Buscar Poemas con Ahuyenta


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 10 poemas con la palabra ahuyenta

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Leopoldo Lugones

La tijereta

-- de Leopoldo Lugones --

Ya vuele errática y ligera,
ya pesque al ras un renacuajo,
con el más sorprendente tajo
corta los aires su tijera.

No se oculta ningún tesoro
bajo el paño gris de su capa;
pero su gorra negra tapa
un eréctil capullo de oro.

Su nido expone al huracán
en el gajo más fino y alto,
de donde ve sin sobresalto
al carancho y al gavilán.

Y plantándose en la nuca,
sin temer su pico de gancho,
ahuyenta al mandria del carancho
hasta raparle la peluca.

Poema La tijereta de Leopoldo Lugones con fondo de libro

César Vallejo

Trilce: XLIII

-- de César Vallejo --

Quién sabe se va a ti. No le ocultes.
Quién sabe madrugada.
Acaríciale. No le digas nada. Está
duro de lo que se ahuyenta.
Acaríciale. Anda! Cómo le tendrías pena.

Narra que no es posible
todos digan que bueno,
cuando ves que se vuelve y revuelve,
animal que ha aprendido a irse... No?
Sí! Acaríciale. No le arguyas.

Quién sabe se va a ti madrugada.
¿Has contado qué poros dan salida solamente,
y cuáles dan entrada?
Acaríciale. Anda! Pero no vaya a saber
que lo haces porque yo te lo ruego. Anda!

Poema Trilce: XLIII de César Vallejo con fondo de libro

César Vallejo

quién sabe se va a ti. no le ocultes

-- de César Vallejo --

xliii
quien sabe se va a ti. No le ocultes.
Quién sabe madrugada.
Acaríciale. No le digas nada. Está
duro de lo que se ahuyenta.
Acaríciale. Anda! cómo le tendrías pena.
Narra que no es posible
todos digan que bueno,
cuando ves que se vuelve y revuelve,
animal que ha aprendido a irse... No?
sí! acaríciale. No le arguyas.
Quién sabe se va a ti madrugada.
¿Has contado qué poros dan salida solamente,
y cuáles dan entrada?
acaríciale. Anda! pero no vaya a saber
que lo haces porque yo te lo ruego. Anda!

Poema quién sabe se va a ti. no le ocultes de César Vallejo con fondo de libro

Arturo Borja

Soñación

-- de Arturo Borja --

Pálida, en la penumbra de un fugitivo ensueño,
igual que un lirio triste al claror de la luna,
te miré en una noche, desnudando el sedeño
ropaje coronado por tu melena bruna.
Me acerqué... Desflorando mi boca tu risueño
pudor (¡oh, primavera!), te quise y fuiste mía.
Tus esquivas caricias son sólo un loco sueño
que ahuyenta lo brumoso de mi melancolía.
Y aquel sueño de aquella fugaz noche —la sola—
noche que en mi bohemia tiene aroma de amores
en un sabio nepente que aloja mis dolores
trayéndome entre nardos la mística corona
del alma de tu carne, y brillando felina
infinita y enorme: tu mirada divina.

Enero 1904



Gaspar Melchor de Jovellanos

a la mañana

-- de Gaspar Melchor de Jovellanos --

Ven, ceñida de rayos y de flores
la rósea frente, ¡oh plácida mañana!
ve; ven, y ahuyenta con tu faz galana
la perezosa noche y sus horrores.
Ven, y vuelve a los cielos sus ardores,
su frescura a la tierra, y su temprana
gloria a mi pecho, en clori soberana;
en clori mi delicia y mis amores.
Ven, ven, que si piadosa me escuchares,
yo te alzaré un altar sobre el florido
suelo que honrare clori con su planta.
Y en él, después te ofreceré a millares
las víctimas mi pecho agradecido,
y los devotos himnos mi garganta.



Evaristo Carriego

Palmera brasileña

-- de Evaristo Carriego --

Palmera brasileña, que al caminante herido
ofrendaras tus dátiles de pasión y de olvido,
en el desierto único: tu eres la apoteosis
que, nimbando de incendios sus fecundas neurosis,

cruzas por los vaivenes de su hondos desvelos
como si fueras luna de sus noches de duelos.
Yo traigo a tu floresta la alondra moribunda
que, en el violín del bosque, preludió la errabunda

sinfonía terrena de aquel ardor eterno,
que ahuyenta suavemente las aves del invierno,
y en las horas tranquilas descubre su cabeza
como un símbolo vago de amor y de belleza.



Federico García Lorca

casida de los ramos

-- de Federico García Lorca --

Por las arboledas del tamarit
han venido los perros de plomo
a esperar que se caigan los ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
El tamarit tiene un manzano
con una manzana de sollozos,
un ruiseñor apaga los suspiros,
y un faisán los ahuyenta por el polvo.
Pero los ramos son alegres,
pero los ramos son como nosotros.
No piensan en la lluvia y se han dormido,
como si fueran árboles, de pronto.
Sentados con el agua en las rodillas
dos valles aguardaban al otoño.
La penumbra con paso de elefante
empujaba las ramas y los troncos.
Por las arboledas del tamarit
hay muchos niños de velado rostro
a esperar que se caigan mis ramos,
a esperar que se quiebren ellos solos.
This work is in the public domain in countries where the copyright term is the author's life plus 75 years or less.
▲ Top



José Asunción Silva

melancolía

-- de José Asunción Silva --

De todo lo velado,
tenue, lejana y misteriosa surge
vaga melancolía
que del ideal al cielo nos conduce.
He mirado reflejos de ese cielo
en la brillante lumbre
con que ahuyenta las sombras, la mirada
de sus ojos azules.
Leve cadena de oro
que una alma a otra alma con sus hilos une
oculta simpatía,
que en lo profundo de lo ignoto bulle,
y que en las realidades de la vida
se pierde y se consume
cual se pierde una gota de rocío
sobre las yerbas que el sepulcro cubren.



José Asunción Silva

Melancolía (Silva)

-- de José Asunción Silva --

De todo lo velado,
tenue, lejana y misteriosa surge
vaga melancolía
que del ideal al cielo nos conduce.

He mirado reflejos de ese cielo
en la brillante lumbre
con que ahuyenta las sombras, la mirada
de sus ojos azules.

Leve cadena de oro
que una alma a otra alma con sus hilos une
oculta simpatía,
que en lo profundo de lo ignoto bulle,

y que en las realidades de la vida
se pierde y se consume
cual se pierde una gota de rocío
sobre las yerbas que el sepulcro cubren.

24 De Abril de 1883



José Martí

águila blanca

-- de José Martí --

Águila blanca
de pie, cada mañana,
junto a mi áspero lecho está el verdugo.
Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta
del cráneo la malicia,
y mi águila infeliz, mi águila blanca
que cada noche en mi alma se renueva,
al alba universal las alas tiende
y, camino del sol, emprende el vuelo.
.............................................................
.............................................................
.............................................................(1)
Y en vez del claro vuelo al sol altivo
por entre pies ensangrentada y rota,
de un grano en busca el águila rastrea.
Oh noche, sol del triste, amable seno
donde su fuerza el corazón revive
perdura, apaga el sol, toma la forma
de mujer, libre y pura, a que yo pueda
ungir tus pies, y con mis besos locos
ceñir tu frente y calentar tus manos.
Librame, eterna noche, del verdugo,
o dale a que me dé con la primera
alba una limpia y redentora espada.
Que con qué la has de hacer? con luz de estrellas!



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba