Buscar Poemas con Confusa


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Se han encontrado 18 poemas con la palabra confusa

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Antonio Machado

Yo escucho los cantos

-- de Antonio Machado --

Yo escucho los cantos
de viejas cadencias,
que los niños cantan
cuando en coro juegan,
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:
con monotonías
de risas eternas,
que no son alegres,
con lágrimas viejas,
que no son amargas
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia
y clara la pena;
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores,
que nunca se cuentan.
Jugando, a la sombra
de una plaza vieja,
los niños cantaban...
La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.
Cantaban los niños
canciones ingenuas,
de un algo que pasa
y que nunca llega:
la historia confusa
y clara la pena.
Seguía su cuento
la fuente serena;
borrada la historia,
contaba la pena.

Poema Yo escucho los cantos de Antonio Machado con fondo de libro

Alberti

EL ALBA DENOMINADORA

-- de Alberti --

A embestidas suaves y rosas, la madrugada te iba poniendo nombres:
Sueño equivocado, Ángel sin salida, Mentira de lluvia en bosque.
Al lindero de mi alma, que recuerda los ríos,
indecisa, dudó, inmóvil:
¿Vertida estrella, Confusa luz en llanto, Cristal sin voces?
No.
Error de nieve en agua, tu nombre.

Poema EL ALBA DENOMINADORA de Alberti con fondo de libro

Amado Nervo

metafisiqueos

-- de Amado Nervo --

¡de qué sirve al triste la filosofía!
kant o schopenhauer o nietzche o bergson...
¡Metafisiqueos!
entanto, ana mía,
te me has muerto, y yo no sé todavía
dónde ha de buscarte mi pobre razón.
¡Metafisiqueos, pura teoría!
¡nadie sabe nada de nada: mejor
que esa pobre ciencia confusa y vacía,
nos alumbra el alma, como luz del día,
el secreto instinto del eterno amor!
no ha de haber abismo que ese amor no ahonde,
y he de hallarte. ¿Dónde? ¡no me importadónde!
¿cuándo? no me importa..., ¡Pero te hallaré!
si pregunto a un sabio, ¡qué sé yo! , responde.
Si pregunto a mi alma, me dice: ¡yo sé!

Poema metafisiqueos de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Rompa con dulces números el canto

-- de Lope de Vega --

Rompa con dulces números el canto
de alguno al son de la confusa guerra,
entre el rumor del escuadrón que cierra
el silencio a la voz y a Juno el manto.

Cante las armas de Fernando Santo,
o el de Aragón en la nevada sierra,
del Duque Albano en la flamenca tierra,
y del hijo de Carlos en Lepanto.

Otro cante a Cortés, que por España
levanta las banderas sobre el polo,
que cuando nace el sol de sombras baña.

Que yo, Lucinda, si me ayuda Apolo,
aunque vencerme tú fue humilde hazaña,
nací para cantar tu nombre solo.



Enrique Lihn

elegía a carlos de rokha

-- de Enrique Lihn --

No hubo dolor en el momento justo
de oír sobre tu muerte. Fue como si tú mismo la hubierasanunciado en uno de esos absurdos llamados telefónicos quesolías hacer a tus amigos:
una broma sangrienta.
Y la inocencia que, a esas horas, se volvía irritante, lacigarra de una voz chirriando
en la paja seca del día. No hubo dolor
pero sí, carlos, la inmediata certeza
de que contigo se eclipsaba la noche
sobre el desierto de un día estable y es como si cayera
un poco de ceniza del cielo sobre tierras eriáceas.
Me he llamado a lo real. Pero qué peso insoportable
tendría ahora un guijarro sobre la palma de la mano. Todas,todas estas pobres historias
diurnas no son sino desgarradoras. Aquí, también, estavisión confusa y demasiado nítida de caras conocidas.
Si la vida no es más que una locura
lo que importan son los sueños y aún el delirio, lamentira piadosa
de las palabras en libertad arrojadas
al millar de los vientos nocturnos,
como en tu poesía: la oscuridad vidente:
palabras como brasas, balbuceos del fuego.



Pablo Neruda

tiranía

-- de Pablo Neruda --

Oh dama sin corazón, hija del cielo,
auxíliame en esta solitaria hora,
con tu directa indiferencia de arma
y tu frío sentido del olvido.
Un tiempo total como un océano,
una herida confusa como un nuevo ser,
abarcan la tenaz raíz de mi alma
mordiendo el centro de mi seguridad.
Qué espeso latido se cimbra en mi corazón
como una ola hecha de todas las olas,
y mi desesperada cabeza se levanta
en un esfuerzo de salto y de muerte.
Hay algo enemigo temblando en mi certidumbre,
creciendo en el mismo origen de las lágrimas,
como una planta desgarradora y dura
hecha de encadenadas hojas amargas.



Pablo Neruda

el pájaro yo

-- de Pablo Neruda --

Me llamo pájaro pablo,
ave de una sola pluma,
volador de sombra clara
y de claridad confusa,
las alas no se me ven,
los oídos me retumban
cuando paso entre los árboles
o debajo de las tumbas
cual un funesto paraguas
o como espada desnuda,
estirado como un arco
o redondo como una uva,
vuelo y vuelo sin saber,
herido en la noche oscura,
quiénes me van a esperar,
quiénes no quieren mi canto,
quiénes me quieren morir,
quiénes no saben que llego
y no vendrán a vencerme,
a sangrarme, a retorcerme
o a besar mi traje roto
por el silbido del viento.
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.



Gustavo Adolfo Bécquer

rima lxxiv

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Las ropas desceñidas,
desnudas las espadas,
en el dintel de oro de la puerta
dos ángeles velaban.
Me aproximé a los hierros
que defienden la entrada,
y de las dobles rejas en el fondo
la vi confusa y blanca.
La vi como la imagen
que en un ensueño pasa,
como un rayo de luz tenue y difuso
que entre tinieblas nada.
Me sentí de un ardiente
deseo llena el alma;
¡como atrae un abismo, aquel misterio
hacía si me arrastraba!
mas, ¡ay!, que de los ángeles
parecían decirme las miradas:
¡el umbral de esta puerta
sólo dios lo traspasa!



Gutierre de Cetina

si el celeste pintor no se extremara

-- de Gutierre de Cetina --

En haceros extremo de hermosura,
si cuanto puede dar beldad natura
tan natural en vos no se mostrara,
ni el retrato imperfecto se juzgara,
ni me quejara yo de mi ventura,
porque correspondiera la pintura
al vivo original do se sacara.
Pero, dama, pues ya no vive fidia,
ni humano genio basta a retrataros,
sin que quede confusa o falsa el arte,
debéis, para que no mueran de invidia
las menos que vos bellas, contentaros
con ver de lo que sois sola esa parte.



Gutierre de Cetina

ay, qué contraste fiero

-- de Gutierre de Cetina --

Señora, hay entre el alma y los sentidos,
por decir que os doláis de los gemidos!
ninguno dellos osa:
cada cual se acobarda y se le excusa
al alma deseosa,
que de su turbación la lengua acusa.
Ella dice confusa
que os dirá el dolor mío,
si la deja el temor de algún desvío;
pero de un miedo frío
la cansa el corazón, y de turbada,
cuando algo os va a decir, no dice nada.
Al corazón no agrada
la excusa, y dice que es della la mengua,
que el quejarse es efecto de la lengua.
El uno al otro amengua;
el vano pensamiento
no sabe dar consejo al desatiento.
La razón sierva siento,
que sabía un tiempo entre ellos ser señora,
y el esfuerzo enflaquece de hora en hora.
La mano no usa agora
del medio que solía;
que el temor la acobarda y la desvía.
La sangre corre fría
a la parte más flaca, y de turbado,
el triste cuerpo tiembla y suda helado.
¡Ay, rabioso cuidado!
pues si el alma contrasta a los sentidos,
¿quién dirá que os doláis de mis gemidos?



Hernando de Acuña

Después, Amor, que me privó tu mano

-- de Hernando de Acuña --

Después, Amor, que me privó tu mano
de aquella vista en que vivía seguro,
es vuelto en escabroso estilo y duro
el mío, que antes era humilde y llano;

y en tal extremo, que si el más liviano
dolor que siento declarar procuro,
voy por áspera peña o alto muro
para haber de llegar al más cercano.

La lengua al pronunciar está turbada,
que en tantas tan dañosas ocasiones
cada cual se le ofrece por primera:

así sale la voz flaca y cansada,
y tan confusa de entre mil pasiones,
que de ninguna da razón entera.



Rosalía de Castro

En el alma llevaba un pensamiento

-- de Rosalía de Castro --

Desbórdanse los ríos si engrosan su corriente
Los múltiples arroyos que de los montes bajan,
Y cuando de las penas el caudal abundoso
Se aumenta con los males perennes y las ansias,
¿Cómo contener, cómo, en el labio la queja?
¿Cómo no desbordarse la cólera en el alma?



Busca y anhela el sosiego...
Mas... ¿Quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto
Dormido vuelve a soñar.
Que hoy, como ayer y mañana,
Cual hoy en su eterno afán,
De hallar el bien que ambiciona
—Cuando solo encuentra el mal-
Siempre a soñar condenado
Nunca puede sosegar.
¡Aturde la confusa gritería
Que se levanta entre la turba inmensa!
Ya no saben qué quieren ni qué piden;
Mas, embriagados de soberbia, buscan
Un ídolo o una víctima a quien hieran.



Mauricio Bacarisse

Fragilidad

-- de Mauricio Bacarisse --

Mi alma tierna y melancólica
se ha enamorado de ti,
Magdalena hecha en mayólica
por Bernardo Palissy.

Serás mi único tesoro
hasta que venga la Intrusa;
eres lo que más adoro
con mi madre y con mi musa.

Como un ópalo en mi dedo
turba mi felicidad
ese inexpresable miedo
a tu gran fragilidad.

Eres un alma perdida
del Infortunio en las fauces;
eres Ofelia subida
a las ramas de los sauces.

Eres de nieve y cristal,
y si te estrecho en mis brazos
la copa del Ideal
ha de quebrarse en pedazos.

Eres un astro de oros
en mi existencia confusa;
eres lo que más adoro
con mi madre y con mi musa.

Por si algún día estoy falto
de tu amor y tu bondad,
vivo en triste sobresalto
por tu gran fragilidad.



Carolina Coronado

improvisada en el liceo de madrid

-- de Carolina Coronado --

Del íntimo del alma agradecida
una voz exhalar sólo quisiera,
una voz tan profunda y tan sentida,
que cual yo me conmuevo, os conmoviera;
pero a bondad tan dulce sorprendida,
yo no puedo cantar por más que quiera;
y temblando y confusa en este instante
no encuentro ni una voz, ni un consonante.



Clemente Althaus

El temblor

-- de Clemente Althaus --

«Temblor» sonó; con subterráneo ruido
velocísimo llega de repente;
moverse el suelo, cual bajel, se siente,
y crujir techo y muro sacudido.

Con voladora planta sin sentido
la calle ocupa la espantada gente,
que se humilla confusa y se arrepiente
y a Dios clama en altísimo alarido.

Pasa el peligro y rápido se olvida;
al saludable espanto reemplaza
la viciosa costumbre de la vida.

Mas teme, oh Lima, teme a tu enemigo
que, si hoy sólo pasó cual amenaza,
vendrá tal vez mañana cual castigo.



Clemente Althaus

A los peruanos (2 Althaus)

-- de Clemente Althaus --

«Con temeroso son la fiera trompa»
los espacios asorda nuevamente:
¿A dónde corre esa confusa gente?
¿A quién amaga esa guerrera pompa?
¿Quizá con triple fulminante flota
España torna, de vengar sedienta
en vuestra ruina la insufrible afrenta
de su reciente rota?
Mas ¡ay! vana la vuelta vengadora
fuera ya de esa gente embravecida,
pues con insana lucha fratricida
vosotros mismos la vengáis ahora.
No su enemiga y envidiosa diestra
arranca a vuestras frentes, oh crüeles,
de Mayo los espléndidos laureles,
sino la propia vuestra.
Y de la patria que os implora en vano
despedazáis el delicado seno,
cual la crudeza del encono ajeno,
cual la barbarie del furor hispano.
Y va la Fama y su pregón avisa
a España ya vuestra discordia loca,
y ella su mengua olvida, y en su boca
brilla feroz sonrisa.



Clemente Althaus

A Martín de Porres

-- de Clemente Althaus --

En vano, gran Martín, la Noche fría
vistió tu rostro con su sombra oscura;
mas que la nieve era tu alma pura,
y más clara que sol de mediodía.
Y hoy en la gloria perennal te alegras,
mientras gimen sin tregua en el profundo
mil y mil que tuvieron en el mundo
los rostros blancos y las almas negras.
Si, como vil, el orgulloso suelo
y como infame, tu color rechaza,
igual es en honores cada raza
en la feliz república del cielo.
Y hasta permiten las divinas leyes
que aquellos cuya vida más se humilla
allá reciban más augusta silla,
del mundo esclavos y del cielo reyes.
¿Qué corona de sol resplandeciente
hay que perder su resplandor no tema,
ante la luz de la inmortal diadema
que hoy enguirnalda tu gloriosa frente?
Y son nuestras mas fúlgidas estrellas
bosquejo apenas y confusa sombra
de esas que tú, como brillante alfombra,
o cual dorado pavimento, huellas.



Rubén Darío

Garçonière

-- de Rubén Darío --

Era el instante, dígalo la musa
Que las dichas trae, que las penas lleva:
La tristeza pasa, velada y confusa;
La alegría, rosas y azahares nieva.



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