Buscar Poemas con Azote


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Se han encontrado 10 poemas con la palabra azote

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Lope de Vega

Suena el azote, corredor Apolo

-- de Lope de Vega --

Suena el azote, corredor Apolo,
sobre el carro que a Géminis alinda,
que falta para ver a mi Lucinda,
de tu carrera un paralelo sólo

Dafnes te espera en el opuesto polo,
que puede ser que su dureza rinda,
y a mí la imagen más hermosa y linda,
que ha visto el Panteón, ni el Mauseolo.

Si quieres ver, para que no te admires,
la razón que me esfuerza a que la quiera,
mira su rostro, aunque es grande osadía.

Mas, ¡ay sol envidioso! no le mires,
que no llegando al indio, que te espera,
harás eterno desta ausencia el día.

Poema Suena el azote, corredor Apolo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

¿qué armas son éstas ¿qué guïón colgado?

-- de Lope de Vega --

¿qué armas son estas?, ¿qué guïón colgado?
de general sobre este monumento?
¿celada es un espino tan sangriento?
¿pluma un azote en púrpura bañado?
¿un tosco leño es espaldar cruzado?
¿gola una soga? ¡extraño pensamiento!
dónde es la esponja bélico ornamento,
¿qué lanza al fin es arma de soldado?
más ¿ay!, que de una virgen muestra el llanto:
que son de cristo, capitán del cielo,
trofeos, y la muerte ya vencida.
Éstos adornan su sepulcro santo;
con estos ha ganado el cielo al suelo;
mató la muerte, y reparó al vida.

Poema ¿qué armas son éstas  ¿qué guïón colgado? de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

¿Qué armas son éstas? ¿Qué guïón colgado

-- de Lope de Vega --

¿Qué armas son estas?, ¿Qué guïón colgado
de general sobre este monumento?
¿Celada es un espino tan sangriento?
¿Pluma un azote en púrpura bañado?
¿Un tosco leño es espaldar cruzado?
¿Gola una soga? ¡Extraño pensamiento!
Dónde es la esponja bélico ornamento,
¿qué lanza al fin es arma de soldado?
Más ¿ay!, que de una Virgen muestra el llanto:
que son de Cristo, capitán del cielo,
trofeos, y la muerte ya vencida.
Éstos adornan su sepulcro santo;
con estos ha ganado el Cielo al suelo;
mató la muerte, y reparó al vida.

Poema ¿Qué armas son éstas? ¿Qué guïón colgado de Lope de Vega con fondo de libro

Manuel de Zequeira

A Lelio

-- de Manuel de Zequeira --

Lleva, Lelio, a la sombra
De la fuente vecina,
Los vasos, las botellas,
Y la sonora lira:

De yedra coronados
Sentados a la orilla
Alegres beberemos
Con las campestres ninfas.

No cantaré el azote
De guerras numantinas
Ni la sangrienta espada
Del invencible Anibal;

No en púrpura tenidos
Los mares de Sicilia,
Ni el Cíclope asaltando
La esfera cristalina.

No al héroe macedonio
De Marte imagen viva,
Sobre el triunfante carro
Talando por las Indias.

No, Lelio, no, estos cantos
Mis cabellos erizan,
Las cuerdas se revientan,
Y crujen las clavijas;

Pero, sí cantaremos
Las tres hermanas ninfas
Con el hijo vendado:
Y a su madre divina;

Cantaremos a Baco
De vid la sien ceñida,
Con amorosas hojas
Y derramando risas:

El céfiro halagüeño,
Las dulces avecillas,
El arroyo plateado
Y el rumor de las guijas:

Todos estos placeres
En la fuente vecina,
Bebiendo llenos vasos,
harán sonar la lira.



Manuel del Palacio

A un usurero

-- de Manuel del Palacio --

No me escribas ya más, porque es en vano;
Ni soy cual dices tu apreciable amigo
Ni tengo nada de común contigo.
Bárbaro azote del linaje humano.

Yo podré ser gentil, mas no pagano,
Y pongo al Padre eterno por testigo
De que prefiero el cobre del mendigo
Al oro recibido de tu mano.

Si alguna vez mis yerros juveniles
Me llevaron á tí con harta pena
Desconociendo tus instintos viles:

Hoy, si el destino á verte me condena,
Iré, pero escoltado por civiles
Como quien va á cruzar Sierra-Morena.



César Vallejo

Para el alma imposible de mi amada

-- de César Vallejo --

Amada: no has querido plasmarte jamás
como lo ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable,
como existe Dios.

Si he cantado mucho, he llorado más
por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso,
y en el mito inmenso
de mi corazón!

Es la fé, la fragua donde yo quemé
el terroso hierro de tanta mujer;
y en un yunque impío te quise pulir.
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí,
en la multicencia de un dulce no ser.

Y si no has querido plasmarte jamás
en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote,
como un pecador.



Francisco de Quevedo

parnaso español 43

-- de Francisco de Quevedo --

Si son nuestros corsarios nuestros puertos;
si usurpa primavera belicosa
al invierno, estación facinerosa
con cielo armado y con escollos yertos;
si caudal sumergidos y hombres muertos,
la voz que gime el ponto procelosa,
no acuerdan la conciencia perezosa,
más estamos difuntos que despiertos.
Tú, señor, ligas en tu diestra mano
tempestades sonoras, ondas frías,
fabricando en azote el océano.
Por cobradores tuyos nos envías
hoy la borrasca, ayer el luterano,
y ejecutores son horas y días.



Francisco de Quevedo

parnaso español 20

-- de Francisco de Quevedo --

Decimotercio rey, esa eminencia
que tu alteza a sus pies tiene postrada
querrá ver la ascendencia coronada,
pues osó coronar la descendencia.
Casamiento llamó la inteligencia,
y en él sólo de ha visto colorada
la desvergüenza. Díselo a tu espada,
y dale al cuarto mandamiento audiencia.
Si te derriba quien a ti se arrima,
su fábrica en tus ruinas adelanta,
y en cuanto te aconseja, te lastima.
¡Oh muy cristiano rey!, en gloria tanta,
ya el azote de dios tienes encima:
mira que el cardenal se te levanta.



Clemente Althaus

España (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Juntó la Muerte ante su trono un día
a los ministros do su furia aciaga,
por dar la palma al que, de todos, haga
mas fiero el cargo que a su saña fía.

Fue la sangrienta Guerra a la porfía,
el Terremoto que ciudades traga,
Incendio y Hambre y Peste, y cuanta plaga
sirve del mundo a la señora impía.

El premio horrendo cada cual espera,
indecisa la negra Soberana
sus méritos iguales considera;

mas viene España, y los laureles gana,
que es ella de las plagas la más fiera
y el gran azote de la estirpe humana.



Ramón María del Valle Inclán

alegoría

-- de Ramón María del Valle Inclán --

Era nocturno el potro. Era el jinete
de cobre -un indio que nació en tlaxcala-,
y su torso desnudo, coselete
dorado y firme, al de la avispa iguala.

El sol en el ocaso, como un lauro
a la sien del jinete se ofrecía,
y vi lucir el mito del centauro
en la hacienda del trópico, aquel día.

De la fábula antigua un verde brote
cortaba el indio sobre el potro rudo.
Era el campo sonoro en cada brote,

era el jinete frente al sol. Desnudo
y cara al sol partió como un azote...
Iba a robarlo para hacer su escudo.



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