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Alfredo Mario Ferreiro

El árbol taciturno

-- de Alfredo Mario Ferreiro --

El árbol tenía un letrero
que solo los pájaros podían leer:

”Se alquilan ramas para nidos”,
decían las letras
que un hombre no habría podido leer.

A pesar del anuncio,
ningún pájaro vino
a hacer su nido
en este árbol, que muere de tristeza,
gacha la cabeza,
al borde del camino.

Poema El árbol taciturno de Alfredo Mario Ferreiro con fondo de libro

Manuel del Palacio

Semblanzas: I

-- de Manuel del Palacio --

Es madre y de sus hijos se murmura;
Es vieja, y con enredos se entretiene;
Es rica, y nadie sabe lo que tiene;
Es enferma de amor, y pide cura.

Aunque pocos le han visto la figura
Dicen que con su espíritu se aviene;
Y tímida ó viril, según conviene,
El eco de su voz vibra en la altura.

Pilláronla una vez en un renuncio,
Y aun puedes ver impreso en los diarios
De su historia fatal el triste anuncio;

Vive en la córte haciendo calendarios,
Y en la plaza del Rey, ó en la del Nuncio,
Admite flete á precios ordinarios.

Poema Semblanzas: I de Manuel del Palacio con fondo de libro

Jaime Sabines

lento, amargo animal

-- de Jaime Sabines --

Que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a dios.
Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
maldita y arruinada soledad
sin uno mismo
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.
Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.
Amargo desde dentro,
desde lo que no soy,
mi piel como mi lengua
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos,
remoto nada hay detrás,
lejano, lejos, desconocido.
Lento, amargo animal
que soy, que he sido.

Poema lento, amargo animal de Jaime Sabines con fondo de libro

Jaime Torres Bodet

mujer II

-- de Jaime Torres Bodet --

¿qué palabras dormidas
en páginas de líricos compendios
o al contrario, veloces,
de noche azules, blancas recorriendo
los tubos de qué eléctricos letreros
debo resucitar para expresarte,
cielo de un corazón que a nadie aloja,
anuncio incomprensible,
mujer: adivinanza sin secreto?



César Vallejo

me estoy riendo

-- de César Vallejo --

Un guijarro, uno solo, el más bajo de todos,
controla
a todo el médano aciago y faraónico.
El aire adquiere tensión de recuerdo y de anhelo,
y bajo el sol se calla
hasta exigir el cuello a las pirámides.
Sed. Hidratada melancolía de la tribu errabunda,
gota
a
gota,
del siglo al minuto.
Son tres treses paralelos,
barbados de barba inmemorial,
en marcha 3 3 3
es el tiempo este anuncio de gran zapatería,
es el tiempo, que marcha descalzo
de lamuertehacia lamuerte.



Olga Orozco

la víspera del prodigio

-- de Olga Orozco --

La niña se creía la única niña en el
mundo, acaso. ¿Sabía siquiera que
era una niña?
jules supervielle
la niña de alta mar
yo, el que vela arropado en la inocencia,
soy el que no partió cuando mi último soploextinguió la bujía.
Pero ¿quién descifró lentamente los fabulosossignos?
¡oh, lejano!
¿quién buscaba en las nubes el espejo donde duerme laimagen de secretos países?
¿quién oía otras voces quejándose en elviento contra el cristal golpeado?
¿quién inscribió con fuego su nombre en losmaderos para que fuese anuncio ardiente por las playas?
¡oh, mensajeros!
otro es el que se fue.
Mas por su rostro paso a veces como si aún se viera en el globoazogado de la infancia que el tiempo balancea;
y hasta mí llega a veces, tras las frondas errantes, el fulgorde su mísera realeza.
No me juzguéis ahora.
Esperadlo conmigo.
Su muerte ha de alcanzarme tanto como su vida.



Evaristo Carriego

¿No te veremos más?

-- de Evaristo Carriego --

...¿Con qué estás decidida? ¿No te detiene nada?
¿Ni siquiera el anuncio de este presentimiento?
No puedes negar que eres una desamorada:
te vas así, tranquila, sin un remordimiento!

¡Has sido tanto tiempo nuestra hermanita! Mira
sino te desearemos buen viaje y mejor suerte,
...Tu decisión de anoche la creíamos mentira:
que tan acostumbrados estábamos a verte!

Nos quedaremos solos. ¡Y cómo quedaremos!...
De más fuera decirte cuánto te extrañaremos:
y tú, también, ¿es cierto que nos extrañarás?

¡Pensar que entre nosotros ya no estarás mañana!
Caperucita roja que fuiste nuestra hermana,
Caperucita roja, ¿no te veremos más?



Rosario Castellanos

falsa elegía

-- de Rosario Castellanos --

Compartimos sólo un desastre lento
me veo morir en ti, en otro, en todo
y todavía bostezo o me distraigo
como ante el espectáculo aburrido.

Se destejen los días,
las noches se consumen antes de darnos cuenta;

así nos acabamos.

Nada es. Nada está.
Entre el alzarse y el caer del párpado.

Pero si alguno va a nacer (su anuncio,
la posibilidad de su inminencia
y su peso de sílaba en el aire),
trastorna lo existente,
puede más que lo real
y desaloja el cuerpo de los vivos.



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