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-- de Félix María Samaniego --
El pozo de los padres trinitarios
tuvo brocales varios:
ya de mampostería,
ya de piedra de buena sillería,
en fin de berroqueño le pusieron,
el último que eterno ellos creyeron;
pero tal faena de sacar agua
en el convento había,
que al año ya tenía
el brocal una brecha grande y buena.
-¡Virgen!, el superior
dijo al saberlo,
que no sé ya qué materia hacerlo
para que no se roce o desmorone.
Llamar al albañil en el momento
a ver de qué dispone
se haga el brocal al pozo del convento.
El albañil llamado
al punto fue enterado,
y dijo: -Aquí lo que conviene
es hacer un brocal como
el que tiene mi mujer,
que ha veinte años cabalmente
que echo por él la soga de frecuente
con dos cubos que al par le han golpeado,
y ni una pizca se ha desmoronado.
Poema "El brocal" de Félix María Samaniego
-- de José Ángel Buesa --
Dejé mi copa en el brocal maldito.
Grité hacia abajo, hacia el profundo hueco,
pero el coro sarcástico del eco
me devolvió multiplicado el grito.
Llegaba tarde: el pozo estaba seco.
Un gran golpe de viento lleno el pozo,
y, al recorrer su vertical garganta,
en su más honda hondura oí un sollozo,
donde cantaba el agua y ya no canta...
Brillaba entonces la primera estrella,
pero el anochecer amanecía
cuando me puse a comparar aquella
profunda sed del pozo con la mía.
Y allí dejé mi copa abandonada,
con un tardío gesto de homenaje
por quien se supo dar sin pedir nada
al que calmo su sed y siguió viaje...
Y allí, junto al brocal ennegrecido,
y el cubo roto, y la inservible rueda,
comprendí que no cabe en el olvido
la ingratitud de un agua que se ha ido
ni el espanto de un pozo que se queda...
Poema "el pozo seco" de José Ángel Buesa
-- de Amós de Escalante --
La ponderosa torre fulminada
se yergue al cabo del sendero rudo,
y el firme estribo y hazañoso escudo
dentro de la sonora portalada;
brocal roto, capilla destejada,
altar sin santo, campanario mudo,
y el tronco de un ciprés negro y desnudo,
guardián de aquella ruina desolada.
¿Dónde están, oh solar, los que surgieron
del oscuro linaje y te fundaron
y ser y nombre y majestad te dieron?
Luz de breve crepúsculo pasaron,
como niebla montés se deshicieron,
como ruido en el aire se apagaron.
Poema "La casona" de Amós de Escalante
-- de Manuel del Palacio --
Tradujo á Beranger cuando era mozo,
Y una historia escribió de cabo á rabo;
Para tomar las once toma un pavo,
Se duerme andando, y ronca sin rebozo.
Tiene la anchura del brocal de un pozo,
Imita en su resuello á un toro bravo,
Y de fijo tuviera á ser esclavo
La caldera del gas por calabozo.
Nadie hay que por su genio no le inciense;
Mas dió un drama del Príncipe á la escena,
Y se oyeron los gritos en Orense;
De lo cual yo deduzco, no sin pena,
Que no existe un autor que mejor piense
Sumando lo que come y lo que cena.
Poema "Semblanzas: XIV" de Manuel del Palacio
-- de José Tomás de Cuellar --
«DADME á beber del agua de la vida»
Dijo Sarai á Cristo allá en Samaria,
Incrédula tal vez y temeraria.
Jesús al ver á la mujer perdida
Delante de él con la cabeza erguida
Cabe el brocal del pozo solitaria,
Levantó, como losa funeraria,
El velo de su historia envilecida.
Poema "La samaritana" de José Tomás de Cuellar
-- de Meira Delmar --
Tú llegaste a mi vida como llegara un día
jesús de galilea al poso de siquem;
cansado, sitibundo, la pupila sombría,
y sombría en el alma la tristeza también.
Yo era entonces murmullo, claridad, alborada...
Agua que entre las piedras revierte su cristal,
y cuando vi la angustia que tus ojos callaban,
murmuré suavemente: ven tu sed a calmar...
Y fui samaritana feliz y jubilosa,
como jamás lo fuera la que jesús halló.
Hecha cántaro el alma, la acerqué, generosa,
a tus labios exangües. ¡Y frescura te dio!
fue milagro mi dádiva en tu silencio triste;
hizo luz en la sombra de tu lento sufrir,
y transformó la angustia que en los ojos trajiste
en un vívido anhelo de soñar y reír...
Si te llama algún día, desde un largo camino,
el afán de distancias, y te lleva otra vez,
mi alma, que entre tus labios fuera cántaro henchido,
en el brocal del pozo ¡se romperá de sed!
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Poema "el cántaro" de Meira Delmar
-- de Juana de Ibarbourou --
Asiento de musgo florido
sobre el viejo brocal derruido.
Sitio que elegimos para hablar de amor,
bajo el enorme paraíso en flor.
¡Ay, pobre del agua que del fondo mira,
tal vez envidiosa, quizás dolorida!
¡tan triste la pobre, tan muda, tan quieta
bajo esta nerviosa ramazón violeta!
-vámonos. No quiero que el agua nos vea
cuando me acaricies. Tal vez eso sea
darle una tortura. ¿Quién la ama a ella?
-tonta! ¡si de noche la besa una estrella!
Poema "el pozo" de Juana de Ibarbourou
-- de Julio Herrera Reissig --
El olivo y el pozo... Dormida una aldeana
en el brocal... A un lado la senda viajadora,
y un hombre paso a paso: todo lo que a la hora
suspira una evangélica gracia samaritana...
El sol es, miel, la brisa pluma y el cielo pana...
Y el monte, que una eterna candidez atesora,
ríe como un abuelo a la joven mañana,
con los mil pliegues rústicos de su cara pastora.
Pan y frutas: ingenuos desayunos frugales.
Mientras que los pastores huelgan de sus pradiales
fatigas o se lavan en los remansos tersos,
maniobran hacia el valle de tímpanos agudos
los celosos instintos de los perros lanudos,
de voz ancha, que integran los ganados dispersos.
Poema "los perros" de Julio Herrera Reissig
-- de Claudio Rodríguez --
Miro la espuma, su delicadeza
que es tan distinta a la de la ceniza.
Como quien mira una sonrisa, aquella
por la que da su vida y le es fatiga
y amparo, miro ahora la modesta
espuma. Es el momento bronco y bello
del uso, el roce, el acto de la entrega
creándola. El dolor encarcelado
del mar, se salva en fibra tan ligera;
bajo la quilla, frente al dique, donde
existe amor surcado, como en tierra
la flor, nace la espuma. Y es en ella
donde rompe la muerte, en su madeja
donde el mar cobra ser, como en la cima
de su pasión el hombre es hombre, fuera
de otros negocios: en su leche viva.
A este pretil, brocal de la materia
que es manantial, no desembocadura,
me asomo ahora, cuando la marea
sube, y allí naufrago, allí me ahogo
muy silenciosamente, con entera
aceptación, ileso, renovado
en las espumas imperecederas.
Poema "espuma" de Claudio Rodríguez