Buscar Poemas con Adormida


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Se han encontrado 3 poemas con la palabra adormida

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José María Eguren

la dama i

-- de José María Eguren --

En la niebla del lago,
canto las finas trovas,

va en su góndola encantada
de papel a la misa
verde de la mañana.

Y en su ruta va cogiendo
las dormidas umbelas
y los papiros muertos.

Los sueños rubios de aroma
despiertan blandamente
su sardana en las hojas.

Y parte dulce, adormida,
a la borrasca iglesia
de la luz amarilla.

Poema la dama i de José María Eguren con fondo de libro

Julio Zaldumbide Gangotena

Las estaciones. A Laura

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Cuatro estaciones hay en nuestra vida
como en el año, Laura:
Una en que el cielo es puro, mansa el aura,
que corre entre las flores adormida:
ésta es aquella dulce edad primera,
de nuestra vida alegre primavera.

Tras ésta viene aquella que aquilones
tan furiosos desata,
que nuestras ilusiones arrebata,
y nos deja por fin sin ilusiones;
como el ventoso otoño que despoja
de su verdor el bosque hoja por hoja.

Después, muerta la fe, la ilusión ida,
y en su lugar la duda,
nuestra existencia en soledad se muda,
se esteriliza el campo de la vida
al abrasado soplo del hastío;
ésta es la edad sin flor, es el estío.

Y viene en fin aquella edad sombría
de miserias cargada,
que ya se hunde en las sombras de la nada,
la escuálida vejez, la vejez fría,
envuelta de dolor en las tinieblas:
invierno triste de ateridas nieblas.

Y estas cuatro estaciones de la vida,
una tras otra vienen,
y pasan ¡ay! y nunca se detienen
del raudo tiempo en la veloz corrida,
que sacando a los hombres de la nada
los lleva de la muerte a la morada.

Poema Las estaciones. A Laura de Julio Zaldumbide Gangotena con fondo de libro

Blas de Otero

hija de yago

-- de Blas de Otero --

Aquí, proa de europa preñadamente en punta;
aquí, talón sangrante del bárbaro occidente;
áspid en piedra viva, que el mar dispersa y junta;
pánica iberia, silo del sol, haza crujiente.
Tremor de muerte, eterno tremor escarnecido,
ávidamente orzaba la proa hacia otra vida,
en tanto que el talón, en tierra entrometido,
pisaba, horrible, el rostro de américa adormida.
¡Santiago y cierra españa! derrostran con las uñas
y con los dientes rezan a un dios de infierno en ristre,
encielan a sus muertos, entierran las pezuñas
en la más ardua historia que la historia registre.
Alángeles y arcángeles se juntan contra el hombre.
Y el hambre hace su presa, los túmulos su agosto.
Tres años y cien caños de sangre abel, sin nombre...
(Insoportablemente terrible es su arregosto.)
Madre y maestra mía, triste, espaciosa españa,
he aquí a tu hijo. Úngenos, madre. Haz
habitable tu ámbito. Respirable tu extraña
paz. Para el hombre, paz. Para el aire, madre, paz.

Poema hija de yago de Blas de Otero con fondo de libro

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