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Líber Falco

Nuestra España

-- de Líber Falco --

Ahí yacen y esperan debajo de la tierra,
muertos que por las noches escuchan una estrella.
Mas, son millones los astros y en el silencio ruedan.
Son millones los muertos y en el silencio esperan.

Ahí yacen.
Bajo la tierra gime, no acabada,
endurecida en su último gesto,
la risa confiada de los niños
y aquel soldado, Pedro Rojas,
vivando un canto fraternal y nuestro.

Ahí yacen.
Oh! amor de siempre, sepultado.
Oh! dulce rostro de lo amado y bueno.
Pueblo, piedras, árboles.
Pueblo y pueblo, ya olvidado.

Ahí yacen.
Oh! madre nuestra
muerta y rediviva,
siempre.

Poema Nuestra España de Líber Falco con fondo de libro

Vicente Huidobro

Fatiga

-- de Vicente Huidobro --

Marcho día y noche
como un parque desolado.
Marcho día y noche entre esfinges caídas de mis ojos;
miro el cielo y su hierba que aprende a cantar;
miro el campo herido a grandes gritos,
y el sol en medio del viento.

Acaricio mi sombrero lleno de luz especial;
paso la mano sobre el lomo del viento;
los vientos, que pasan como las semanas;
los vientos y las luces con gestos de fruta y sed de sangre;
las luces, que pasan como los meses;
cuando la noche se apoya sobre las casas,
y el perfume de los claveles gira en torno de su eje.

Tomo asiento, como el canto de los pájaros;
es la fatiga lejana y la neblina;
caigo como el viento sobre la luz.

Caigo sobre mi alma.
He ahí el pájaro de los milagros;
he ahí los tatuajes de mi castillo;
he ahí mis plumas sobre el mar, que grita adiós.

Caigo de mi alma.
Y me rompo en pedazos de alma sobre el invierno;
caigo del viento sobre la luz;
caigo de la paloma sobre el viento.

Poema Fatiga de Vicente Huidobro con fondo de libro

César Vallejo

algo te identifica con el que se aleja de ti

-- de César Vallejo --

Algo te identifica con el que se aleja de ti, y es la facultadcomún de volver: de ahí tu más grande pesadumbre.
Algo te separa del que se queda contigo, y es la esclavitudcomún de partir: de ahí tus más nimios regocijos.
Me dirijo, en esta forma, a las individualidades colectivas, tanto comoa las colectividades individuales y a los que, entre unas y otras,yacen marchando al son de las fronteras o, simplemente, marcan el pasoinmóvil en el borde del mundo.
Algo típicamente neutro, de inexorablemente neutro,interpónese entre el ladrón y su víctima. Esto,así mismo, puede discernirse tratándose del cirujano ydel paciente. Horrible medialuna, convexa y solar, cobija a unos yotros. Porque el objeto hurtado tiene también su pesoindiferente, y el órgano intervenido, también su grasatriste.
¿Qué hay de más desesperante en la tierra, que laimposibilidad en que se halla el hombre feliz de ser infortunado y elhombre bueno, de ser malvado?
¡alejarse! ¡quedarse! ¡volver! ¡partir! toda lamecánica social cabe en estas palabras.

Poema algo te identifica con el que se aleja de ti de César Vallejo con fondo de libro

Anónimo

Romance de Fontefrida

-- de Anónimo --

Fontefrida, Fontefrida

Fontefrida y con amor,

do todas las avecicas

van tomar consolación,

sino es la tortolica,

que está viuda y con dolor.

Por ahí fuera a pasar

el traidor del ruiseñor;

las palabras que le dice

llenas son de traición:

«Si tú quisieses, señora,

yo sería tu servidor.»

«Vete de ahí, enemigo,

malo, falso, engañador,

que ni poso en ramo verde

ni en ramo que tenga flor,

que si el agua hallo clara

turbia la bebiera yo;

que no quiero haber marido

porque hijos no haya, no;

no quiero placer con ellos

ni menos consolación.

¡Déjame triste, enemigo,

malo, falso, mal traidor;

que no quiero ser tu amiga

ni casar contigo, no!»



Mario Benedetti

el puente

-- de Mario Benedetti --

Para cruzarlo o para no cruzarlo
ahí está el puente
en la otra orilla alguien me espera
con un durazno y un país
traigo conmigo ofrendas desusadas
entre ellas un paraguas de ombligo de madera
un libro con los pánicos en blanco
y una guitarra que no sé abrazar
vengo con las mejillas del insomnio
los pañuelos del mar y de las paces
las tímidas pancartas del dolor
las liturgias del beso y de la sombra
nunca he traído tantas cosas
nunca he venido con tan poco
ahí está el puente
para cruzarlo o para no cruzarlo
yo lo voy a cruzar
sin prevenciones
en la otra orilla alguien me espera
con un durazno y un país.



Rosalía de Castro

Los tristes

-- de Rosalía de Castro --

LOS TRISTES

I

De la torpe ignorancia que confunde
Lo mezquino y lo inmenso;
De la dura injusticia del más alto,
De la saña mortal de los pequeños,
No es posible que huyáis cuando os conocen
Y os buscan, como busca el zorro hambriento
A la indefensa tórtola en los campos;
Y al querer esconderos
De sus cobardes iras, ya en el monte,
En la ciudad ó en el retiro estrecho,
¡Ahí val, exclaman. ¡Ahí va!, y allí os insultan
Y señalan con íntimo contento,
Cual la mano implacable y vengativa
Señala al triste y fugitivo reo.

II

Cayó por fin en la espumosa y turbia
Recia corriente, y descendió al abismo
Para no subir más á la serena



Amado Nervo

jesús

-- de Amado Nervo --

Jesús no vino del mundo de «los cielos».
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes?
las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?
llamas son como el sol que nos alumbra,
orbes, de gases inflamados... Llamas
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas?
globos son como el nuestro, iluminados
por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde
vienen los pensamientos más profundos
y el más remoto instinto.
No descendió: emergió del océano
sin fin del subconsciente;
volvió a él, y ahí está, sereno y puro.
Era y es un eón. El que se adentra
osado en el abismo
sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra.



Luis Cañizal de la Fuente

corral de luz hipnotizada

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Ropa tendida, humilde y pueblerinamente,
en el silencio deslumbrado de las cinco:
banderas derrotadas que no besan el polvo
pero dentro contienen personas bocabajo,
humilladas en su estatura modesta
como reyes antiguos que vendieron
el balandrán poluto a los museos.
Pero estos de ahora, y sobre todo éstas,
lavaron muy lavadas sus holgadas mudas
antes de resignarse pecho a tierra,
por si había que recibir a la muerte con decencia.
Y ahí están, en suspenso la respiración:
mandan un sano olor caliente a tonsura labriega.



Luis Cañizal de la Fuente

carrer del pou dolç

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

Carrer del pou dolç
alegre y errabundo
sales de pozos lóbregos,
entras
al pañuelo del aire,
que te torea, muy considerado,
con flámula de seda
ligeramente húmeda.
Y cuando lo respiras, cuando embistes
hacia adentro, bebiendo
su sabor a placenta, a plaza lenta,
a pureza corrupta,
percibes que es verdad, que ahí está
el toro ensabanado de la mar,
sus delicados dedos sudorosos
y su toque en la sien.
Por la noche se encorva, se doblega
a entrar en la caverna de mi olfato
(o convertido en cuervo
da un apretón jovial de pico y ala
a mi torso, a mi pecho, y un mantazo
de talante torero tolerante
a mis pulmones) muy bienhumorado.
Torero del calor aceitunado
de la noche y la mar en barcelona.



Góngora

Duélete de esa puente, Manzanares

-- de Góngora --

Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice por ahí la gente,
que no eres río para media puente,
y que ella es puente para muchos mares.

Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
húmedas crestas tu soberbia frente,
y ayer me dijo humilde tu corriente
que eran en marzo los caniculares.

Por el alma de aquel que ha pretendido
con cuatro onzas de agua de chicoria
purgar la villa y darte lo purgado,

me dí ¿cómo has menguado y has crecido?,
¿cómo ayer te vi en pena, y hoy en gloria?
—Bebióme un asno ayer, y hoy me ha meado.



Líber Falco

Para vivir

-- de Líber Falco --

Porque se está solo ahí,
porque en la locura y la muerte
se está solo,
porque hay un ojo fijo,
incambiado, que acecha sin sentido,
yo quiero ahora abrazaros,
y siquiera no más,
hablar de cómo cambia el cielo.



Líber Falco

Tres apuntes

-- de Líber Falco --

I

¿Era aquel un hombre?
Me acerqué y le dije:
¿Ha visto que tiene usted
la cara de papel?
Me miró con odio,
pero alzó una mano; allí.

¡Ah! Oí crujir su rostro,
quebrársele la nariz
y rodar sus ojos por el suelo.

Quedó detrás del mostrador;
espantoso!
Yo me fui,
triste.

II

El hombre me miró de costado.
Como viese que era yo
lo que era, lo que soy,
me miró de costado...
Luego de frente, y me dijo:
Váyase!
Retrocedí.
Dí contra una pared.
Reboté hacia él
y desesperadamente,
le escupí mi asco.

Ahora...
Ando calles.

III

No parecía que aquel ojo viese.
Pero estaba ahí, mirándome.
Sin brillo, sin sentido.
Ojo de perro muerto.
De cosa que Dios no ha creado.
De bestia inédita.

Estaba el hombre mirándome.
Abrió su boca, rió.
Y con sus dientes de oro
mascó mi corazón,
como si fuese un trapo.



Líber Falco

Una noche en Malvín

-- de Líber Falco --

Brotando lenta, apacible y lenta,
nacida de las cosas, como un milagro sin prisa
la noche se estaba ahí, puesta.

Era un milagro la noche, y era blanca.
Las cosas todas eran blancas
y blancas eras las casas de los hombres.

Cerca, el mar estaba ausente.
Y por las calles de Malvín
los amigos cantaban:
–"El ejército del pueblo
una tarde cruzó el río".

Era blanca la noche,
era muy blanca.

Hacia abajo, por las calles, yelo,
niebla blanca. Pequeños, inmensos,
desvaídos como en un sueño,
los que cantaban, cantan.

Oh! canto libre. Vienes secreto
mientras la noche esplende
fija, total, definitiva
como una enorme rosa blanca.



Manuel del Palacio

Enviando un retrato

-- de Manuel del Palacio --

¡Ahi va! Tal tiene escrito en la baraja
El caballo de copas, segun creo,
Que hace ya mucho tiempo no le veo
Con gran satisfacción para mi caja.

Ahí va la que me pides pobre albaja,
Copia con que respondo á tu deseo,
Y cuyo original bastante feo
Por ponerse á tus órdenes trabaja.

No la contemples con desden ni risa
Si vulgar se te antoja la figura
Y la frente borrada é indecisa.

Imágen cierta de la edad madura,
Claro te dice que se van aprisa
La juventud, el pelo y la hermosura.



César Vallejo

Trilce: III

-- de César Vallejo --

Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.

Madre dijo que no demoraría.

Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.

Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.

Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros no pudiésemos partir.

Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.



César Vallejo

las personas mayores

-- de César Vallejo --

iii
las personas mayores
¿a qué hora volverán?
da las seis el ciego santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, nativa, miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.
Aguedita, nativa, miguel?
llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.



César Vallejo

Para el alma imposible de mi amada

-- de César Vallejo --

Amada: no has querido plasmarte jamás
como lo ha pensado mi divino amor.
Quédate en la hostia,
ciega e impalpable,
como existe Dios.

Si he cantado mucho, he llorado más
por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
Quédate en el seso,
y en el mito inmenso
de mi corazón!

Es la fé, la fragua donde yo quemé
el terroso hierro de tanta mujer;
y en un yunque impío te quise pulir.
Quédate en la eterna
nebulosa, ahí,
en la multicencia de un dulce no ser.

Y si no has querido plasmarte jamás
en mi metafísica emoción de amor,
deja que me azote,
como un pecador.



Emilio Bobadilla

Cromatismo de un campamento

-- de Emilio Bobadilla --

¡Embriaguez de homicidios, bíblicos cautiverios;
aldeas incendiadas, esteparias dehesas,
combates cuerpo a cuerpo hasta en los cementerios;
las viviendas, los árboles no son sino pavesas!

A los muertos reemplazan batallones compactos;
ahí va la teoría de cañones y tanques;
de lejos no son hombres, parecen artefactos
que muévense a intervalos por oscuros arranques.

¡Miseria, podredumbre, lamentaciones, gritos;
con la oración confúndese del soldado el conjuro;
sanguijuelas y chinches y piojos y mosquitos...

—Plasticidad polícroma de la brutal contienda...—
Y de estas hecatombes sacará en lo futuro
la Epica su énfasis, su nimbo la Leyenda!



Ernesto Cardenal

epigrama XXXIX

-- de Ernesto Cardenal --

Todas las tardes paseaba
con su madre por la landetrasse
y en la esquina
de la schmiedtor
todas las tardes
estaba hitler
esperándola para verla pasar
los taxis y los omnibus
iban llenos de besos
y los novios alquilaban botes
en el danubio.
Pero él no sabía
bailar. Nunca se atrevió
a hablarte
después pasaba sin su madre
con un cadete.
Y después
no volvió a pasar.
De ahí más tarde
la gestapo
la anexión de australia,
la guerra mundial.



Pablo Neruda

ciudad

-- de Pablo Neruda --

Ciudad desde los cerros entre la noche de hojas
mancha amarilla su rostro abre la sombra
mientras tendido sobre el pasto deletreo
ahí pasan ardiendo sólo yo vivo
tendido sobre el pasto mi corazón está triste
la luna azul araña trepa inunda
emisario ibas alegre en la tarde que caía
el crepúsculo rodaba apagando flores
tendido sobre el pasto hecho de tréboles negros
y tambalea sólo su pasión delirante
recoge una mariposa húmeda como un collar
anúdame tu cinturón de estrellas esforzadas



Rafael de León

triniá

-- de Rafael de León --

I
al museo de sevilla
iba a diario juan miguel
a copiar la maravillas
de murillo y rafael.
Y por las tardes, como una rosa
de los jardines que hay en la entrá,
pintaba a trini, pura y hermosa,
como si fuera la inmaculá.
Y decía el chavalillo:
pa que voy a entrar ahí,
si es la virgen de murillo
la que tengo frente a mí .

Estribillo

triniá, mi triniá,
la de la puerta real,
carita de nazarena,
con la virgen macarena
yo te tengo compará;
algo tu vida envenena,
qué tienes en la mirá
que no me pareces buena,
triniá, mi trini, ay... Mi triniá.

Ii

el museo sevillano
un mal día visitó
un banquero americano
que de trini se prendó.
Y con el brillo de los diamantes
la sevillana quedó cegá
y entre los brazos de aquel amante
huyó de españa la triniá.
Y ante el cuadro no acabao
así decía el pintor:
tú me has hecho desgraciao,
sin ti qué voy a hacer yo .

(Al estribillo)



José Ángel Buesa

poema del libro

-- de José Ángel Buesa --

Entre todos mis libros, es éste el que prefiero
éste que un día dejé a medio leer
lo cerré de repente, lo puse en el librero,
y ya lo cubre el polvo del ayer.
Recuerdo que era un libro de una belleza
era como si en cada frase floreciera un rosal
pero temí de pronto que me desencantara
si seguía leyendo hasta el final.
Y ahí está en el librero, donde lo puse un día
tal vez un poco triste por lo que no leí,
pues recordé, muchacha, que casi fuiste mía,
y al guardar aquel libro, pensé en ti...



Idea Vilariño

y seguirás sin mí

-- de Idea Vilariño --

Me moriré y él seguirá cantando
bueno
digo
carlitos
y jorge seguirá haciendo el amor
como si se muriera
y seguirá sin mí este mundo mago
¿este mundo podrido?

tanto árbol que planté
cosa que dije
y versos que escribí en la madrugada
y andarán por ahí como basura
como restos de un alma
de alguien que estuvo aquí
y ya no más
no más.

Lo triste lo peor fue haber vivido
como si eso importara
vivido como un pobre adolescente
que tropezó y cayó y no supo
y lloró y se quejó
y todo lo demás
y creyó que importaba.



Vicente Gallego

soliloquio

-- de Vicente Gallego --

Y si no nos aguardas, dios prófugo de ti,
donde un sueño promete desde que sueña el hombre,
¿dónde el sueño del hombre purgará susoberbia,
dónde tanta pasión
encontrará venganza para su fe humillada?
y si no estás ahí, agazapado
en la segura tierra que seremos,
¿quién le dará consuelo a nuestra muerte,
quién un sentido al daño y la alegría,
quién al canto su entraña de esperanza?
de tu no ser la milagrosa sombra
nos mantiene a cubierto, nos edifica fuertes.
Tu indemostrable ausencia nos acoge y nos salva
en el reino sin ti del amor por lo nuestro.



Angel González

glosas en homenaje a j.g.

-- de Angel González --

i
sí:
la realidad propone siempre sueños,
mas sólo uno entre muchos elige la mirada.
De quien madruga a verla,
y no del sol,
procede
aunque él no se lo crea
la luz
que ordena y fija el mundo
en sus formas más bellas:
damas altas, calandrias...
Vistas así las cosas,
iluminadas por amor tan claro
¿cómo van a negarse?
dóciles, entregadas
a su más alto vuelo,
se demoran, esperan, se eternizan.
Ii
cazadoras al filo de la aurora.
Cobrar la plenitud, guardar el canto
como trofeo y ¡a volar las alas!
contra un mundo fugaz, esquivo y raudo,
que salta a su «seré» de el «ya he sido»,
pupilas aún más rápidas
lanzan dardos certeros.
Difícil blanco ofrece hoy la mañana:
escorzo de cristal que pasa huyendo
de no sé qué jaurías invisibles.
¿Un instante del iris?
rasga el silencio y...
¡Luz ilesa!
he ahí la eternidad, en dos palabras.



Anónimo

Romance de Fernán d'Arias

-- de Anónimo --

Por aquel postigo viejo
que nunca fuera cerrado,
vi venir pendón bermejo
con trescientos de a caballo;
en medio de los trescientos
viene un monumento armado,
y dentro del monumento
viene un ataúd de palo,
y dentro del ataúd
venía un cuerpo finado.
Que era el de Fernán d'Arias,
hijo de Arias Gonzalo.
Llorábanle cien doncellas,
todas ciento hijosdalgo;
todas eran sus parientas
en tercero y cuarto grado;
las unas le dicen primo,
otras le llaman hermano,
las otras decían tío,
otras lo llaman cuñado.
Sobre todas lo lloraba
aquesa Urraca Hernando.
¡Y cuán bien que la consuela
ese viejo Arias Gonzalo!
-¿Por qué lloráis, mis doncellas?
¿por qué hacéis tan grande llanto?
No lloréis así, señoras,
que no es para llorarlo,
que si un hijo me han muerto,
ahí me quedaban cuatro.
No murió por las tabernas,
ni a las tablas jugando,
mas murió sobre Zamora
vuestra honra resguardando;
murió como caballero
con sus armas peleando.



Anónimo

Romance de Valdovinos

-- de Anónimo --

Por los caños de Carmona,
por do va el agua a Sevilla.
Por ahí iba Valdovinos
y con él su linda amiga.
Los pies lleva por el agua
y la mano en la loriga',
con el temor de los moros
no le tuviesen espía.
Júntanse boca con boca,
nadie no los impedía.
Valdovinos, con angustia,
un suspiro dado había.
¿Por qué suspiráis, señor,
corazón y vida mía?
O tenéis miedo a los moros,
o en Francia tenéis amiga.
No tengo miedo a los moros,
ni en Francia tengo amiga.
Mas vos mora y yo cristiano
hacemos muy mala vida,
comemos la carne en viernes,
lo que mi ley defendía,
siete años había, siete,
que yo misa no la oía;
si el emperador lo sabe
la vida me costaría.
—Por tus amores, Valdovinos,
cristiana me tornaría.
Yo, señora, por los vuestros,
moro de la morería.



Mario Benedetti

todo verdor

-- de Mario Benedetti --

Martín santomé
todo verdor perecerá
dijo la voz de la escritura
como siempre
implacable
pero también es cierto
que cualquier verdor nuevo
no podría existir
si no hubiera cumplido su ciclo
el verdor perecido
de ahí que nuestro verdor
esa conjunción un poco extraña
de tu primavera
y de mi otoño
seguramente repercute en otros
enseña a otros
ayuda a que otros
rescaten su verdor
por eso
aunque las escrituras
no lo digan
todo verdor
renacerá.



Mario Benedetti

piedritas en la ventana

-- de Mario Benedetti --

A roberto y adelaida
de vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.



Rosalía de Castro

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros

-- de Rosalía de Castro --

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros;
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
De mí murmuran y exclaman:
Ahí va la loca, soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

— Hay canas en mi cabeza; hay en los prados escarcha;
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.



Miguel Unamuno

Ofertorio (RSL)

-- de Miguel Unamuno --

No de Apenino en la riente falda,
de Archanda nuestra la que alegra el boche
recojí este verano á troche y moche
frescas rosas en campo de esmeralda.

Como piadoso el sol ahí no escalda
los montes otorgóme este derroche
de sonetos; los cierro con el broche
de este ofertorio y te los doy, guirnalda.



Juan Gelman

nota ii

-- de Juan Gelman --

Ya que moría mañana
me moriré anteanoche
con un cuchillito fino
voy a cavar el 76
para limpiarle las raíces a paco
las hojitas a paco
clavado al suelo como una mula rota
gente que me quería ayudar
después le toca al 77
para encontrar los ojos de rodolfo
como cielos terrestres
fríos fríos fríos
diseminados por ahí
mirada vacía ahora
va a haber que trabajar
limpiar huesitosque no hagan
negocio con la sombra
desapareciendo dejándose ir
a la tierra ponida sobre
los huesitos del corazón
compañeros denme valor
la sombra vuela alrededor
como un objeto en mi pieza
ni remedio que la pueda parar
ni corazón ni nada
ni la palabra nada
ni la palabra corazón
pañeroscompañeros



Evaristo Carriego

La apostosía de Andresillo

-- de Evaristo Carriego --

Pues, aquí estoy, señores. Pues... Yo soy Andresillo,
¿no recuerdan ustedes? Yo soy aquel chiquillo
a quien el gran Quijote librara cierto día
— porque ahí encajaba bien su caballería —
de la nube de palos, que mi amo, furioso,
sobre mí descargaba ferozmente donoso.
Al pobre señor loco le hice una ruin ofensa,
maldiciendo, más tarde, su gallarda defensa,
dejándole mohino, cabizbajo y corrido —.
(Sé que fuí un mentecato). Después, arrepentido,
al correr de los años, comprendiendo la humana
obra que yo pagase con acción tan villana,
deseoso de la gracia del noble caballero,
sobre su incierto rumbo interrogué al ventero
y el muy bellaco, riendo, me relató su muerte...
(Desde entonces empieza lo malo de mi suerte.)



Evaristo Carriego

La muerte del cisne (Evaristo Carriego)

-- de Evaristo Carriego --

En un largo alarido de tristeza
los heraldos, sombríos, la anunciaron,
y las faunas errantes se aprontaron
a dejar el amor de la aspereza.

Con el Genio del bosque a la cabeza,
una noche y un día galoparon,
y cual corceles épicos llegaron
en un tropel de bárbara grandeza.

Y ahí están. Ya salvajes emociones,
rugen coros de líricos leones...
Cuando allá, en los remansos de lo Inerte.

Como surgiendo de una pesadilla,
¡grazna un ganso alejado de la orilla
la bondad provechosa de la Muerte!



Evaristo Carriego

Tu secreto (Carriego)

-- de Evaristo Carriego --

¡De todo te olvidas! Anoche dejaste
aquí, sobre el piano, que ya jamás tocas,
un poco de tu alma de muchacha enferma:
un libro, vedado, de tiernas memorias.

Intimas memorias. Yo lo abrí, al descuido,
y supe, sonriendo, tu pena más honda,
el dulce secreto que no diré a nadie:
a nadie interesa saber que me nombras.

...Ven, llévate el libro, distraída llena
de luz y de ensueño. Romántica loca...
¡Dejar tus amores ahí, sobre el piano!
...De todo te olvidas ¡cabeza de novia!



José Martí

a adelaida baralt

-- de José Martí --

De una novela sin arte
la comisión ahí le envío:
¡bien haya el pecado mío
ya que a vd. Le deja parte!
cincuenta y cinco fue el precio:
la quinta es de vd., La quinta
de cincuenta y cinco, pinta
once, si yo no soy necio.
Para alivio de desgracias
¡sea! : de lo que yo no quiero
aliviarme es del sincero
deber de darle las gracias.



Ramón López Velarde

huérfano quedará...

-- de Ramón López Velarde --

Huérfano quedará...
Huérfano quedará mi corazón,
alma del alma, si te vas de ahí,
y para siempre lloraré por ti
enfermo de amorosa consunción.
Triste renuncio a las venturas todas
de tu suave y eterna compañía,
hoy que se apaga, con la dicha mía,
el altar que soñé para mis bodas.
Y el templo aquel de claridad incierta
y tú, como las vírgenes vestida,
brillarán en la noche de mi vida
como la luz de la esperanza muerta.



Ramón López Velarde

Huérfano

-- de Ramón López Velarde --

Huérfano quedará mi corazón
Alma del alma, si te vas de ahí,
Y para siempre lloraré por ti
Enfermo de amorosa consunción.

Triste renuncio a las venturas todas
De tu suave y eterna compañía,
Hoy que se apaga con la dicha mía,
El altar que soñé para mis bodas.

Y el templo aquel de claridad incierta
Y tú, como las vírgenes vestida,
Brillarán en la noche de mi vida
Como la luz de la esperanza muerta.



Roque Dalton García

50 aniversario

-- de Roque Dalton García --

Un hombre sale al patio trasero de su casa
(ahí no llega nunca el duro viento del otoño)
tiene en sus manos una pequeña copa de aguardiente
y se mesa con cariño el cabello
aquí las canas del hambre
aquí las de aquel día en que fue héroe
entre miles de héroes
aquí las huellas del asco
las señales de quien tocó con dedos jóvenes lagrandeza
las del temor
la de la inmensa alegría
las del todopoderoso conocimiento
en el fondo del cielo luce una estrella
que él llama esperanza
el hombre alza su copa
y bebe



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