Buscar Poemas con Alamedas


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Se han encontrado 3 poemas con la palabra alamedas

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Abraham Valdelomar

Los violines húngaros

-- de Abraham Valdelomar --

Para Rafael Belaúnde.

Los violines húngaros con notas lejanas,
marcaban el paso de las princesitas
que al rústico templo, todas las mañanas
llevaban aromas de cosas marchitas.

Las dos princesitas, rubias encantadas
soñaban la vida de un cuento de hadas
en cuyo prefacio reía Merlín;
cuando iban cantando bajo de los tilos
y arrancando flores en los peristilos
que hay en el palacio del viejo jardín.

Las dos princesitas de rostro muriente
entraron al templo silenciosamente
a orar la plegaria triste y lastimera
ante la divina virgen sonriente
delicadamente modelada en cera.

El viento que siempre baladas lejanas
silentes y tristes como caravanas
lleva a los palacios de los soñadores
cantó a las princesa sus notas tranquilas
al llorar doliente de viejas esquilas
cuando ya en el templo morían las flores.

El Sol. Las princesas ropadas en sedas
como las tanagras de un rito pagano
vuelven tristemente por las alamedas
mientras en las vegas del jardín lejano
los violines húngaros suenan piano... Piano...

Poema Los violines húngaros de Abraham Valdelomar con fondo de libro

Lope de Vega

Dormido, Manzanares discurría

-- de Lope de Vega --

Dormido, Manzanares discurría
en blanda cama de menuda arena,
coronado de juncia y de verbena,
que entre las verdes alamedas cría,

cuando la bella pastorcilla mía,
tan sirena de Amor, como serena,
sentada y sola en la ribera amena,
tanto cuanto lavaba; nieve hacía .

Pedíle yo que el cuello me lavase,
y ella sacando el rostro del cabello,
me dijo que uno de otro me quitase.

Pero turbado de su rostro bello,
al pedirme que el cuello le arrojase,
así del alma, por asir del cuello.

Poema Dormido, Manzanares discurría de Lope de Vega con fondo de libro

Pablo Neruda

aromos rubios en los campos de loncoche

-- de Pablo Neruda --

La pata gris del malo pisó estas pardas tierras,
hirió estos dulces surcos, movió estos curvos montes,
rasguñó las llanuras guardadas por la hilera
rural de las derechas alamedas bifrontes.
El terraplén yacente removió su cansancio,
se abrió como una mano desesperada el cerro,
en cabalgatas ebrias galopaban las nubes
arrancando de dios, de la tierra y del cielo.
El agua entró en la tierra mientras la tierra huía
abiertas las entrañas y anegada la frente:
hacia los cuatro vientos, en las tardes malditas,
rodaban ululando como tigres los trenes.
Yo soy una palabra de este paisaje muerto,
yo soy el corazón de este cielo vacío:
cuando voy por los campos, con el alma en el viento,
mis venas continúan el rumor de los ríos.
A dónde vas ahora? sobre el cielo la greda
del crepúsculo, para los dedos de la noche.
No alumbrarán estrellas... A mis ojos se enredan
aromos rubios en los campos de loncoche.

Poema aromos rubios en los campos de loncoche de Pablo Neruda con fondo de libro

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