Buscar Poemas con Anduvo


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Se han encontrado 11 poemas con la palabra anduvo

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Rubén Darío

Caupolicán

-- de Rubén Darío --

A Enrique Hernández Miyares

Es algo formidable que vio la vieja raza:

robusto tronco de árbol al hombro de un campeón

salvaje y aguerrido, cuya fornida maza

blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,

pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,

lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,

desjarretar un toro, o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,

le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,

y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

"¡El Toqui, el Toqui!", clama la conmovida casta.

Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: "Basta",

e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

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Poema Caupolicán de Rubén Darío con fondo de libro

Lope de Vega

El pastor que en el monte anduvo al hielo

-- de Lope de Vega --

El pastor que en el monte anduvo al hielo,
al pie del mismo, derribando un pino,
en saliendo el lucero vespertino
enciende lumbre y duerme sin recelo.
Dejan las aves con la noche el vuelo,
el campo el buey, la senda el peregrino,
la hoz el trigo, la guadaña el lino;
que al fin descansa cuando cubre el cielo.
Yo solo, aunque la noche con su manto
esparza sueño y cuanto vive aduerma,
tengo mis ojos de descanso faltos.
Argos los vuelve la ocasión y el llanto,
sin vara de Mercurio que los duerma:
que los ojos del alma están muy altos.

Poema El pastor que en el monte anduvo al hielo de Lope de Vega con fondo de libro

Adelardo López de Ayala

A Sara (López de Ayala)

-- de Adelardo López de Ayala --

Noé, segundo Adán de los mortales,
de turba irracional acompañado,
en el arca famosa anduvo a nado
hasta que vio pacíficas señales.

En la ausencia, que es arca de mis males,
me encierran tu rigor y desagrado,
de mil remordimientos acosado,
que son los más feroces animales.

Con esta carta, a guisa de paloma,
tímidamente me aventuro, y pruebo
si se ha calmado el mar de tus enojos...

Dímelo por piedad; que, si no asoma
la pacífica oliva, no me atrevo
a presentarme a tus divinos ojos.

Poema A Sara (López de Ayala) de Adelardo López de Ayala con fondo de libro

Luis Cañizal de la Fuente

diferencias sobre la folía

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

No sé de dónde habrá salido históricamenteel orgullo español, pero mejor haríamos no removiéndolonunca más, porque desde el xv anduvo españa pidiendo limosnade misericordia y piedad por toda europa con el pecho herido de la vigüelade arco, con la palma patética y desolada que se llama así,la folía della spagna.
*
El poema diferencias sobre la folía: sus primeros versos sonpara dibujar la estancia en que tendrá lugar la gran trapaceríay entrega por asedio del corazón de españa. Lo primero, pues,los diedros del aposento, que tiene cúpula de panteónde agripa, oquedad de lagar y resonancia de zafra abandonada a traición.Luego, en sucesivas diferencias, irán pasando los pasos del saqueo,del despojo, la inundación, la insolencia, la intemperie y el colmode esa recámara, hasta conseguir que sus líneas dibujen lafigura de la mundana.
*



Jaime Sabines

lento, amargo animal

-- de Jaime Sabines --

Que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a dios.
Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
maldita y arruinada soledad
sin uno mismo
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.
Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.
Amargo desde dentro,
desde lo que no soy,
mi piel como mi lengua
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos,
remoto nada hay detrás,
lejano, lejos, desconocido.
Lento, amargo animal
que soy, que he sido.



Juan Boscán

Un nuevo amor un nuevo bien me ha dado

-- de Juan Boscán --

Un nuevo amor un nuevo bien me ha dado,
ilustrándome el alma y el sentido,
por manera que a Dios yo ya no pido
sino que me conserve en este estado.

A mi bien acrecienta el mal pasado,
tan sin temor estoy de lo que ha sido;
y en las hierbas compuestas que he bebido,
mi fuerza y mi vivir se han mejorado.

Anduvo sobre mí gran pestilencia
hasta matar los pájaros volando
y casi cuando en vida fue criado;

este influjo crüel se fue pasando,
y así, de esta mortal, brava dolencia
con mas salud quedó lo que ha quedado.



Gutierre de Cetina

a don pedro de sosa

-- de Gutierre de Cetina --

Señor, si vuestro andar continuo errando
por provincias remotas muy extrañas,
si atravesar la mar, bosques, montañas,
nuevas costumbres y hábitos mirando,
pudiesen el ardor ir mitigando
que os convierte en ceniza las entrañas,
si los males de amor, iras y sañas,
pudiesen aliviarse caminando,
no sólo sería poco un tal camino,
mas cuando alcide anduvo en su conquista
debéis andar para hallar un medio.
Pero, pues tanto bien niega el destino,
tornad, señor, a ver la amada vista,
que donde nace el mal nace el remedio.



Gutierre de Cetina

ay, qué plazo tan largo y tan extraño

-- de Gutierre de Cetina --

Ay, qué término luengo y enojoso,
ay, qué tiempo prolijo y trabajoso,
ay, qué tardío remedio a tan gran daño!
¡ay, salud perezosa y con engaño,
ay, cruel dilatar tan peligroso,
ay, pesado esperar triste y forzoso
ay, qué día mayor que el mayor año!
si el sol para el extraño nacimiento
del hijo de alcumena anduvo errando,
en una dos jornadas convirtiendo,
¿por qué no pasa agora en un momento
ésta que tanto bien va dilatando,
o hace que la pase yo durmiendo?



Antonio Machado

La saeta

-- de Antonio Machado --

¡Oh la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!



Mario Benedetti

apenas y a penas

-- de Mario Benedetti --

Pensó
ojalá que no
pero esta vez acaso sea la última.
Con el deseo más tierno que otras noches
tentó las piernas de la mujer nueva
que afortunadamente no eran de carrara
posó toda su palma sobre la hierbabuena
y sintió que su mano agradecía
viajó moroso y sabio por el vientre
se conmovió con valles y colinas
se demoró en el flanco y su hondonada
que siempre era su premio bienvenido
anduvo por los pechos eligiendo al azar
y allí se quedó un rato descifrando
con el pulgar y el índice reconoció los labios
que afortunadamente no eran de coral
y deslizó una mano por debajo del cuello
que afortunadamente no era de alabastro.
Pensó
ojalá que no
pero puede ser la última.
Y si después de todo
es la última vez.
Entonces cómo cómo haré mañana
de donde sacaré la fuerza y el olvido
para tomar distancia de esta orografía
de esta comarca en paz
de esta patria ganada
apenas y a penas
a tiempo y a dulzura
a ráfagas de amor.



José Martí

en los tiempos

-- de José Martí --

En los tiempos...
En los tiempos de la maravilla
hubo una crueldad sumamente grande:
claváronle a un hombre
un hierro encendido
junto a la tetilla
y dijéronle: ¡ande!
él anduvo una vida asombrosa:
si se erguía, el hierro humeante
en el calor de su dolor nutrido
por los ambos costados se salía
y en los brazos clavábase triunfante:
si reclinarse y reposar quería
de las artes de los hombres
sorprendentes y extrañas,
con todo su peso el hierro oprimía
en sus, en sus nobles, en sus castas entrañas.



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