Buscar Poemas con Arrogante


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Se han encontrado 16 poemas con la palabra arrogante

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Lope de Vega

El sucesor del gótico arrogante

-- de Lope de Vega --

El sucesor del gótico arrogante,
que fulminó dos veces Carlos Quinto,
en blanco armado, aunque de sangre tinto,
del Sacro Imperio presumióse Atlante.

Estaba el mundo en acto circunstante,
si bien el voto universal distinto,
cuando cayó de tanto laberinto,
con breve plomo, el ínclito gigante.

Mesuróse el león de España, el ave
del imperio paró las sacras plumas,
y el gran Melquisedec doró la llave.

Que suelen de olas infinitas sumas,
pensando, altivas, contrastar la nave,
nacer montañas y morir espumas.

Poema El sucesor del gótico arrogante de Lope de Vega con fondo de libro

José Martí

académica

-- de José Martí --

Académica
ven, mi caballo, a que te encinche: quieren
que no con garbo natural el coso
al sabio impulso corras de la vida,
sino que el paso de la pista aprendas,
y la lengua del látigo, y sumiso
des a la silla el arrogante lomo:
ven, mi caballo: dicen que en el pecho
lo que es cierto, no es cierto: que las estrofas
igneas que en lo hondo de las almas nacen,
como penacho de fontana pura
que el blando manto de la tierra rompe
y en gotas mil arreboladas cuelga,
no han de cantarse, no, sino las pautas
que en moldecillo azucarado y hueco
encasacados dómines dibujan:
y gritan «¡al bribón!» ¡cuando a las puertas
del templo augusto un hombre libre asoma!
ven, mi caballo, con tu casco limpio
a yerba nueva y flor de llano oliente,
cinchas estruja, lanza sobre un tronco
seco y piadoso, donde el sol la avive
del repintado dómine la chupa,
de hojas de antaño y de romanas rosas
orlada, y deslucidas joyas griegas,
y al sol del alba en que la tierra rompe
echa arrogante por el orbe nuevo.

Poema académica de José Martí con fondo de libro

Lope de Vega

Sentado Endïmión al pie de Atlante

-- de Lope de Vega --

Sentado Endïmión al pie de Atlante,
enamorado de la Luna hermosa,
dijo con triste voz y alma celosa:
«En tus mudanzas, ¿quién será constante?»
«Ya creces en mi fe, ya estás menguante,
ya sales, ya te escondes desdeñosa,
ya te muestras serena, ya llorosa,
ya tu epiciclo ocupas arrogante;
ya los opuestos indios enamoras,
y me dejas muriendo todo el día,
o me vienes a ver con luz escasa».
Oyóle Clicie, y dijo: «¿Por qué lloras,
pues amas a la Luna que te enfría?
¡Ay de quien ama al sol que solo abrasa!»

Poema Sentado Endïmión al pie de Atlante de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Sosiega un poco, airado temeroso

-- de Lope de Vega --

Sosiega un poco, airado temeroso,
humilde vencedor, niño gigante,
cobarde matador, firme inconstante,
traidor leal, rendido victorioso.

Déjame en paz, pacífico furioso,
villano hidalgo, tímido arrogante,
cuerdo loco, filósofo ignorante,
ciego lince, seguro cauteloso.

Ama si eres Amor, que si procuras
descubrir, con sospechas y recelos
en mi adorado sol nieblas escuras,

en vano me lastimas con desvelos.
Trate nuestra amistad, verdades puras:
no te encubras, Amor, si quieres celos.



Góngora

Duélete de esa puente, Manzanares

-- de Góngora --

Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice por ahí la gente,
que no eres río para media puente,
y que ella es puente para muchos mares.

Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
húmedas crestas tu soberbia frente,
y ayer me dijo humilde tu corriente
que eran en marzo los caniculares.

Por el alma de aquel que ha pretendido
con cuatro onzas de agua de chicoria
purgar la villa y darte lo purgado,

me dí ¿cómo has menguado y has crecido?,
¿cómo ayer te vi en pena, y hoy en gloria?
—Bebióme un asno ayer, y hoy me ha meado.



Luis Palés Matos

el río

-- de Luis Palés Matos --

El río es una melancolía estirada y sofocante.
El río es una irritación de piedras, calcinante.
Está seco, no tiene lágrimas porque el sol quemante
lo ha mirado con pupila penetrante...

El río está sediento... Rememora anhelante,
cuando espejeó la nieve de un semblante
y adormeció a un cuerpo fragante...
¡Oh el perfume en su onda voluptuosa y palpitante!

voló a otras regiones el martinete errante;
y está marchita en su margen la flor odorante.
El lirio no genuflexiona arrogante...

El río embiste la vista plúmbeo y abrasante;
el río es un pesar petrificado y punzante...
El río es una melancolía estirada y sofocante.



Manuel de Zequeira

El avariento

-- de Manuel de Zequeira --

De la diestra de Jove altitonante
sufrió el mundo la cólera inclemente;
Neptuno agitó el mar con su tridente,
y a la tierra asustó el noto arrogante:

de horror entristeciose el navegante,
y en su choza el pastor la lluvia siente;
pero Iris con sus franjas refulgentes
el consuelo y la paz trajo al instante:

Llenose de verdor toda la tierra,
el mar mostró su furia más sumisa,
trinan las aves, saltan por la sierra

los corderos, y todo ostenta risa;
y solo queda el avariento en guerra
cansado del tesoro que revisa.



Manuel del Palacio

A un periodista neo-católico

-- de Manuel del Palacio --

Cínico y arrogante, como suele,
Un párrafo publica El Pensamiento
De quererme agraviar con el intento,
Por más que el miedo sus palabras vele.

Como un insulto de mujer no duele,
Y es provocarla combatir al viento,
Y nunca me causaron sentimiento
Las palabrotas huecas de un pelele:

Abandono al dolor que le acibara
De ver que no es Don Cárlos lo que priva
Al que sus odios contra mi dispara;

Ya que puesto en la dura alternativa
Tengo recelo de escupir su cara
Sólo por no mancharme la saliva.



Manuel del Palacio

El enano de la venta

-- de Manuel del Palacio --

No sé si fué en Carmona ó en Utrera
Donde hubo un fantasmón tan arrogante,
Que en cuerpo enano y en la voz gigante
Susto y terror de los contornos era.

Encaramado siempre en la escalera
Sin mostrar otra cosa que el semblante,
No paraba en la Venta un caminante
Que de su furia atroz blanco no fuera.

Si alguno á sus insultos replicaba,
— ¡Ay, si bajo! con áspero rugido
Entre el silencio universal gritaba.

Mas le oyó un calesero muy perdido,
Y como el pobre diablo no bajaba,
Subió por él.... Y asunto concluido.



Pablo Neruda

soneto xi cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.
Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.
Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas
y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente
como un puma en la soledad de quitratúe.



Pedro Antonio de Alarcón

La palma

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

La palma audaz que en el desierto crece
hospitalaria acoge al caminante:
grata sombra le presta, y abundante,
sabroso fruto pródiga le ofrece.

Al son del huracán fiera se mece,
y cuanto recia más, más arrogante
resiste, y más hermosa y elegante
en los azares de la lid parece.

Premio de la virtud es cada rama
del árbol inmortal, don a que aspira
el que trueca su paz por la victoria.

Y ese don eres tú, perfecta dama,
para el esposo que en tu amor se inspira,
viendo en ti misma a tu rival la Gloria.



José Ángel Buesa

poema vulgar

-- de José Ángel Buesa --

La vi pasar con otro... Su semblante
resplandecía de felicidad.
Y me subió a los labios mi sonrisa galante,
con algo de impotencia y algo de vanidad.
En las manos del otro palpitaban sus manos;
en el brazo del otro se apoyaba feliz...
Y me envolvió una niebla de recuerdos lejanos,
y sentí que sangraba mi vieja cicatriz.
La vi pasar con otro, risueña y arrogante.
Me pareció más bella, más gallarda... No sé.
Sólo sé que de nuevo la amé en aquel instante,
más que cuando fue mía, si es que entonces laamé...
Y, de esa llamarada que aún me quema,
de ese dolor amargo como un golpe de mar,
ya lo veis: ha nacido este poema
deplorablemente vulgar...



José Ángel Buesa

el arquero

-- de José Ángel Buesa --

i
arquero de la noche, con un gesto arrogante,
alcé el arco en la sombra y apunté a las estrellas.
Arquero de la noche, mi pulso estaba firme,
y en mi carcaj había solamente una flecha.
Ii
y vigorosamente lancé mi flecha al viento,
y hubo un largo zumbido sobre la cuerda tensa.
Lancé mi única flecha la flecha de mi ensueño
y me crucé de brazos bajo la noche negra.
Iii
el arco envejecido se me pudre en las manos,
pero yo sigo arquero de la noche en mi espera.
Lancé mí única flecha, y se perdió en lasombra.
Y nunca he de saber si llegó a las estrellas.



Al Alambra

-- de El Solitario --

Contempla, pasajero, la morada
que el árabe a su gloria alzó triunfante;
cómo la tiempo se rinde vacilante
su magnífica mole ya cascada.

La altivez de sus torres humillada,
de escombros llenó el pórtico arrogante,
y sin su azul el artesón brillante,
anuncia muerte al ánima angustiada.

Contempla bien cual queda sin colores
el morisco relieve y paramento,
borradas ya sus cifras y sus flores.

Míralo bien, que a paso menos lento,
el tiempo a ti también entre dolores,
traidor te acerca el último momento.



Manuel Reina

La estatua (Reina)

-- de Manuel Reina --

En medio del jardín yérguese altiva,
en riquísimo mármol cincelada,
la figura de un dios de ojos serenos,
cabeza varonil y formas clásicas.
En el invierno, la punzante nieve
y el viento azotan la soberbia estatua;
pero ésta, en su actitud noble y severa,
sigue en el pedestal, augusta, impávida.
En primavera, el aureo sol le ofrece
un manto de brocado; las arpadas
aves con sus endechas la saludan;
los árboles le tejen con sus ramas
verde dosel; el cristalino estanque
la refleja en sus ondas azuladas,
y los astros colocan en su frente
una diadema de bruñida plata.
Mas la estatua impasible está en su puesto
sin cambiar la actitud ni la mirada.
¡Así el genio inmortal, dios de la tierra,
siempre blanco de envidias o alabanzas,
impávido, sereno y arrogante,
sobre las muchedumbres se levanta!



Blanca Andreu

la partida

-- de Blanca Andreu --

Como un rey de este mundo perdido en las leyendas,
solo, con calculado silencio, señor de la nada
a quien despierta un alcatraz
al amanecer
entre la sal dormida un ala ardiente, un mensaje
deja caer una pluma caudal
y se hace la luz del otoño.
Pero, antaño, creedme, toda la mar lo sabe.
Estaba escrito sobre las olas tormentosas,
sobre los días de valor
está ya escrito,
con maderos y sombras verdes
en hexámetros el ímpetu y la perfidia
con despojos de grandes navíos.
La historia no se ocupa y, sin embargo, aún
falta agregar la arrogante, mortífera obediencia
de la flota, cohorte de aves, bandada
o el espíritu sombrío y de tan alta condición
bramando entre los escollos
entre indicios de peste y malos augurios.



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