Buscar Poemas con Abundante


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A Nuestra Señora de la Aurora

-- de Alfonso Verdugo Castilla --

Ya del eterno Sol, divina Aurora,
a tu Albor matutino, un nuevo día,
renace el pueblo y de la noche fría
huye el horror y el cielo se colora.

Ya te saluda en tu primera hora
tanta ave dulce, dulce Ave María,
compitiendo en tu agrado la armonía
del que himnos canta y del que culpas llora.

Salude alba tan pura húmedo cielo
con fecundo rocío y tu semblante
vivifique uno y otro campo adusto.

Vuelve, Señora, a ser nuestro consuelo;
danos nube de lluvias abundante,
como antes diste de tu seno al «Justo».

Poema A Nuestra Señora de la Aurora de Alfonso Verdugo Castilla con fondo de libro

Lope de Vega

En lámimas de plata, en letras de oro

-- de Lope de Vega --

En láminas de plata, en letras de oro,
que en almas escribirse merecía,
vuestro nombre a la fama el mundo envía,
Girón divino del mayor tesoro.

Será sujeto del Castalio coro
mientras dura del cielo el armonía,
famoso en cuanto el sol dilata el día,
del Pez al Cantro, de la Libra al Toro.

Verá la envidia, en la mayor alteza
de títulos tan grandes y escogidos
el del ingenio fértil y abundante.

Igualará la pluma a la grandeza,
y el Parnaso de vos favorecido
tendrá en su frente el cielo como Atlante.

Poema En lámimas de plata, en letras de oro de Lope de Vega con fondo de libro

Pedro Antonio de Alarcón

La palma

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

La palma audaz que en el desierto crece
hospitalaria acoge al caminante:
grata sombra le presta, y abundante,
sabroso fruto pródiga le ofrece.

Al son del huracán fiera se mece,
y cuanto recia más, más arrogante
resiste, y más hermosa y elegante
en los azares de la lid parece.

Premio de la virtud es cada rama
del árbol inmortal, don a que aspira
el que trueca su paz por la victoria.

Y ese don eres tú, perfecta dama,
para el esposo que en tu amor se inspira,
viendo en ti misma a tu rival la Gloria.

Poema La palma de Pedro Antonio de Alarcón con fondo de libro

Pedro Calderón de la Barca

Interpretación de José

-- de Pedro Calderón de la Barca --

Que el río jeroglífico haya sido
del tiempo -gran señor- prueba es bastante
que siempre corre y siempre va delante,
sin que nunca haya atrás retrocedido.

Luego es el tiempo, de quien ha nacido
en espigas y vacas, lo abundante;
y es el tiempo también el que inconstante
todo lo deja a nada reducido.

Siete fértiles años imagina
en espigas y vacas, cuyo halago
en otros siete estériles termina.

Y pues te avisa el golpe en el amago,
la abundancia prevén contra la ruina
y la felicidad contra el estrago.



Juan de Arguijo

Apolo a Dafne

-- de Juan de Arguijo --

«Victorioso laurel, Dafnes esquiva,
En cuyas verdes hojas la memoria
De tu rigor y de mi triste historia
Quiere el amor que eternamente viva.

»La antigua palma y abundante oliva
A tí de hoy mas inclinarán su gloria;
Tú ceñirás en premio de vitoria
Del fuerte vencedor la frente altiva.»

Dijo el burlado Cintio, y á la dura
Corteza asido, la contempla, y luego
Repite: «¡Dafne liera! ¡Mármol frio!

»Del rayo ardiente vivirás segura;
Que no es bien que consiente ajeno fuego
Quien pudo resistir al fuego mio.»



Julio Zaldumbide Gangotena

El llanto (Zaldumbide)

-- de Julio Zaldumbide Gangotena --

Cuando yo considero que en la vida
no he cogido de amor ninguna rosa;
cuando no miro en duda tenebrosa
surgir lejana una ilusión querida;

cuando de hiel colmada la medida
de mi dolor el cálice rebosa;
cuando el alma en su lucha tormentosa
se postra al fin sin fuerzas abatida,

la frente inclino; en abundante vena
desátase mi llanto, y baña el suelo,
y mi alma poco a poco se serena.

De la tormenta así el nubloso velo,
revuelto en confusión, se rompe, truena,
desciende en lluvia, y resplandece el cielo.



Evaristo Ribera Chevremont

el jíbaro

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

En su casa de campo, que es sencilla y pequeña,
veo al jíbaro nuestro. Triste es, como su casa.
Gris, cae sobre su frente, que es rugosa, la greña.
Su cuerpo es amarillo, de escasísima grasa.

Enfrente de la casa brilla un fuego de leña;
y, al calor de la brasa, plátano verde asa.
Mísero y dolorido, con lo más puro él sueña.
El es una gran forma de la más pobre masa.

Amante del terruño, con el terruño muere.
A un bienestar sin honra, pobreza honrosa quiere.
Su hierro, que es templado, dice de su bravura.

Su lengua es rural, pero muy abundante en tinos.
Barro dan a sus plantas los peores caminos.
Y es su deleite único la amarga mascadura.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 72

-- de Francisco de Quevedo --

El ver correr de dios la sangre clara
en abundante vena por el suelo
(que borró el sentimiento todo el cielo
y al sol desaliñó cabello y cara);
ver la generación dura y avara
hartarse de venganza en su consuelo,
oír la grande voz que rompió el velo;
amaneciendo sombras que declara,
no fue bastante, con afán tan fuerte,
a desatar un alma combatida
que por los ojos en raudal se vierte.
Pues aunque fue mortal la despedida,
aun no pudo, de lástima, dar muerte,
muerte que sólo fue para dar vida.



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