Buscar Poemas con Arrimo


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Se han encontrado 9 poemas con la palabra arrimo

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San Juan de la Cruz

glosa

-- de San Juan de la Cruz --

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.
Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo
que tiene al ama rendida
sin luz y a oscuras viviendo.
Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.

Poema glosa de San Juan de la Cruz con fondo de libro

San Juan de la Cruz

Glosa (San Juan de la Cruz)

-- de San Juan de la Cruz --

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo
todo me voy consumiendo.

Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.

Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.

Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo
que tiene al ama rendida
sin luz y a oscuras viviendo.

Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si hay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriesa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.

Poema Glosa (San Juan de la Cruz) de San Juan de la Cruz con fondo de libro

Julián del Casal

a mi madre

-- de Julián del Casal --

No fuiste una mujer, sino una santa
que murió de dar vida a un desdichado,
pues salí de tu seno delicado
como sale una espina de una planta.
Hoy que tu dulce imagen se levanta
del fondo de mi lóbrego pasado,
el llanto está a mis ojos asomado,
los sollozos comprimen mi garganta
y aunque yazgas trocada en polvo yerto,
sin ofrecerme bienhechor arrimo,
como quiera que estés siempre te adoro,
porque me dice el corazón que has muerto
por no oírme gemir, como ahora gimo,
por no verme llorar, como ahora lloro.

Poema a mi madre de Julián del Casal con fondo de libro

Miguel Hernández

8

-- de Miguel Hernández --

8
por tu pie, la blancura más bailable,
donde cesa en diez partes tu hermosura,
una paloma sube a tu cintura,
baja a la tierra un nardo interminable.
Con tu pie vas poniendo lo admirable
del nácar en ridícula estrechura,
y donde va tu pie va la blancura,
perro sembrado de jazmín calzable.
A tu pie, tan espuma como playa,
arena y mar me arrimo y desarrimo
y al redil de su planta entrar procuro.
Entro y dejo que el alma se me vaya
por la voz amorosa del racimo:
pisa mi corazón que ya es maduro.



Julio Herrera Reissig

Éxtasis (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

Bion y Lucina, émulos en fervoroso alarde,
permútanse fragantes uvas, de boca a boca;
y cuando Bion ladino la ebria fruta emboca
finge para que el juego lánguido se retarde...

Luego, ante el oportuno carrillón de la tarde,
que en sus almas perdidas inocencias evoca,
como una corza tímida tiembla el amor cobarde,
y una paz de los cielos el instinto sofoca...

Después de un tiempo inerte de silencioso arrimo,
en que los dos ensayan la insinuación de un mimo,
ella lo invade todo con un suspiro blando;

¡y él, que como una esencia gusta el sabroso fuego,
raya un beso delgado sobre su nuca, y ciego
en divinos transportes la disfruta soñando!



Julio Herrera Reissig

galantería ingenua

-- de Julio Herrera Reissig --

A través de la bruma invernal y del limo,
tras el hato, fonoe cabra la senda terca;
mas de pronto, un latido dícele que él se acerca...
Y, en efecto, oye el silbo de melampo su primo.

A la llama, el coloquio busca sabroso arrimo;
luego inundan sus fiebres en la miel de la alberca;
hasta que la incitante fruta de ajena cerca
les brinda la luz verde dulce de su racimo.

Después ríen... ¡De nada! ¿para qué tendrán boca?
y por fin -dios lo quiso- él, de espaldas la choca
y la estriega y la burla, ya que amor bien maltrata...

Y ella en púdicas grimas, con dignidades tiernas
de doncellez, se frunce el percal que recata
la primicia insinuante de sus prósperas piernas...



Julio Herrera Reissig

éxtasis

-- de Julio Herrera Reissig --

Bion y lucina, émulos en fervoroso alarde,
permútanse fragantes uvas, de boca a boca;
y cuando bion ladino la ebria fruta emboca
finge para que el juego lánguido se retarde...

Luego, ante el oportuno carrillón de la tarde,
que en sus almas perdidas inocencias evoca,
como una corza tímida tiembla el amor cobarde,
y una paz de los cielos el instinto sofoca...

Después de un tiempo inerte de silencioso arrimo,
en que los dos ensayan la insinuación de un mimo,
ella lo invade todo con un suspiro blando;

¡y él, que como una esencia gusta el sabroso fuego,
raya un beso delgado sobre su nuca, y ciego
en divinos transportes la disfruta soñando!



Francisco de Aldana

A Cosme de Aldana, su hermano

-- de Francisco de Aldana --

Cual sin arrimo vid, cual planta umbrosa
viuda del ruiseñor que antes solía
con dulce canto, al parecer del día,
invocar de Titón la blanca esposa;

cual navecilla en noche tenebrosa
do el gobierno faltó que la regía,
cual caminante que perdió su guía
en selva oscura, horrible y temerosa;

cual nube de mil vientos combatida,
cual ave que atajó la red su vuelo,
cual siervo fugitivo y cautivado,

cual de peso infernal alma afligida,
o cual quedó tras el diluvio el suelo:
tal quedé yo sin vos, hermano amado.

Notas:

↑ La blanca esposa de Titón es Eos, o Aurora, que personifica el amanecer.



Rosario Castellanos

soneto del emigrado

-- de Rosario Castellanos --

Cataluña hilandera y labradora,
viñedo y olivar, almendra pura,
patria: rememorada arquitectura,
ciudad junto a la mar historiadora.

Ola de la pasión descubridora,
ola de la sirena y la aventura
-mediterráneo- hirió tu singlatura
la nave del destierro con su proa.

Emigrado, la ceiba de los mayas
te dio su sombra grande y generosa
cuando buscaste arrimo ante sus playas.

Y al llegar a la mesa del consejo
nos diste el sabor noble de tu prosa
de sal latina y óleo y vino añejo.



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