
hizo un milagro, y fue no ser cornudo.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 64

-- de Francisco de Quevedo --

Solo sin vos, y mi dolor presente
mi pecho rompo con mortal suspiro;
sólo vivo aquel tiempo cuando os miro,
mas poco mi destino lo consiente.
Mi mal es propio, el bien es accidente;
pues, cuando verme en voz presente aspiro,
no falta causa al mal porque suspiro,
aunque con vos estoy, estando ausente.
Aquí os hablo, aquí os tengo, y aquí os veo,
gozando de este bien en mi memoria,
mientras que el bien que espero, amor dilata.
¡Mirad cómo me mata mi deseo:
que he venido a tener sólo por gloria
vivir contento en lo que más me mata!



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