Buscar Poemas con Boticario


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Se han encontrado 6 poemas con la palabra boticario

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Tomás de Iriarte

Metiose Amor a boticario un día

-- de Tomás de Iriarte --

Metiose Amor a boticario un día,
bella Orminta, y compuso una receta
para curar a un mísero poeta
que herido de sus flechas padecía.

Mezcló la leche, el néctar, la ambrosía,
la azucena, la rosa y la violeta;
el metal rubio del primer planeta,
el coral y las perlas que el mar cría.

Pero salió el remedio tan ardiente
como la misma fragua de Vulcano;
erró el traidor la dosis ciertamente;

sobre todo de sal cargó la mano;
enconose la herida de repente,
y no espero en mi vida verme sano.

Poema Metiose Amor a boticario un día de Tomás de Iriarte con fondo de libro

Lope de Vega

Si habéis visto al sofí sin caperuza

-- de Lope de Vega --

Si habéis visto al sofí sin caperuza
en dorado cuartel de boticario,
o a Barbarroja, el ínclito cosario,
y en nariz de sayón tez de gamuza;

si habéis visto a Merlín, si al moro Muza,
o a Juan Francés vendiendo letuario,
si el rostro de un corito cuartanario
que quiso ser lechón y fue lechuza.

Ése soy yo, que, a la virtud atento,
sólo concedo a su vitoria palma;
que todo lo demás remito al viento.

Pero supuesto que el argén me calma,
tengo con ropa limpia el nacimiento,
la cara en griego y en romance el alma.

Poema Si habéis visto al sofí sin caperuza de Lope de Vega con fondo de libro

Jaime Sabines

¿qué putas puedo

-- de Jaime Sabines --

¿qué putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿qué puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿qué puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿qué puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿qué, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿qué putas puedo hacer, tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

Poema ¿qué putas puedo de Jaime Sabines con fondo de libro

Julio Herrera Reissig

La siesta (Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

No late más un único reloj: el campanario,
que cuenta los dichosos hastíos de la aldea,
el cual, al sol de enero, agriamente chispea,
con su aspecto remoto de viejo refractario...

A la puerta, sentado se duerme el boticario...
En la plaza yacente la gallina cloquea
y un tronco de ojaranzo arde en la chimenea,
junto a la cual el cura medita su breviario.

Todo es paz en la casa. Un cielo sin rigores,
bendice las faenas, reparte los sudores...
Madres, hermanas, tías, cantan lavando en rueda

las ropas que el domingo sufren los campesinos...
Y el asno vagabundo que ha entrado en la vereda
huye, soltando coces, de los perros vecinos.



Julio Herrera Reissig

la siesta

-- de Julio Herrera Reissig --

No late más un único reloj: el campanario,
que cuenta los dichosos hastíos de la aldea,
el cual, al sol de enero, agriamente chispea,
con su aspecto remoto de viejo refractario...

A la puerta, sentado se duerme el boticario...
En la plaza yacente la gallina cloquea
y un tronco de ojaranzo arde en la chimenea,
junto a la cual el cura medita su breviario.

Todo es paz en la casa. Un cielo sin rigores,
bendice las faenas, reparte los sudores...
Madres, hermanas, tías, cantan lavando en rueda

las ropas que el domingo sufren los campesinos...
Y el asno vagabundo que ha entrado en la vereda
huye, soltando coces, de los perros vecinos.



Julio Herrera Reissig

los carros

-- de Julio Herrera Reissig --

Mucho antes que el agrio gallinero, acostumbra
a cantar el oficio de la negra herrería,
husmea el boticario, abre la barbería...
En la plaza hay tan sólo un farol (que no alumbra).

A través de la sórdida nieve que apesadumbra,
los bueyes del cortijo aran la cercanía,
y en gesto de implacable mala estación, el guía
salpica de improperios rurales la penumbra.

Mientras, duerme la villa señorial... Los amores
de la fuente se lavan en su mármol antiguo;
y bajo el candoroso astro de los pastores,

ungiendo de añoranzas el sendero contiguo,
pasan silbidos lentos y aires de tiempo ambiguo,
en tintinambulantes carros madrugadores.



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