Buscar Poemas con Castigos


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 8 poemas con la palabra castigos

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Abraham Valdelomar

Yo, pecador

-- de Abraham Valdelomar --

Mi boca fue a manera de un ático panal
do acudieron los besos en lírico tropel,
abejas amorosas que llenaron de miel
mi espíritu sediento y mi carne mortal.

Ha gravitado en mi alma, sincera y vertical,
la voz inexorable y cóncava, de aquel
de testa fascinante que al bíblico vergel
arrancó la manzana con giros de espiral.

Soy, Señor, de tus siervos, quien más ha delinquido:
el no poder amar fue mi pena más honda,
el no poder besar fue mi mayor tormento.

Dame, de tus castigos, la acre copa redonda;
y pues soy de tus siervos el que más te ha ofendido,
yo te pido perdón.. ¡Pero no me arrepiento!

Poema Yo, pecador de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Pedro Soto de Rojas

Tristes quejas de amor dilato al viento

-- de Pedro Soto de Rojas --

Proemio

Tristes quejas de amor dilato al viento.
Serán, por tristes, de mi error castigo;
por quejas, nuevo honor de mi enemigo;
y por de amor, de amantes escarmiento.

Será también la voz de mi instrumento
en el proceso de mi edad testigo,
y yo el áspero actor que a mí me sigo
y el culpado que canta en el tormento.

Vosotros, o jueces, o fiscales
(bien así que mis males, infinitos),
no me juzguéis si no sentís mis males;

que si buscáis castigo a mis delitos,
castigos tienen a su culpa iguales:
fuegos de amor abrasan mis escritos.

Poema Tristes quejas de amor dilato al viento de Pedro Soto de Rojas con fondo de libro

Santiago Montobbio

detrás del cristal

-- de Santiago Montobbio --

Detrás del cristal
pero se ve, pero se mira e, incluso,
aunque sólo sea sombra, se respira.
Lo sé al compás del silencio y con madre lluvia.
Lo sé y lo sé dormido. Detrás del cristal, denuevo alcohol
los astillados ojos y siendo otro en un bar gris
o absurdo: ahora es otro nombre de nunca,
ahora te lo regalo, ahora es mentira,
acaso para mí ya no tú sino nadie abraza
y aunque ceniza es cada amor, cada palabra,
aún se ve o se mira, se ve, mira, se mira
y acaso mañana descubra similares castigos
en la infamia de una vida
que incansablemente
me atardece.

Poema detrás del cristal de Santiago Montobbio con fondo de libro

Mario Benedetti

ruinas

-- de Mario Benedetti --

Se deslumbraron mis ruinas
juan ramón jiménez
yo también tengo ruinas
y si acudo al pasado
ya no sé a quién o a quiénes
busco entre los escombros
son ruinas sin prestigio
sin guías y con musgo
inmensas y mezquinas
señas de lo que fui
columpios desnudeces
huellas crepusculares matutinas nocturnas
la luna las descubre
les dice lo que eran
columnas de tesón cúmulos de experiencia
pedernales de amor
catacumbas de miedo
yo también tengo ruinas
pero no deslumbradas
sino ciegas distantes
residuos de palabras
vestigios de rencores
esquirlas de castigos
reliquias de caricias
ruinas tan taciturnas
calimas de la pena
albergan sus fantasmas
como todas las ruinas
y como todas dejan
escuchar su lamento
yo también tengo ruinas
meses y años troceados
muñones de confianza
perdones en añicos
piedras en las que a veces
me reconozco entonces
amo la piel rugosa
de mis hermanas ruinas



Evaristo Carriego

En el barrio

-- de Evaristo Carriego --

Ya los de la casa se van acercando
al rincón del patio que adorna la parra,
y el cantor del barrio se sienta, templando,
con mano nerviosa la dulce guitarra.

La misma guitarra, que aun lleva en el cuello
la marca indeleble, la marca salvaje
de aquel despechado que soñó el degüello
del rival dichoso tajeando el cordaje.

Y viene la trova: rimada misiva,
en décimas largas, de amante fiereza,
que escucha insensible la despreciativa
moza, que no quiere salir de la pieza...

La trova que historia sombrías pasiones
de alcohol y de sangre, castigos crüeles
agravios mortales de los corazones
y muertes violentas de novias infieles...



Francisco de Quevedo

salmo ii quevedo

-- de Francisco de Quevedo --

¡cuán fuera voy, señor, de tu rebaño,
llevado del antojo y gusto mío!
llévame mi esperanza viento frío,
y a mí con ella disfrazado engaño.
Un año se me va tras otro año:
y yo más duro y pertinaz porfío
por mostrarme más verde mi albedrío,
la torcida raíz de tanto daño.
Llámasme, gran señor: nunca respondo.
Sin duda mi respuesta sólo aguardas,
pues tanto mi remedio solicitas.
Mas, ¡ay!, que sólo temo en mar tan hondo,
que lo que en castigarme ahora aguardas,
doblando los castigos lo desquitas.
Esta obra se encuentra en dominio público.
Esto es aplicable en todo el mundo debido a que su autor falleció hace
más de 100 años. La traducción de la obra puede no estar en dominio
público.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 86

-- de Francisco de Quevedo --

Si de vos pasa el cáliz de amargura,
¿quién le podrá endulzar, para que sea
bebida alegre, que salud posea
contra la enfermedad antigua y dura?
bebed el cáliz vos, pues os apura
amor del alma por la culpa fea,
que en vos le beberá (después que os vea
líquido dios en sangre) la criatura.
Pase por vos, y así será triaca,
mas no pase de vos, pues, ofendido,
mi culpa sus castigos os achaca.
Bebiendo sanaréis lo que he comido:
bebed cáliz que tanta sed aplaca
de ser en cáliz inmortal bebido.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 71

-- de Francisco de Quevedo --

Cuando escribiste en el sagrado cerro,
con tu dedo, la ley en la dureza
que nos comunicó naturaleza,
y enternece piedad de tu destierro,
bajó moisés, y, viendo en el becerro
la adoración debida a su grandeza,
celoso nos rompió y, en su fiereza,
con los castigos advirtió su yerro.
Dividionos en piezas enojado;
mas como desde entonces ley tenemos,
contigo nos preciamos de tenella.
Y así, nosotras mismo nos rompemos
sin el profeta: que es dolor doblado
ver despreciar la ley y al dador de ella.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba